15 de junio de 2013, 08:00Por Alfredo Boada Mola*
La Habana (PL) El Sol emite enorme cantidad de energía al espacio pero solo una fracción llega a la Tierra, calienta su atmósfera, océanos, ríos, y contribuye al ciclo del agua y el desplazamiento de las masas de aire que originan los vientos.
Esas corrientes surgen porque la radiación solar no llega por igual a toda la atmósfera terrestre y por ende, el calentamiento ocurre de forma desigual. Las diferenciaciones de temperatura provocan entonces cambios en la densidad del aire, que ocasionan a su vez variaciones en la presión atmosférica. A causa del desplazamiento del aire de zonas de alta a baja presión, para buscar el equilibrio energético entre áreas de diferentes temperaturas, se producen los vientos a nivel planetario.
Desde hace siglos el hombre transforma la energía cinética del viento en fuerza mecánica. Quizás, primero lo hizo para mover sus embarcaciones fluviales y marítimas usando velamen y después para hacer funcionar los molinos de granos. En el siglo I a.d.c. los chinos, pioneros de tantos descubrimientos, habían clasificado las estaciones de los vientos y usaban un tipo de cometas cónicos bellamente decorados. También se atribuye a ese pueblo la fabricación de las veletas, para indicar la dirección del aire.
Hoy, la energía eólica se aprovecha para bombear agua con molinos de viento, en la generación eléctrica por medio de aerogeneradores, máquinas hechas para convertir la energía cinética de las corrientes de aire en electricidad; y hasta se experimenta con mover barcos mercantes usando novedosos parapentes.
De acuerdo con los historiadores, los primeros molinos de viento se remontan al año 650 d.n.e. en la antigua Persia, actual República Islámica de Irán. A finales del siglo XII se expandieron por Europa y después fueron traídos a América, donde irrumpieron por Brasil a fines del siglo XVI.
En los últimos tiempos, el aprovechamiento de la energía eólica para generar electricidad experimenta un auge extraordinario en el mundo, con una potencia global instalada en el 2012 de 282 mil 275 megawatt (MW), con los cuales se generan 580 TWh (terawatt-hora), suficientes para cubrir el tres por ciento de la demanda mundial de electricidad, según datos de la Asociación Mundial de Energía Eólica (WWEA, por sus siglas en inglés).
Por regiones, Europa lidera el listado con el 37.9 por ciento de la potencia global instalada, seguido por Asia (35.4) y Norteamérica (23.4). En total, cien países y territorios usan esta preciada fuente renovable para producir electricidad.
La nación con mayor potencia eólica instalada es China, con 75 mil 324 MW. El gigante asiático, de rápido crecimiento en este campo en los últimos 10 años, es seguido por Estados Unidos, con 59 mil 882 MW, y Alemania, 31 mil 38 MW.
Sin embargo, entre los países con mayor volumen de generación por superficie en kilómetros cuadrados se encuentran las islas caribeñas de Guadalupe, con 361.2 kilowatt por kilómetro cuadrado, y Aruba, con 168.5 kilowatt por kilómetro cuadrado. Por su parte, Dinamarca goza de la mayor cantidad de potencia eólica instalada por persona, con 752.6 watts.
Los parques eólicos, que son agrupaciones de aerogeneradores colocados en zonas apropiadas y conectados directamente a la red de distribución eléctrica, comienzan a expandirse por el mundo. Algunos estados los instalan en el mar, para aprovechar la mayor intensidad del viento.
Cuba, con 11.7 MW de potencia eólica instalada, actualmente construye su mayor parque eólico, de 51 MW, al norte de la provincia de Las Tunas. Las autoridades cubanas identificaron un potencial de 630 MW con un elevado factor de capacidad, que podrían instalar en próximos años.
Con 421 aerogeneradores que producen entre todos 735,5 MW, Horse Hollow Wind Energy Center, un parque eólico situado en Texas, Estados Unidos, es el mayor del planeta.
Para el año 2020, se espera que el 10 por ciento de la energía eléctrica a consumirse mundialmente sea generada por el viento. La WWEA estima que entonces habrá un millón de megawatt eólicos instalados en todo el mundo.
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*El autor es periodista de Prensa Latina |