No hay Papa en el Vaticano.
Tampoco hay papa en La Habana,
ni cambio, ni mejorana…
En cambio, está el Gran Hermano,
pesadilla del cubano,
que ha anunciado su retiro:
“En cinco años yo me piro”.
Y ya el pueblo espera el día
en que esa atroz dinastía
suelte el último suspiro.