Los niños ven su mundo con gran curiosidad. Enfocan su atención en lo que esté ante ellos en el momento. Ellos están receptivos a nuevas aventuras y responden a la vida con maravilla y gozo.
Hoy reclamo una perspectiva calmada y llena de aventura. Descanso en el momento presente y todo lo que encierra. Dejo ir la necesidad de controlar y me deleito al observar las maneras creativas cómo se desarrollan las cosas. Al sentir el poder transformador de dejar ir y confiar en Dios, me doy cuenta del regalo sorprendente de estar presente. Noto las diversas expresiones de belleza en el mundo. Siento calma a medida que disfruto de los regalos sencillos de la vida.
Por tanto, vivan como hijos de luz (porque el fruto del Espíritu se manifiesta en toda bondad, justicia y verdad).—Efesios 5:8-9
"Hoy reclamo una perspectiva calmada y llena de aventura. Descanso en el momento presente y todo lo que encierra. Dejo ir la necesidad de controlar y me deleito al observar las maneras creativas cómo se desarrollan las cosas."
Siguiendo el ejemplo de Jesús, paso por las pruebas de la vida con valor y seguridad. No temo la oscuridad, porque mi fe está plenamente en Dios. Avivo mi fortaleza y me preparo para la resurrección de la esperanza, la luz y la vida. Jesús resucitó de la tumba de la oscuridad, y yo también lo haré.
El amanecer que sigue a la noche más oscura es más dulce. La vista después de escalar una montaña es magnífica. La victoria es más grandiosa cuando casi he probado el fracaso. La resurrección es más gozosa desde las profundidades de la pérdida. Quitaré la piedra del pesar y abriré mi corazón a la esperanza. Hoy comparto las buenas nuevas: ¡El poder del amor crístico en mí es mayor que este mundo!
Volvieron a Jerusalén; y hallaron a los once reunidos y a los que estaban con ellos, que decían: “Ha resucitado el Señor”.—Lucas 24:33, 34