Hace 14 años –después de las negociaciones de
Rambouillet y de París, entre el 6 y el 23 de febrero de 1999– los
medios de prensa internacionales informaron al público que «la delegación serbia no aceptó el acuerdo ofrecido y que lo calificó de “nulo e inválido”».
Los medios insinuaban que el llamado Grupo de Contacto para
Yugoslavia apoyaba aquel proyecto de acuerdo. Aquella comisión se
componía de 4 países miembros de la OTAN más Rusia, pero en realidad
Rusia se negaba a aprobar la parte militar (anexo B) de aquel documento –hecho que los medios no mencionaron.
¿Qué sucedió realmente en Rambouillet y París y cuáles eran los términos precisos del «anexo B»?
La secretaria de Estado estadounidense de aquella época, Madeleine Albright, afirmó que «la parte militar del acuerdo era prácticamente el núcleo del acuerdo ofrecido en Rambouillet», el cual era inaceptable para la delegación de la República Federal de Yugoslavia.
Zivadin Jovanovic, el ministro yugoslavo de Relaciones Exteriores de
aquel entonces, declaró el 6 de febrero de 2013, en entrevista concedida
al diario de Belgrado Politika, que «en Rambouillet no hubo ni intento de alcanzar un acuerdo, ni negociaciones, ni acuerdo».
La delegación yugoslava fue invitada a Rambouillet para que participara
en las negociaciones con la delegación albanesa de Kosovo.
Al parecer es cierto que no hubo verdaderas negociaciones. Se puede
llegar a esa conclusión a través de las diferentes posiciones expresadas
por algunos representantes occidentales, como el entonces presidente de
la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) y
el ministro noruego de Relaciones Exteriores.
La información parcializada de la prensa occidental y las afirmaciones también parciales de los políticos occidentales sobre «el fracaso de las negociaciones como resultado del rechazo del documento político que demanda una amplia autonomía para Kosovo»
por los representantes de Yugoslavia en realidad buscaban preparar a la
opinión pública para una agresión militar de la OTAN, agresión ya
planificada para octubre de 1998 pero que, por razones evidentes, se
pospuso hasta el 24 de marzo de 1999.
La único cierto es que la delegación yugoslava solicitó repetidamente
–como puede verse en los mensajes escritos transmitidos a los
negociadores durante las conversaciones– el inicio de negociaciones
directas entre las delegaciones de Yugoslavia y de Kosovo.
Se trata de un hecho que puede comprobarse a través de los documentos
oficiales. El representante de Estados Unidos en esas conversaciones,
Christopher Hill, afirmó en su respuesta a aquellos pedidos que la
delegación de Kosovo «no quería negociaciones directas». «Así que
estaba claro para todos nosotros que el diálogo directo no convenía a
los americanos [estadounidenses] y que era esa la verdadera razón por la
que el contacto directo no tuvo lugar», declaró Jovanovic. Y agregó: «No
resulta creíble que en una situación en la que los americanos hubiesen
querido realmente [que hubiese] negociaciones directas, la delegación de
Kosovo no aceptara ese pedido.»
Los medios de prensa mundiales y los representantes occidentales
dieron intencionalmente a conocer una mala interpretación de la supuesta
negativa de Yugoslavia ante «el establecimiento de tropas para mantener la paz en Kosovo».
Pero, ¿qué son las «fuerzas de paz» en la práctica internacional y en derecho internacional? En la práctica internacional se trata de las tropas dirigidas por las Naciones Unidas (los llamados «cascos azules»), son tropas que los países miembros de la ONU ponen a la disposición de esa organización. No son tropas de la OTAN.
Para entender lo que llevó a la República Federal de Yugoslavia a
rechazar la parte militar del documento presentado en Rambouillet es
necesario leer su contenido:
«(I) El personal de la OTAN tendrá, al igual que sus vehículos,
navíos, aviones y equipamiento, paso libre y sin restricciones así como
acceso total en toda la RFY, incluyendo el espacio aéreo, las aguas
territoriales asociadas y todas las intalacciones;
(II) Se dispensará al personal de la OTAN, en toda circunstancia y en
todo momento, de la jurisdicción de las Partes con respecto a toda
violación civil, administrativa, criminal o disciplinaria que pudiese
cometer en la RFY;
(III) El personal militar de la OTAN tendrá normalmente que portar uniforme, podrá poseer y portar un arma;
(IV) Las Partes deberán, en respuesta a un simple pedido, conceder
todos los servicios de telecomunicaciones, incluyendo los servicios de
difusión, necesarios para la Operación, tal y como se definen por parte
de la OTAN. Esto incluirá el derecho a utilizar los medios y servicios
necesarios para garantizar una capacidad total de comunicación y el
derecho a utilizar con ese fin el espectro electromagnético de forma
gratuita;
(V) Se autoriza a la OTAN a detener individuos y a entregarlos, tan
rápidamente como sea posible, a las autoridades interesadas.»
Los medios de información de Europa, sobre todo los de los países
miembros de la OTAN y los representantes de Estados Unidos y Europa
ocultaron el contenido de este documento militar mientras reprochaban a
los dirigentes serbios y al presidente yugoslavo «una falta de cooperación con los esfuerzos por encontrar una solución pacífica». Al igual que Rambouillet, «la
Conferencia de París no fue una reunión en la pudiese verse un
“esfuerzo” serio por llegar a un entendimiento, negociaciones,
negociaciones o un acuerdo». El enviado estadounidense Christopher
Hill exigió a la delegación yugoslava que se limitara a firmar el texto
que él mismo había elaborado y puesto encima de la mesa, «según el principio “Take it or leave it” [“Lo toman o lo dejan”]», explicó el ex ministro Zivadin Jovanovic.
Además de las numerosas condenas del proyecto de acuerdo que
expresaron diversos expertos en derecho internacional, la opinión del es
secretario de Estado estadounidense Henry Kissinger sobre ese documento
apareció publicado en una entrevista concedida el 27 de junio de 1999
al Daily Telegraph de Londres. Kissinger declaró:
«El texto del proyecto de acuerdo de Rambouillet, que exigía el
estacionamiento de tropas de la OTAN en toda Yugoslavia, era una
provocación. Sirvió de pretexto para comenzar los bombardeos. El
documento de Rambouillet estaba formulado de tal manera que ningún
serbio podía aceptarlo.»
Esas palabras indican, entre otras cosas, que la agresión de 1999
contra la República Federal de Yugoslavia fue presentada en los medios
de prensa occidentales como un epílogo, a pesar de que ya estaba
prevista en el inicio de la nueva estrategia intervencionista de la
OTAN, bajo la dirección de Estados Unidos. La introducción de esa
estrategia se produjo oficialmente en el encuentro de la OTAN celebrado
en Washington, el 25 de abril de 1999, o sea en el momento mismo en que
se desarrollaba la agresión contra la República Federal de Yugoslavia.
Con la agresión contra la República Federal de Yugoslavia, la OTAN,
que había sido una alianza defensiva, pasó a ser una alianza agresiva
que se arroga el derecho de intervenir como potencia militar en
cualquier lugar del mundo. La política oficial del país trazada por los
dirigentes yugoslavos era por demás apropiada ya que decían que uno de
los objetivos de aquella agresión era crear un precedente de acciones
militares en todo el mundo sin mandato de la ONU y en violación de la
Carta de la ONU.
Esa opinión quedó confirmada durante la conferencia de los países
miembros de la OTAN y de países candidatos a la adhesión, realizada en
abril de 2000 en Bratislava. La conferencia fue organizada por el
Departamento de Estado de Estados Unidos y el American Enterprise Institute
del Partido Republicano [estadounidense], sólo unos mesas después de la
agresión contra la República Federal de Yugoslavia. Entre los
participantes había muy altos funcionarios (representantes
gubernamentales así como ministros de Relaciones Exteriores y de
Defensa) de las países miembros de la OTAN y de los candidatos a la
adhesión.
Los temas principales de aquella conferencia fueron los Balcanes y la
ampliación de la OTAN. En su resumen escrito sobre el encuentro,
documento fechado el 2 de mayo de 2000 y enviado al canciller alemán
Gerhard Schroder, el entonces miembro del Bundestag y vicepresidente de
la Asamblea parlamentaria de la OSCE Willy Wimmer declaraba que, según
Estados Unidos, el ataque de la OTAN contra la República Federal de
Yugoslavia constituía un precedente que podrá ser utilizado cada vez que
haga falta. Es lo que Willy Wimmer señala cuando escribe: «por supuesto, [es] un precedente que cada cual podrá utilizar como referente, lo cual no dejará de hacerse».
Wimmer explicaba así una conclusión decisiva. Se trata de una
confirmación, retroactiva, del hecho que el verdadero objetivo de las
conversaciones de Rambouillet no era abrir la posibilidad de
negociaciones directas entre las partes interesadas sino más bien crear
un pretexto para justificar la agresión, lo mismo que Henry Kissinger ya
había señalado claramente en 1999, al precisar que [Rambouillet] «sirvió de pretexto para comenzar los bombardeos».
En su mensaje escrito, Willy Wimmer resalta que [según el organizador mismo] «la
guerra contra la República Federal de Yugoslavia se realizó para
corregir una decisión errónea del general Eisenhower que databa de la
Segunda Guerra Mundial». Por consiguiente, era necesario estacionar
allí tropas estadounidenses, por razones estratégicas, lo cual no se
hizo en 1945. Con la construcción en Kosovo de la base militar Camp
Bondsteel –la mayor de Europa– Estados Unidos puso en práctica la
posición que había expresado en la Conferencia de Bratislava, donde
afirmó que «por razones estratégicas, había que estacionar soldados americanos [estadounidenses] en esa región».
En su carta, Wimmer afirma también –en el punto 1– que «Los
organizadores pidieron que se procediera lo más rápidamente posible
entre los aliados al reconocimiento de un Kosovo independiente en el
plano del derecho internacional», mientras que «Serbia (como Estado sucesor de Yugoslavia) tenía que mantenerse por cierto tiempo al margen del desarrollo europeo», según Wimmer para garantizar así la presencia militar estadounidense en los Balcanes.
Willy Wimmer subraya además –en el punto 11–
«La constatación de que la OTAN, al atacar la República Federal de
Yugoslavia, había actuado contraviniendo todas las reglas
internacionales y, sobre todo, contraviniendo las cláusulas obligatorias
del derecho internacional no encontró la menor oposición».
En su texto, Wimmer escribe también:
«La parte americana [estadounidense] parece querer, en el contexto
global y con el fin de imponer sus propios objetivos, quebrantar de
forma consciente y deliberada el orden jurídico internacional resultante
de las dos guerras del pasado siglo»
O sea, el derecho internacional es considerado como un obstáculo para la ampliación de la OTAN.
Y Wimmer agrega, para terminar: «El poderío debe prevalecer sobre el derecho.»
Texto íntegro de la carta dirigida,
el 2 de mayo de 2000, al Canciller de la República Federal de Alemania,
Gerhard Shroder, por el entonces vicepresidente de la Asamblea
parlamentaria de la OSCE Willy Wimmer
Carta al señor Gerhard Schroder, diputado al Bundestag
Canciller de la República Federal de Alemania
Cancillería Federal
Schlossplatz 1, 1017 Berlín
Berlín, 2 de mayo de 2000
Señor Canciller:
Al final de la semana pasada tuve la oportunidad de participar en
Bratislava, capital de Eslovaquia, en una conferencia organizada
conjuntamente por el Departamento de Estado de Estados Unidos y el
American Enterprise Institute (el instituto de relaciones exteriores del
Partido Republicano) cuyos temas principales fueron los Balcanes y la
extensión de la OTAN.
Participantes de alto rango asistían a ese encuentro, lo cual
demostraba la presencia de numerosos Primeros Ministros así como de
ministros de Relaciones exteriores y de Defensa de la región. Algunos de
los numerosos puntos importantes que se abordaron en el marco del tema
anteriormente mencionado merecen que se haga mención de ellos:
- Los organizadores pidieron que los aliados
reconozcan, lo más rápidamente posible, en derecho internacional
público, el Estado independiente de Kosovo. [1]
-
Los organizadores declararon que la República Federal de Yugoslavia se
sitúe fuera de todo orden jurídico, sobre todo del Acta Final de
Helsinki. [2]
-
El orden jurídico europeo es contrario a la realización de las ideas de
la OTAN. El orden jurídico americano puede aplicarse más fácilmente en
Europa.
- La guerra contra la República Federal de Yugoslavia se
libró para corregir una decisión errónea del general Eisenhower durante
la Segunda Guerra Mundial. Por razones estratégicas, había que
estacionar soldados americanos en esa región. [3]
-
Los aliados europeos participaron en la guerra contra Yugoslavia para
vencer de facto el dilema resultante del «nuevo concepto estratégico» de
la alianza, adoptado en abril de 1999, y de la inclinación de los
europeos a favor de un mandato previo de la ONU o de la OSCE.
- A
despecho de la subsecuente interpretación legalista de los europeos,
según la cual esta guerra contra Yugoslavia fue una tarea que se sale
del campo de acción convencional de la OTAN, estamos ante un caso
excepcional. Es evidente que se trata de un precedente que puede ser
invocado en cualquier momento y por cualquiera y que eso sucederá
también en el futuro. [4]
-
En el marco de la ampliación de la OTAN prevista a corto plazo, se
trata de reinstaurar, entre el Mar Báltico y la Anatolia, la situación
geopolítica que existió durante el apogeo de la expansión romana. [5]
-
Para lograr eso, Polonia debe estar rodeada por el norte y el sur por
Estados vecinos democráticos, Rumania y Bulgaria deben estar conectadas
con Turquía a través de una carretera segura y Serbia (probablemente
para garantizar la presencia militar americana) debe quedar de forma
duradera al margen del desarrollo europeo.
- Al norte de Polonia, se trata de mantener un control total del acceso de San Petersburgo al Mar Báltico. [6]
-
En cada proceso, la prioridad debe ser el derecho a la
autodeterminación, por encima de todas las demás disposiciones y reglas
del derecho internacional público. [7]
-
La constatación [del hecho] que la OTAN había actuado contraviniendo
todas las reglas internacionales y ante todo contraviniendo las
cláusulas obligatorias del derecho internacional al atacar la República
Federal de Yugoslavia no encontró la menor oposición. [8]
Dado el nivel de los participantes y los organizadores, no podemos
menos que proceder, al término de este encuentro que se caracterizó por
la franqueza, a una evaluación de las declaraciones que se hicieron en
esta conferencia.
La parte americana [estadounidense] parece querer, en el contexto
global y para imponer sus propios objetivos quebrantar de forma
consciente y deliberada el orden jurídico internacional resultante de
dos guerras en el pasado siglo. El poderío debe prevalecer sobre el
derecho. Donde el derecho internacional sea un obstáculo, se elimina.
Cuando algo parecido a eso sucedió en la Sociedad de Naciones, la
Segunda Guerra Mundial se perfilaba ya en el horizonte. Una reflexión
que considera sus propios intereses de manera tan absoluta sólo puede
calificarse de totalitaria.
Le ruego acepte, señor Canciller,
la expresión de mis más alta consideración.
Willy Wimmer
Miembro del Bundestag
Presidente du grupo regional de la CDU del Bajo Rhin,
Vicepresidente de la Asamblea Parlamentaria de la OSCE