Un cura argentino denunció a Bergoglio
Como
muchos saben y todos deberíamos recordar, Julián Grimau era militante
del Partido Comunista de España desde la Guerra Civil. A su regreso a
nuestro país en 1959, con objeto de organizar al partido en la
clandestinidad, fue detenido por la policía de la dictadura franquista.
Tras un juicio sin garantías, Grimau fue fusilado el 23 de abril de
1963. Tal ejecución provocó una ola de protestas generalizadas tanto en
Europa como en América Latina. La cantante chilena Violeta Parra compuso
una canción en homenaje al militante comunista que fue muy popular,
tanto en su voz como en la del muy conocido y celebrado grupo chileno
Quilapayún. Entre los versos que la componen hay un estribillo que dice:
¿Qué dirá el Santo Padre
que vive en Roma,
que le están degollando
a su paloma?
Ante el nuevo papado que se nos viene encima, no cabe apelar desde
ayer a un estribillo de ese tenor, pues el recién elegido pontífice
Francisco, que ha llegado al sitial de san Pedro como arzobispo de
Buenos Aires, tiene alguna resposabilidad en la degollación llevada a
cabo en su país por la llamada dictadura de los generales. Jorge Mario
Bergoglio, según el blog Iglesia y Dictadura del periodista argentino
Horacio Verbitsky, ocultó la complicidad del episcopado de su país con
la Junta Militar del dictador Jorge Rafael Videla. Lo hizo en un libro
en el que omitió las frases más comprometedoras de la transcripción
original de la reunión que mantuvieron dos cardenales y un obispo con
los generales golpistas, el 15 de noviembre de 1976, reunión en la que
la conferencia episcopal expresaba su apoyo al régimen miitar porque su
fracaso llevaría con mucha probabilidad al marxismo.
El propio Verbitsky aporta hoy unos datos más específicos con
relación a la personalidad del cardenal argentino, nuevo Santo Padre que
vive en Roma. Lo hace al inicio del artículo que publica en la edición
impresa el diario Página 12 bajo el titular “Un ersatz”. En el
texto se refiere a la reacción de la hermana de un sacerdote que
denunció a Bergoglio por su secuestro durante la dictadura y hoy asiste
angustiada y con bronca a su nombramiento como Francisco, de quien el
secretario de nuestra Conferencia Episcopal ha dicho que tiene el perfil
de un santo:
“Entre los centenares de llamados y mails recibidos -escribe el
periodista- elijo uno. “No lo puedo creer. Estoy tan angustiada y con
tanta bronca que no sé qué hacer. Logró lo que quería. Estoy viendo a
Orlando en el comedor de casa, ya hace unos años, diciendo ‘él quiere
ser Papa’. Es la persona indicada para tapar la podredumbre. Es el
experto en tapar. Mi teléfono no para de sonar, Fito me habló llorando”.
Lo firma Graciela Yorio, la hermana del sacerdote Orlando Yorio, quien
denunció a Bergoglio como el responsable de su secuestro y de las
torturas que padeció durante cinco meses de 1976. El Fito que la llamó
desconsolado es Adolfo Yorio, su hermano. Ambos dedicaron muchos años de
su vida a continuar las denuncias de Orlando, un teólogo y sacerdote
tercermundista que murió en 2000 soñando la pesadilla que ayer se hizo
realidad. Tres años antes, su íncubo había sido designado arzobispo
coadjutor de Buenos Aires, lo cual preanunciaba el resto”.