Como parte de la gran conspiración montada en Washington hacia Venezuela, desde Colombia han tenido lugar hechos provocativos que enrarecen los nexos bilaterales.

Días atrás el mandatario colombiano, Juan Manuel Santos, recibió al ultraderechista gobernador del estado venezolano de Miranda, y ex candidato presidencial, Enrique Capriles Radonski.

Este último no aceptó su fracaso en las elecciones de abril, avaladas por cientos de observadores nacionales y extranjeros, al tiempo que provocó disturbios donde hubo numerosos muertos y heridos.

Más recientemente, el presidente Santos declaró: “Este mes que comienza (junio) la OTAN va a suscribir un acuerdo con el gobierno colombiano para iniciar todo un proceso de acercamiento de cooperación, con miras también a ingresar a esa organización”.

A continuación el ministro de Defensa de Colombia, Juan Carlos Pinzón, como para tratar de disminuir importancia al asunto, afirmó que solo les interesa ingresar a la OTAN como “país asociado”.

Sin embargo, un cable de la agencia noticiosa EFE, remitido a un portavoz del organismo, dio a conocer desde Bruselas, sede del bloque castrense: “El país andino “no cumple los criterios geográficos para ser miembro”.

Aunque luego el despacho cablegráfico añadía: La OTAN prepara actualmente un acuerdo que “permitiría el intercambio de información clasificada entre la Alianza y Colombia”.

En agosto de 2009, el entonces comandante de las fuerzas de Estados Unidos, general Freddy Padilla León, declaró que sus tropas estaban autorizadas para actuar en siete bases militares de Colombia.

A fines de marzo de 2012, el general Martin Dempsey, jefe del estado mayor de las fuerzas armadas estadounidenses, confirmó que el Pentágono enviaría a Colombia oficiales que estuvieron al frente de operaciones en Iraq y Afganistán.

Tanto el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, como el de Bolivia, Evo Morales, han rechazado enérgicamente los actuales planes de Bogotá y los han caracterizado como una amenaza para la zona y, en particular, respecto a sus gobiernos progresistas.

Así las cosas, este lunes se produjeron declaraciones de la subsecretaria de Estado para Asuntos Hemisféricos, Roberta Jacobson, quien defendió las pretensiones militares de Bogotá.

Habló en conferencia de prensa y entre sus ideas manifestó: “Nuestro objetivo es ciertamente apoyar a Colombia como miembro capaz y fuerte de muchas organizaciones multilaterales, y eso puede incluir a la OTAN”.

Salvaguardó a una Colombia más comprometida en el plano internacional y apuntó que acercarse a ese bloque militar del Atlántico  “es algo que a los colombianos les ha interesado desde hace un tiempo”.

Se trata de una estrategia que va más allá de América Latina, dirigida esencialmente a prolongar la existencia del dominio económico, político y militar de Estados Unidos sobre el planeta.

Como lo presumen decadente, recurren a la fuerza para mantenerse con presupuestos militares anuales por cientos de miles de millones de dólares, y la perfección cada vez mayor de la represión interna.

Todo ello fortificado a través de una poderosa y sofisticada embestida propagandística que realizan a través de sus órganos de difusión masiva, en particular la televisión.

De ahí la salida al ruedo de políticos que hablan español y piensan en inglés, a quienes el Norte asignó la misión de tratar de romper la histórica unidad lograda en esta área del continente