Por estas horas, los grandes Medios de Desinformación afirman que Pérez Esquivel negó las versiones que involucran al nuevo Papa con la Dictadura Militar.
Por supuesto, para ello, sacan sus palabras de contexto.
En el mejor de los casos, Pérez Esquivel, intenta poner un manto de piedad sobre Bergoglio.
NO dice que no tuvo nada que ver. Dice que no fue "cómplice directo".
Pero también dice que no tuvo el coraje de denunciar las violaciones a los Derechos Humanos. Lo cuál está reconociendo que Bergoglio sabía lo que estaba ocurriendo y decidió CALLAR.
Se peca por acción.
Pero también se peca por omisión.
Por supuesto, doy más fe a lo que denuncian las propias víctimas del accionar de Bergoglio, de lo que opine Pérez Esquivel.
Pero en el supuesto caso de que el Premio Nóbel de la Paz tenga razón, la mancha que carga Bergoglio lo condena para siempre. Y que a este tipo ahora lo llamen "Su Santidad" es una burla para todos los desaparecidos y para todos los mártires de la Iglesia Católica.
"Bergoglio no fue cómplice directo de la dictadura pero no tuvo el coraje para acompañar nuestra lucha"
El Premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel, dijo que si bien el nuevo papa no tuvo relación directa con los crímenes de lesa humanidad durante el gobierno militar, "no tuvo el coraje suficiente de otros obispos".
El Premio Nobel de la Paz de 1980, Adolfo Pérez Esquivel, dijo hoy que el nuevo papa, Francisco, "no tuvo el coraje suficiente de otros obispos" para denunciar las violaciones a los Derechos Humanos durante la última dictadura cívico militar en Argentina.
"Bergoglio no tuvo el coraje suficiente de otros obispos para acompañar nuestra lucha por los Derechos Humanos durante la dictadura", sostuvo Pérez Esquivel, según publica su cuenta oficial de difusión en Twitter.
Si bien aclaró que el ex arzobispo de Buenos Aires y actual Sumo Pontífice de la Iglesia Católica "no fue un cómplice directo de la dictadura", indió que "le faltó coraje para acompañar la lucha por los Derechos Humanos.
A pesar de ello, afirmó: "Esperamos que el primer papa latinoamericano, Francisco I, pueda trabajar por la paz más allá de la voluntad de las potencias".
Según el periodista Horacio Verbitsky, existen versiones que indican que el clérigo había mantenido una actitud cómplice durante los crímenes de la dictadura y que había sido responsable del secuestro y las torturas al sacerdote, Orlando Yorio.
Pero también dice que no tuvo el coraje de denunciar las violaciones a los Derechos Humanos. Lo cuál está reconociendo que Bergoglio sabía lo que estaba ocurriendo y decidió CALLAR.
Se peca por acción.
Pero también se peca por omisión.
Que estupidez, con ese criterio vos también sos cómplice, si no hay ningún registro de que hayas dicho nada publicamente, así como millones de argentinos.
Además tus ídolos Nestor y Cristina tampoco dijeron nada publicamente, ni presentaron Habeas Corpus en su calidad de abogados y se dedicaron a hacer guita durante esa época.
Uno de los dos secuestrados jesuitas en 1976, a través de un comunicado aclaró su situación con el nuevo Papa
ALEMANIA.- Francisco Jalics, uno de los dos jesuitas secuestrado en la dictadura militar argentina, dice haberse reconciliado con el actual Papa Francisco,Jorge Bergoglio hace tiempo, según un escrito suyo distribuido este viernes por la orden alemana de jesuitas en Múnich.
El propio Jalic reconoce que no fue hasta años después de su liberación, y de haber dejado Argentina cuando habló sobre lo sucedido con el arzobispo de Buenos Aires, de aquel entonces.
"Después celebramos juntos una misa y nos abrazamos solemnemente. Yo me he reconciliado con lo sucedido y considero, por lo menos, por mi parte el asunto cerrado", aseguró sobre su secuestro durante la dictadura militar en 1976.
Sin embargo, Jalics rehusó hablar sobre la actuación de Bergoglio en esa época. "No puedo juzgar el papel de Bergoglio en estos sucesos", escribió en el comunidad.
EN ESTOS DIAS SERAN MAS FUERTE LOS ATAQUES CONTRA LA SANTA IGLESIA,
ya que ahora que tenemos Nuevo Papa buscaran si mato una mosca o algo
parecido, para luego de no encontrarle nada importante inventar las
historias, mismas historias de odio con los católicos
Verbitsky sostiene su investigación y cruza a Pérez Esquivel
En su columna dominical, el periodista de Página 12 recuerda que el premio Nobel de la Paz había dicho en 2005 que Bergoglio era "una persona ambigua" y se oponía a su designación como Papa.
En su columna dominical en el diario Página 12, el periodista Horacio Verbitsky reafirma los testimonios y documentos que vinculan al papa Francisco con la dictadura militar y cruza a Adolfo Pérez Esquivel, al recordar que en 2005 el Premio Nobel de la Paz opinaba que Jorge Bergoglio era "una persona ambigua" y se oponía a su designación como sumo pontífice.
Por entonces, Pérez Esquivel -remarca Verbitsky- sostenía que los obispos tenían un doble discurso y que le decían a su esposa que intercederían por èl pero luego "hacían todo lo contraruio". En cuanto al accionar del ahora papa, el Nobel decía: “La actitud de Bergoglio se inscribe dentro de todas estas políticas de pensar que todos aquellos que trabajaban socialmente con los sectores más pobres, más necesitados, eran comunistas, subversivos, terroristas”.
“Un papa tiene que tener definiciones muy claras, muy concretas. Bergoglio es un hombre inteligente, es un hombre capaz, pero es una persona ambigua. Espero que el Espíritu Santo ese día esté despierto, y no se equivoque”, decía Pérez Esquivel en el programa Informe Central, que se transmitía por el canal América y era conducido por los periodistas Rolando Graña, Román Lejtman y Facundo Pastor.
"Ahora que el Espíritu Santo se distrajo como él temía, ¿qué dirá Pérez Esquivel?", se pregunta Verbitsky en su columna, y agrega: "Su primera declaración afirma que otros obispos colaboraron con la dictadura, pero no Bergoglio, que a lo sumo no fue demasiado enérgico en la defensa de los derechos humanos. El Papa lo invita a visitarlo. Alguien muy parecido a Pérez Esquivel se reúne con Francisco en el Vaticano, el jueves 21. Hablan de la pobreza y de los derechos humanos, que no se agotan en los juicios por los crímenes dictatoriales, y se despiden con un porteño abrazo".
En el tramo final, el periodista llama a la reflexión, en referencia al rebrote del catolicismo debido a la asunción de Francisco: "De tanto en tanto, la sociedad argentina es atacada por raptos de euforia en los que un tema central reclama la unanimidad de las voluntades y la exclusión de los disidentes, como si su mera existencia ofendiera la exaltada sensibilidad colectiva. Ese poder hipnótico parece capaz de abolir diferencias, historias personales e intereses sociales".
Que estupidez, con ese criterio vos también sos cómplice, si no hay ningún registro de que hayas dicho nada publicamente, así como millones de argentinos.
(¿Anti?-Gusano)
Tu "criterio" es ridículo. Tanto yo como millones de argentinos no sabíamos lo que estaba ocurriendo. Bergoglio SI.
Además, tanto yo, como millones de argentinos no fuimos nombrados Papa.
EN 2005 PEREZ ESQUIVEL PEDIA AL ESPIRITU SANTO QUE BERGOGLIO NO FUERA PAPA
Se equivocó la paloma
En 2005, Pérez Esquivel dijo que el “ambiguo” Bergoglio creía que el trabajo con los pobres era cosa de “comunistas, subversivos, terroristas” y rogó al Espíritu Santo que estuviera bien despierto en el cónclave y no se equivocara. Esta semana, alguien muy parecido a él se abrazó con el papa Francisco y consideró erróneas mis afirmaciones sobre Bergoglio. Un rapto de unanimidad sin espacio para argumentos o disidencias, como en el Mundial o Malvinas. La prensa mundial divulga lo que aquí es tabú.
Por Horacio Verbitsky
Adolfo Pérez Esquivel en 2005: Para Bergoglio “aquellos que trabajaban socialmente con los sectores más pobres, más necesitados, eran comunistas, subversivos, terroristas”.
El 15 de abril de 2005, los cardenales llegaban desde todo el mundo a Roma, convocados para elegir al sucesor de Juan Pablo II como obispo de Roma. En el canal América, los periodistas Rolando Graña, Román Lejtman y Facundo Pastor citaron para su programa, Informe central, a la Madre de Plaza de Mayo Marta Ocampo de Vázquez, al Premio Nobel de la Paz de 1980, Adolfo Pérez Esquivel, y a mí. Las imágenes son acompañadas por la leyenda “El Papable. El oscuro pasado de Jorge Bergoglio”. Aparecen los documentos de mi investigación, con la firma y el sello de Bergoglio, mientras yo explico lo mismo que vengo repitiendo desde entonces. Pérez Esquivel recuerda que muchos obispos tenían un doble discurso, que cuando estaba detenido los obispos le decían a su esposa que intercederían por él “y después hacían todo lo contrario”. La pregunta concreta es sobre el desempeño del cardenal argentino. Sin dudar, Pérez Esquivel responde que “la actitud de Bergoglio se inscribe dentro de todas estas políticas de pensar que todos aquellos que trabajaban socialmente con los sectores más pobres, más necesitados, eran comunistas, subversivos, terroristas”. Marta Vázquez niega que Bergoglio haya hecho algo por la libertad de los sacerdotes Orlando Yorio y Franz Jalics. “El quería que desaparecieran totalmente.” Los periodistas piden opiniones sobre la posible elección del ex jefe jesuita. Pérez Esquivel responde con seguridad: “Un papa tiene que tener definiciones muy claras, muy concretas. Bergoglio es un hombre inteligente, es un hombre capaz, pero es una persona ambigua. Espero que el Espíritu Santo ese día esté despierto, y no se equivoque”.
El 18 de abril, los 115 cardenales se encierran en la Capilla Sixtina. Los temores de Pérez Esquivel están cerca de concretarse. Según su autobiografía, El Jesuita, Bergoglio fue el principal competidor de Joseph Ratzinger, quien resultó electo cuando el argentino decidió “dar un paso al costado” y pedir a todos que votaran por el alemán. Pérez Esquivel puede respirar tranquilo. El Espíritu Santo se mantuvo despierto, y el cardenal ambiguo que consideraba comunistas, subversivos, terroristas a quienes hacían trabajo social, vuelve a Buenos Aires como Arzobispo y presidente de la Conferencia Episcopal, mientras Ratzinger comienza su pontificado como Benedicto XVI.
Ocho años no es nada
En 2010, la revista alemana Der Spiegel proclama “el papado fallido” de Benedicto XVI y anticipa su posible alejamiento y retiro a un monasterio, para hacer penitencia por su fracaso. Al mismo tiempo, en Buenos Aires, Bergoglio publica su libro de autoalabanzas, en respuesta a las acusaciones que yo documenté y que Pérez Esquivel le formuló en aquel programa. El 11 de febrero de este año, el anticipo se concreta. Ratzinger anuncia en latín desde San Pedro que carece de vigor tanto del cuerpo como del espíritu para ejercer su ministerio y que lo abandonará a partir del 28. El 12 de marzo los cardenales se encierran bajo los frescos bíblicos de Miguel Angel y al día siguiente la chimenea arroja el esperado humo blanco. Bergoglio se asoma a la ventana histórica y anuncia en un italiano campechano que ha elegido el nombre de Francisco, porque un cardenal amigo le pidió que no se olvidara de los pobres. Ahora que el Espíritu Santo se distrajo como él temía, ¿qué dirá Pérez Esquivel? Su primera declaración afirma que otros obispos colaboraron con la dictadura, pero no Bergoglio, que a lo sumo no fue demasiado enérgico en la defensa de los derechos humanos. El Papa lo invita a visitarlo. Alguien muy parecido a Pérez Esquivel se reúne con Francisco en el Vaticano, el jueves 21. Hablan de la pobreza y de los derechos humanos, que no se agotan en los juicios por los crímenes dictatoriales, y se despiden con un porteño abrazo. Al salir, con la cúpula de San Pedro a sus espaldas, el visitante recibe a los periodistas. Está radiante de satisfacción. “Quizá Bergoglio no acompañó en la lucha, pero sí hizo una diplomacia silenciosa. Creo que Verbitsky comete muchos errores con acusaciones de ese tipo”, dice. ¿Qué ha ocurrido? ¿Es posible que un impostor se haya hecho pasar por el Premio Nobel de la Paz y haya engañado a la seguridad vaticana, al Papa y a los periodistas y que imite tan bien la voz característica del fundador del Serpaj? Mientras se esclarece si era él o no, son útiles algunas precisiones. Los cargos los formularon las víctimas de los secuestros de mayo de 1976. Yo me limité a reproducir lo que los tres escribieron (Yorio en una carta dirigida en 1977 al superior general de la Compañía de Jesús a través de su asistente; Mignone en su libro Iglesia y dictadura, de 1986, y Jalics en su obra de 1994, Ejercicios de Contemplación. Introducción a la forma de vida contemplativa y a la invocación a Jesús). También publiqué la versión autoindulgente de Bergoglio y entrevisté a Yorio, a Jalics y a la viuda de Mignone, Angélica Sosa, de modo que mi presunto error no estaría en los hechos, sino en haberlos publicado. Entramos en el terreno del delito de opinión. Distinto es el caso de Alicia Oliveira, que siempre ha dicho lo mismo de su amigo, padrino de bautismo de uno de sus hijos, porque vio a Bergoglio ayudando a sacerdotes en riesgo, está convencida de que en todos los casos actuó del mismo modo y considera infame cualquier demostración en contrario. Para estar a tono con el momento, perdono todo lo que ha dicho, pero no puedo tomarlo como un aporte al debate. Ella ya sostuvo la misma polémica con Mignone y cuando escribí sobre el tema consigné con todo detalle la posición de cada uno, con el respeto que ambos me merecen, igual que Pérez Esquivel. Para salir de dudas, se incluye aquí el link a la entrevista de 2005 en la que Pérez Esquivel reza para que no sea electo ese hombre ambiguo que denuncia el trabajo social como subversivo y terrorista (http://youtu.be/Qu2iET8fc5s). No hay mucho más que decir.
Tras un manto de neblina
De tanto en tanto, la sociedad argentina es atacada por raptos de euforia en los que un tema central reclama la unanimidad de las voluntades y la exclusión de los disidentes, como si su mera existencia ofendiera la exaltada sensibilidad colectiva. Ese poder hipnótico parece capaz de abolir diferencias, historias personales e intereses sociales. El que no salta es un inglés, o un holandés, o un cuerpo extraño a la Nación y enemigo del pueblo.
Los hijos de dos queridos compañeros pasaron en mi casa la tarde del invierno de 1978 en que terminó el campeonato mundial de fútbol. Una oleada humana con banderas bloqueaba las calles y en gran parte de la ciudad no circulaba el transporte. El nene, de cuatro años, caminaba aferrado a mi mano. Desde abajo miraba con recelo ese espectáculo desconocido. La nena, de un año y medio, pidió una banderita, con la que montada sobre mis hombros se sumó a la algarabía. Cuando llegamos caminando a la casa donde vivían, estaba el televisor prendido y la abuela repetía pasos de comparsa con una vincha y una bandera.
–Ahora que llegaron voy a salir yo a festejar, para que en Europa vean que aquí no corren ríos de sangre –dijo.
Sólo atiné a responder:
–¿No corren?
El hechizo se disipó y reaparecieron los contornos de la realidad brutal: el altar en la ventana, consagrado al padre de los chicos, asesinado nueve meses antes por el Ejército, velas encendidas y la carta de la madre, con el cuento infantil que le permitieron dibujar en el campo de concentración del que jamás regresó.
El obispo José Miguel Medina defendió los miles de millones de dólares que costó organizar el torneo, por “haber reflotado la argentinidad”. Sobre todo le entusiasmaba el uso de los colores de la bandera, que hizo “brillar por su ausencia los símbolos extraños de cierto rojo y de ciertas estrellas”.(1) Los católicos liberales de la revista Criterio (que dirigía el sacerdote Rafael Braun Cantilo, amigo de la familia Zorreguieta y confesor de la princesa Máxima, y en cuyo consejo asesor participaban el crítico de arte de Clarín, Fermín Fèvre, y el ahora columnista de La Nación Natalio Botana) objetaron que las denuncias sobre los campos clandestinos de concentración eran parte “de una batalla sobre la opinión pública”. (2) Interpretaron los festejos como “una opinión colectiva respecto de la forma en que era tratada, y maltratada, la patria en el extranjero. Una suerte de razón pública expresó su hartazgo por la crítica grosera, interesada o de mala fe”.(3) El ex decano de la Facultad de Teología de Buenos Aires y luego obispo Carmelo Giaquinta reflexionó en forma implacable sobre su conducta de aquel día, cuando festejó en la calle con sus alumnos al grito de El que no salta es un holandés. “¿Posible? Yo, que en mi vida fui sólo dos veces a la cancha, que apenas entiendo una pizca de fútbol, gritando como un estúpido, haciéndome cómplice del silencio que con ese triunfo se tendía sobre todos los crímenes de lesa humanidad. Merecería un tribunal como el de Nüremberg. [...] La misma Comisión episcopal de Migraciones y Turismo, ¿cómo no fue más crítica de la situación y sacó, en cambio, una declaración de apoyo al Mundial? [...] No tuvo que haber olvidado jamás que el escenario del Mundial era esta Argentina que tenía la obligación de estar de luto”. (4)
No sólo en las calles se gozó la fiesta de todos. El 29 de junio, el nuncio apostólico Pio Laghi reunió al Episcopado con la Junta Militar, algunos generales de la represión y dirigentes políticos. –Es la resurrección de la clase media –comentó el cardenal Raúl Primatesta.
–Es que antes la calle era de otros –completó Videla. (5) Varias veces, Laghi usó esos contactos para interceder por algunos casos especiales, como el licenciado en Letras Carlos Grosso, profesor en la Universidad jesuita de El Salvador. Grosso fue secuestrado durante el campeonato mundial y su empleador, Franco Macrì, intercedió por él ante el nuncio. Luego de una consulta, Laghi respondió que Grosso sería liberado en cuanto se borraran las huellas de las torturas que había padecido. Así fue. (6)
Aquella locura colectiva se repitió en 1982 con el desembarco en las islas Malvinas, apenas dos días después del salvaje castigo a una manifestación por pan, paz y trabajo. Hasta los perseguidos por la dictadura festejaron y ofrecieron su colaboración para la empresa patriótica, sin importar que el Comandante-Presidente fuera el ex jefe del campo de concentración rosarino de la Quinta de Funes y que los oficiales jefes que condujeron a las tropas hubieran participado en la represión clandestina, entre ellos Alfredo Ignacio Astiz y Mohamed Alí Seineldín, sobre quienes los apologistas inventaron historias conmovedoras, como la resistencia clandestina de los inexistentes Lagartos o los rezos que detuvieron la tempestad y llevaron a bautizar el operativo bélico como Virgen del Rosario. Mientras aquí se celebraba un ficticio reencuentro de pueblo y Fuerzas Armadas, desde su exilio europeo Raimundo Ongaro hacía llegar advertencias sobre lo que estaba por ocurrir, que nadie tenía interés en escuchar. Quienes sentían en forma más aguda ese extravío eran los soldados que fueron expedidos a las Malvinas sin vestimenta ni equipamiento adecuados, cuando escuchaban por la radio las versiones triunfalistas sobre lo que estaban padeciendo e incluso el entusiasmo que se extendía a los partidos del nuevo campeonato mundial, que se jugó en los días de la batalla. Pero llegó la resaca, como llegará ahora, y lo que quedó de aquellas jornadas fue la foto de una solitaria Madre de Plaza de Mayo en medio de la muchedumbre con un cartel que decía: “Las Malvinas son argentinas. Los desaparecidos también”.
(1) AICA, Boletín 1128, 3 de agosto de 1978, p. 10. (2) “Vivir el Mundial”, Criterio, N 1789, 8 de junio de 1978. (3) “Un triunfo para la paz”, Criterio, N 1791, 13 de julio de 1978. (4) Carmelo Giaquinta, “Un obispo se confiesa”, revista Umbrales, editada por los padres dahonianos, Nº 62, mayo de 1996. (5) “La calle era de otros”, Extra, Nº 157, julio de 1978. (6) Luis Majul, Los dueños de la Argentina, Sudamericana, Buenos Aires, 1992, p. 139.
En resumidas cuentas: la Iglesia siempre se ha mantenido del lado de los opresores. Hay sacerdotes que en realidad han llevado la doctrina del amor, la doctrina de Cristo a la práctica y esos sacerdotes no la pasaron nada bien. Para muestra traigo a la memoria a: Camilo Torres, Monseñor Arnulfo Romero, los sacerdotes jesuitas asesinados en el Salvador, monjas asesinadas. ¿cuál fue su delito? estar del lado de los pobres que luchaban por mejores condiciones de vida. La iglesia se ha involucrado en política, pero siempre del lado del opresor. No meto la mano por ningún Papa.
Tu "criterio" es ridículo. Tanto yo como millones de argentinos no sabíamos lo que estaba ocurriendo. Bergoglio SI.
Además, tanto yo, como millones de argentinos no fuimos nombrados Papa.
Quien te ha visto y quien te ve ! ! !
Ahora defendés a Bergoglio ! ! ! ! ! ! !
IN-CRE-Í-BLE
No Papiyo, yo he hablado con mucha gente de esa época y todos tenían una vaga idea de la represión y la violación a los derechos humanos, más si vivían en grandes ciudades, la misma que tenían Bergoglio y vos. Además que era una dictadura no le cabían dudas a nadie.