La deslealtad de Angel Carromero
Imágenes del pasado reciente: Angel Carromero, Esperanza Aguirre y Mariano Rajoy.
Por Carlos Cabrera Pérez
Ángel Carromero ha vuelto para contar que la Seguridad castrista mató a los disidentes Oswaldo Payá Sardiñas y Harold Cepero, pero su contradictoria versión no debe verse como un conflicto entre España y Cuba, sino como un posicionamiento del joven político en la confrontación entre Esperanza Aguirre y Mariano Rajoy, ocasión aprovechada por el diario madrileño El Mundo para seguir aguijoneando al presidente del gobierno español.
El castrismo es experto en presentar cualquier acción exterior a favor o en contra de sus intereses y sus opositores, en ocasiones, caen en las provocaciones de La Habana y se lanzan en picada, aprovechando que Cuba es un tema doméstico, casi de familia, en la política española.
Carromero comete una torpeza de grumete político, al final de su entrevista, confesándose un aguirrista convencido, aunque agradece que Rajoy y su ministro de Exteriores, José Manuel García-Margallo, lo hayan sacado de Cuba tras el accidente -o incidente- en el que se vio involucrado y que acabó con la vida de Payá y Cepero, en una mala carretera de Bayamo.
Elección fatal
Y el momento y el medio de comunicación elegidos por el Vicesecretario de Nuevas Generaciones del PP no han podido ser peores, porque hasta Ignacio González, presidente de la Comunidad Autónoma de Madrid y delfín de Esperanza Aguirre, parece marcar distancias con su antecesora y mentora y ha tendido puentes con Rajoy; mientras que el periódico El Mundo ha dado amplia difusión a los llamados "papeles de Barcenas [Luis]", ex Tesorero del PP, ahora en la cárcel, acusado de varios delitos relacionados con la supuesta financiación irregular de su partido.
Quizá Ángel Carromero debió elegir otro medio de comunicación, incluso uno o varios del exilio cubano, para explicar su nueva versión de lo ocurrido el 22 de julio del 2012 en el oriente de Cuba. Pero elegir El Mundo y declararse aguirrista desde chiquitico lo coloca en un serio aprieto, porque él es un cargo de confianza del Partido Popular en el Ayuntamiento de Madrid, donde la alcaldesa Ana Botella no quiere más líos y sueña con los Juegos Olímpicos del 2020.
Su lealtad a Esperanza Aguirre lo honra, y más en este momento de trueques de lealtades internas en el PP. Pero la estridencia era innecesaria y los que conocen bien a Mariano Rajoy saben que es alérgico a la algarabía y las insensateces, sobre todo, viniendo de una persona a la que consiguió sacar de una cárcel cubana para que cumpliera su sanción en España, y de alguien que cobra un buen sueldo mensual porque su partido lo nombró a dedo.
Saltar del barco
De hecho, Carromero tuvo que ser trasladado de un puesto de confianza a otro debido a las presiones de los opositores Partido Socialista Obrero Español (PSOE) e Izquierda Unida en el ayuntamiento capitalino, pues no estaban dispuestos a compartir espacios con un condenado.
Ángel Carromero, quizá por su juventud y estado emocional, ha agredido innecesariamente a Rajoy y a García-Margallo: a su edad debía saber que cuando uno milita en un partido y ocupa cargos de responsabilidad debe y puede discrepar internamente, pero también debe ser disciplinado y leal.
Cuando uno se hace corsario -y ya sabemos que los partidos políticos al uso son maquinarias totalitarias para la toma del poder- sabe que debe estar dispuesto incluso a saltar al barco de enfrente y cortar piernas y sacar ojos, pues o se milita con todas las consecuencias o se apea uno del barco. ¿Qué sentido tiene cobrar un sueldo por decisión de su partido, que lo mantuvo en el Ayuntamiento de Madrid contra viento y marea, y luego apuñarlo por la espalda?
Si Carromero quiere promover una investigación judicial de la muerte de Payá y Cepero está en todo su derecho, y tiene vías claras para hacerlo; pero no a costa de denigrar a Mariano Rajoy y al gobierno de España, que bastante tienen con la que está cayendo a diario.
Esperando por las pruebas
Un experimentado político hispanocubano, como el diputado del Partido Popular, Teófilo de Luis, ha salido hoy al paso de las declaraciones de Carromero, recordando que su gobierno se limita al acuerdo de extradición alcanzado con el gobierno castrista y que se atiene a las declaraciones de Carromero, cuando estaba en Cuba.
Pelín injusto para con el joven correligionario, porque si alguien conoce las presiones que debió soportar en la isla es precisamente De Luis, quien, en cambio, ha acertado al decir que espera las pruebas que corroboren la nueva versión de Carromero.
Así las cosas y aprovechando que agosto sigue siendo la larga siesta (vacaciones) española, lo deseable, lo sensato y lo más conveniente para los intereses de los demócratas cubanos es que, al menos por esta vez, evitemos caer en la tentación de juntar razones y pasiones en un tema doloroso para toda Cuba, como fue la muerte de Oswaldo Payá y Harold Cepero, dos de sus mejores hijos.
A estas horas, es probable que Ángel Carromero esté arrepentido de su estrepitosa vuelta al ruedo, aunque genera dudas al asegurar que viajó a Cuba a llevar dinero a la oposición y a alentarlos y que lo volvería a hacer.
En estos casos, nada mejor que el sabio y viejo refranero español: Ángel, compañero, calladito estás más guapo...
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