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General: los profetas del odio
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De: albi (Mensaje original) |
Enviado: 17/05/2013 02:08 |
Los profetas del odio
Se respira odio en las élites argentinas. Hay odio en los debates políticos, intelectuales, comunicacionales, empresariales. Y la pregunta del millón es: ¿quién desmantelará tanto odio?
Edición Impresa: domingo, 21 de febrero de 2010
Por Carlos Salvador La Rosa - clarosa@losandes.com.ar
El gran tema político de la semana no pasó por los reiterados atriles de la presidenta Cristina, que en cada discurso descubre enemigos bajo cada baldosa, ni por las crecientes denuncias y críticas opositoras. Esas cosas, de tan reiteradas, son sólo la superficie que esconde el debate de fondo, el cual consiste en el odio y la intolerancia crecientes con que se libran las luchas políticas argentinas.
El odio según los medios. Son cada vez más los periodistas que advierten sobre el odio. Martín Rodríguez Yebra (La Nación, viernes 19) termina así su artículo: “Todos vislumbran el monstruo. Es algo así como un país con dos fuerzas decididas a avanzar en sentido contrario y sin la más mínima intención de sentarse a negociar”.
Marcelo Capurro, en el último número de la revista Debates, da una versión pro-oficialista: “Desde la ya lejana época del segundo gobierno peronista (1952-1955), no se registraban en el país niveles de odio semejantes... Uno pregunta ¿quién empezó? Sin dudas, el Gobierno.
Porque tocó... la víscera más sensible del hombre: el bolsillo.... (pero) los mensajes clasistas, el odio, vinieron y vienen del otro lado. De aquellos que dicen representar a la gente.... la Argentina blanca”.
Desde una óptica diametralmente opuesta, Jorge Fernández Díaz (Enfoques en la Nación y Los Andes de hoy, página 25A) también enfatiza en el odio, aunque lo atribuya a otras razones: “Néstor Kirchner triunfó... (porque) su despiadada lógica amigo-enemigo se extendió fuera de sus área de influencia... Porque a la máquina de picar adversarios que el Gobierno maneja se le va oponiendo una máquina de picar oficialistas... Amistades..., convivencias políticas, tolerancias..., respeto... solidaridad y caballerosidad..: todo se lo lleva el vendaval de la lógica patria-antipatria, o tiranía-república... Con estas disyuntivas de hierro no queda más que la refriega irreconciliable y fatal”.
El odio contra el abrazo Perón-Balbín. Para los kirchneristas, el origen de la intolerancia proviene de que el gobierno tocó los intereses de los poderosos y éstos reaccionaron con odio. Para los no-kirchneristas la causa es que los Kirchner disimulan con la apelación al odio, su impotencia en mejorar la realidad y por eso inventan enemigos a quienes achacarles sus desastres.
Imposible -en estas condiciones del debate- acercar posiciones porque nadie escucha a nadie y todos se fortalecen en sus prejuicios. Por allí alguien pretende colocarse en el medio, pero sólo lo hace para salvarse él, para intentar lucrar personalmente, como hacen los especuladores en las guerras.
El odio sustituye a la política; el insulto al debate. Pero cada día es menos importante saber quién empezó, porque las malas pasiones cunden sin cesar como una epidemia que todos estamos propensos a contraer. Es que, quizá, los virus de la misma siguen viviendo en lo profundo de nuestro “ser nacional”, esperando a cualquier aprendiz de brujo que las haga revivir.
Cuando el odio sustituye la política, primero un bando odia a otro, pero luego las diferencias internas de cada bando se hacen igual de implacables y al final ya a nadie le importa a quien odia, en tanto odie. Porque el odio deviene previo a las razones que se usan para justificarlo. No se trata del odio setentista, cuando la disputa por la herencia de Perón llevó a los peronistas a matarse entre sí. Ni la del odio criminal del genocidio procesista.
Pero es, sin dudas, un retroceso monumental con respecto a la convivencia política que desde 1983 hasta 2001 se puede contar como uno de los pocos pero básicos logros de la democracia renacida.
En realidad, el odio actual es pre-setentista. Algo así como el intento de borrar de la historia el abrazo Perón-Balbín; ese encuentro que rompió el brutal enfrentamiento de casi tres décadas entre peronistas y antiperonistas, entre clase media y clase obrera. Un abrazo que hasta hace poco parecía haberse incorporado al inconsciente profundo de la cultura política nacional, como un freno contra las demás intolerancias que aún tenemos vivas.
Claro que hay una gran diferencia con aquellas épocas de divisiones populares: que ahora estos odios no ocurren en el seno del pueblo, sino sólo en el seno de la élite. Políticos, periodistas, intelectuales, empresarios... Cada sector en contra de los otros y dentro de cada sector, diferencias cada vez más inconciliables. Como una teatralización farsesca que hacen las élites de lo que antes fue drama nacional.
Ahora, que todos los que conducen la Nación lo hagan a partir del odio no deja de preocupar, porque aunque los de abajo no se plieguen a esas actitudes de los de arriba, debido a ellas seguirán creciendo la indiferencia y el desprecio hacia la política y el poder en todas sus formas. O peor, tarde o temprano, ese odio se colará por todos los poros de la sociedad, como ya ocurrió tantas veces en nuestra historia.
El odio contra Cobos y el odio de Cobos. De los odios de los Kirchner y hacia los Kirchner se habla todos los días. Por eso hoy hablaremos de otro que también se está poniendo de moda: el odio a Cobos. Que no incluye a quienes critican sus posiciones y gestos políticos, tan criticables como los de cualquiera.
Acá hablamos de aquellos que dentro de la oposición lo odian como no odian a otros tan o más pecadores políticamente que él. Un odio más motivado por reacción hacia el afecto popular que Cobos despertó en importantes sectores de la población, que por razones estrictamente políticas. Se odia lo que el otro tiene y uno no. Se odia por envidia, aunque se disfrace el odio con la apelación a valores o instituciones.
En un programa de tevé, Elisa Carrió se la agarró -como siempre- contra Cobos, su enemigo público número uno (el número dos, para ella, sería Kirchner), a la vez que le achacó al oficialista Pichetto su oportunismo y al radical Morales que -salvo él y pocos más- hay un montón de radicales golpistas. Pero como Lilita antes que nada atacó a Cobos, Pichetto la cubrió de elogios aunque le haya dicho “panqueque”, y Morales calló. Todos odian a Cobos, tanto que no les importa que los ataquen a ellos, con tal de que también ataquen a Cobos.
En Mendoza, el Viti Fayad hace lo que hizo siempre que fue intendente: gobernar acordando con el oficialismo peronista. Lo hizo con Bordón (con el cual hasta constituyó luego una alianza electoral) y lo hace con Jaque; entonces, nada que objetar. Sin embargo, hay una diferencia crucial: antes, el móvil principal del Viti fue reconstruir el radicalismo en crisis. Y tan lo logró que -aunque él no pudiera aprovecharlo- toda la generación que formó en la Capital sustituyó en la provincia al peronismo, cuando éste se agotó. Y hoy los radicales son tan importantes en Mendoza en gran medida gracias a Fayad. Pero ahora, su acercamiento al peronismo no obedece a sus deseos de reconstruir el radicalismo sino al de destruir, del modo que sea, a Julio Cobos, alguien contra el cual -más que diferencias políticas- lo que parece tener es un odio fenomenal, tanto que para su destrucción está dispuesto a destruir lo que sea.
Pero frente a tantos odios, Cobos cada día predica menos la tolerancia. En el caso del Banco Central, lo malo no es que haya votado con el gobierno, sino sus feroces ataques argumentativos contra Redrado por aquello que Redrado hizo bien, que fue detener un abuso institucional del kirchnerismo. Para que se entienda: Cobos justificó y avaló la renuncia de Redrado con casi exactamente las mismas razones por las cuales todos sus enemigos de adentro y de afuera le piden que renuncie a la Vicepresidencia. Le hizo a Redrado lo que los demás le están haciendo a él. Para salvarse solo.
Lo mismo con Carrió: sabedor que los radicales lo necesitan a él más que a Lilita, el Vicepresidente se presentó -en discutible visita- al Comité Radical para arrojarle a Lilita similares improperios a los que la dama diariamente escupe contra él. La intolerancia de Carrió es parte de su estilo; Cobos parecía distinto. Pero cada día reacciona más con el mismo odio que los otros le dispensan. Un contagio universal.
La contracara del odio. El otro gran tema político de estos días es la simpatía con que los argentinos están recibiendo la película Invictus, en la que Clint Eastwood homenajea a Nelson Mandela. Aunque el film no haya sido pensado en absoluto para la Argentina y el odio sudafricano sea tan distinto al nuestro, el momento en que llega la película no podría ser más propicio.
Mandela, como presidente, se propuso detener un conflicto histórico realmente existente. En la Argentina se trata de detener un conflicto incitado, provocado donde no lo había. Por lo tanto, al ser los hechos tan diferentes, las soluciones deberían ser igual de diferentes.
En tal sentido, más que trasladar mecánicamente a la Argentina el maravilloso ejemplo de Mandela, lo suyo debería servirnos para preguntarnos quién y cómo habrá de desmantelar el odio político en la Argentina. Algo que no se puede hacer poniéndose en el medio de los bandos en pugna, sino por arriba.
Se trata de construir una alternativa política que desarme las pasiones malsanas, sin preguntar tanto quién las provocó, porque si prendieron en tantos lados es porque el mal está en todos nosotros, aunque uno solo sea el iniciador.
En síntesis, hacer lo de Mandela pero con ideas argentinas. No copiar las fórmulas políticas de ese gran presidente, sino inspirarnos en su grandeza de espíritu, que -en primer lugar- requiere ser más crítico con el odio propio que con el ajeno. Para, al fin, poder desmantelarlos a los dos.
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VOS SOS LA QUE TENES ODIO.
QUE HIPOCRITA.
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IDOLATRAS A ASESINOS. ¿ADONDE ESTAS TU AMOR? |
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CHE AMIGA, UN CONSEJO DE AMIGO
MIRATE A VOS MISMA EN VEZ DE CRITICAR A TODO EL MUNDO.
PRIMERO TENEMOS QUE CAMBIAR NOSOTROS Y DESPUES RECIEN PODEMOS CAMBIAR EL MUNDO.
SALUDOS |
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De: albi |
Enviado: 17/05/2013 02:16 |
Los profetas del odio Publicado el 19/4/2010
Datos del Autor
Francisco Abelenda
Hoy por la tarde, pensando y pensando, fui a parar a mi biblioteca y por esas cosas de la polisemia, o como se llame a la casualidad que nos lleva a dar con lo inesperado, me encontré con un viejo libro de Arturo Jauretche, “Los profetas del odio”, editado en 1956.
El movimiento que en 1955 llevó al golpe militar contra el gobierno de Juan Perón tuvo de todo, militares liberales, comunistas, gente común de clase media, periodistas. Sin embargo, contra lo esperable, como lo advierte Jauretche en su entrañable libro, la Revolución Libertadora (como se autodenominó) contaba con una pléyade de intelectuales que ponían sus ideas, sus voces y sus textos al servicio de la Fusiladora (como la llamaron sus víctimas).
Ezequiel Martínez Estrada, Eduardo Mallea, Jorge Luis Borges y hasta Ernesto Sábato se pusieron al servicio del gobierno de facto y, sobre todo, colaboraron ampliamente para generar las condiciones y el marco conceptual que permitieron el golpe.
Es sorprendente cómo los escritos de Jauretche son válidos para entender a la sociedad argentina actual. Sus reflexiones sobre lo que llama el “medio pelo” son una brillante relectura, a la argentina, del aserto gramsciano que indica que una hegemonía se constituye cuando una clase dominante logra que sus intereses sean considerados como propios por la clase dominada. Sin reflexionar sobre esto es imposible entender el apoyo que gran parte de la clase media ofreció sin beneficio de inventario al movimiento campestre que estuvo a punto de derrocar al gobierno de Cristina Fernández. Todavía puede verse cómo personas que no tienen un acre de tierra propia se pasean en sus desvencijados autos con calcomanías que rezan “Estoy con el campo”.
En “Los profetas del odio”, Jauretche se encarga de analizar el lugar de los intelectuales de aquella época y para ello los analiza bajo el concepto de colonialismo económico y sobre todo de colonialismo mental. Jauretche argumenta que a los intelectuales argentinos de la intelligentzia les sucede lo mismo que a los miembros de la clase media identificada perdidamente con su clase superior sin ser jamás reconocido por ella. A propósito recuerda una anécdota de Ricardo Güiraldes referida por Adam Diehl. Güiraldes llegó a París con el caudal de su cultura europea, bien armado de las últimas novedades, del dernier crie de las letras, pero lo invadía una profunda desazón cada vez que alternaba con sus colegas parisinos que lo aplastaban con su mayor dominio del tema y del metier. Demasiado inteligente Güiraldes como para no percibir su desubicación -cosa que no les pasa a nuestros intelectuales de la contra- reaccionaba diciéndole a Adam Diehl: “¡Yo los quisiera agarrar a estos gringos picando un novillo!” Y concluye Jauretche diciendo que “todo nuestro problema consiste en empezar a ver las cosas desde el ángulo de nuestra realidad, la individual y la colectiva”.
Hoy la cosa es similar pero mucho menos grave. Es verdad que muchos intelectuales que escriben en algunos diarios como Marcos Aguinis, Santiago Kovadloff, Mario Vargas Llosa y otros más en el rol periodístico como Morales Solá, Mariano Grondona, etc., cabrían en la categoría descripta por Arturo Jauretche. Pero sin embargo hay ahora una gran cantidad de intelectuales que han leído a Jauretche y que son capaces de pensar al país no como Martínez Estrada o el Borges del ‘55 sino como aquellos que ven las cosas “desde el ángulo de nuestra realidad”. Me refiero a los intelectuales de “Carta Abierta”.
Si es verdad que la historia es “maestra de la vida”, como dijo Cicerón, o “madre de la verdad, émula del tiempo, depósito de las acciones, testigo de lo pasado, ejemplo y aviso de lo presente, advertencia de lo porvenir”, como escribió Cervantes, entonces basta mirar ese pasado cercano para no repetir los errores que llevaron a tanta frustración.
Cuenta Jauretche otra anécdota jugosa en la que él, junto a Homero Manzi, fueron a uno de los diarios porteños que hoy encabezan el Frente del Rechazo, “Fue en la casa vieja del diario La Nación, un día que juntos fuimos a llevar una noticia de Forja -que como todas, no publicaría-. Llovía torrencialmente y en el zaguán, contra una de las paredes, estaban cuatro hombres en fila india. Me dijo Homero: “Mirá estos hombres libres; están encadenados”. Se refería Homero Manzi a Rómulo Zabala, Eduardo Mallea, el secretario de Mallea y a Enriquel Larreta. Imagine el lector qué diría hoy Homero Manzi de Nelson Castro, Ernesto Tenenbaum, Mariano Grondona, Joaquín Morales Solá, Marcos Aguinis, Mario Vargas llosa y Santiago Kovadloff, por citar sólo algunos de nuestros remozados profetas.
FUENTE: SIEMPRE LIBRE (http://siemprelibrefm.blogspot.com)
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De: albi |
Enviado: 17/05/2013 02:22 |
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De: albi |
Enviado: 17/05/2013 02:27 |
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Albi mirate al espejo vos misma.
AMAR AL PROJIMO COMO ASI MISMO.
SI NO TE AMAS A VOS MISMA , MENOS PODES AMAR AL PROJIMO. |
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ALBI, CUANDO VOY AL BAÑO A HACER MIS NECESIDADES FISIOLOGICAS CIERRO LA PUERTA. ¿VOS LA CERRAS CHE? |
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De: albi |
Enviado: 17/05/2013 02:35 |
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IDOLATRAS A ASESINOS. ¿ADONDE ESTA TU AMOR CHE? |
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SOS LO MISMO QUE DEMONIZAS
VIDELA=CHE GUEVARA
SALI DE LA HIPOCRESIA
NO TENES OTRA |
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ESE ES ESTE MUNDO DE MIERDA. LOS DEMONIZADORES (HIPOTETICOS SANTOS QUE SE SIENTEN CON EL DERECHO DE DEMONIZAR AL OTRO) SON DEFENSORES POR ACCION U POR OMISION DE ASESINOS. PARADOJA DEL PEOR SER CREADO QUE ES EL SER HUMANO.
HIPOCRESIA
1. Jeremías 23:15: Por tanto, así ha dicho Jehová de los ejércitos contra aquellos profetas: He aquí que yo les hago comer ajenjos, y les haré beber agua de hiel; porque de los profetas de Jerusalén salió la hipocresía sobre toda la tierra.
2. Mateo 23:28: Así también vosotros por fuera, a la verdad, os mostráis justos a los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía e iniquidad.
3. Marcos 12:15: Mas él, percibiendo la hipocresía de ellos, les dijo: ¿Por qué me tentáis? Traedme la moneda para que la vea.
4. Lucas 12:1: En esto, juntándose por millares la multitud, tanto que unos a otros se atropellaban, comenzó a decir a sus discípulos, primeramente: Guardaos de la levadura de los fariseos, que es la hipocresía.
5. Gálatas 2:13: Y en su simulación participaban también los otros judíos, de tal manera que aun Bernabé fue también arrastrado por la hipocresía de ellos.
6. 1 Timoteo 4:2: por la hipocresía de mentirosos que, teniendo cauterizada la conciencia,
7. Santiago 3:17: Pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía.
8. 1 Pedro 2:1: Desechando, pues, toda malicia, todo engaño, hipocresía, envidias, y todas las detracciones,
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De: albi |
Enviado: 17/05/2013 02:44 |
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¡VIVA EL GUERRILLERO HEROICO ERNESTO CHÉ GUEVARA!!
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