|
General: El arte de llorar por encargo
Elegir otro panel de mensajes |
|
De: t-maria2 (Mensaje original) |
Enviado: 30/03/2013 23:31 |
El arte de llorar por encargo
Llorar a voluntad no es sencillo, pero a Liu
Jun-Lin la contratan cada día para hacerlo en funerales de gente que no
conoce. Es la plañidera más famosa de Taiwán. Una tradición que parece
estar desapareciendo
30 de marzo 2013 - 03:16 pm
Llorar para ganarse la vida es controvertido y algunos lo
consideran una comercialización del duelo. Pero las plañideras como Liu
aseguran que su profesión tiene una larga historia en Taiwán, en donde,
según la tradición, los difuntos necesitan una despedida ruidosa para
pasar de manera adecuada a la otra vida.
"Cuando un ser querido muere, uno lo siente tanto que cuando llega el funeral ya no quedan lágrimas", dice Liu.
"¿Cómo se puede cambiar el estado de ánimo para demostrar toda esa pesadumbre?", se pregunta.
Liu está ahí para ayudar a alcanzar el tono adecuado.
Hace
décadas, las mujeres abandonaban el hogar para trabajar en otras
ciudades y el transporte era limitado. Si alguien en la familia moría,
muchas veces no podían llegar a casa a tiempo para el funeral, por lo
que la familia contrataba lo que se conoce como una "hija filial" para
acompañar a la familia en el duelo.
Los funerales tradicionales
taiwaneses son elaborados y combinan un duelo sombrío con otro de tono
más elevado para enardecer los ánimos.
Para esta última parte,
Liu y su banda de plañideras se ponen vestidos de tonos vivos y realizan
números de danza casi acrobáticos. Su hermano A Ji toca instrumentos
tradicionales de cuerda.
Después, Liu se viste de blanco y se
arrastra hasta el ataúd. Allí realiza su llanto más conocido mientras su
hermano toca el órgano.
Sus sonidos son prolongados y ahogados, en una mezcla entre llanto y canto.
Le
pregunto a Liu cómo hace para fabricar lágrimas a su voluntad, pero
insiste en que su llanto es real. "En cada funeral al que asisto he de
sentir que esa familia es mi familia, por lo que he de poner mis propios
sentimientos en ello", dice.
"Cuando veo a toda esa gente afligida, me pongo todavía mas triste".
Negocio familiar
Con
sus largas pestañas, sus hoyuelos y su voz cantarina, Liu, de 30 años,
parece más joven. Por su forma de vestir parece más una estudiante de
enfermería que una plañidera profesional.
Lin Zhenzhang, director de una funeraria que ha trabajado con Liu durante años, dice que ese es parte de su atractivo.
"Tradicionalmente
pensamos que se trata de un trabajo para mujeres de otra generación.
Pero Liu es tan joven y bonita que despierta la curiosidad de la gente".
La abuela y la madre de Liu eran plañideras profesionales.
En casa imitaba a su madre y a su hermana mientras ensayaban.
Los
padres de Liu murieron cuando ella era pequeña, así que quedó al
cuidado de su abuela, que no contaba con medios económicos suficientes.
Por eso, la abuela introdujo a Liu en el negocio familiar cuando apenas tenía 11 años.
Debía
levantarse cada día antes del amanecer para ensayar y muchas veces no
podía ir a la escuela porque tenía que trabajar. Cuando iba al colegio,
los niños se reían de su extraño trabajo y de las ropas que llevaba.
Las actuaciones en los funerales tampoco eran fáciles, ya que mucha gente mira con desprecio a las plañideras.
"A
veces, antes de empezar, la familia del fallecido no nos trataba bien.
Pero después de la actuación, lloraban y nos daban las gracias".
En esas ocasiones es cuando Liu se dio cuenta del verdadero propósito de su trabajo.
Profesión en declive
"Este trabajo puede ayudar a la gente a liberar su enfado o a decir en alto lo que no se atreven", explica.
"También ayuda a la gente que no se atreve a llorar, porque todos lloramos juntos".
Gracias
al empeño de su abuela y al desarrollo del negocio, la familia ha
salido de la pobreza y Liu y sus hermanos tienen cada uno una casa.
Cobran US$600 por cada actuación.
Pero según explica Lin
Zhenzhang, es un trabajo en declive por la crisis económica y un
creciente gusto por los funerales más sencillos.
Liu es
consciente de ello y por eso ha contratado a 20 mujeres asistentes. Son
jóvenes de buen aspecto que llevan uniformes blancos y negros, y que
ayudan a los directores de las funerarias al embalsamamiento y otros
servicios funerarios.
"No hay nadie en el norte de Taiwán que haga eso y está siendo más exitosos de lo que pensaba", dice Liu.
Por muchos cambios que haya, ella asegura que nunca dejará el negocio familiar.
"Es
algo que le costó mucho construir desde cero a mi abuela. Debo enseñar a
otros lo que ella me enseñó a mi y seguir con la tradición".
|
|
|
Primer
Anterior
2 a 5 de 5
Siguiente
Último
|
|
Me admira como las salen las lágrimas!
|
|
|
|
Pues eso no es sólo de exóticos países orientales.
En Galicia, sin ir más lejos...
|
|
|
|
De: Quico º |
Enviado: 31/03/2013 19:33 |
|
|
|
A Llorar a Cangas? Cuál es el origen...
A Llorar a Cangas
A Llorar a Cangas? Cuál es el origen de esta arraigada frase popular?
Esta
expresión se utiliza actualmente cuando alguien se muestra ‘pedichón’ o
choromiqueiro ‘’. También cuando se le quiere decir a alguien que no se
lamente tanto, que no llore tanto… Va a llorar a Cangas! te va a quejar
a Cangas! Pero, hay que ir a Cangas para llorar? Y por que a Cangas?
Pues parece ser que hay muchos muchos años había en esta villa del
Morrazo ‘choronas profesionales’-llamadas en Galicia y Portugal
carpideiras-, que lograron mucha fama por su papel en los entierros de
las altas esferas.
Cuentan los
historiadores locales que, en siglos pasados, la villa canguesa contaba
con afamadas carpideiras, que no eran más que mujeres a las que se les
pagaba o recompensaba con algo de comer (en tiempos de mucho hambre) a
cambio de que lloraran en los entierros, y aunque no habían conocido a
los muertos. El objetivo era no dejar el difunto ni por uno según sólo
en su funeral. Esta práctica se daba en el seno de las familias
adineradas, de la nobleza o del clero, que, con la presencia de las
carpideiras, querían demostrar que el difunto era una persona muy
querida. Estas choronas profesionales pertenecían en muchas ocasiones a
familias que se dedicaban la este oficio. Algunas se metían hasta tal
punto en el papel, que llegaban incluso a arrancar los cabellos,
arañarse o a desvanecerse para escenificar momentos de dolor por la
pérdida del fallecido. Las había también bien informadas para la
ocasión, tanto, que se encargaban de conocer al por menor anécdotas o
momentos de la vida del muerto, para después contarlos en los funerales
ante los presentes.
Entre
el rito y el mito, cuentan que, si al cadáver no se le lloraba de
sobra, este se molestaba y podría ‘castigar’ sus familiares con
posteriores apariciones. Por eso, era preferible prevenir estos males
perturbadores. Prácticamente no existen documentos que testimonien estas
prácticas y lo que se conoce de ellas es por la sabiduría popular. Se
calcula que tuvieron especial importancia en los siglos XVI y XVII,
aunque hasta no hace muchas décadas atrás, aun se conocían en la comarca
morracense algunas carpideiras que acudían a los entierros en la zona.
Según la tradición oral, la práctica fue prohibida finalmente por
mandamientos reales, que no consentían tales grados de exaltación del
dolor, nen estos gritos en los funerales. En general, las carpideiras no
eran de la familia del muerto, y los allegados al difunto, incluidos
niños y criados, mantenían un luto riguroso que podía durar años. Las
choronas fueron desapareciendo con el tiempo, y el refrán quedó en el
imaginario popular. Los tiempos mudaron y también el sistema de
entierros, aunque la tradición se presenta antigua. Se dice que ya los
romanos se afanaban por despedir con grandeza sus muertos, y colocaban
junto a sus tumbas recipientes para recoger las lágrimas de los
presentes. De este modo, el resto de los asistentes podían comprobar
cuanto se había llorado por el difunto. Desde los años 60 en adelante,
se tienen pocos datos de la existencia de estas choronas, y, aunque las
había por toda Galicia, se dice que las de la villa canguesa eran de las
mejores. Que la frase ‘A Llorar a Cangas’ perdure en el tiempo, podría
significar que el oficio aquí se siguió manteniendo, mientras que en
otros sitios ya había desaparecido.
Hoy en
día, los cangueses siguen teniendo algo de choróns, aunque no por eso
los habitantes de esta villa perdieron su carácter festeiro. En ese
acostumbran por enterrar antiguas lágrimas, aquellas que nacían de un
paripé en el que lo que importaba era dejar bien parado (no tanto al
difunto, que el pobre ya había pasado la mejor vida) sino a su núcleo
familiar, demostrando que era un ser querido por el mucho que se le
lloraba, la Asociación Deskarga Furtiva se proponen ahora parodiar el
llanto y apostar por la risa, por la música y por un festival que nos
permita disfrutar de una jornada alegre, al tiempo que recordar que
también venimos de un pasado algo choromiqueiro, que también nos
pertenece.
|
|
|
Primer
Anterior
2 a 5 de 5
Siguiente
Último
|
|
|
|
©2025 - Gabitos - Todos los derechos reservados | |
|
|