Ante los ojos cerrados de críticos hipnotizados, el pulpo de oro se aprovecha del desconcierto, para saquear nuestros mares de tierra con su minería a cielo abierto. Emanando veneno transparente, pareciera adormecer al periodismo obediente, pero su negocio encubierto se choca de frente con un pueblo despierto, en cada rincón de la Argentina, desde Tinogasta hasta Famatina. Justito ahí, donde hablan bajito los voceros oficiales y los multimedios encubren a sus socios transnacionales, la agenda hegemónica simula entrar en duda, pero en realidad, se está haciendo la boluda. Porque para comprender la naturaleza, basta mirar las raíces, y si no, revisar los métodos de extracción que utilizan en sus países. Pero por suerte, cuando los justicieros se callan, las minas estallan y la tele no grita, ¡sale a la cancha Norita! “Ni oficialista, ni opositora”, nunca se llama a silencio la garganta de la Línea Fundadora, que combatió los crímenes de la dictadura a la hora del espanto, con la misma vehemencia que hoy combate a Barrick Gold y Monsanto.
Nosotros la amamos porque es nuestra vieja, cuando aplaude y cuando se queja, cuando lucha y cuando escucha, todas las semanas, en todos los horarios, por los otros, por nosotros y por los pueblos originarios. Y en cada paso perdido, sigue buscando a su hijo desaparecido, pero mientras tanto, lo encuentra cada día, reivindicando los sueños que él tenía. Si no lo conociste, llegó la hora de tu desayuno: Gustavo militaba por la Villa 31. Su ejemplo nos educó y su mamá nos crió, para que nunca más nadie pudiera dinamitar nuestro suelo, ni canjearnos el futuro por un premio consuelo. Si firmaron otras manos, que lo borren otros codos... A esta mina de oro, ¡la cuidamos entre todos!