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General: Fidel Castro y Hugo Chávez: La Agenda Latinoamericana del Futuro
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De: Ruben1919  (Mensaje original) Enviado: 24/03/2013 21:03

Fidel Castro y Hugo Chávez: La Agenda Latinoamericana del Futuro

Publicado en Chávez ahora y siempre fecha Marzo 22nd, 2013

Estar presentes en acontecimientos que luego, a la luz de la Historia, marcan hitos, es un privilegio que no todos alcanzan, pero los dueños de esa -llamémosle- gracia, al paso de los años y, para nuestra inmensa satisfacción, nos lo comparten como un tesoro: este es el caso de la periodista Gloria Analco, quien en 2007 escribió un artículo publicado por Libertas, que narra el primer encuentro que sostuvieron en 1994 Fidel Castro y Hugo Chávez, en el aeropuerto José Martí, en La Habana, donde se encontraba en esos momentos. Para honrar a uno de los máximos líderes de América Latina que ha muerto, pero nos ha dejado su legado político histórico hoy lo traemos a ustedes:

Fidel Castro y Hugo Chávez: La Agenda Latinoamericana del Futuro
Por Gloria Analco

Un día 13 –cabalístico- tendría lugar un encuentro histórico. Bajo un sol implacable, que reflejaba multitud de matices de colores, descendió Hugo Chávez del avión que por primera vez lo depositaba en Cuba, en calidad de máximo dirigente del “Movimiento Bolivariano Revolucionario-200”.

Nada hubiera sido inusual de no haber sido porque Fidel Castro lo estaba recibiendo con honores de Jefe de Estado, algo que nos dejó perplejos a los representantes de la prensa extranjera acreditada en La Habana, reunidos ese luminoso día en el Aeropuerto José Martí.

Acababa de tener lugar –dos días atrás- la Primera Cumbre de las Américas, celebrada con “bombos y platillos” -del 9 al 11 de diciembre de 1994- en la ciudad de Miami, donde 34 Jefes de Estado y de Gobierno de la totalidad de los países del Continente Americano con excepción de Cuba, se habían reunido para establecer la agenda del futuro. Los mandatarios se sentían, sin excepción, algo más que presidentes. Y William Clinton, emperador.

En aquella atmósfera de Primer Mundo, con un despliegue apabullante de alta seguridad, helicópteros rondando sobre sus cabezas y una multitud impresionante de fotógrafos y camarógrafos, a los mandatarios los embargaba la sensación de ser “magnates” de la política.

Suponían que estaban asistiendo a la cumbre de sus propias vidas, sin percatarse de que detrás de ese despliegue propicio de cónclave estaba el propósito, por parte de Estados Unidos, de crear las condiciones para poner “punto final” a la Revolución Cubana, a la vez que comenzar un proceso de negociación encaminado a la creación, en 2005, de un Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), con su “discreto” toque de inequidad.

Apenas 4 meses atrás, en agosto de 1994, se había producido por primera vez una revuelta social en contra del régimen cubano, que derivaría en la llamada “crisis de los balseros”.

El mundo entero suponía, una vez más, que los días del régimen de Fidel Castro estaban contados, pero Estados Unidos necesitaba el consenso de América Latina para darle “la última estocada”.

El primer punto de la agenda planteada por Washington a los países del área latinoamericana y del Caribe, curiosamente era, en primer lugar, “la consolidación de la democracia”, cuando Cuba era el único país donde no se había elegido a su Presidente por medio de elecciones, sino por una vía mucho más compleja.

El segundo tema era la protección de los derechos humanos, duramente cuestionados a Cuba por parte de Estados Unidos dentro de su tradicional política de asedio contra ese país.

En un lugar posterior de la agenda estaba “el libre comercio en las Américas”, según enunciado hecho en ese orden por el Departamento de Estado norteamericano, en sus boletines con tendencia a ser más propagandísticos que informativos, referidos a la Primera Cumbre de las Américas.

En La Habana, apenas terminado el impresionante cónclave americano, Hugo y Fidel se estrecharían en un abrazo aquel 13 de diciembre de 1994, sin que los presentes nos percatáramos, en aquellos momentos, de que estaba estableciéndose un acuerdo sutil, que a fin de cuentas derivaría en que aquel solitario Presidente –el gran ausente de la Cumbre de las Américas-, conjuntamente con Hugo Chávez, terminaría por imponer, finalmente, la agenda dominante en estos momentos en el área latinoamericana y del Caribe.

En el centro del debate están los temas de un sistema de libre comercio más equitativo, y algo todavía más decisivo para el futuro de la región: el cuestionamiento, en el propio seno de las campañas electorales, sobre la viabilidad de las teorías neoliberales, lo cual ha comenzado a llevar al poder a líderes que favorecen otras vías políticas de desarrollo económico.

En la actualidad, no está en el poder ninguno de los 34 mandatarios que participaron en la Primera Cumbre de las Américas. Sus sueños de creer que estaban haciendo historia se esfumaron frente a una realidad aplastante. No supieron hacer alta política y acabaron por contribuir a hundir, económicamente, aún más a sus pueblos.

Pasado algo más de 12 años de las Primera Cumbre de las Américas, convocada por el Presidente de Estados Unidos, los propósitos de la misma son hoy “letra muerta”. Los puntos relevantes han pasado a ser historia.

Los 34 Jefes de Estado y de Gobierno de aquel entonces pactaron propiciar el desarrollo y prosperidad de sus “pueblos”, no de sus élites, a través de satisfacer las necesidades de la población, especialmente de los grupos vulnerables, incluidas las poblaciones indígenas, discapacitados, niños y ancianos.

Otro de los compromisos fue erradicar la pobreza y la discriminación con el objetivo de lograr una mayor justicia social para todos los pueblos, elevando la calidad de la educación y la salud, mejorando los salarios y las condiciones de trabajo de todos “nuestros pueblos”, y fortalecer el papel de la mujer en todos los aspectos de la vida política, social y económica como condición fundamental para reducir la pobreza y las desigualdades sociales, así como promover la democracia y el desarrollo sostenible, entre otras muchas cosas.
El resultado final ha sido que ninguna de estas tareas se concretó, sino que por lo contrario, transcurrida poco más de una década, se ahondaron aún más las desigualdades sociales, los salarios siguieron siendo muy bajos, y la calidad de la educación y los servicios de salud no fueron elevados.

Fidel Castro, en cambio, siguió la estrategia de ganar tiempo en espera de que una nueva era revolucionaria apareciera y Cuba lograra sumar adeptos a una lucha en la cual parecía andar en solitario.

Entre la Primera Cumbre de las Américas, en 1994, y la Cuarta, celebrada en Mar de Plata, Argentina, en 2005, las cosas para Cuba han cambiado notablemente y va en camino de concretar su inserción en el contexto latinoamericano.

La Cumbre de Presidentes de Mar de Plata terminó en fracaso para Estados Unidos, que no consiguió que entrara en vigor el Acuerdo de Libre Comercio para las Américas (ALCA), por la objeción del Mercosur, integrado por Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay, que presionó para dar ese paso sólo en condiciones de equidad, aunque los aliados de Washington, entre los que se encontraba México, forzaron la discusión del tema, que no obstante quedó postergado.

En el transcurso de la última década, se generaron y fortalecieron movimientos políticos y sociales en América Latina y el Caribe, que están empujando un cambio y el abandono de las políticas neoliberales, en concordancia con los principios enarbolados por la Revolución Cubana de Fidel Castro, y más recientemente por el Presidente de Venezuela, Hugo Chávez.

Aquello que tanto temía Estados Unidos, de que el ejemplo cubano contaminara el área latinoamericana y del Caribe, se está concretando, no por la influencia cubana solamente, sino por la inequidad en el reparto de la riqueza, que es el más alto registrado en el mundo, según datos de la CEPAL.

El pensamiento hegemónico estadounidense está encontrando, por primera vez, una resistencia que rápidamente está prendiendo en varios países latinoamericanos, y que amenaza con hacerse más extensiva en los próximos años.

Hay dos fuerzas poderosas que se oponen mutuamente: una favorable al ALCA, y otra, en contracorriente, que está con el ALBA, alternativa bolivariana que plantea una integración económica latinoamericana solidaria para abandonar la esfera del dominio estadounidense. Esta última inspirada en aquel histórico encuentro en La Habana, que ha definido la diferencia entre hacer “alta política” y “politiquería barata”.



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Respuesta  Mensaje 2 de 3 en el tema 
De: Ruben1919 Enviado: 10/04/2013 13:13
En Venezuela con el voto van la vida, honor y porvenir
 
 
 
 

Se acerca el día en que Venezuela, gracias a la decisión de los venezolanos, ratifique su vocación de principios bolivarianos revolucionarios. Nadie espera, sino la oposición retrógrada, otro resultado en una consulta que fuera vaticinada por Hugo Chávez el 5 de diciembre de 2012 al informar al pueblo de su próxima y última intervención quirúrgica. Porque el legado y el pedido aun retumban en las conciencias y debe estar claro y pleno, como la luna llena, que el llamado del líder bolivariano entraña, además de su confianza en su pueblo, un compromiso de salvar las conquistas y de construir un futuro delineado por su visión revolucionaria.

Sobre Maduro se pueden afirmar muchas cosas. Señalar, por ejemplo, que su extracción social es de las clases humildes, y proviene, además, de las filas de los trabajadores, y ha formado parte de los seguidores de Hugo Chávez que devino luego uno de los líderes cercanos del presidente, y a quien escogió, finalmente, para liderar la revolución en caso que las circunstancias obligaran a ello. Así que el legado de Chávez al respecto fue claro y definitorio. Y su triunfo estará ligado a la primera victoria de Chávez aún después de muerto. Será como infundirle vida a la obra y a los sueños de Chávez. Y será como troncharle el paso, a la vez, a los “pitiyanquis” y al “gigante de las siete leguas”, que esperan conquistar una Venezuela obsequiosa para uncirla al imperio.

En el caso de Maduro se trata de un fiel y consecuente seguidor de Hugo Chávez, y abanderado del legado ideológico de Chávez y Bolívar. ¿Habrá que decir más?

En el lado opositor destaca Capriles, proveniente de una casta plutocrática, y heredero fiel de su ideología antinacional y retrógrada. Por mucho que se pinte en su propaganda de campaña, le sale las “orejas peludas” de su pedigrí de reaccionario tanto en lo nacional como internacional. Se trata del mismo personaje que cuando ocurrió el golpe de Estado del 11 de abril estaba en función de dirigente del equipo de Pedro Carmona, el breve, y apoyó la disolución inconstitucional de todos los poderes del Estado y la usurpación del poder por parte de ese personajillo ridículo. Y estuvo a cargo, por demás, de la persecución de los líderes chavistas, supuestamente asilados en la embajada de Cuba, y del pretendido acoso y asalto de la misma, con su claque troglodita, en franca violación de los principios reconocidos por el derecho nacional e internacional.

Un carácter señalado de este personaje es su representatividad de la plutocracia, de los sectores clericales más reaccionarios, de los estamentos y capas influidos por sectores empresariales y confundidos por miedos y reflejos condicionados ancestrales, así como los desclasados hechizados por la vida inmoral y fácil que propicia la política neoliberal.

Pero una característica personal de Capriles es su antibolivarianismo. Este personaje nunca hubiera estado en las filas del Ejército que comandaba Simón Bolívar, ni incluso en las filas militares contrarias. Sin embargo, formaría parte de las filas civiles españolas o de las filas venezolanas que se enfrentaban en su época al Libertador. Ese hubiera sido su papel histórico en la época independentista, porque su papel en la era de Hugo Chávez permite afirmarlo sin duda alguna.

Un aspecto particular que lo retrata es su odio contra Cuba y con la cooperación solidaria con ella y el resto de los países latinoamericanos y caribeños. Concibe a Venezuela como un país aislado del contexto unitario e integracionista que fue proyecto de Bolívar y creación de Chávez. Pero no se asombren, como todo besalospiés del imperio, estaría dispuesto a todo por complacer a los Estados Unidos y por entregarle a su patria con todas las riquezas, tal como hicieron sus predecesores plutócratas. Su estirpe antinacional y entreguista es de buena cepa.

Bolívar aspiraba a liberar a todo el continente, incluyendo a Cuba, de las garras del imperio español. Y para liberar a la Isla estuvo dispuesto a enviar una expedición liberadora, a costa de vidas y sangre de sus compatriotas. Así eran aquellos patriotas, consecuentes defensores de la libertad a cualquier costo, incluyendo hombres y recursos militares. Sus seguidores cumplieron con aquel legado con la participación de los venezolanos en nuestras guerras de independencia, algo que bien temprano fue reconocido por el Padre de la Patria Cubana, Carlos Manuel de Céspedes, entonces presidente de la República de Cuba en Armas, en carta fechada el 10 de agosto de 1871, dirigida al Señor General José R. Monagas, en Caracas, le expresaba:

“Lleno de gozo y agradecimiento acepto la distinguida felicitación de usted, señor, pláceme de hermano que es a la par aplauso por lo ya alcanzado y estímulo para el porvenir.

Venezuela, que abrió a la América Española el camino de la Independencia y la recorrió gloriosamente hasta cerrar su marcha en Ayacucho, es nuestra ilustre maestra de libertad, el dechado de dignidad, heroísmo y perseverancia que tenemos incesantemente a la vista los cubanos.

Bolívar es aún el astro esplendoroso que refleja sus sobrenaturales resplandores en el horizonte de la libertad americana como iluminándonos la áspera vía de la regeneración. Guiados por su benéfico influjo, estamos seguros de que alcanzaremos felizmente el término.

No es, por lo tanto, sino muy natural que Venezuela considere como continuación de su épica lucha de independencia, la que ensangrienta los campos de Cuba, y que se despierten en las mentes de sus esforzados hijos recuerdos grandiosos de heroísmo, y en sus corazones sentimientos de exaltación generosa evocados por el propio despotismo que sus preclaros padres derrocaron. Movidos por tan preclaro resorte, ¿cómo extrañar que su ardor bélico y genial caballeresco les impulsen a ofrecer sus vidas a la causa de Independencia de esta infortunada colonia?

Por lo demás, la República de Cuba considera como hijos propios a los naturales de Venezuela y demás Repúblicas sudamericanas; y animada de la más profunda gratitud, no omitirá medios para elevar las manifestaciones de ésta a la altura de los esclarecidos merecimientos de los que han acreditado una vez más en los campos de la Isla, con su abnegación y desinterés, valor y demás virtudes militares que los adornan, que los venezolanos de hoy son dignos hijos de los héroes de Carabobo, Junín y Ayacucho y como tales saben abatir la soberbia y arrogancia castellana.

Aunque Cuba no ha sido reconocida beligerante por dicha República (Venezuela), disfruta de más consideración que si tal reconocimiento se hubiera verificado. Cuenta con todos los puntos de una costa de 700 leguas de extensión, con el apoyo de las autoridades, con la adhesión del pueblo. Cuenta, en fin, con un hermano.”

Y es reconocida la alta admiración que José Martí tenía sobre el Padre de la patria venezolana y sobre ese país. Y que en forma resumida quedó inscripta en este simple frase: “Déme Venezuela en que servirla; ella tiene en mí a un hijo.” Y dijo más: “…pero a Venezuela, como a toda nuestra América, a nuestra América desinteresada, la hemos de querer y de admirar sin límites, porque la sangre que dio por conquistar la libertad ha continuado dándola por conservarla!”. Recalco a los lectores que esto lo expresó el 27 de julio de 1881.

¿Podrá entender o sentir estos sentimientos de hermandad surgidos entre Venezuela y Cuba y sus verdaderos hijos, rubricados en la historia con sangre y luchas, el candidato Capriles, que tanto desbarra contra Cuba y la hermandad de Venezuela? ¿Qué clase de odio enfermizo se ha posesionado de este alucinado opositor de las causas nobles de nuestros pueblos?

En conclusión, entre Cuba y Venezuela existe una hermosa historia de solidaridad y admiración recíprocas, una manifestación verdadera de hermandad. Y como dijera Martí en 1881, Venezuela tiene en los cubanos a sus hijos y, como expresara Céspedes en 1871, los cubanos tienen en los venezolanos a unos hermanos. No importa que en esta época un renegado como Capriles reniegue del patrimonio histórico de nuestros pueblos.

En Venezuela, ante la cercanía de las próximas elecciones presidenciales del 14 de abril, cabe recordar este mensaje de José Martí: “ El voto es un depósito más delicado que otro alguno, pues van con él la vida, honor y porvenir”.


Respuesta  Mensaje 3 de 3 en el tema 
De: Ruben1919 Enviado: 10/04/2013 19:08

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