Dicen que el poder enferma pero también deslumbra, especialmente a los incautos, y el caso de Venezuela no es una excepción. Hugo Chávez y su sucesor, Nicolás Maduro, representan dos destinos paradójicamente manejados desde una isla llamada Cuba, situada a dos horas de avión desde Caracas.
La biografía oficial de Maduro es bastante oscura y limitada. El «presidente encargado» afirma que nació en Caracas el 23 de noviembre de 1962, militó en la Liga Socialista y fue sindicalista y conductor de autobús en el Metro de Caracas. Su pasado como profesional del volante es lo que resalta en su ficha electoral. Para las fotos de campaña lo representan hoy conduciendo un microbús cuando llega a los actos políticos pero jamás en las camionetas «Hummer» que conduce él o su hijo homónimo.
Su otra biografía se está escribiendo ahora con las aportaciones de los que compartieron los primeros años de su vida, especialmente las de sus amigos colombianos de infancia. Son las fotos de su amigo Israel Silva Guarnizo, publicadas el pasado 19 de marzo en el «Diario del Huila», de la localidad colombiana de Neiva. Silva asegura que cursó estudios con Maduro, entre 1986 y 1987 en la «Escuela Ñico Lopez de Formación Política» en La Habana.
«Nuestro hombre en Caracas»
El escritor Carlos Alberto Montaner en su artículo «El hombre de La Habana» revela que Maduro empezó a organizar los contactos entre Chávez y los hermanos Castro hace ya 27 años cuando estudió en esa escuela cubana de formación de cuadros políticos de izquierdas. «A juzgar por esta información, Nicolás Maduro es mucho más que un simpatizante de la revolución cubana o un trasnochado marxista radical, platónicamente enamorado del comunismo: es un viejo colaborador de la inteligencia castrista. Por eso Raúl Castro convenció a Hugo Chávez de que éste era su heredero natural. Maduro formaba parte del grupo. Era uno de ellos», dice Montaner.
Pero al heredero socialista, como a su mentor Chávez, le gustan los lujos que ofrece el capitalismo, los relojes de marca (como se aprecia en la foto más reciente), viajes alrededor del mundo, hoteles de cinco estrellas, coches caros. Nada de seguir el ejemplo del uruguayo Pepe Mujica, sino los que otorga el poder del autoritarismo y totalitarismo de izquierdas, como aprendió en la escuela de cuadros políticos de La Habana.
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