El gobierno norcoreano comenzó hoy los festejos por el 60 aniversario del cese al fuego que marcó el fin de la Guerra de Corea honrando a quienes combatieron en ese conflicto e inaugurando un cementerio para los veteranos de guerra.
El encargado de cortar la cinta y abrir las puertas del nuevo cementerio fue el líder máximo del hermético país comunista, Kim Jong Un, quien caminó entre las relucientes lápidas y sobre el pasto recién plantado, rodeado por oficiales militares y funcionarios civiles.
Varios metros detrás, lo seguían una pequeña multitud de veteranos que combatieron contra tropas de Estados Unidos, Corea del Sur y Naciones Unidas durante los tres años que duró el conflicto, de 1950 a 1953.
Dos días antes del aniversario, los ancianos ex combatientes se vistieron con sus antiguos uniformes, que en general les quedaban demasiado grandes, y lucieron todas sus medallas, lo que para muchos de ellos significó colgarse más de una decena de condecoraciones, según mostró la cadena de noticias CNN.
Según relató el canal de televisión, uno de los pocos medios estadounidenses que fue invitado a Pyongyang para el aniversario, el líder norcoreano no dio un discurso ni se acercó a hablar con los veteranos allí presentes.
Una vez que se retiró con toda su comitiva, los veteranos y los familiares de los soldados caídos hace más de 60 años se dividieron en busca de sus padres, hermanos, abuelos, esposos y amigos.
Kim Pu Ok se detuvo frente a la tumba de su esposo, un piloto que combatió en la guerra, sobrevivió y falleció dos años atrás junto a su familia a los 74 años.
Parada junto a su hijo, piloto de la Fuerza Aérea, advirtió que las heridas, aún seis décadas después, siguen abiertas en la península coreana.
"Estoy muy enojada con la política imperialista estadounidense contra Corea del Norte. Por esa razón, toda mi familia se convirtió en pilotos del Ejército Popular coreano...
para derrotar a los imperialistas estadounidenses", contó a CNN la mujer, quien dijo que actualmente hay cinco pilotos en su familia.
El 27 de julio de 1953 el mando militar norcoreano y sus aliados chinos acordaron poner fin a las hostilidades y firmaron un armisticio con sus vecinos surcoreanos y las fuerzas de las Naciones Unidas, dirigidas por Washington.
Sin embargo, nunca consiguieron ponerse de acuerdo y firmar una paz definitiva, por lo que la península coreana sigue hoy técnicamente en "estado de guerra" y dividida a lo largo del paralelo 38.
En un gesto de apertura, tras meses de mucha tensión y años de aislamiento internacional, el régimen comunista invitó a un importante contingente de periodistas internacionales y a veteranos de guerra chinos, uno que peleó con las fuerzas soviéticas y hasta dos estadounidenses.
El capitán de la Marina estadounidense retirado, Thomas Hudner, y el ex marine Dick Bonellino no viajaron a Pyongyang para participar de las ceremonias del llamado "Día de la Victoria" norcoreana.
Los dos militares retirados llegaron hace varios días para buscar los restos de un amigo que murió en una de las batallas más sangrientas de la Guerra de Corea.
"Es una ocasión muy emotiva para estar acá, con tantos veteranos y tantas personas del país que llegaron para expresar su apoyo a todos los veteranos", aseguró Hudner.
"Y como un veterano estadounidense, estoy encantado de ver que nuestros antiguos enemigos compartan con nosotros los mismos sentimientos sobre esto", concluyó el capitán retirado, quien el domingo pasado visitó el Palacio del Sol, el lugar más sagrado para el régimen comunista norcoreano.
Pero estos pequeños gestos se vieron opacados hoy por la amenaza que lanzó el líder norcoreano de cerrar de forma definitiva la fábrica que comparte en la frontera con Corea del Sur, tras un nuevo fracaso para reanudar las conversaciones entre los dos países vecinos, informó la agencia de noticias surcoreana Yonhap.
Télam