Ocho meses después de la donación namibia de animales, ¿qué encuentra el visitante en las 344 hectáreas del Zoológico Nacional?
A pesar de que algunos retoques pretenden ofrecer una idea de rehabilitación al Parque Zoológico Nacional, el inconfundible sello de la negligencia emerge en sus áreas. Para colmar los desmanes, la idea de reanimar el parque con la donación de las nuevas especies donadas por el gobierno namibio, encontró imprevistos en la adaptación de los animales.
Las mejoras estéticas de las dos entradas al Zoológico parecen recibir a los visitantes con propuestas de renovación. Y no es del todo falso, en algunas zonas la pintura cubre la deslucida imagen que presentaban las instalaciones.
El área de cautiverio, donde se exhiben algunos de los animales donados no solo fue agraciada con pintura. Dentro del área, las jaulas vacías que el pasado año estaban abandonadas, se encuentran habitadas.
Les tocó dar "el paso al frente" a los monos que se exhibían en el Zoológico de 26. Una buena parte de los simios fueron trasladados hacia el parque para rellenar el área donde se exhiben las nuevas especies.
El Zoológico Nacional ganó fama de lugar desértico entre los cubanos. Sin embargo, después de que los medios de información gubernamentales anunciaran la exhibición de nuevos animales, el público acude con cierta curiosidad a la instalación.
Contrario a lo esperado, el tiempo de permanencia en el lugar se acorta. De los dos safaris que brindaba el parque subsiste el paseo por la "Pradera Africana", que exhibe unas siete especies de animales endémicos del continente africano. Pero esas 42 hectáreas no dejan ver nuevas especies, algo que constata decepcionado el público.
Y es que los animales donados sufren dificultades de adaptación. "Los antílopes son asustadizos y si se estresan pueden morir", explicó la guía del safari.
Los antílopes se mantienen en cuarentena porque han presentado dificultades para adaptarse al ruido y al público. El área donde se encuentran ha debido ser cubierta con tela que, según aseguran los guardabosques, los animales han comenzado a comerse.
"Debieron haber traído animales menos adultos para que se adaptaran mejor. A algunas especies, como los antílopes le será muy difícil la adaptación", explicó uno de los técnicos que trabajan en ese empeño.
El primer envío de la donación namibia fueron los carnívoros y los antílopes, ahora se espera a los animales de mayor talla. Con ellos llegará un elefante con el cual se espera aparear a la cincuentenaria Ada, única de su especie en Cuba.
"Se ha tratado de inseminar a la elefanta, pero el semen pierde la calidad necesaria durante la transportación", explicó la guía del safari.
Leones fuera de peligro de derrumbe
En cuanto a los animales carnívoros donados, los especialistas del parque consideran que se distinguen por su carácter salvaje.
Las dos parejas de leones de ambos sexos se mantienen aisladas por su agresividad. La intención de las autoridades veterinarias con esta especie era refrescar la sangre, afectada por el grado de consanguinidad existente entre los cautivos del parque.
"Será difícil mezclar a los leones que llegaron con los de nuestro zoológico. Después de seis meses alimentándolos, continúan mostrando agresividad hacia el personal que los asiste, y pocos deseos de convivir con el resto", aseguró un técnico.
La adaptación de los reyes de la selva pasa también por momentos críticos. Aunque los trabajadores encargados aseguran que no les falta su dieta a base de carne de caballo (solo vi huesos en las jaulas de los carnívoros), los ejemplares tenían una alimentación más variada en su lugar de origen y vivían en espacios más amplios.
"Han tenido que alimentarlos con animales vivos, para que coman, creo que si los exhiben será en jaulas reforzadas", aseguró uno de los guardaparques.
Pero el tema de los leones tomará tiempo no solo de adaptación. La temible especie permanece encerrada debido a los peligros de derrumbe del foso donde habitan.
El segundo safari del parque quedó suspendido después de que se detectaran desprendimientos en el pozo de tres hectáreas y 30 metros de profundidad. El sitio es el espacio de una vieja cantera que hace más de 20 años no recibe mantenimiento.
Los cocodrilos aún esperan, aunque sea, el beneficio de los retoques. La desecación del estanque donde habitan se conjuga con la desaparición de los flamencos que se exhibían en el estanque colindante.
La protección de especies deja mucho que desear. El público incursiona por los límites no permitidos de las jaulas, incluso del foso de los leones. Lejos de interactuar con los animales, los visitantes los acosan y mal alimentan, aprovechando la ausencia de guardaparques. Lo más lamentable es que algunos de los propios guardaparques incitan a la alteración de los animales como pasatiempo en un zoológico desanimado.
A criterio del personal técnico entrevistado, el parque ha tenido cierta mejoría en comparación con el pasado año. Pero el público continúa considerando el Zoológico Nacional como algo desértico y abandonado, con una gastronomía estatal de escasas ofertas y lejana al cliente.
No hay que dudar de los esfuerzos de los médicos veterinarios y del personal técnico del parque en el cuidado de los animales, pero su voluntad no resulta suficiente para salvar la imagen del parque.
Lo será el día que depongan sus intereses personales para describir públicamente el desinterés de las autoridades del país por el Zoológico Nacional. Mientras esto no suceda, las 344 hectáreas de parque continuarán desplomándose como la vieja cantera que resguardaba a los leones.