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LA CUBA DEL GRAN PAPIYO
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General: CELIA CRUZ, DIEZ AÑOS DESPUÉS
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From: cubanet201  (Original message) Sent: 16/07/2013 14:12
Celia Cruz, una cubana eterna
 
Jorge Posada
Vi a Celia Cruz en persona dos veces, y esos dos encuentros forman parte de los recuerdos más entrañables de mi vida.
La primera vez, estaba con mi mujer en un restaurante de Coral Gables y ella llegó acompañada por su esposo, Pedro Knight, y otras dos personas. Se sentó en una mesa al lado de la nuestra y al ver la sorpresa con que la mirábamos nos hizo un gesto de saludo con los ojos. Estaba vestida con una discreta elegancia y, no parecía la misma sin una de sus famosas pelucas, de todas formas Celia era inconfundible con su pañuelo azul enrollado en la cabeza, su porte de habanera y su aire inequívoco de vendaval. Mi mujer y yo quisimos respetar su privacidad y apenas volvimos a mirar hacia su mesa, pero no pudimos evitar escuchar lo que pidió: “Quiero picadillo, con arroz blanco y tostones. Y tráeme también una Materva”, le dijo a la camarera que la atendía.
 
La segunda vez que me encontré con ella yo estaba solo en una óptica de La Pequeña Habana y entró del brazo de una amiga y se puso a mirar las diferentes marcas de espejuelos y gafas. Al verla en una esquina de la tienda, una mujer que ya se iba le dijo desde la puerta: “¡Vaya, llegó la Reina!”. Celia Cruz supo que la única reina que podía estar en el lugar era ella, y buscó con la vista de dónde venía la voz. Muerta de risa, con la misma fuerza que lo vociferaba en un escenario, la saludó con el grito de guerra que ya la había hecho inmortal: “¡Azúuuuuuucaaa!”, y siguió comparando marcas. En ese momento pensé que más que una artista legendaria, Celia era el feliz resumen de todo un país.
 
Celia de la Caridad Cruz Alfonso nació en el barrio habanero de Santos Suárez el 21 de octubre de 1925 en el hogar pobre de Simón Cruz, que trabajaba como fogonero en los ferrocarriles, y de Catalina Alfonso, ama de casa. Con ella vivían sus tres hermanos, además de muchos primos. Entre las tareas domésticas que la pequeña Celia tenía que hacer estaba arrullar con canciones de cuna a los niños menores. Fue así como descubrió de una vez que le gustaba cantar y que ese canto era una vocación. Su padre quería que estudiase magisterio, y aunque trató de complacerlo, a la larga pudo más su gran pasión por la música y abandonó la carrera. Participó en diferentes concursos de aficionados tras cumplir los 14 años, y después que se matriculó en el Conservatorio Nacional de Música, cantó en salones de fiesta de segunda categoría y con diferentes grupos, entre ellos Las Mulatas de Fuego, hasta que en 1950 la oportunidad le tocó a la puerta.
 
Ocurrió cuando la cantante y compositora puertorriqueña Myrta Silva dejó la popular Sonora Matancera y quedó abierta una vacante para una voz femenina. Celia se presentó a las pruebas, en las que se impuso y fue elegida como parte de la agrupación. Debutó con el conjunto en agosto de ese año y a partir de ese momento se inició su Época de Oro con la Sonora, participando en programas de radio y televisión, viajando en giras y grabando sus primeros éxitos: Mata sigüaraya y Cao, cao, maní picao. Su potente y rítmica voz, unida al contagioso estilo del conjunto, les ganó enorme fama en Cuba y en toda América Latina, y empezó a armar una discografía que con el tiempo contaría con más de 20 discos de oro.
 
Como pasó con tantos artistas que tuvieron que irse de Cuba tras el triunfo de la revolución castrista en 1959, huyendo de la opresiva atmósfera y el tono cada vez más totalitario del regimen, Celia comenzó su exilió en una fecha tan temprana como 1960. Ese año, Celia y la Sonora Matancera firmaron un contrato para viajar a México y decidieron no regresar a la isla; un exilio que vivió el resto de su vida. En 1962, se estableció definitivamente en Estados Unidos y se casó con Pedro Knight, segundo trompetista del conjunto, que conocía hacía años.
 
Desde los años 1960 le aportó su autenticidad a las fórmulas renovadoras de lo que se dio en llamar salsa, y no paró de alcanzar un triunfo tras otro, convirtiéndose en un ídolo, alcanzando fama mundial y una lluvia de reconocimientos, como varios premios Grammys, títulos Honoris Causa de varias universidades y una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood. Intérprete simpática y chispeante, hasta el final tuvo una tremenda vitalidad.
 
A partir del 2001, Celia empezó a sufrir problemas de salud que con el tiempo se fueron agravando hasta que el 16 de julio del 2003, casi a los 78 años, murió en su casa de Fort Lee, New Jersey al cabo de una larga batalla contra el cáncer. A su lado estaban algunos amigos cercanos y Pedro Knight, su esposo de esos casi 40 años.
 
La muerte de Celia Cruz dejó conmocionado al mundo y, sobre todo, al exilio cubano en Estados Unidos. Para ellos no era solo la gran artista que popularizó el son, la rumba y la guaracha o la gran leyenda de la salsa; con su ritmo inigualable y su entusiasmo encarnaba, ante todo, los ideales del país que tuvieron que abandonar. En Cuba, sin embargo, el periódico Granma se hizo eco de la muerte de la artista con sólo dos párrafos en los que se la calificaba de “icono contrarrevolucionario”.
 
Sus restos estuvieron expuestos todo el día en la Torre de la Libertad de Miami. Ante ellos desfilaron miles de personas en una espontánea expresión de duelo popular. Luego fueron llevados a Nueva York, como ella lo había pedido, donde la ciudad entera le rindió tributo póstumo. Fue enterrada en un mausoleo en el Bronx que lleva su nombre.
 
Ahora, al cumplirse los 10 años de su muerte, el sello Sony Music saca, en edición limitada, una colección cuidadosamente remasterizada de temas de Celia, muchos del vasto catálogo del sello Fania® Record con el que la Guarachera de Cuba grabó la mayor parte de su magnífica música. Se trata de un proyecto en el que las diferentes afiliadas de Sony en Japón, Sudamérica y Europa aceptaron participar con entusiasmo y que saldrá a la venta el próximo 30 de julio. Son dos CD, cada uno con 15 canciones, en orden cronológico, desde sus primeros hits con la Sonora matancera hasta los últimos grabados para Sony, además de inolvidables exitazos como Quimbara y Cúcala, con Johnny Pacheco; Usted abusó, con Willie Colón; Burundanga, con la Sonora Matancera; y Soy antillana, con la Sonora Ponceña. La colección incluye un libro de 60 páginas, lleno de anécdotas, historias y recuerdos; con más de 70 fotografías de todas las épocas de Celia, muchas de ellas inéditas, otras poco vistas; todas presentadas con el consentimiento y la cooperación de su patrimonio. La colección es un verdadero deleite para coleccionistas y admiradores.
 
“Quisimos titularlo The Absolute Collection y no ‘Greatest Hits’ ni algo parecido porque nuestro principal interés era mostrar la influencia que ha tenido Celia con la Sonora Matancera en la música, y todo el trabajo que hizo con Johnny Pacheco, Ray Barretto y Tito Puente”, dijo Anthony González, curador de catálogos de Sony Music, quien supervisó y dirigió el proyecto. González contó con el invaluable apoyo de Omer Pardillo, quien fue manager de la artista, y en la actualidad es el director ejecutivo de la Fundación Celia Cruz, organización sin fines de lucro que creó en el 2002 y que ayuda a buscar becas para niños que estudian música y a mantener vivo el legado de la Reina de la Salsa. “La colección es como un minitour que abarca toda su carrera; como un vistazo rápido a toda su trayectoria”, agregó González.
 
Para la portada de la colección, González quería una foto que fuera intemporal, que tuviera un balance entre la Celia joven y la Celia madura, pero no lograba encontrarla. Entonces Pardillo le habló de una pintura de la artista cubana Zaida del Río, y en cuanto vio el extraordinario dibujo supo que era exactamente lo que buscaba: pura Celia con color, alegría y risa.
 
Las notas del libro que acompaña a los dos CD las escribió un experto en música latina, Tom Schnabel, de KCRW, en Santa Monica, California, autor de numerosos artículos y dos libros.
 
Celia Cruz emerge en esta monumental colección más grande que nunca. En los 30 temas que aparecen se alza su trepidante gracia y la parranda de su prodigiosa voz; 30 razones que explican su grandeza.
 
Desde hace muchos años Celia Cruz está al lado de los monstruos sagrados de la música popular; junto a Billie Holiday, Édith Piaf y Carlos Gardel; junto a Pedro Infante, Elvis Presley, Amalia Rodrigues y Beny Moré y Elis Regina: el imperecedero símbolo musical de una nacionalidad. Todo lo que cantó, todo momento que hizo suyo, toda la felicidad que regaló seguirá perteneciéndonos por los siglos de los siglos. Y nosotros, efímeros mortales, como Humphrey Bogart e Ingrid Bergman en Casablanca, siempre tendremos a Celia.
 
 
Traslado del féretro de Celia Cruz por las calles de Nueva York.
La carroza recorrió 30 manzanas en este último adiós de su ciudad de adopción.
 La cantante fue velada en la funeraria Frank. E. Campbell, la misma donde se rindió luto a Jacqueline Kennedy, Judy Garland o Rodolfo Valentino.


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From: CaTuMpI Sent: 17/07/2013 00:09


 
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