Recita
Pablo Romero Montesino-Espartero
(Mi hermano)
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Los que acudís a mi blog con frecuencia, seguramente recordaréis la historia de aquel documento sonoro que recuperamos con la voz de mi padre recitando un romance suyo escrito y grabado allá por los años 1950-1955, pues bien, en aquella misma cinta había otra grabación, una de mi hermano Pablo recitando, cuando tenía unos 18-19 años, "La Carta del Tren Expreso" de R. de Campoamor. En un principio pensé que sería mejor publicar una grabación actual una vez que él está vivito y coleando, pero ahora me doy cuenta de que el sabor a lo antiguo y a la juventud de la que disfrutaba por aquella época, tienen un valor añadido que lo hace todo más atractivo, por tanto, tal como ha sido rescatada, así la publico.
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.Corpatiment C car 293 - Edward Hopper
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Recita mi hermano Pablo Romero Montesino-Espartero
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EL TREN EXPRESO (R.Campoamor)
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MI CARTA
(Del canto tercero)
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«Mi carta, que es feliz, pues va a buscaros,
cuenta os dará de la memoria mía.
Aquel fantasma soy que, por gustaros,
jugó a estar viva a vuestro lado un día.»
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Cuando lleve esta carta a vuestro oído
el eco de mi amor y mis dolores,
el cuerpo en que mi espíritu ha vivido
ya durmiendo estará bajo unas flores.»
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¡Por no dar fin a la ventura mía,
la escribo larga..., casi interminable!...
¡Mi agonía es la bárbara agonía
del que quiere evitar lo inevitable!...»
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Hundiéndose, al morir, sobre mi frente
el palacio ideal de mi quimera,
de todo mi pasado, solamente
esta pena que os doy borrar quisiera.»
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Me rebelo a morir, pero es preciso...
¡El triste vive, y el dichoso muere!...
¡Cuando quise morir, Dios no lo quiso;
hoy que quiero vivir, Dios no lo quiere!»
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¡Os amo, sí! Dejadme que, habladora,
me repita esta voz tan repetida:
que las cosas más íntimas ahora
se escapen de mis labios con mi vida.»
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Hasta furiosa, a mí, que ya no existo,
la idea de los celos importuna:
¡Juradme que esos ojos que me han visto
nunca el rostro verán de otra ninguna!»
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Y si aquella mujer de aquella historia
vuelve a formar de nuevo vuestro encanto,
aunque os ame, gemid en mi memoria,
¡Yo os hubiera también amado tanto!»
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Mas tal vez allá arriba nos veremos,
después de esta existencia pasajera,
cuando los dos, como en el tren, lleguemos
de vuestra vida a la estación postrera.»
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¡Ya me siento morir!... ¡El cielo os guarde!
Cuidad, siempre que nazca o muera el día,
de mirar al lucero de la tarde,
esa estrella que siempre ha sido mía.»
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Pues yo desde ella os estaré mirando,
y como el bien con la virtud se labra,
para verme mejor, yo haré rezando
que Dios de par en par el cielo os abra.»
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¡Nunca olvidéis a esta infeliz amante
que os cita, cuando os deja, para el cielo!
¡Si es verdad que me amasteis un instante,
llorad, porque eso sirve de consuelo!...»
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¡Oh Padre de las almas pecadoras,
conceded el perdón al alma mía!
¡Amé mucho, Señor, y muchas horas;
mas sufrí por más tiempo todavía!»
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¡Adiós, adiós! ¡Como hablo delirando,
no sé decir lo que deciros quiero!
¡Yo sólo sé de mí que estoy llorando,
que sufro, que os amaba... y que me muero!»
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R. de Campoamor