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General: En Madrid Dimitrov deja mudo a Djokovic y lo deja sin aliento
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De: Ruben1919 (Mensaje original) |
Enviado: 08/05/2013 11:37 |
Golpe de estado de Dimitrov
El búlgaro deja mudo a Djokovic, 7-6, 6-7 y 6-3 en un partido vibrante y en el que el público silbó en varios momentos al número uno
Cuando cae el telón, Grigor Dimitrov emerge victorioso (7-6, 6-7 y 6-3 en 3h 05m) frente a Novak Djokovic en un partido para fuertes. Silba la grada al número uno. Se golpea Nole el pecho con la raqueta mientras el público alienta a su contrario (“¡Dimitrov! ¡Dimitrov!”). El búlgaro no se amedrenta frente a la carga del mejor tenista del planeta. Sobrevive con tiros rebosantes de talento a los zarpazos del rey del tenis y a su propia mala cabeza: pierde el saque cuando sirve para abrochar la primera manga; cede break de ventaja en la segunda; y concede dos pelotas de rotura en la tercera cuando ya va por delante. Es Dimitrov contra sí mismo y Dimitrov contra una fiera, Nole, que se grita a sí mismo por las esquinas mientras se duele de un tobillo. Finalmente, el búlgaro levanta los brazos entre calambres, con Djokovic asfixiado por sus tiros, reverberantes de grandeza. Bajo los focos que iluminan la noche de Madrid se produce un golpe de estado.
Tras la final de Montecarlo (en la que derrotó a Rafael Nadal), no me entrené durante 12 días por mis problemas en el tobillo (...) Todo el mérito es de mi oponente
Novak Djokovic
“Tras la final de Montecarlo (en la que derrotó a Rafael Nadal), no toqué la raqueta durante 12 días. No sabía si vendría o no a Madrid por mis problemas en el tobillo”, dice luego Djokovic, que siente dolores en la articulación desde los cuartos de la Copa Davis, que Serbia ganó a los Estados Unidos. “Todo el mérito de la victoria es de mi oponente. No me preparé bien. No quiero buscar excusas”, añade. ¿Y el público?, le preguntan sobre el gentío, que durante el duelo aplaude sus errores, celebra los aciertos de su contrario y le abuchea cuando pide la intervención del juez árbitro en las pelotas dudosas. “Eligen a quién apoyar, es todo lo que puedo decir”, se despide Nole, lejos siempre de su mejor versión y enfrentado por momentos a la mejor de Dimitrov.
No siempre, claro. Los fantasmas que habitan en la cabeza del búlgaro rugen con fanfarrias tenebrosas cuando saca para ganar la primera manga: igual que en Indian Wells 2013 contra el serbio, y que en Miami contra Andy Murray, cede su servicio cuando sirve para ponerle su sello. La vida, sin embargo, es un proceso de aprendizaje y el número 28 es un alumno aventajado.
De derecha a derecha, Nole no puede. La pelota del búlgaro le quema, devora los segundos que él necesita para armar su golpe, le hace perder la iniciativa. Igual que ocurre con Roger Federer, el tenista a cuya imagen y semejanza se ha modelado Dimitrov, el revés debe ser el golpe más débil de tan espléndido repertorio, ahí tiene que estar la diana, el camino por el que ganar los puntos, piensa Nole. Pero no. El búlgaro se monta sobre la pelota, aguanta las acometidas del serbio y revienta la bola cuando los intercambios acaban en su derecha. Tiene tacto, fuerza y decisión. Eso no deja a su contrario otra solución que la de la épica y el orgullo, la de lanzarse por el encuentro, porque en la estrategia no encuentra soluciones ni respuestas hay en la táctica. En la noche de Madrid, mientras en los descansos suena Jamiroquai por los altavoces, Dimitrov juega demasiado bien como para que el número uno pueda ganarle solo con la raqueta.
Los dos contrarios resbalan en la arcilla mientras cae el frío de la noche. La humedad de la tierra dificulta los agarres y les coloca en posiciones extremas. Contorsionados, hablan las muñecas. Todos conocen la de Djokovic, el número uno del mundo. En la central de Madrid, Dimitrov presenta la suya al planeta consiguiendo la victoria más prestigiosa de su carrera. Una cosa queda clara: cuando Nole tira con todo, Baby Federer tiene el suficiente tacto como para devolverle hasta sus pelotas más pesadas. El suyo es un ejercicio brillante al que solo le resta un saque tembloroso con el marcador en ventaja.
Llegados a la tercera manga, Nole cree que su momento ha llegado. Dimitrov se agarra las piernas, acalambrado tras terminar de madrugada su partido de la víspera. Está tieso. Al serbio, sin embargo, tampoco le sobran las fuerzas, y entrega su primer servicio del parcial. Ya nada puede evitar el triunfo de Dimitrov, el número 28 mundial, de 21 años. Ya no hay ejército que detenga el golpe de estado. Ya se despide el mejor del mundo, que venía de destronar a Rafael Nadal sobre la tierra de Montecarlo y se va silbado. A la espera de la prueba de los cinco sets de los grandes, que medirá esas piernas con tendencia a los calambres, la victoria de Dimitrov es como un grito: aquí estoy, poco a poco voy llegando.
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La pata coja de Murray
El británico, coronado en hierba y cemento, gana al alemán Mayer (7-6, (13-11) y 7-6 (7-3)) y busca su primer trofeo en tierra
En esa boca cabe un universo de sufrimientos. La cara de Andy Murray se abre en una mueca de dolor mientras intenta coger oxígeno para frenar las acometidas del alemán Florian Mayer. Es su debut en el Mutua Madrid Open. Su victoria es tan dolorosa —cinco bolas de set superadas en la primera manga, que gana tras disputar el tie break más largo de su carrera, con 24 puntos; break abajo en la segunda; 2h 4m invertidas para el 7-6 y 7-6 final— que fotografía a la perfección las dificultades del número tres mundial sobre arcilla. Este es el perfil de Murray. Campeón olímpico sobre la hierba de Wimbledon. Campeón del Abierto de EEUU sobre el cemento de Nueva York. Ni una sola final en toda su carrera sobre tierra batida.
Resultados
Segunda Ronda
Hombres. D. Gimeno Traver-R. Gasquet (Fr.), 7-5, 3-6 y 6-4. T. Robredo-M. Baghdatis (Chi.), 6-4 y 6-2. V. Troicki (Ser.)-M. Granollers, 7-5, 4-6 y 6-2. F. Verdasco-M. Raonic (Can), 6-4, 2-6 y 7-6.
Mujeres. S. Williams (EEUU)-L. Domínguez Lino, 6-2 y 7-5. A. Medina-M. Keys (EEUU), 7-6 y 6-3. Orden de juego. Hoy (Nitro y La Sexta). Partidos destacados. 10.50. K. Kanepi (Est.)-C. Suárez. No antes de las 15.15. R. Nadal-B. Paire (Fr.). R. Haase (Hol.)-J. W. Tsonga (Fr.). No antes de las 20.00. D. Istomin (Est.)-D. Ferrer.
“Lo pasé mal. Estaba tenso, porque Mayer no te da ritmo y te cuesta respirar. Me faltaba el aliento. No crecí en esta superficie, no me siento tan cómodo en ella como en las demás”, cuenta ayer en Madrid para explicar que haya jugado la final de todos los grandes menos Roland Garros y que el mismo hombre que rompió el maleficio británico en los torneos del Grand Slam (primer campeón desde 1936) nunca haya luchado por un título sobre el albero. “Con la actitud correcta, la mentalidad adecuada y la ética de trabajo necesaria, estoy convencido de que mi juego debería adaptarse bien a la tierra”, añade el británico, que gana el 61% de sus partidos sobre arcilla, por el 78% en cemento y el 81% en hierba. “Necesito acostumbrarme a los movimientos, a los patrones de juego que utilizo en tierra, y que son distintos a los que uso en el resto”, cierra tras sumar la victoria 400 de su carrera.
“Al final, Andy juega 25 torneos al año en las otras superficies y cuatro en tierra”, razona Alex Corretja, el seleccionador español, que se sentó en el banquillo del británico, le aconsejó desde su condición de doble finalista de Roland Garros e intentó trabajar la derecha del número tres, la diana contra la que disparan sus contrarios. “Debe hacer adaptaciones de su juego a la tierra”.
No crecí en esta superficie, no me siento cómodo”, dice el número tres mundial
Murray maldice a los cuatro vientos mientras debuta en Madrid, donde busca el número dos mundial del suizo Roger Federer. Los gritos que brotan de su garganta contrastan con el silencio que gobierna el primer partido del campeón de 17 grandes. Tras casi dos meses sin jugar, el suizo pisa por primera vez la arcilla en 2013. Este es el campeón de la tierra azul de 2012, el rey del toque y el riesgo. A él le pone la alfombra roja el checo Stepanek, que propone un duelo de sutilezas y con sutilezas muere (3-6 y 3-6), porque no hay tenista con mejor muñeca que Federer. La grada aplaude luego a su elegido. Es el tratamiento reservado a los mejores. Lo recibe el serbio Novak Djokovic cuando juega contra el búlgaro Grigor Dimitrov, sin acabar al cierre de esta edición. Y lo recibirá, seguro, Rafael Nadal hoy cuando se mida al francés Paire (La Sexta, no antes de las 15.15).
El español, que en febrero volvió al circuito tras siete meses lesionado (balance: seis torneos, cuatro títulos y dos finales), descuenta los minutos entrenándose, jugando al tenis de mesa y dejándose ver por los partidos de sus amigos. Él es el ogro al que temen todos. Él es el que le cortó el paso tres veces a Murray en semifinales de tierra. Él y sus tiros los que desde hoy calientan el torneo.
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La tercera juventud de Haas
El alemán renace a los 35 años tras una carrera plagada de lesiones
Detrás de esa fachada musculosa, tallada a golpe de mancuernas y repeticiones, la fisionomía de Tommy Haas esconde múltiples heridas de guerra. No hay extremidad o articulación de su anatomía que no haya sido castigada por las lesiones. Hombros, codos, tobillos y caderas. Todos ellos se han descompuesto en alguna ocasión a lo largo de los 16 años que el alemán, el segundo jugador más veterano de los 100 primeros de la ATP —tiene 35—, acumula sobre las pistas. Su infortunio se describe también a través de lo rocambolesco. En 2005, mientras calentaba con Tipsarevic sobre el tapete de Wimbledon, una pelota escapó de su bolsillo. Pisotón, torcedura, tobillo a la virulé. Una vez más. Antes de ingresar en el profesionalismo, en 1996, ya se había fracturado ambos en menos de un año.
Hoy día, ese carrusel de desgracias es historia. Salta con brío el alemán a la arena de la Caja Mágica, traza un puñado de reveses de seda y liquida en menos de una hora (6-1 y 6-2) al italiano Seppi. Le ovaciona la grada, consciente de las tempestades y penurias que ha tenido que soportar. Aquellas que le hicieron desaparecer del mapa en 2003, cuando se perdió toda la temporada por una doble intervención quirúrgica en un hombro, y también en 2010, asaeteado de nuevo por la fragilidad de su propia estructura. Un año antes, incluso, por el contagio de la gripe porcina. Muchos le dieron por acabado.
El pasado fin de semana conquistó el título, el 14º de su expediente, en Múnich. Hace un mes, derribó a Djokovic en cuartos de Miami y en junio de 2012 batió a Federer
No inclinó nunca la rodilla Haas, espoleado por el nacimiento de su hija Valentina, a la que desea brindar la traca final de sus armoniosos golpeos. El germano, plata en Sidney 2000 y número dos del mundo en 2002 —llegó a caer hasta el puesto 1.086 dos años más tarde—, apunta de nuevo al top 10 después de tocar fondo. Remozado, con la sonrisa de un júnior, vive una tercera juventud. La clave de su renacimiento, un estudiado programa de entrenamientos de la mano del preparador Nick Bollettieri, sesiones de yoga y la buena alimentación. “Duermo mucho y me cuido”, agrega tras pasar por la ducha, engalanado con la gorra, visera invertida, que le convirtió en un icono mercadotécnico en el pasado. Ahora pisa la cancha con prendas de diversas marcas porque no tiene patrocinador. La esencia, jugar por placer.
Oriundo de Hamburgo, pero residente en Bradenton (Florida), el pasado fin de semana conquistó el título, el 14º de su expediente, en Múnich. Hace un mes, derribó a Djokovic en cuartos de Miami y en junio de 2012 batió a Federer en Halle, sobre hierba. Palabras mayores. “Para ser honestos, el ránking no me preocupa demasiado”, dice despreocupado Haas, que elevó su primera corona en la élite del tenis en 1999, en Memphis, tras un careo con Jim Courier. Desde entonces, las generaciones se suceden y el tenis evoluciona. Él permanece en tiempos donde el físico y los atletas dominan la escena. A pesar de todas sus cicatrices.
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