El juez español Juan Pablo Ruz decretó este jueves
el ingreso en prisión incondicional y sin fianza del extesorero del
Partido Popular (PP), Luis Bárcenas, acusado de cuatro delitos fiscales.
El magistrado consideró que la situación del extesorero del PP dio un
giro radical al conocerse que transfirió a Uruguay y Estados Unidos
dinero desde cuentas suizas y al descubrirse sus maniobras para fabricar
pruebas sobre una falsa compraventa de obras de arte.
Ruz es el mismo juez que lleva el sonado caso de corrupción Gürtel,
que en 2009 salpicó a connotados dirigentes del ahora partido en el
poder, incluyendo al mismo Bárcenas que abandonó el PP ese año, tras ser
relacionado al conjunto de sobornos, en el que determinadas empresas
cobraban de más por realizar preparativos de actos como mítines, y
compartían el sobrante con políticos de la agrupación conservadora.
Bárcenas, al frente de las finanzas del PP durante casi tres décadas,
ya había declarado el pasado 25 de febrero sobre el escándalo que
incluso ha llegado a Mariano Rajoy, presidente del Gobierno y líder del
partido. En esa oportunidad tuvo que explicar la procedencia los 38
millones de euros que él mismo aceptó tener en una cuenta bancaria en
Suiza.
A finales de enero de 2013 medios españoles afirmaron que Bárcenas
distribuyó dinero negro procedente de donaciones de empresas privadas
entre altos cargos del Partido Popular durante los más de 20 años que
fue administrador de esa fuerza política española.
De acuerdo con la versión de un periódico ibérico, el actual ocupante
del Palacio de la Moncloa (sede del poder Ejecutivo) nunca percibió
tales gratificaciones y ordenó poner fin a esa práctica en 2009, con lo
que en cierto modo reconoció esas ilegalidades.
Por su parte, el periódico El País difundió ese mismo día unos
papeles manuscritos elaborados por Bárcenas, en los que Rajoy sí
figuraba como receptor de unos 25 mil euros al año de 1997 a 2008. El
Ejecutivo desmintió dicha información.
La agrupación liderada por Rajoy desató con este una fuerte
indignación en España, donde la clase política sufre ya de por sí un
creciente desprestigio ante la grave situación económica.