'The Absolute Collection-Deluxe Book Version' y Cali le dedica el Festival Mundial de Salsa.
Ni una palabra en Cuba.
La más grande y la más sencilla Diez años sin Celia Cruz
DDC | Nueva York | 16 Jul 2013|
Los seguidores de Celia Cruz podrán visitar este martes su mausoleo en el condado de El Bronx, en Nueva York, al conmemorarse el décimo aniversario de la muerte de La Reina de la Salsa, una década en que se han visto privados de su inigualable voz, su energía y de su "Azúcar" con los que provocó furor, reporta EFE.
La Guarachera de Cuba fue sepultada en el antiguo cementerio Woodlawn, declarado patrimonio histórico en 2012, tras su muerte el 16 de julio de 2003 al perder su batalla contra el cáncer, y tres años y medio más tarde fue enterrada junto a ella su "cabecita de algodón", como llamaba a su esposo, Pedro Knight.
Cruz había elegido como su morada final el Woodlawn, donde descansan los retos de otros famosos como el trompetista Miles Davis, el editor Joseph Pulitzer, conocido por los premios que llevan su nombre, y el pianista Duke Ellington.
El mausoleo estará abierto este martes entre diez de la mañana y cuatro de la tarde, según informó Omer Pardillo, presidente de la Fundación Celia Cruz y ejecutor del testamento y del legado de la intérprete.
El mausoleo ha sido un lugar visitado frecuentemente por los seguidores de la guarachera, que le dejan flores, mensajes y hasta un pastel en el pasado aniversario de su cumpleaños.
'Nadie que se le acerque'
"Celia fue como familia para mí y en esos diez años no ha aparecido nadie que se le acerque y creo que nunca lo habrá", dijo a EFE el músico y cantautor Willie Colón, con quien la cantante grabó tres discos.
La interprete de Bemba colorá, La negra tiene tumbao y Guantanamera, entre otros muchos éxitos, fue admirada por muchos de sus compañeros músicos y fue un ejemplo a seguir para muchos que desarrollaban su carrera cuando la cubana se había dado a conocer.
El salsero puertorriqueño Domingo Quiñones recordó que uno de los primeros discos que escuchó y que lo hicieron "enamorar de la música" fue Celia y Johnny (1974), de Celia Cruz y el músico y compositor dominicano Johnny Pacheco.
Enfatizó que temas como Cúcala y Tus paisajes le hicieron admirar el género del son montuno y luego indagar más sobre la música cubana.
El artista boricua resaltó que la Fania All Stars, conocida por muchos como la orquesta de salsa de mayor éxito en la historia, no hubiera tenido tanto impacto si no fuera por la inclusión de Cruz.
"Celia marcó una época y de ella adquirí conocimiento de interpretación", sostuvo Quiñones a EFE y aseguró que la Fania "no hubiera sido lo mismo si ella no hubiera estado desde el principio".
Cruz, recordada además por su sonrisa y amor incondicional a su público, reinó mucho más allá del mercado latino hablando sólo español. Su potente voz, su música fueron suficientes para ser admirada y también respetada en el mundo de la salsa, dominado por hombres.
"En el escenario Celia no tenía edad", señaló en una ocasión la también cantante cubana Gloria Estefan, quien también ha destacado la generosidad de la artista.
Homenaje de Sony
Tras la muerte de Cruz, Pardillo ha sido el responsable de mantener vivo su legado a través de la fundación, de la orquesta Celia Cruz All Star, que interpreta los temas que convirtió en éxitos, y otras iniciativas, que incluyen planes para construir un museo donde se exhiban de forma permanente sus coloridas pelucas, sus vestidos, sus peculiares zapatos de plataforma y premios.
La discográfica Sony, junto con la Fundación Cruz, también le rendirá tributo al cumplirse una década de su muerte, con la publicación a finales de mes del disco The Absolute Collection-Deluxe Book Version, que esta compañía describe como "un viaje visual y tras bastidores a la vida personal y artística de este icono", que se mantuvo seis décadas sobre los escenarios.
Las canciones, remasterizadas, representan diversas épocas importantes de su carrera y la mayoría proviene del extenso catálogo de la legendaria compañía de discos Fania para la que realizó la mayoría de sus históricas grabaciones, señala un comunicado de Sony.
Esta edición de colección también incluye comentarios inéditos de admiradores de Cruz, los también famosos Marc Anthony, Beyonce, Quincy Jones, Whoopi Goldberg, Pitbull, Rita Moreno, David Byrne y Gloria Estefan, entre otros.
Tributo en América Latina
Mientras tanto, la ciudad colombiana de Cali anunció que rendirá un homenaje a la cantante, con un concierto por el décimo aniversario de su fallecimiento.
El concierto se llevará a cabo el próximo 11 de agosto en el marco del VIII Festival Mundial de Salsa, según anunció María Helena Quiñonez, secretaria de Cultura y Turismo de Cali, ciudad que se considera la "capital mundial de la salsa".
La idea del concierto, que ha sido denominado Tributo a Celia Cruz, es del periodista y escritor caleño Umberto Valverde, biógrafo de la Reina Rumba, quien escogió para dirigir musicalmente el evento al arreglista, compositor y productor José Aguirre, uno de los pocos premios Grammy obtenidos por la salsa caleña.
En Cuba, como era previsible, no se ha anunciado ningún homenaje por el décimo aniversario de la muerte de La Reina de la Salsa.
Celia Cruz La más grande y la más sencilla
Fragmento de un documental realizado por Vicente Riesgo y Hugo Barroso Jr.
Por José Hugo Fernández / DESDE LA HABANA, Cuba, julio, www.cubanet.org -Algunos intelectuales y artistas cubanos asumieron como otra hipérbole de Reinaldo Arenas las inculpaciones que dirige a Fidel Castro en su libro Antes que anochezca, muy en particular cuando lo señala como el causante directo de su muerte. Ojalá, con todo y la enorme responsabilidad histórica que conlleva, que ese fuera el único crimen achacable directamente al dictador en jefe. Ojalá, incluso, que como a tantos otros autócratas latinoamericanos, tuviéramos que acusarlo únicamente por sus muertes físicas, que no son pocas.
Tanto o más peso tienen sus crímenes de lesa cultura, y del patrimonio nacional, aunque vaya usted a saber por qué se olvidan o se postergan con frecuencia. Bien mirado, la muerte física de Arenas, cuando ya había escrito una obra que lo haría inmortal, quizá no resulte tan irremediable como el hecho de que entre su público natural, compuesto por millones de cubanos, se puedan contar con los dedos de las manos quienes han tenido el privilegio de leerlo.
Y no es el único caso, por supuesto. Resulta en verdad escalofriante la lista de grandes figuras y acontecimientos de la cultura cubana que el fidelismo condenó no digamos ya al olvido, sino a la inexistencia real, borrándolos de la memoria colectiva, fría e implacablemente, a lo largo de medio siglo, y eliminándolos de la historia escrita y de las reservas testimoniales que le dan soporte.
Se trata de un crimen cuyas víctimas no sólo son esas figuras en específico, sino todos los ciudadanos de la nación, a los cuales se ha privado de su patrimonio.
Si no existieran otras razones, esta solamente bastaría para llevar ante los tribunales a los caciques de Cuba, y no sólo a sus representaciones en el ámbito de la cultura, no sólo a los que estuvieron en activo en los 60 y los 70, también a los de hoy mismo. Resulta pavoroso constatar, en pleno siglo XXI, la impunidad con que durante tanto tiempo el poder político se ha mantenido alterando su misión en nuestra isla, desbordando sus prerrogativas al marcar los límites de influencia del arte y la cultura, al decidir qué se publica o qué se lee, qué se graba o qué se escucha, y al condenar tanto al artista como al hombre común por lo que piensan o por el modo en que resuelven encausar su albedrío.
Entre esos grandes expulsados del paraíso de nuestro panorama cultural sobresale (como la Perla de Allah dentro de un collar de perlas) Celia Cruz, La Reina.
Hace ya 53 años que no existe formalmente para su pueblo. Podemos consolarnos alegando que, no obstante, aún sigue viva entre nosotros y, en fin, todas esas cosas que se dicen. Pero lo cierto, lo terriblemente constatable aun en este mismo minuto, es que varias entre las últimas generaciones de cubanos han sido obligadas, por decreto, a prescindir del tesoro patrimonial de sus discos.
Celia siempre vivió penando por haber perdido a su país y su escenario natural. Si algún consuelo cabría para ella a estas desconsoladas alturas es que realmente el gran perdedor en la contienda fue el pueblo cubano. Librada de la dictadura cuando su carrera estaba en franco despunte, Celia al menos tuvo la ocasión de adueñarse del mundo, hasta llegar a convertirse en un ídolo imperecedero. A nosotros, en cambio, nos quedó apenas la triste disyuntiva de vivir sin ella.
Decir que los jóvenes de aquí no la conocen, que la mayoría no sería capaz de reconocer su rostro en una foto o de identificar su voz en una grabación, es, en verdad, decir poco. Muchos, muchísimos de los que hoy peinan canas muestran una ignorancia tan escandalosa como la de los jóvenes ante la figura, la obra y la historia de Celia Cruz, quien, a lo largo de 53 años, jamás ha vuelto a escucharse en los medios de divulgación oficiales, ni ha vuelto a ser mencionada en un reporte de prensa, como no fuera quizá para vituperarla y calumniarla.
El Diccionario de la música cubana, editado en 1981, la ignoró ridícula y vergonzantemente. El Diccionario Enciclopédico de la Música en Cuba, Premio Anual de Investigación en 2002, y publicado por Letras Cubanas en 2007, registra bien escuetamente su nombre y parte de su trayectoria artística, pero no añade ni una sola letra a su historia personal, y aún menos a su drama como gloria de la cultura cubana demonizada por el régimen y prohibida en los medios.
Cuando nuestra gente que hoy ronda los cincuenta años, o más, o algo menos, bailaba al compás de las más famosas orquestas de la salsa internacional, sobre todo de las más auténticas, todas con marcada ascendencia de la música tradicional cubana, lo hacía ignorando, mayoritariamente, que en sus entornos Celia Cruz era reina absoluta. Incluso, es seguro que en diversas ocasiones, en fiestas particulares, la hayan escuchado, sin reconocerla, acompañando a Fania All-Stars, Johnny Pacheco, Tito Puente, Willie Colón, o Ray Barretto.
Ahora, resulta que de pronto son demasiados los que la recuerdan o los que nunca dejaron de escucharla. No digo que mientan. Digo que están narrando un sueño.
Pero más nos valdría que decidamos poner fin de una vez a nuestra complicidad implícita, al ver como cosa normal que el poder político, siempre el mismo, paute los destinos de la cultura en Cuba. Y mucho más nos convendría no engañarnos en cuanto a que existen diferencias esenciales entre la situación de 1961, cuando Dios dijo conmigo o contra mí, y el escenario de los actuales herederos de Dios, que continúan borrando o incluyendo nombres, que autorizan o desautorizan obras, que perdonan o salvan, según les resulte conveniente.
¿Acaso no sería más sencillo que la actual dirección del cacicazgo demostrara sus intenciones de rectificar, si es que verdaderamente las tiene, dejando de una vez la cultura y el arte en manos de sus auténticos hacedores, sin poses de perdonavidas, sin presiones de ningún tipo, sin condicionantes impuestas a partir de simpatías o antipatías políticas, y, sobre todo, abriendo las arcas, pero en serio, a la libre expresión, al pluralismo de ideas y al pleno comportamiento individual?
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Por Camilo Ernesto Olivera Peidro / Desde La Habana Cuba
Me preguntaron sobre Celia Cruz en el Parque de G. Desde el año 2000, esta Avenida ubicada en El Vedado es una especie de caleidoscopio juvenil. Hace diez años, cuando esa formidable artista cubana falleció, los adolescentes que ahora me preguntan por ella apenas eran niños. Hoy ellos pertenecen a la tercera o cuarta generación de cubanos, a los cuales les ha sido arrebatada la memoria musical y espiritual de su país. Quizás por eso, respondí con otra pregunta: ¿Ustedes qué saben de Celia Cruz? Primeramente hubo cierta confusión, como que no se ponían de acuerdo para decir algo coherente, pero uno de los chicos cantó La vida es un carnaval.
Lo llamativo fue que la identificó en su versión original y no con la adaptación que se escuchó en Cuba en la voz de Isaac Delgado. Ambas versiones se difundieron en la isla en 1998. La de Isaac se convirtió en hit otoñal del boom salsero cubano de esa década. La original de Celia circuló de modo semi clandestino en fiestas familiares y de algunos centros de trabajo; nunca se escuchó en la radio. De paso recordé la parodia bien lograda que Alexis Valdés hizo del tema en aquel momento. También por ese tiempo el músico oficialista Adalberto Álvarez, y su orquesta, intentaron popularizar una especie de “respuesta” a esta canción. Aquello decía algo así como, ” Puede que la vida sea un carnaval, pero si te duele tienes que llorar”.
En parte me alegré de que nadie entre los presentes se acordara de esto último. Otro muchacho del grupo contó la anécdota de un tío, que huyó en balsa y fue retenido en la Base Naval de Guantánamo en el verano de 1994. Éste era un fiel escucha de la emisora floridana Súper Q 108, luego 107.5. Hasta hace poco, tenían en casa los casetes con grabaciones tomadas de esa emisora de FM. Entre esas cintas había una de la célebre orquesta Fannia All Starsn con la voz de Celia Cruz.
Cuando les dije que la Fannia vino a Cuba en 1979 pero trajo como vocalista a Rubén Blades, todos se rieron incrédulos y me preguntaron qué edad yo tenía cuando eso pasó.
Una de las chicas del grupo me contaba que cuando ella estaba en la primaria llevaron a su casa un video donde aparecían las imágenes del entierro de “esa señora, que era una cantante cubana muy famosa en el Yuma”. Que la impresionó el mar de personas concentradas para despedirla. En esa época, en la escuela, exigían a los estudiantes atender el Noticiero de la TV porque al otro día les harían preguntas sobre lo que vieron. Pero lo más impresionante no estaba en el Noticiero. Aquel mar de pueblo acompañando el sepelio en tierra extranjera de una cantante cubana era para ella algo extraordinario. Así lo dijo al otro día en el aula y la maestra palideció. Luego, la niña supo que Celia Cruz estaba prohibida porque “era emigrada y había hecho declaraciones en contra de la revolución”.
Recuerdo el éxito de público que tuvo la película Zafiros, Locura Azul hace unos años. Aquellas largas colas para ver el filme eran todo un acto de reivindicación a ese grupo vocal y a la generación que les vio en su mejor momento. A cuenta gotas se han vuelto a escuchar recientemente en la radio, canciones en la voz de Luisa María Güell o Los Meme. En la música popular bailable más actual de la isla, las vocalistas femeninas veneran a Celia Cruz, esa mujer que tocó el cielo con las manos y con la voz. Una mujer que quiso llevar a la tumba un puñado de tierra guantanamera. Quizás intuyó que ese puñado de tierra sería su resguardo contra el olvido de los cubanos de esta orilla. Más ahora, que mediocridad y vulgaridad campean por toda la isla, y también más allá, en nombre de una popularidad comprada. En este país, la memoria musical mal vive en la nostalgia de los mayores. Pero Celia Cruz está en la raíz de nuestra nación. Contra eso no pueden la censura, la ignorancia y la desidia.
Usted, ¿por qué tiembla Señor? usted, que por todo el mundo tanta sangre derramó, que separó las familias, que a la prensa enmudeció. Usted, ¿usted por qué tiembla? ¿ tiene miedo del dolor? ¿ del dolor que a tanta gente usted siempre ocasionó? Mientras sentado leía muy cómodo en su mansión, disfrutando sus habanos, mirando televisión, pequeños niños perdían su padre en el paredón. Mucha gente injustamente era encerrada en prisión y a otros regalaba el hambre otorgando una ración, ración que usted no tenía, porque usted, usted comía dulces piernas de jamón. Señor, señor, ¿por qué tiembla? ¿cree que su hora le llegó? ¿ tiene miedo que mujeres habrán fuego de una flor? ¿ o que aquellos pequeñitos ya vomiten su sermón y se expresen en la calle, en la escuela o en su blog? ¿Teme usted que los difuntos que su gente asesinó regresen en las banderas que usted siempre pisoteó? Señor, señor, ¿por qué tiembla? ¿ cree que su tiempo acabó? no podrá evitar sentencia, no podrá evitar dolor, porque el pueblo ya despierta, porque el miedo se perdió, porque se levanta el mundo uniendo una sola voz. Usted, que siempre asumía ser el justo vencedor y le llamó antisociales a todo el que lo retó, y gusanos a todo el que se largo, contra una cosa no puede pues supera su rencor y no es la Ley de los hombres es “La justicia de Dios”