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General: Maduro no esta maduro para gobernar
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Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: cubanet201  (Mensaje original) Enviado: 09/04/2013 03:46
El pajarito Chávez

  

Ángel F. Fermoselle /
Maduro no está maduro para gobernar, por mucho que en una semana y un día gane, como parece seguro, las elecciones venezolanas. ¿Cómo va a estarlo, con el estrés de recibir a su jefe Tutankachávez en forma de pajarito?
  
Porque sí, es cierto, Chávez no ha dejado la campaña ni un instante. Pero ahora aún más: está presente y participa en los comicios, porque se le ha aparecido al Presidente Encargado.
  
No lo ha hecho como un reencarnado que se precie, como sería de esperar en su caso, en forma de familiar del espíritu santo, o tomando el aspecto u ocupando el cuerpo de un animal de su tamaño político.
  
Un enorme paquidermo, como el que Saramago condujo de Portugal a Austria en su maravillosa "El viaje del elefante"; ésa hubiera sido mejor elección. O el cocodrilo de "See you later alligator" de Bill Haley, o el caimán de "Se va el caimán" de Peñaranda; o, más legendariamente, incluso, el tío perverso e insaciable de Simba, Scar.
  
Pero no. Maduro, ofreciendo una imagen como mínimo inmadura, ha creído reconocer el espíritu del comandante en un pajarito chiquitico. El sucesor no tenía dudas: era Chávez, quien, aprovechando la cercanía, ha bendecido al candidato para afrontar el proceso electoral con garantías. Qué detallista, el pajarito chiquitito.
 
Y qué hábil, Maduro, inmaduro pero hábil, que hasta en un ave logra encontrar, cuando le conviene, en medio de la apresurada campaña electoral venezolana, no solo representaciones chavistas, sino al mismísimo líder bolivariano emplumado.
 
Solo en un país tan Macondiano como Venezuela podía ocurrir semejante fenómeno metafísico-místico, por mucho que el origen de Gabo esté al otro lado de la frontera. Caribeño, en todo caso.
 
América Latina lleva buena parte de su historia sufriendo a zafios gobernantes. Ladrones y vagos, unos; arrogantes y ambiciosos, otros; incapaces y encima moralistas, muchos. Populistas y aprovechados, casi todos.
 
Macondo no está en Europa, pero aquí los ciudadanos no paramos de quejarnos, con toda razón, de nuestros electos representantes. Hasta el ex líder de la derecha Jorge Verstrynge lo hace, escrachiando antidemocráticamente a Sáenz de Santamaría.
 
Y es que los votas porque piensas que van a hacer lo que prometen, como aseguran. Porque aparecen ante la multitud, en concurridas plazas y stages del país, envueltos en un halo de extática bondad, junto a una aureola completamente seductora de "vótame que resuelvo-todos-los-problemas", incluidos los inexistentes. Pero apenas se encuentran con el timón del poder, ni los reconocemos. Ni a ellos ni a su inútil y olvidado programa electoral. Y así, mes tras mes, hasta completar otros tres grises y muy largos años y medio.
 
Son así
 
 Debe de ser que los políticos "son así". Aquí, en nuestro singular Estado, donde vive el panda "Po" y en Barranquilla, adonde iba el caimán, y en Viena, adonde se dirigía Salomón el elefante, y en Caracas, adonde regresó, de más lejos que del más allá, donde quizá ya gobierne, Chávez convertido en pajarito.
 
Fidel Castro, tan amigo del líder venezolano fallecido, no ha tenido aún la ocurrencia de aparecerse a su hermano reencarnado porque aún lo puede hacer, con naturalidad, en el Punto Cero, su residencia; allí, en una reflexión escrita que nadie le ha solicitado, ha pedido a Corea del Norte que no active el botón.
 
Y es que las Coreas están cercanas a un conflicto militar que sabe Dios, u Obama, adónde puede llegar. Por menos puede desatarse un tenebroso conflicto mundial, o cuando menos un tsunami bélico-financiero que arrase, entre otras cosas, con lo que queda, si algo queda, del Estado del Bienestar occidental.
 
Y es que el mundo no debería estar en manos de gobernantes que ven a los muertos en forma de pajarito, sea chiquitito o grandecito, ni de niños de papá que en herencia reciben un país con el que jugar a los soldaditos.



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Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: cubanet201 Enviado: 09/04/2013 03:48
 El hombre que hablaba con los pájaros
 Profecías del comandante / Por Luján
Carlos Alberto Montaner
Nicolás Maduro percibió que un pajarito le hablaba. En un primer momento pensó que era el pájaro chogüí, una criatura usualmente amistosa y parlanchina, pero, como es una persona sagaz, entrenada por los cubanos en los diferentes tipos de trinos, rápidamente se dio cuenta de que era Hugo Chávez.
  
Maduro, un señor educado, sensible y espiritual, discípulo de Sai Baba, le respondió al pajarito. Maduro domina la onomatopeya como nadie. Puede imitar los sonidos de las aves, de los burros, incluso de las personas. En todo caso, fue un sonoro y profundo intercambio de silbidos cargado de emotividad.
 
La conversación fue larga y tendida. Nicolás es bonachón y conversador. El pájaro también. Era locuaz, como Chávez. Si Chávez reencarna en un pájaro, no va a hacerlo en un ave parca y circunspecta, sino en una criatura capaz de trinar durante horas, como si estuviera en la ONU poniendo en su lugar a Bush, ese siniestro Mister Danger.
 
La última vez que Maduro habló con Chávez, más o menos en vida, la conversación duró cinco horas. Es posible que en esta oportunidad haya sucedido lo mismo. Al fin y al cabo, era más difícil (y cruel) hablar cinco horas con una persona moribunda, en coma, con la garganta perforada por una traqueotomía, que comunicarse con un pajarito sano y volador con ganas de parlotear.
 
A mí no me sorprende que Maduro hable con los pajaritos. Me enternece. No es el primer caso que conozco. Cerca de mi casa madrileña, en el parque de Santa Ana, había un tipo que hablaba con las palomas. Le llamaban “Pepe el Palomero”.
 
Pepe les arrojaba pedacitos de pan a las palomas y, mientras lo rodeaban, les soltaba unos largos discursos sobre la monarquía. Las palomas no se iban en tanto durara la ración de pan, lo que indica que respondían mejor a las recompensas materiales que a la argumentación ideológica. (Parece que eran palomas chavistas o, al menos, corrompidas por una variedad elemental del neopopulismo).
 
A veces, mientras Pepe el Palomero hablaba con las palomas, yo trataba de mediar en la conversación. Pepe afirmaba que había sido amigo de Alfonso XIII, lo cual era improbable porque D. Alfonso se había largado de España en 1931, antes de su nacimiento. (El nacimiento de Pepe, no el de Alfonso, querido lector, no se me haga el gracioso).
 
Cuando le hice esa objeción, Pepe el Palomero me respondió con una lógica aplastante: “los que hablamos con los pájaros somos capaces de cualquier prodigio”. Y, entonces, bajó la voz, miró en varias direcciones, y me hizo una conmovedora confesión que nunca he podido olvidar: “yo soy una paloma que ha encarnado en un hombre”. (O sea, lo mismo que le ocurrió a Chávez, pero al revés).
 
Este interesante fenómeno de la transmutación de hombres y aves no duró excesivamente. Una tarde de invierno, Pepe el Palomero desapareció ante nuestros ojos. Se lo llevó una ambulancia. Para evitar escándalos, uno de los enfermeros, mientras le ponía un camisón blanco, largo y enguatado, para que no se hiciera daño, le dijo que él también era una paloma disfrazada de enfermero, personalmente adiestrada por Alfred Hitchcock para desempeñar ese rol. Se lo llevaban, afirmó, a un bello palomar donde podría conversar con muchas criaturas semejantes a él.
 
Pepe parecía feliz. Se despidió de mí saludando con la mano como un político en medio de una campaña. El enfermero-paloma (o al revés), situado a sus espaldas, donde Pepe no lo podía ver, hacía círculos con su dedo índice sobre la sien, con más melancolía que burla.
 
Hasta creo que silabeó una palabra con sus labios, pero sin llegar a pronunciarla. Me parece que dijo: es-qui-zo-fre-nia. No lo entendí bien.
 
Periodista y escritor. Su último libro es la novela Otra vez adiós.
 
 


 
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