"El hombre es bueno hasta donde la sociedad se lo permite"*.
Muy por encima de la "moral abierta y cerrada" de Bergson y del "imperativo categórico" de Kant, y hasta de la fenomenología de Hursel aplicada por Scheler en Axiología, esta frase le cierra la boca a toda religión y a todo filósofo poniendo sobre la mesa de forma desnuda y cruel la realidad subjetiva y conveniente de la sociedad (recordar el sofismo, Protágoras).
¡Qué importa que me porte bien! Nunca faltará quien vea mal mis acciones o que se les haga insuficiente. Como en la Termodinámica, jugamos siempre a perder (quien sí sepa de Física, entienda).
"Bien", el Bien, ignorando a los anteriores filósofos, depende de las mayorías, no de la razón ni de la verdad-objetiva.
Esas "mayorías" están en función del contexto, ya sea la familia, grupos, clanes, pandillas, instituciones, etc. Mientras la mayoría acuerde lo que es bueno, no importa lo que dicte "el sentido común", Lógica, filósofo, sicólogo, religión, ¡dios!... la democracia tiene la última palabra, por más jodida que esta sea.
Cierto, para el estudioso y observador, son verificables patrones sociales de conducta en todas las sociedades. Cierto, hay un común denominador moral en toda sociedad que trasciende tiempo y espacio. Pero también es lamentablemente cierto que el sofisma y caprichos han dominado el espíritu egoísta y envidioso de los seres humanos, patentado de forma rotunda en todo acto beligerante, es decir, todo el tiempo.
En una sociedad con más de 30 mil sectas cristianas, centenas de sectas mesiánicas, judías, islámicas... con miles de religiosidades que difieren no solo en teología sino en aspectos morales. En una sociedad con millares formas políticas de pensar, en sociedades pluriculturales, con tradiciones, costumbres, valores... estamos sujetos a su decisión más que a su Razón."Uno no es monedita de oro para caerle bien a todos", y se queda corta la frase. Por más que uno se esfuerce en seguir el "camino del bien", dictado en primer lugar por consenso nacional (leyes y reglamentos), y en segundo lugar por la moral social-religiosa... nunca, nunca, pero nunca faltará el insatisfecho/a que nos eche tierra. El problema no solo es de inteligencia, es de voluntad. La cuestión no es si se puede llegar a estar en paz y tranquilidad, sino, ¿se quiere?
En conformidad con la Ética peripatética (Aristóteles) y enseñanza budista (el camino medio), es como he decidido mi vida, mi conducta, resignado a que es imposible complacer a todo el mundo... y menos si no tienen fundamentos éticos, filosóficos, religiosos... ¡sentido común vaya! Tengo que adaptar mi decisión con el burdel moral que me rodea, mera hipocresía, gasmoñería, doble-moral, pura gente egoísta o envidiosa (ver cómo ser buen ciudadano).
No me gusta que se hable mal de la gente sin pruebas, aunque todos los indicios apunten hacia la veracidad de la acusación. No me gusta pues todos, yo estoy sujeto a lo mismo, a que se hable mal a mis espaldas y sin poderme defender (esta secuencia lógica me la impuso el Cálculo Vectorial, y me siento feliz y orgulloso). Por esta razón lucho porque "no sea hable mal de uno, de mí". Hablar mal de alguien, de uno, deja un prejuicio muy aciago y perjudicial. Todo lo contrario con los buenos comentarios, que la mayoría de las ocasiones son nublados por el orgullo y el reto ("a ver si cierto"). Por ello, no me importa se hable bien de mí, pues generalmente nadie le da importancia. Pero hablar mal de uno, sea cierto o no, es un estigma difícil de curar. Y menos cuando lo atacan de forma alevosa.
El sofisma nunca murió, es más, siempre está en boga. Todo depende del observador, todo depende de la jodida conveniencia de las mayorías, que en la mayoría de los países está dirigida por la ignorancia, el analfabetismo, el fut bol...
La segunda enseñanza más grande para mi praxis, es la enseñanza muy muy muy difícil pero bastante prudente de Jesucristo: no resistir el mal**. Yo no he podido llevar a plenitud este consejo, pero sin duda para el genio axiológo, es la antesala de la beatitud.
*Palabras más, palabras menos, es una de las frases más sabias que he escuchado y viene del guión de una de las mejores películas de la década pasada: Bat Man, el Caballero de la Noche, en palabras del Guasón.
Esta locución, este eximio aforismo, me ha dejado mayor enseñanza que bastante literatura religiosa y hasta filosófica.
El aforismo profano más apoteósico que han deleitado mis oídos, mi razón, mi corazón.
Debería ser el eslógan de las Ciencias Sociales al hablar de Religión y Ética.
**Preferible caer en la injusticia antes que cometerla. Sócrates.
Buscando el bien de los demás, se encuentra el propio. Platón.
Que todo sea para bien.
Incomprendido, W.