Bien podría ser hoy una cacerolera más de la Recoleta, haciendo batifondo y pidiendo que se vaya Cristina.
Pero, lo cierto, es que el destino la llevó por un camino impensado y hoy se convierte en la Reina de Holanda.
Para formar parte de "la familia real", Máxima, ha tenido que renunciar a la nacionalidad argentina. Lo cuál no es un hecho menor (al menos para mí, que quiero tanto a este suelo).
Sin embargo, en mi país nadie parece estar ofendido por semejante desprecio hacia la Patria, y todos celebran felices como si hubiéramos ganado un nuevo Campeonato Mundial de Fútbol.
Más allá de considerar a cualquier monarquía una reverenda pelotudez y a los monarcas una partida de parásitos, respeto las tradiciones y gustos del pueblo holandés. Y por sobre todo rescato y aplaudo su decisión de impedir que el padre de la hoy Reina, NO pise Holanda, debido a su pasado oscuro durante la Dictadura Cívico-Militar-Clerical.
Hermoso castigo para el delincuente y cómplice Jorge Zorreguieta, que supo ser funcionario del genocida Videla.
Además, no debemos olvidar, el desempeño de los reporteros holandeses durante el Mundial 78, que con gran valentía denunciaron la Tiranía instalada en la Argentina, protegiendo a las pocas Madres que en total desamparo daban su vuelta a la Pirámide de Mayo pidiendo por la vida de sus hijos desaparecidos. Ellos, llevaron adelante la debida y necesaria cobertura periodística para que el mundo entero supiera lo que estaba pasando acá.
Y también siempre tendremos que agradecer el gesto de los futbolistas de "la naranja mecánica" cuando le negaron el saludo al Dictador durante la entrega de premios.
Por lo tanto, sin plegarme a la estupidez general, simplemente le deseo a la nueva Reina, que sea felíz y coma más de una perdíz, junto a "Guille" y todos sus súbditos.
SALUDOS REVOLUCIONARIOS
(Gran Papiyo)