En un día como hoy es más que nunca justo y necesario recordar a los jóvenes argentinos caídos en la Guerra de las Malvinas (1982), enviados al combate sin preparación y equipo idóneo por una junta militar genocida que, en la guerra, demostró su estúpida soberbia, su profunda ignorancia de las cuestiones militares y su incurable crueldad con su propia tropa. Fueron casi 700 jóvenes argentinos los que pagaron con su vida esta grotesca aventura militar que, además, alejó considerablemente en el tiempo la recuperación de una porción del territorio argentino ocupado violentamente por fuerzas expedicionarias británicas en 1833 que, previo desalojo de la población residente en las islas, se asentó en ellas sin otro argumento que la fuerza.