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General: Quién era Jorge Eliécer Gaitán?
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De: Ruben1919 (Missatge original) |
Enviat: 17/11/2012 22:12 |
Quién era Jorge Eliécer Gaitán?
¿Quién era Jorge Eliécer Gaitán?
Sábado 29 de mayo de 2004
Todas las versiones de este artículo: [English][Español]
Jorge Eliécer Gaitán nació el 23 de enero de 1898 en el barrio "Las Cruces" de Bogotá. De extracción popular, estudió en la escuela pública y terminó su carrera de Derecho en la Universidad Nacional. Fue orador por naturaleza y encontró tempranamente en la tribuna pública su mejor arma política. Como abogado se dedicó a las causas sociales desde una concepción liberal muy matizada por las ideas socialistas. Esto le permitió ubicarse críticamente ante la dirección y la elite del partido liberal, al que pertenecía.
En 1929, como congresista, asumió la defensa de los trabajadores bananeros, reprimidos y masacrados en 1928 durante un movimiento huelguístico que organizaron contra la transnacional norteamericana "United Fruit Company". Su carrera política se fortaleció por el apoyo popular, constituyéndose en una figura pública sin precedentes en la historia del país.
Después de haber sido Concejal y Alcalde de la ciudad de Bogotá, Ministro de Educación y Ministro de Trabajo, lanzó su candidatura a la presidencia en 1946, ocasionando la división del partido liberal, lo que facilitó el triunfo del conservatismo en esas elecciones. El liberalismo derrotado entregó su jefatura máxima a Gaitán, quien poseía en aquel momento la más alta popularidad como caudillo político. Al aproximarse las elecciones en las que se daba por segura su elección a la Presidencia de la República, el 9 de abril de 1948, tres disparos acabaron con su vida, iniciándose así una etapa nefasta en la historia colombiana.
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9 de abril: El Bogotazo |
Bogotá recuerda uno de los acontecimientos más trágicos de su historia: incendios y saqueos tras el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán. |
A la 1:05 de la tarde del 9 de abril de 1948, Jorge Eliécer Gaitán, a quien se consideraba como el más firme candidato a la presidencia de Colombia por el partido Liberal, recibió tres impactos de bala que, posteriormente, le causarían la muerte. La Avenida Jiménez con carrera séptima, a unos pasos de la Iglesia San Francisco, fue testigo del inicio de uno de los hechos más recordados en la ciudad desde su fundación: El Bogotazo.
Gaitán salía de su oficina a encontrarse con un joven estudiante de Derecho de origen cubano de nombre Fidel Castro, a quien, según dicen, le concedería una entrevista con motivo del Congreso de las Juventudes Latinoamericanas. La cita nunca se daría y ese mismo día, sobre las tres de la tarde, Gaitán moriría en la Clínica Central, producto de dos disparos en la cabeza y uno en el pecho.
Según testigos, el autor material del magnicidio fue Juan Roa Sierra, quien murió linchado rápidamente por la muchedumbre enfurecida, lo que en gran medida no dejó muchos indicios para investigar los móviles de su asesinato así como de la autoría intelectual.
'Que lo mató la CIA, que lo mató el Gobierno, que lo mataron los conservadores, que lo mataron los comunistas, que lo mataron los Estados Unidos'... La incertidumbre, la rabia, la impotencia e inconformidad de miles de bogotanos, la mayoría de los sectores más pobres de la ciudad, que veían en Gaitán su esperanza política de un país con menor desigualdad económica y con una Reforma Agraria justa, se desató en un frenesí de violencia y destrucción que como nunca sacudió los cimientos de la capital.
La ciudad fue devastada por los enfrentamientos, calle a calle, entre partidarios liberales y conservadores, entre el Estado y los alzados en armas, entre los saqueadores y quienes trataban de recomponer el orden de una ciudad. Tras varios días de revueltas quedaría el pavoroso saldo de cerca de 3.000 personas muertas o desaparecidas y más de 146 edificaciones destruidas, sobre todo, al centro de la ciudad.
Las revueltas tendrían su eco en otras ciudades del país y 'El Bogotazo' daría inicio a lo que los historiadores llaman como el pico y el inicio de la época de La Violencia, tras la cual más de 200.000 colombianos perecerían a causa de la guerra partidista.
Nacido el 23 de enero de 1903 en Bogotá, Gaitán, originario de una familia de extracción humilde, logró acceder a la educación formal hasta los 11 años. Abogado de profesión, se convirtió profesor de la Universidad Nacional de Colombia. Posteriormente cursaría, en 1926, su doctorado en Jurisprudencia en la Real Universidad de Roma, Italia.
Gaitán, desde su juventud sería reconocido al interior del partido liberal como un personaje de tendencias de izquierda y fue reconocido como uno de los mayores defensores de los trabajadores tras la Masacre de la Bananeras.
Para 1933 creó la Unión Izquierda Revolucionaria (UNIR), un ala disidente del partido Liberal. Gaitán sería posteriormente nombrado Alcalde de Bogotá en 1936, Ministro de Educación en 1940, Ministro del Trabajo en 1944 y jefe del partido Liberal de 1946 hasta su muerte en 1948.
Es recordado en particular por su gran oratoria y sus discursos en torno a la lucha entre liberales y conservadores. Para Gaitán, éste conflicto estaba creado para que los pobres de uno y otro bando continuaran en guerra mientras las clases más acomodadas continuaban con los beneficios económicos concedidos por el gobierno.
Fue el abanderado de la propuesta de la Reforma Agraria y acuñó los términos de "el país político" y "el país nacional", desde los cuales explica que el "país político" es aquel rodeado por los intereses de la oligarquía y sus luchas internas, las cuales no responden a las necesidades del "pais nacional", que es aquel conformado por los ciudadanos y sus necesidades de unas mejores condiciones económicas y mayores libertades sociopolíticas.
Lo invitamos a profundizar en este tema, haciendo clic aquí.
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www.youtube.com/watch?v=kkpCf3LE3l8
27/06/2011 - Subido por GUSTAVO SALLEG
Este especial hace referencia a los disturbios masivos que siguieron al asesinato en Bogotá, del líder liberal y el ...
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www.youtube.com/watch?v=uh2uKVid9M8
20/01/2011 - Subido por Leo Alba Becerra
Breve resúmen de los acontecimientos ocurridos el 9 de abril de 1948 en Colombia, cuando el jefe del partido ...
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'El Bogotazo': el incendio que no se apaga
HISTORIAEl 9 de abril de 1948 sigue gravitando sobre la conciencia colombiana. Nuevas obras demuestran que el Bogotazo todavía obsesiona a escritores, directores de cine y artistas.
La destrucción de la ciudad ha inspirado varias obras.
Hay momentos que marcan para siempre la memoria colectiva de los países. En Colombia, no cabe duda, El Bogotazo es uno de ellos: tanto es así, que los hechos del 9 de abril de 1948 siguen inspirando a todo tipo de artistas e intelectuales. Es el caso de Miguel Torres, un reconocido dramaturgo y escr
itor bogotano, para quien este siempre ha sido fundamental. "Puede sonar a lugar común, pero ese día partió en dos la historia de nuestro país. En ese momento se gestó el fracaso del siglo XX colombiano", le dijo a SEMANA. Desde su juventud Torres leyó los archivos de El Bogotazo. Durante su investigación descubrió que se conocía muy poco de uno de los personajes centrales: Juan Roa Sierra, el hombre que asesinó a Jorge Eliecer Gaitán. Entonces se dedicó a esclarecer su pasado: revisó todos los testimonios y documentos que existen y, a medida que avanzaba su pesquisa, encontró muchos vacíos. Uno de los personajes que más le llamó la atención fue un astrólogo que le aconsejó a Roa Sierra que le pidiera trabajo a Gaitán. Se dice que a partir de ese momento el asesino se obsesionó y empezó a seguir a su víctima por toda la ciudad. Para Torres este era un elemento intrigante, pero no la razón real del magnicidio. De hecho, cree que los eventos fueron mucho más complejos y, después de años de estudiar el caso, tiene dudas de que Roa Sierra sea el verdadero asesino. A partir de esa primera investigación, Torres empezó a escribir una novela que contara los hechos desde "el otro lado del espejo": la perspectiva del victimario. "Todo el mundo conoce la vida de Gaitán. Es uno de los personajes más queridos y sobre los que más se ha escrito en Colombia. Sobre Nieto Roa, en cambio, se habla poco. Su leyenda se ha construido a partir de rumores y lo que hice, desde la ficción, fue explorar varias hipótesis.", dice. Torres publicó El crimen del siglo en 2006 y, a pesar de que se trata de una novela, los especialistas aplaudieron el rigor de su investigación. Incluso, cuenta, algunos historiadores lo llamaron para felicitarlo por sus hallazgos, cuando en realidad "eran conjeturas que yo me había inventado". La trama de El crimen del siglo termina con la muerte de Gaitán y Roa Sierra el 9 de abril. Por eso Torres sintió que le faltaba narrar la parte central El Bogotazo y empezó a escribir una segunda novela sobre lo que ocurrió específicamente ese día. Escribió monólogos de personajes ficcionales a partir de testimonios reales de cientos de testigos. Este mes publicó El incendio de abril que, desde ya, muchos consideran uno de las mejores obras que se han escrito sobre El Bogotazo y uno de los mejores libros de este año en Colombia. Torres —también autor de la célebre obra de teatro La Siempreviva— sostiene que el elemento más importante del 9 de abril es la oscuridad: no solo por el apagón de ese día, sino porque todavía no se han dicho muchas cosas. Cree también que el hecho sigue cautivando a los creadores por sus resonancias históricas y el halo misterioso. Él mismo está escribiendo una tercera novela, en la que narra la vida de un sobreviviente de la tragedia. Otras miradas de El Bogotazo
Mientras escribía El incendio de abril, Torres recibió una llamada de Andi Baiz. El joven director caleño le contó que había leído El crimen del siglo y estaba muy interesado en adaptarlo al cine. Baiz empezó a escribir un guión junto a la actriz Patricia Castañeda y con la supervisión de Torres. El director trabajó dos años en el texto y a comienzos de este, inició un ambicioso rodaje en el centro de Bogotá. Lo más difícil de la filmación fue lograr un ambiente creíble, con muy poco presupuesto. "No quería hacer una película costumbrista en la que apareciera una Bogotá gris y triste. Traté de ser absolutamente riguroso en la ambientación histórica, pero la película sucede en un universo propio", le dijo a SEMANA. El rodaje fue muy costoso y complejo, no solo por la recreación histórica sino porque se trata de una historia coral en la que aparecen todos los personajes del entorno de Roa Sierra. Como protagonista Baiz escogió al actor de teatro Mauricio Puentes. También hace parte del reparto Catalina Sandino, quien juega un papel muy importante en la trama. En esta ocasión el director quiso alejarse un poco del tono oscuro de sus dos películas anteriores, Satanás y La cara oculta. Baiz prefiere no adelantar mucho sobre la cinta que se llamará Roa y está en proceso de edición: "Al contrario de lo que se puede esperar, esta no es una película tan dramática. Es el estudio de un personaje (el personaje de Roa Sierra aparece en casi todas las escenas) y muestra cómo él también es víctima de fuerzas ocultas que lo llevan a cometer un crimen. No es tampoco una apología del asesinato". La película se estrenará en abril del próximo año. Torres y Baiz no son, por supuesto, los primeros que han tocado este tema, ni los últimos. "Siempre habrá gente interesada en el Bogotazo", le dijo a SEMANA Víctor Diusabá, periodista y autor del libro 9 de abril: la voz del pueblo. "Sobre todo porque 64 años después todavía hay cabos sueltos y documentos sin desclasificar. En todo caso no creo que para un evento tan grave -en el que murió el 0,5 por ciento de la población de Bogotá en esa época- se haya escrito tanto. Se dice, por ejemplo, que sobre la guerra civil española se publica un libro todos los meses", explica. Otra de las miradas es la de la obra de teatro 9.4.48. Fabio Correa, su director, le dijo a SEMANA: "El 9 de abril abrió un nuevo capítulo de la historia de nuestro país y la obra trae este suceso histórico al espacio contemporáneo". Ganadora del premio Iberescena, 9.4.48 se presentó en julio de este año en la Fundación Gilberto Alzate Avendaño y pronto estará de nuevo en teatros nacionales. Se levantan los muertos del 9 de abril es el título de la producción Bogotázombie que lanzó este año la editorial Laguna Libros. Está compuesta por afiches de seis primeras planas de periódicos con fecha del 10 de abril de 1948, que fueron supuestamente encontradas detrás de una antigua pared del edificio de la editorial. Los extraños titulares de diarios como El Tiempo y El Espectador proclaman 'Amenaza zombie' y 'Los muertos caminan'. "Hay tantas versiones diferentes del 9 de abril. Dicen que los responsables fueron liberales, conservadores, la CIA ¿por qué no decir que fueron zombies?", le dijo a SEMANA Felipe González, editor de Laguna Libros. A finales de este mes, en el marco de ArtBo, se presentará también la obra del artista mexicano Gabriel de la Mora en la Galeria Nc-arte. De la Mora hará una instalación en la que intenta recrear lo que ocurrió con una exposición de pintura mexicana que debía ser inaugurada en Bogotá en abril de 1948. El artista recrea la trayectoria de varias obras de arte de su país que casi desaparecen durante el incendio, esa conflagración de la que sus fantasmas siguen vivos seis largas décadas después. |
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Martes 9 de Abril de 2013, 09:33 am
Millones de colombianos marchan juntos por la paz y la esperanza en su país
Millones de colombianos pertenecientes a movimientos políticos, sociales, estudiantiles, obreros, campesinos e indígenas, marchan este martes por las principales avenidas de la ciudad de Bogotá en respaldo a los Diálogos de Paz que actualmente sostienen el Gobierno y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo (FARC-EP).
El corresponsal de teleSUR en Colombia, Paul Bacarés informó que "ya arrancó la marcha y son miles los colombianos que marchan y que quieren decirle al mundo que ya están cansados del conflicto armado" que afecta a Colombia desde hace casi cinco décadas.
"Esta marea blanca va hacia la plaza Bolívar para escuchar los diversos discursos", agregó.
Señaló que en esta movilización participan "estudiantes de la educación pública y privada, sindicatos, indígenas, y demás colombianos que se han acercado a Bogotá (capital) a marchar por la paz".
"Todos los colombianos han dicho hoy sí a los acuerdos de paz en La Habana, Cuba", donde desde octubre pasado las FARC y el Gobierno colombiano dialogan para buscar una solución al fin del conflicto armado.
Bacarés comentó que "son cinco puntos distribuidos en la ciudad donde se han concentrado los colombianos para encontrarse en horas del medio día en la plaza principal de Bogotá".
Por su parte, el corresponsal de teleSUR en Colombia, Miltón Henao informó que "han llegado miles de colombianos a la plaza Bolívar (Bogotá) para participar en la movilización y así respaldar el proceso de paz entre las FARC y el Gobierno colombiano".
Ahora sí la paz
La denominada Marcha por la Paz y la Esperanza reúne por primera vez en la historia de este país suramericano a diferentes movimientos y actores políticos, además de niños, jóvenes, afrodescedientes y la sociedad en general, en virtud de pedir el fin del conflicto armado que data desde hace más de medio siglo.
La actividad fue convocada por movimientos de izquierda que hacen vida en esta nación, aunque cuenta con el apoyo y la participación del Ejecutivo Nacional y de las comisiones que desarrollan en las negociaciones de paz en La Habana, tanto la gubernamental como la del movimiento insurgente.
El presidente Juan Manuel Santos y el jefe negociador del Gobierno en los diálogos, el exvicepresidente Humberto de la Calle, han invitado a participar en la marcha, en una fecha que además conmemora el Día Nacional de la Memoria y Solidaridad de las Víctimas.
Cientos de miles de colombianos se han desplazado hasta la capital desde regiones del interior del país -como pro ejemplo Magdalena, Arauca, Valle del Cauca, Antioquia entre otras- para rendir tributo al líder popular Jorge Eliecer Gaitán, en el aniversario número 65 de su asesinato.
Adicionalmente, la Iglesia católica, la coalición mayoritaria de partidos de la "Unión Nacional" que apoya al Gobierno, el movimiento izquierdista de la Marcha Patriótica y la Alcaldía de Bogotá manifestaron por adelantado su compromiso con esta movilización, cuyo objetivo común es uno solo: la paz.
En vista de la gran convocatoria, las autoridades nacionales y locales habilitaron cuatro puntos en la ciudad desde donde se desplazarán los marchantes hasta la Plaza Bolívar, en el centro histórico de Bogotá, punto de llegada.
“Seremos más, ahora sí la paz”, es el lema de esta movilización que , incluso, ha recibido mensajes de apoyo de importantes personalidades internacionales, como por ejemplo el expresidente brasileño Luiz Inácio Lula Da Silva (2003-2011) quien expresó mediante un mensaje por internet: "La victoria de la paz de Colombia será de todo el continente".
La paz no puede ni debe dividirnos
Por su parte, el propio Santos hizo un llamado a la unidad. "La paz no puede ni debe dividirnos, buscarla es un imperativo, es tiempo de creer que nuestro país no esta condenado a otro medio siglo de violencia, busquemos la unidad, no la división, los consensos, no los enfrentamientos", dijo.
En tanto, la exsenadora Córdoba aseguró que “este 9 de abril la sociedad y el pueblo expresarán la importancia de la paz y la necesidad de que seamos escuchados y tenidos en cuenta sobre cómo es el país que queremos construir".
Solamente un sector de la ultraderecha se mantiene al margen de la iniciativa por considerar que “rinde homenaje a la guerrilla”. Este grupo está liderado por el Puro Centro Democrático, movimiento político que encabeza el expresidente Álvaro Uribe (2002-2010), quien públicamente y en reiteradas ocasiones ha manifestado su deseo de continuar la guerra que ha dejado decenas de miles de fallecidos en su país.
teleSUR-PL-ElColombiano-EFE/ kg /MARL - FC |
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Antecedentes:
En las elecciones presidenciales de 1946, las fuerzas populares y progresistas del Partido Liberal colombiano, cometieron un gravísimo error cuyas consecuencias terribles todavía está pagando el país. Era candidato oficial del liberalismo el médico Gabriel Turbay (1901-1947), de firmes y probadas ideas de izquierda y democráticas. Sin embargo, el gran caudillo popular Jorge Eliécer Gaitán brillante parlamentario y agitador formidable que electrizaba a las multitudes, insistió en presentar su candidatura como liberal disidente, pese a los reiterados consejos de sus amigos y seguidores, que consideraban la división de las fuerzas del pueblo como un suicidio. Los resultados electorales mostraron el error de cálculo de Gaitán y le dieron el triunfo al Partido Conservador, que en esta ocasión se presentaba unido a pesar de los graves conflictos existentes entre sus dos grandes dirigentes, Mariano Ospina Pérez y Laureano Gómez. He aquí los resultados oficiales:
Mariano Ospina Pérez (conservador), 565.939
Gabriel Turbay (liberal, candidato oficial), 441.199
Jorge Eliécer Gaitán (liberal disidente) 358.957
Apenas instalado en el poder el Partido Conservador, se inició en todo el país, instigada por Laureano Gómez y los elementos más reaccionarios de dicho partido, una feroz campaña de exterminio tendiente a aniquilar físicamente al pueblo liberal. Masacres horripilantes, asesinatos de líderes campesinos y sindicales, persecuciones implacables contra los políticos locales y regionales de centro y de izquierda, se cometieron sin cesar por parte de grupos paramilitares (los pájaros y chulavitas), al amparo de la impunidad que les garantizaba el gobierno.
La Guerra Fría se había iniciado en Colombia en toda su intensidad y se trataba de impedir a toda costa que las fuerzas progresistas pudieran disputar el poder en las elecciones de 1950. En el marco de esta política de confrontación global se produjo la misteriosa muerte, jamás investigada, jamás cuestionada, del jefe único del liberalismo, Gabriel Turbay, en París (17 de noviembre de 1947).
Elevado por la Convención Liberal a la dignidad de jefe único del partido, Jorge Eliécer Gaitán concentró sus esfuerzos en la reorganización del movimiento popular y en el restablecimiento de la paz y de las reglas democráticas. Bajo el acoso de la creciente violencia oficial y oficiosa, convocó para el día 7 de febrero de 1948 a una gigantesca Marcha del Silencio en la capital de la República, con el objeto de conmover la opinión nacional e internacional ante la oleada de masacres y atrocidades que se cometían diariamente contra el pueblo colombiano.
La Marcha del Silencio fue la más grande manifestación que hasta ese momento se había realizado en la historia del país. Centenares de miles de personas, portando crespones negros y en impresionante silencio, colmaron la Plaza de Bolívar y calles adyacentes. La única voz que resonó entonces, fue la del caudillo popular Jorge Eliécer Gaitán. No fue un discurso de guerra, ni de desafío, ni de venganza. Fue una Oración por la Paz.
Este es el texto íntegro de la Oración por la Paz:
Señor Presidente Mariano Ospina Pérez:
Bajo el peso de una honda emoción me dirijo a vuestra Excelencia, interpretando el querer y la voluntad de esta inmensa multitud que esconde su ardiente corazón, lacerado por tanta injusticia, bajo un silencio clamoroso, para pedir que haya paz y piedad para la patria.
En todo el día de hoy, Excelentísimo señor, la capital de Colombia ha presenciado un espectáculo que no tiene precedentes en su historia. Gentes que vinieron de todo el país, de todas las latitudes —de los llanos ardientes y de las frías altiplanicies— han llegado a congregarse en esta plaza, cuna de nuestras libertades, para expresar la irrevocable decisión de defender sus derechos. Dos horas hace que la inmensa multitud desemboca en esta plaza y no se ha escuchado sin embargo un solo grito, porque en el fondo de los corazones sólo se escucha el golpe de la emoción. Durante las grandes tempestades la fuerza subterránea es mucho más poderosa, y esta tiene el poder de imponer la paz cuando quienes están obligados a imponerla no la imponen.
Señor Presidente: Aquí no se oyen aplausos: ¡Solo se ven banderas negras que se agitan!
Señor Presidente: Vos que sois un hombre de universidad debéis comprender de lo que es capaz la disciplina de un partido, que logra contrariar las leyes de la psicología colectiva para recatar la emoción en un silencio, como el de esta inmensa muchedumbre. Bien comprendéis que un partido que logra esto, muy fácilmente podría reaccionar bajo el estímulo de la legítima defensa.
Ninguna colectividad en el mundo ha dado una demostración superior a la presente. Pero si esta manifestación sucede, es porque hay algo grave, y no por triviales razones. Hay un partido de orden capaz de realizar este acto para evitar que la sangre siga derramándose y para que las leyes se cumplan, porque ellas son la expresión de la conciencia general. No me he engañado cuando he dicho que creo en la conciencia del pueblo, porque ese concepto ha sido ratificado ampliamente en esta demostración, donde los vítores y los aplausos desaparecen para que solo se escuche el rumor emocionado de los millares de banderas negras, que aquí se han traído para recordar a nuestros hombres villanamente asesinados.
Señor Presidente: Serenamente, tranquilamente, con la emoción que atraviesa el espíritu de los ciudadanos que llenan esta plaza, os pedimos que ejerzáis vuestro mandato, el mismo que os ha dado el pueblo, para devolver al país la tranquilidad pública. ¡Todo depende ahora de vos! Quienes anegan en sangre el territorio de la patria, cesarían en su ciega perfidia.
Esos espíritus de mala intención callarían al simple imperio de vuestra voluntad.Amamos hondamente a esta nación y no queremos que nuestra barca victoriosa tenga que navegar sobre ríos de sangre hacia el puerto de su destino inexorable.
Señor Presidente: En esta ocasión no os reclamamos tesis económicas o políticas. Apenas os pedimos que nuestra patria no transite por caminos que nos avergüencen ante propios y extraños. ¡Os pedimos hechos de paz y de civilización!
Nosotros, señor Presidente, no somos cobardes. Somos descendientes de los bravos que aniquilaron las tiranías en este suelo sagrado. ¡Somos capaces de sacrificar nuestras vidas para salvar la paz y la libertad de Colombia!
Impedid, señor, la violencia. Queremos la defensa de la vida humana, que es lo menos que puede pedir un pueblo. En vez de esta fuerza ciega desatada, debemos aprovechar la capacidad de trabajo del pueblo para beneficio del progreso de Colombia.
Señor Presidente: Nuestra bandera está enlutada y esta silenciosa muchedumbre y este grito mudo de nuestros corazones solo os reclama: ¡que nos tratéis a nosotros, a nuestras madres, a nuestras esposas, a nuestros hijos y a nuestros bienes, como queráis que os traten a vos, a vuestra madre, a vuestra esposa, a vuestros hijos y a vuestros bienes!
Os decimos finalmente, Excelentísimo señor: Bienaventurados los que entienden que las palabras de concordia y de paz no deben servir para ocultar sentimientos de rencor y exterminio. ¡Malaventurados los que en el gobierno ocultan tras la bondad de las palabras la impiedad para los hombres de su pueblo, porque ellos serán señalados con el dedo de la ignominia en las páginas de la historia!
Esta fue la invocación de Jorge Eliécer Gaitán, el 7 de febrero de 1948. Dos meses más tarde, el 9 de abril, el líder popular cayó asesinado en las calles de Bogotá. Esta fue la respuesta de los verdugos y agentes de la violencia, y con ella se inició el terrible ciclo de horrores, masacres, odios y tragedias que hoy cubre de sangre y de dolor a la Rapública de Colombia.
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El detective detrás de la mano asesina de Roa Sierra
Por: PLINIO APULEYO MENDOZA |
10:31 p.m. | 08 de Abril del 2013
Moribundo el detective Potes le dijo al coronel Mera: 'Yo maté a Gaitán'.
Plinio Apuleyo Mendoza aporta un dato inédito: el hombre a quien el político Plinio Mendoza Neira, su padre, consideró cómplice de Juan Roa Sierra (acusado de dispararle el 9 de abril de 1948), confesó su crimen antes de morir.
¿Quién estaba detrás de Roa Sierra, el asesino de Jorge Eliécer Gaitán? Desde hace más de 60 años a esta pregunta se le han dado dos distintas respuestas, igualmente falsas.
La primera de ellas, sustentada desde siempre por la extrema izquierda, afirma que este crimen fue urdido por la oligarquía y el gobierno de Mariano Ospina Pérez. La segunda, refrendada incluso por cercanos amigos a quienes suele ubicárseles en la derecha, acusa al comunismo internacional, cuyo propósito esencial habría sido el de sabotear la Novena Conferencia Panamericana, reunida en aquel momento en Bogotá. Fidel Castro, entonces presente en la ciudad, habría sido uno de los agentes comprometidos en este siniestro complot.
Pues bien, siempre fui depositario de una explicación totalmente ajena a estas dos versiones y digna de ser tomada en cuenta. Se la escuché muchas veces a mi padre, Plinio Mendoza Neira, el testigo más cercano del crimen que segó la vida de Gaitán. Siempre la guardé en mi mente como una confidencia familiar. Pero sólo ahora un hecho todavía desconocido por el país parece confirmarla.
Recordemos lo sucedido aquel 9 de abril a la 1 y 5 de la tarde. Mi padre salía con Gaitán del edificio donde este tenía sus oficinas. Se proponía llevarlo a almorzar en un restaurante cercano, junto con otros amigos que se encontraban con él. A Gaitán y mi padre, cercanos amigos desde muy jóvenes, la política los había vuelto a reunir; gracias a este último, Gaitán había sido reconocido como jefe único del partido liberal. Mi padre fue designado miembro de su junta asesora. Como tal, se veían casi todos los días. Sus oficinas estaban situadas a media cuadra de distancia. Yo, que era entonces un muchacho de apenas 16 años, por cierto fervoroso partidario de Gaitán, junto con mis condiscípulos del Liceo de Cervantes Camilo Torres y Luis Villar Borda, le solía llevar textos y transcripciones de sus discursos que registrábamos en nuestra oficina.
Aparece el asesino
Apenas habían traspuesto la puerta del edificio Agustín Nieto, seguidos por otros amigos, mi padre tomó del brazo a Gaitán y antes de pisar la carrera séptima alcanzó a decirle: "Tengo que hablarte de un proyecto que nos conviene poner en marcha". Se refería a la creación de un instituto llamado Benjamín Herrera, destinado a formar líderes sindicales para el partido liberal. Pero no pudo decir más, porque en aquel momento, viniendo de la acera de enfrente, vieron avanzar hacía ellos a un hombre con un revólver en la mano. Pequeño, mal trajeado, con una barba de tres días ensombreciéndole el rostro y una mirada llena de odio, alzó el arma e hizo tres disparos.
Gaitán, al verlo, había dado una brusca media vuelta intentando regresar al edificio, de ahí que los disparos lo alcanzaran en la cabeza y la espalda. Cayó sobre el andén. El asesino, posteriormente identificado como Juan Roa Sierra, había bajado el arma como si quisiera disparar un tiro de gracia. Mi padre, entonces, alargó su brazo como buscando arrebatarle el arma. Roa Sierra la levantó velozmente hacía él e hizo un cuarto disparo que por milagro no lo mató. La bala perforó su sombrero y se clavó en una pared del edificio. Ese sombrero, con la huella del impacto, se guardó en casa por muchos años.
Roa Sierra retrocedía lentamente, siempre con el arma en la mano, cuando ocurrió algo inesperado. Del café Gato Negro, que estaba a sus espaldas, salió un hombre corpulento, con sombrero y abrigo negros, que se acercó sin prisa a él y tranquilamente le quitó el revólver. Luego le hizo señas a dos policías que estaban en la esquina y les entregó a Roa, quien parecía obedecerle con docilidad.
Aquel enigmático personaje dejó a mi padre muy sorprendido. No sabía si en su acción había un frío coraje o más bien complicidad con el asesino. Le extrañó mucho que no se diera a conocer en la prensa como el hombre que lo había desarmado.
Los dos policías que tenían a Roa, rodeados de pronto por enfurecidos testigos del crimen, decidieron empujarlo al interior de la farmacia Nueva Granada, que estaba detrás suyo. El farmaceuta cerró rápidamente la reja para evitar que la multitud penetrara en su establecimiento. Empleado o propietario de la farmacia, a este hombre lo entrevisté dos días después. Fue mi primer trabajo como precoz jefe de redacción de la revista Reconquista, editada por mi padre. "Era un hombre muy pequeño y estaba muerto de miedo -me contó el boticario refiriéndose a Roa-. Como la multitud se había agolpado al otro lado de la reja, buscaba escaparse corriendo hasta el fondo del establecimiento sin hallar salida alguna. Temiendo por mi farmacia, yo abrí la reja justo para darle cabida solo a él y lo lancé fuera. Allí lo mataron a golpes".
El misterio del hombre que logró desarmar a Roa Sierra con suma tranquilidad lo despejaría mi padre pocos meses después. Miembro de la dirección liberal, se encontraba una mañana en la sede del partido, en la calle 16 con carrera 9a., cuando se empezaron a escuchar afuera los gritos de protesta de una inesperada muchedumbre. Llamaban traidores a los dirigentes liberales, encabezados por Carlos Lleras Restrepo, por haber aceptado, en aras de la paz, participar desde la madrugada del 10 de abril en el gobierno de Ospina Pérez. El ministro de Gobierno era el propio Darío Echandía. Pese a ello, en muchas regiones del país seguían produciéndose actos de violencia contra los liberales a cargo de policías conocidos como chulavitas y de conservadores rasos interesados en conservar el poder en las elecciones presidenciales previstas para el año 50.
Con sumo valor, mi padre decidió salir al balcón para hablarles a los manifestantes. Al lado suyo, apareció de pronto su amigo y miembro de la dirección liberal José Francisco Chaux, quien sin abrir diálogo alguno le gritó a la multitud: "¡No se dejen engañar! El hombre que está allí abajo, azuzándolos contra nosotros, es un detective cuya placa de identificación aquí tengo. Se llama Pablo Emilio Potes y ha organizado a los pájaros del Valle". Diciendo esto, señalaba a un hombre grande y corpulento con sombrero y traje oscuro que al oírlo intentaba escabullirse. Mi padre lo reconoció de inmediato. Era el mismo personaje que había desarmado a Roa Sierra.
'Yo maté a Gaitán'
A partir de aquel momento, y hasta el final de su vida, mi padre siempre tuvo la convicción de que Gaitán había sido asesinado con la complicidad de aquel Potes y de otros miembros del bajo mundo del detectivismo de la época que buscaban, valiéndose de pájaros y chulavitas, impedir el triunfo de los liberales. No hay que olvidar que desde 1947 se había desatado contra el liberalismo en todas las regiones del país (mi padre lo había verificado en Boyacá, su departamento) una feroz ola de violencia. Gaitán la había visto muy de cerca. De ahí su famosa Manifestación del Silencio del 7 de febrero -2 meses antes de su muerte-, poblada de féretros vacíos y banderas negras. Yo la contemplé desde un balcón de la plaza de Bolívar, al lado de mi padre.
Por cierto, nunca creyó él que el presidente Ospina Pérez y su alto gobierno estuviesen implicados en el asesinato de Gaitán. Tampoco que fuese obra del comunismo internacional, con participación de Fidel Castro. A propósito de este, siempre nos contó que dos días después del 9 de abril había tenido que ir a la Quinta División de la Policía, en la Perseverancia, para calmar y desarmar a un grupo de insurrectos que aún permanecían allí. "En vez de emborracharse, ustedes se han debido organizar como un grupo armado y colocarse al frente de una insurrección popular -les dijo-. Ahora es demasiado tarde, están rodeados por el ejército. He conseguido que los dejen salir sin que nada les ocurra". También nos dijo: "dos muchachos cubanos, que allí se encontraban, se acercaron a mí y me dieron la razón. -Quisimos ayudarlos pero no fue posible -me dijeron-. Uno de esos muchachos tenía puesta una chaqueta de cuero".
Años después, hallándonos con Gabo en Caracas, entrevistamos a Emma Castro, hermana de Fidel. Había llegado para solicitar apoyo a los revolucionarios que se hallaban en la Sierra Maestra. Cuando supo que éramos colombianos, nos regaló una foto que Fidel y Rafael del Pino, un compañero suyo, se habían tomado en el parque Santander. Llevaba la fecha del 3 de abril de 1948. Apenas se la enseñamos a mi padre, reconoció en ella a los dos muchachos cubanos que había encontrado en el cuartel de la Policía, en la Perseverancia.
Nunca llegué a imaginar que 65 años después de aquel 9 de abril de 1948, surgiera de manera casi milagrosa, un testimonio capaz de darle vigencia a lo que mi padre se llevó a la tumba como convicción suya.
En efecto, revisando en días pasados viejos mensajes electrónicos no abiertos, encontré uno que me estremeció. En un texto titulado "¿Quién mató a Gaitán?", escrito por el coronel Luis Arturo Mera Castro, se mencionaba por primera vez a Potes, al famoso Pablo Emilio Potes, el mismo personaje tantas veces citado por mi padre. En dicho artículo, el coronel Mera revelaba que el tío de un amigo suyo había sido llamado de urgencia por Potes quien, moribundo, abandonado en una pocilga de la calle 63 de Bogotá, había sentido la necesidad de hacerle una extraña confesión. Textualmente le había dicho: "Por el aprecio que le tengo y para descanso de mi alma lo mandé llamar. Yo estoy pudriéndome en vida y estoy pagando mi pecado por el mal tan grande que le hice al país: yo maté a Gaitán".
Nada de esto ha tenido difusión en la prensa. Pero, para mí, fue un informe estremecedor que no me deja en paz. Confirma lo que mi padre siempre me aseguró.
Plinio Apuleyo Mendoza Especial para EL TIEMPO
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Enviado: 10/04/2013 08:24 |
Segunda Oración por la Paz
Marcha Patriótica
La primera Oración por la Paz fue pronunciada por Jorge Eliécer Gaitán, dirigente del Partido Liberal Colombiano el 7 de febrero de 1948 durante la Marcha del Silencio en Bogotá, contra la persecución y represión desatada por el gobierno conservador de Mariano Ospina Pérez . Esta segunda "Oración por la Paz" escrita por el poeta, novelista y ensayista colombiano, William Ospina, fue leída en la Plaza de Bolívar, en el acto central de la Movilización por la Paz y la Democracia, por la ex senadora Piedad Córdoba, este 9 de abril de 2013. |
Hace 65 años se alza desde esta tribuna un clamor por la paz de Colombia.
65 años es el tiempo de una vida humana. Eso quiere decir que toda la vida hemos esperado la paz. Y la paz no ha llegado, y no conocemos su rostro.
Es un pueblo muy paciente un pueblo que espera 65, 70, 100 años por la paz. Cien años de soledad. Un pueblo que trabaja, que confía en Dios, que sueña con un futuro digno y feliz, porque, a pesar de lo que digan los sondeos frívolos, no vive un presente digno y no vive un presente feliz.
Aquí no nos dan realidades, aquí se especializaron en darnos cifras. El pueblo tiene hambre pero las cifras dicen que hay abundancia, el pueblo padece más violencia pero las cifras dicen que todo mejora. El pueblo es desdichado pero las cifras dicen que es feliz.
Ahora comprendemos que un pueblo no puede sentarse a esperar a que llegue la paz, que es necesario sembrar paz para que la paz florezca, que la paz es mucho más que una palabra.
El verdadero nombre de la paz es la dignidad de los ciudadanos, la confianza entre los ciudadanos, el afecto entre los ciudadanos. Y donde hay tanta desigualdad, y tanta discriminación, y tanto desprecio por el pueblo, no puede haber paz. Allí donde no hay empleo difícilmente puede haber paz. Allí donde no hay educación verdadera, respetuosa y generosa, qué difícil que haya paz. Allí donde la salud es un negocio, ¿cómo puede haber paz? Donde se talan sin conciencia los bosques, no puede haber paz, porque los árboles, que todo lo dan y casi nada piden, que nos dan el agua y el aire, son los seres más pacíficos que existen.
Donde los indígenas son acallados, donde son borradas sus culturas, donde es negada su memoria y su grandeza, ¿cómo puede haber paz? Donde los nietos de los esclavos todavía llevan cadenas invisibles, todavía no son vistos como parte sagrada de la nación, ¿a qué podemos llamar paz?
La paz parece una palabra pero en realidad es un mundo. Un mundo de respeto, de generosidad, de oportunidades para todos.
Y hay que saber que lo que rompe primero la paz es el egoísmo.
El egoísmo que se apodera de la tierra de todos para beneficio de unos cuantos, que se apodera de la ley de todos para hacer la riqueza de unos cuantos, que se apodera del futuro de todos para hacer la felicidad de unos cuantos. De ahí nacen las rebeliones violentas, y de ahí nacen los delitos y los crímenes.
Hemos ido aprendiendo a saber qué es la paz… haciendo la suma de lo que nos falta.
La paz es agua potable en todos los pueblos y agua pura en todos los manantiales. No hay paz con los ríos envenenados, con los bosques talados y con los niños enfermos por el agua que beben.
La paz es trabajo digno para tantos brazos que quieren trabajar y a los que sólo se les ofrecen los salarios de sangre de la violencia y del crimen.
La paz son pueblos bellos y ciudades armoniosas, que se parezcan a esta naturaleza. Porque las montañas, los ríos, las llanuras, las selvas y los mares de Colombia son la maravilla del mundo, y no hemos aprendido a habitarlas con respeto, a aprovecharlas con prudencia, a compartirlas con generosidad.
Porque la idea de generosidad que tienen muchos grandes dueños de la tierra tiene un solo nombre: alambre de púas. Esa idea medieval de tener mucha tierra, mientras las muchedumbres se hacinan en barriadas de miseria.
Pero es que la paz verdadera exige no sólo un pueblo respetado y grande y digno sino una dirigencia verdadera. Y no es una gran dirigencia la que se esfuerza veinte años por que le aprueben un Tratado de Libre Comercio, y cuando le aprueban el Tratado la sorprenden con un país sin carreteras y sin puertos, con una agricultura empobrecida, con una industria en crisis, confiando sólo en vender la tierra desnuda con sus metales y sus minerales para que la exploten a su antojo las grandes multinacionales. Ahí no sólo falta generosidad sino inteligencia, ahí faltan grandeza y orgullo.
En cualquier país del mundo un tratado de libre comercio se negocia poniendo como primera prioridad qué necesitan y qué consumen los propios nacionales. ¿Por qué tiene que ser la prioridad poner oro en las mesas de otros antes que poner alimentos en nuestras propias mesas?
Hoy el mundo se ha lanzado a un obsceno carnaval del consumo. Pero esos países que divinizan el consumo, como los Estados Unidos y Europa, por lo menos han tenido la prudencia de garantizarles primero a sus pueblos agua limpia, vivienda digna, educación seria y gratuita, salud para todos, trabajo y salarios decentes, una economía que se esfuerza por ofrecer empleo de calidad, que no llama trabajo como aquí al rebusque desesperado, ni a la mendicidad, ni al tráfico violento de todas las cosas.
Si por lo menos cumpliéramos con brindar a los ciudadanos las prioridades básicas de una vida digna, no sería tan absurdo que nos predicaran ese evangelio loco del consumo, pero aún así tenemos que pensar con responsabilidad en el planeta, para el que ese consumo indiscriminado es una amenaza. Tenemos climas frágiles porque tenemos ecosistemas ricos y preciosos, que producen agua y oxígeno para el mundo entero.
Colombia es un país de tierras bellísimas y de climas benévolos, esto no es Europa ni los Estados Unidos, donde el clima exige millones de cosas, aquí podemos vivir una vida sencilla en un paisaje maravilloso, aquí no habría que refugiarse en ciudades malsanas y estridentes, el país es de verdad La Casa Grande. ¿Qué nos impide esa felicidad? La desigualdad y la violencia. La codicia que pasa por encima de todo.
La naturaleza no es una mera bodega de recursos sino un templo de la vida. Pero una lectura equivocada del país y una manera mezquina de administrarlo han convertido este templo de la vida en una casa de la muerte.
Hace 65 años Gaitán clamaba aquí por la paz. Sus enemigos no sólo lo mataron sino que llevaron al país a una guerra, a una violencia que acabó con 300.000 personas. El país entero entró en una orgía de sangre. Y perdimos el sentido de humanidad, y casi nos acostumbramos al horror, y dejamos de estremecernos con la muerte. El tabú de matar se perdió, Colombia se volvió tolerante con el crimen, y en el último medio siglo es posible que por falta de paz y de solidaridad haya muerto en Colombia otro medio millón de personas.
Y cada día que tardan en firmar un acuerdo el gobierno y las guerrillas, más muertos de todos los bandos, más víctimas, se suman a esa lista. Porque no es sólo el conflicto en los campos: bajo la sombra de ese conflicto prosperan las guerras de supervivencia en las ciudades, la violencia de las mafias, el delito, el crimen, la violencia intrafamiliar, el desamparo, la ignorancia.
Pero es que lo único que detiene a la mano homicida es sentir que lo que le hace a su víctima se lo está haciendo a sí mismo. Lo único que detiene esa mano es la compasión, y para que haya compasión hay que sentir al otro como a un hermano, como a un milagro de la vida, efímero, precioso, irrepetible. Si no sentimos eso no sentimos nada. Sin ese respeto profundo por los otros nadie siente verdadero amor por sí mismo.
Pero para que haya ese afecto profundo por los conciudadanos hay que haber sido educados en la generosidad, bajo unas instituciones generosas, hay que haber sido querido. Al que no es valorado en su infancia, respetado, apreciado, ¿cómo pedirle que quiera, que respete, que valore a los otros?
Por eso es tan ciega una sociedad que no da nada y en cambio pide todo. Que da adversidad, obstáculos, discriminación, pero pide a los ciudadanos que se comporten como si hubieran sido educados por Sócrates o por Francisco de Asís. El estado se volvió irresponsable, los ciudadanos le perdieron el respeto al estado, y el estado les perdió el respeto a los ciudadanos. En ningún país se exigen tantos trámites para cualquier cosa. Y el que está en desventaja es el que no tiene recursos para sobornar, para abreviar los trámites, para correr con éxito de oficina en oficina. Con mucha frecuencia el estado no facilita la vida sino que es un estorbo para las cosas más elementales.
Las cárceles están llenas de seres que no recibieron nada, que fueron educados en la dureza y en la precariedad, y a los que la sociedad les exige lo que nunca les dio. Porque aquí sólo les exigimos respeto a los que nunca fueron respetados.
Es necesario gritar que nuestro pueblo no es un pueblo malo sino un pueblo maltratado. Y todavía a ese pueblo maltratado y admirable vamos a pedirle, aunque no tenemos derecho a hacerlo, vamos a pedirle que nos dé un ejemplo de su espíritu superior; vamos a pedirle que, a cambio de un acuerdo esperanzador entre los guerreros, sea capaz de perdonar.
No hay ceremonia más difícil y más necesaria que la ceremonia del perdón. Pero es el pueblo el que tiene que perdonar: no la dirigencia mezquina ni la guerrilla violenta que tomó las armas contra ella. Y sin embargo todos tendremos que participar, humilde y fraternalmente, en la ceremonia del perdón, si con ello abrimos las puertas a un país distinto, más generoso, que deponga las armas fratricidas, que abandone los odios y que construya un futuro digno para todos, pero sobre todo un futuro de dignidad para los que siempre fueron postergados.
Desde hace 65 años pedimos la paz, suplicamos la paz, esperamos la paz. Hoy ya no podemos pedirla ni suplicarla ni esperarla. Si se logra un acuerdo entre el gobierno y las guerrillas, tenemos que construir la paz entre todos, la paz con una ley justa, la paz con una democracia sin trampas, la paz con un afecto real en los corazones, la paz con verdadera generosidad. Y la única condición para que esa paz se construya es que no maten la protesta, que no aniquilen la rebeldía pacífica, que dejen florecer las ideas, que permitan a este país grande y paciente ser dueño de sí mismo y de su futuro.
Esa paz que construiremos será un bálsamo sobre esos miles de muertos que se fueron del mundo sin amor, a veces sin dolientes, a veces sin un nombre siquiera sobre su tumba.
Entonces sabremos que la paz no es sólo una palabra, que la paz es convivencia respetuosa, prosperidad general, justicia verdadera, campos cultivados, empresas provechosas, bosques y selvas protegidos, ríos que tenemos que limpiar y manantiales a los que tenemos que devolver su pureza.
Y que otra vez haya venados en la Sabana y bagres sanos en el río, que salvemos la mayor variedad de aves del mundo, que vuelen las mariposas de Mauricio Babilonia, y que los caballos de Aurelio Arturo vuelvan a estremecer la tierra con su casco de bronce, y que haya hombres y mujeres pescando de noche en la piragua de Guillermo Cubillos, y que el viajero que encontremos por los campos a la luz de la luna no nos produzca terror sino alegría.
Que haya cantos indios por las sabanas de Colombia, y arrullos negros en los litorales, y que las armas se fundan o se oxiden, y que haya carreteras y puertos, y barcos y trenes que nos lleven a México y a Buenos Aires, y que nuestros jóvenes tengan amigos en todo el continente, y que sólo una industria se haga innecesaria y necesite ayuda para cambiar su producción: la industria de las chapas y los cerrojos y los candados y las rejas de seguridad, porque habremos logrado que cada quien tenga lo necesario y pueda confiar en los otros.
Porque la paz se funda en la confianza y en la sencillez, y en cambio la discordia necesita mil rejas y mil trampas y mil códigos. Aquí, por todas partes, están los brazos que van a construir ese país nuevo, los pies que van a recorrerlo, los cerebros que van a pensarlo, y los labios del pueblo que lo van a cantar sin descanso.
Que hasta los que hoy son enemigos de la paz se alegren cuando vean su rostro.
Que llegue la hora de la paz, y que todos sepamos merecerla.
Fuente: http://www.marchapatriotica.org/noticias-2/1356-oracion-por-la-paz
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Amplio respaldo en Colombia a un proceso de paz negociado con las FARC
El presidente Santos encabeza la manifestación de Bogotá en apoyo del proceso de paz entre el Gobierno y las FARC
Si este fuera el primer round para medir el apoyo a un posible acuerdo de paz entre el Gobierno de Juan Manuel Santos y la guerrilla de las FARC, las marchas de este 9 de abril darían una victoria a favor de la salida negociada al conflicto armado emprendida por el presidente colombiano. Miles de ciudadanos salieron a respaldar el proceso de diferentes ciudades del país, aunque con cierta timidez con excepción de Bogotá, donde la multitudinaria concentración reunió a cerca de 900.000 personas, según cálculos del Fondo de Prevención y Atención de Emergencias (FOPAE).
El espaldarazo de la opinión pública es el que esperaba el gobierno Santos, que se hizo acompañar en el inicio de la jornada por el mando militar. Aun así, la marcha de este martes fue una suerte de exposición pública de quienes están a favor y en contra de los diálogos de paz que se celebran en La Habana.
Uno de los más entusiastas con la movilización que se vivió en Colombia fue el fiscal General, Eduardo Montealegre, quien ya había pedido salir a marchar por las víctimas de la violencia y por la paz y terminó sumándose en compañía de cerca de mil funcionarios de la institución que dirige. Para el fiscal, la paz está por encima de las “mezquindades y los pequeños intereses políticos”, dijo a medios locales refiriéndose a los ataques al proceso negociador por parte del expresidente Álvaro Uribe y a su llamado a no participar de esta jornada, que fue seguido por sus partidarios.
El partido Liberal también acompañó al presidente Juan Manuel Santos. Juan Fernando Cristo, parlamentario de esta formación y uno de los abanderados de la Ley de Víctimas que viene aplicando el actual gobierno, dijo a Caracol Radio que con esta marcha, el proceso de paz es irreversible. “Lo que ha sucedido hoy es un mandato muy amplio al gobierno del presidente Santos para que profundice y acelere el proceso”, añadió. El partido Verde también apoyó la movilización y para su presidente, Alfonso Prada, no quedó duda de que la marcha es la mejor representación del apoyo total de los colombianos a la negociación.
De igual forma, organizaciones como la OEA manifestaron su respaldo a la movilización. José Miguel Insulza afirmó desde Washington que esta marcha es “una valiosa oportunidad para que los colombianos manifiesten su deseo de vivir en un país reconciliado y en paz”.
Por el contrario, uno de los ausentes fue el procurador General, Alejandro Ordóñez, que aunque se encontraba fuera del país había advertido que no respaldaría la iniciativa, ya que considera que estas marchas no tienen verdadero efecto sobre grupos ilegales como las FARC. Tampoco participó el Polo Democrático, otro sector de la izquierda.
Sin duda, como ha sucedido con otras marchas en el pasado, el mayor entusiasmo se vivió en Bogotá. Para el alcalde de la capital, Gustavo Petro, la “Marcha por la paz es la más grande en la historia de la ciudad”, dijo al final de la jornada en la Plaza de Bolívar, frente al Congreso y adonde llegaron decenas de buses con ciudadanos de todo el país.
En Medellín, el gobernador Sergio Fajardo, más pedagógico, exhibió una gran valla con la pregunta “¿Cómo te estás preparando para la paz?”, para que los que quisieran la firmaran y escribieran sus opiniones sobre el proceso y lo que vendría si se firma un acuerdo con las FARC. La capital de Antioquia, la tierra de Álvaro Uribe y una de las regiones con más víctimas, congregó a unas dos mil personas, según medios en la región.
Pero tal vez la satisfacción más grande por lo que sucedió durante el llamado a marchar por la paz la expresó Carmen Palencia, líder de la organización Tierra y Vida, reconocida líder de víctimas y defensora de la restitución de tierras. “Monumental. La respuesta de las víctimas fue rotunda y evidente no solo por lo que pasó en Bogotá sino por lo que ocurrió en otras ciudades. La gente quiere y está a favor de la paz, por eso salió a marchar”, dijo.
Sin embargo, ella misma denunció que temprano en la mañana, en Valencia, un municipio de Córdoba al norte del país, fue asesinado a Éver Cordero, líder de víctimas que reclamaba tierras y pertenecía a su asociación, el cual había salido de su casa para promover la marcha en la región.
"Colombia tiene la oportunidad de cambiar su historia"
EFE
El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, ha afirmado este martes que su país tiene hoy "la oportunidad de cambiar" su historia de violencia, en una entrevista con Efe mientras encabezaba en Bogotá la multitudinaria marcha por la paz..
El presidente ha insistido en su compromiso de iniciar "más temprano que tarde" un diálogo con la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN) como el que su Gobierno mantiene desde el pasado noviembre con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) en Cuba.
El presidente ha definido la marcha que hoy congrega en las calles de Bogotá y otras ciudades a decenas de miles de colombianos como "una manifestación por la paz, por la no violencia, una violencia que hemos sufrido durante 65 años".
"Hoy tenemos la oportunidad de cambiar eso porque las condiciones están dadas", ha remarcado el mandatario. "Lo único que nos falta es estar aliados y si el pueblo colombiano, todos, nos unimos al frente de este propósito hace que lo podamos lograr".
"Hay gente que opina diametralmente opuesto", ha reconocido Santos, en referencia a los sectores ultraconservadores, entre ellos el expresidente Álvaro Uribe, que han criticado esta manifestación pacífica.
"Los que no marchan están en su derecho, pero estar en contra de la paz es estar en contra de la belleza, de la democracia, de la libertad", ha agregado el presidente.
"Hoy es el día de las víctimas y el mejor homenaje que se le puede hacer es que en el futuro no haya más víctimas, que haya paz", ha destacado el mandatario.
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17 oct. 2011 - Subido por Templo de los Dioses Remedio para la memoria: 9 de abril de 1948 a la 1:05 p.m. Se escuchan en toda América latina tres disparos ...
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