Carmen Luisa González ha agotado todos los recursos legales. En 2012 envió cartas a todas las instancias del gobierno. Desde el Consejo de Estado hasta el periódico oficial Tribuna de La Habana. Es jefa de recursos humanos en una constructora de la Empresa Eléctrica, situada en la Calzada de Puentes Grandes, en las afueras de la capital.
Convive con ratas y hurones, atrapada por un basurero en una finca intricada del municipio Marianao junto a otras 10 familias. Llegar a su casa es como hacer un safari.
Luego que usted se baja de un ómnibus P-9, en la parada de la filial universitaria José Antonio Echevarría, conocida como CUJAE, debe caminar dos kilómetros y medio por caminos de tierras en medio de un olor nauseabundo de desperdicios quemados y animales en descomposición.
Cerca de la vivienda de Carmen Luisa, colinda un villorrio de casas armadas a prisa con cartones y zinc. Allí residen unas 50 personas llegadas desde las provincias orientales. Los habitantes han quemados sus naves. La falta de futuro, penurias materiales y huracanes, los ha traído a este sitio para intentar cambiar su mala suerte. Viven hacinados en covachas miserables, sin luz eléctrica ni servicios sanitarios.
Comen de los alimentos en mal estado arrojados por empresas gubernamentales en el vertedero. Aníbal, un santiaguero que prueba fortuna en La Habana, ha montado un negocio privado: del vertedero recoge componentes eléctricos, maderas y botellas plásticas y las vende al por mayor.
La casa de Carmen Luisa está ubicada a pocos metros de la montaña de desperdicios. Debido al mal olor y el humo de desechos quemados, padece una infección en los ojos.
Yanelis Pérez, vecina de Carmen, es madre de una niña de 9 años quien, por falta de higiene en el entorno, ha sido hospitalizada cuatro veces por síntomas alérgicos agudos.
Las atribuladas familias lo han intentado todo. Reuniones en el Partido Comunista municipal, cartas a pesos pesados de la política y quejas al delegado de circunscripción del Poder Popular, la instancia representante del gobierno a nivel local.
Hasta el momento, nada han resuelto. Solo respuestas esquivas. Pretextos. Mentiras.
En 2001 las autoridades le informaron que los trasladarían del lugar. Pero ha llovido mucho desde entonces. Carmen tiene en su poder dictámenes de la institución que atiende los temas relacionados con la vivienda, certificados médicos y la propiedad del terreno del cual es dueña desde 1988.
Las favelas aumentan en la zona. Y la basura desbordada cerca la propiedad de Carmen Luisa.
Apenas a un kilómetro de distancia, cruzando una avenida asfaltada, se construye un reparto para militares. “A ellos sí les garantizan una buena calidad de vida. Y compran todo a precios diferenciados. Así cualquiera es comunista”, señaló Carmen.
Las autoridades del partido comunista en Marianao les han dicho que su problema es administrativo y, por tanto, deben realizar las gestiones en el Gobierno municipal. Las hicieron. No han recibido respuesta.
Rodeados de inmundicias, chabolas de cartón y mendigos que llegan desde el oriente cubano, la finca donde reside Carmen Luisa se ha convertido en una villa miseria de medianas proporciones.
Y aunque seguirá intentando una solución a su situación legal, ella cree que es un caso perdido. “Es como si mi vivienda estuviera en tierra de nadie”.
Publicado en el
Diario Las Américas el 2 de abril del 2013