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General: Cambiar la relación de fuerzas y avanzar ... en Argentina
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De: Ruben1919 (Mensagem original) |
Enviado: 10/08/2013 02:43 |
Cambiar la relación de fuerzas y avanzar |
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(Editorial de Nuestra Propuesta del 8 de agosto de 2013)
A días de las Paso todos los encuestadores coinciden en que el Frente para la Victoria será la primera fuerza política. Pese a que enfrenta dificultades en los grandes distritos, en cada uno de ellos confronta con partidos o alianzas distintas, de manera que tomado el conjunto del país, sólo habrá una fuerza en condiciones de recoger un porcentaje importante de los votos. Desde el punto de vista legislativo, se confirma un diagnóstico: el oficialismo mejoraría su situación en la Cámara de Diputados, tal vez con diez bancas más, y mantendrá las que tiene o perderá un par en el Senado. Este panorama aparece todavía abierto en la provincia de Buenos Aires. Massa, quien arrancó con 15 puntos de diferencia a su favor (proyectando los indecisos), fue perdiendo votantes, hay encuestadores que hablan de empate técnico y otros que marcan distancias que oscilan entre los dos y los cuatro puntos.
En este contexto, nuestra defensa del gobierno se basa en la convicción de que este proceso, con sus defectos y virtudes, genera un terreno propicio para trabajar en la superación de la crisis de alternativa, circunstancia que no podemos desaprovechar. La actual situación presenta serias dificultades y, como revolucionarios, es bueno que nos preparemos para enfrentar estadios aún más delicados. Reafirmamos la idea de que de este momento el gobierno no puede salir debilitando su voluntad de avance y menos aun cediendo a las presiones de la derecha. Es importante destacar que la Presidenta manifestó que el proceso en curso desde el año 2003 no es un modelo económico, sino un proyecto político con objetivos económicos, sociales y culturales. Es una definición de una gran importancia, ya que habilita un debate positivo -aún pendiente, pese a la exhortación presidencial- acerca de cuáles son los lineamientos programáticos necesarios para avanzar en un proyecto de país liberado de las trabas del neoliberalismo e impulsar medidas y cambios estructurales que, entendemos, deben ser de corte socialista. Esos cambios y medidas, protagonizados por los sectores populares apuntan a disputar el poder con los grupos monopólicos y los sectores elitistas y conservadores. Esto se enlaza con otras de las definiciones centrales del mensaje presidencial, al destacar que “es necesario empoderar al pueblo, a la sociedad, de estas reformas y de estas conquistas para que ya nunca nadie más pueda arrebatárselas”. El planteo de profundizar para avanzar es recurrentemente respondido con el argumento de que no contamos con la correlación de fuerzas necesaria. Insistir en este argumento puede ser peligroso porque no toma en cuenta el carácter dialéctico de la relación entre el avance social y la correlación de fuerzas. Toda relación de fuerzas puede ser revertida si el pueblo comprueba que existe en el gobierno una inquebrantable vocación transformadora y, aunque hayamos perdido un tiempo valioso en esto, creemos que aún es posible esta construcción, cambiar la relación de fuerzas y avanzar. Hoy más que nunca la salida debe encararse por izquierda, radicalizando las reformas y apuntando a tomar medidas que efectivamente sean de carácter estructural, abandonando las ilusiones de alcanzar un capitalismo serio o humanizado y tomando el mismo camino de Venezuela, Ecuador y Bolivia en la gran batalla por el socialismo del siglo 21.
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(Editorial de Nuestra Propuesta del 1 de agosto de 2013)
Etchevehere, titular de la rancia Sociedad Rural, fijó su posición clasista en la inauguración de la muestra anual en el predio de Palermo: “Tenemos una política agropecuaria insólita, y nos quedamos sin el trigo, sin la harina y sin la torta”. Y prosiguió: “El mundo se nos cayó encima, señora Presidenta, y su gobierno dilapidó esas oportunidades y malgastó en subsidios, politiquería barata, prácticas populistas, corrupción y propaganda”. Fue más a fondo el ruralista, que reclamó volver a un Estado ausente y dejar las manos libres a una “producción” que se considera capaz de todo. De producir, exportar y, por supuesto, definir cómo y para quién se distribuye. La propiedad de la tierra.
De esto, en definitiva, es de lo que se trata: el catastro de la propiedad de la tierra en las 23 provincias determina que el total de hectáreas en manos de extranjeros es de 15.881.069, esto es un 5,93 por ciento de las tierras rurales en el ámbito nacional. Por debajo de la media se ubican las provincias que integran la zona núcleo del sector agropecuario: Buenos Aires (3,54 por ciento), La Pampa (2,58), Santa Fe (4,8) y Córdoba (1,04). El economista Eduardo Basualdo asegura que, pese a los profundos cambios desplegados en el sector, se mantiene y asegura la continuidad de la oligarquía terrateniente en nuestro país. En el libro Estudios de historia económica argentina se ilustra que “las violentas modificaciones en la propiedad del capital (durante la convertibilidad) no se expresaron en el sector agropecuario pampeano y específicamente en el agro bonaerense”. Y explica que “las transferencias netas de tierras vinculadas a los grandes propietarios bonaerenses fueron reducidas”, en la década del noventa como en la siguiente. O sea, nada ha cambiado. A tono con los reclamos del titular de la Rural, los candidatos de la derecha buscan posicionarse para intentar cosechar réditos en lo electoral. Las importantes manifestaciones opositoras realizadas en setiembre y noviembre de 2012 y en abril de 2013 solo tienen, a la fecha, incipientes intentos de constituir una representación política que las lidere, como es el caso de Sergio Massa. Igualmente, debemos tener en cuenta que, si bien existe una crisis en la oposición, también enfrentamos importantes niveles de crisis en la construcción de una alternativa popular organizada más allá de los recurrentes esfuerzos realizados en este sentido. El escenario electoral lejos está de presentarse fácil para el gobierno y desde el Partido Comunista entendemos que la mejor manera de encarar esta campaña es impulsando un debate sobre el proyecto de país, sobre los caminos a seguir, considerando lo expresado por la Presidenta en su discurso del 25 de Mayo pasado. En primer lugar, resulta importante destacar que la Presidenta manifestó que el proceso en curso desde el año 2003 no es un modelo económico, sino un proyecto político con objetivos económicos, sociales y culturales. Esta definición es de vital importancia, ya que habilita un debate positivo -aún pendiente, pese a la exhortación presidencial- acerca de cuáles son los lineamientos programáticos necesarios para avanzar en un proyecto de país liberado de las trabas del neoliberalismo e impulsar medidas y cambios estructurales que, entendemos, deben ser de corte socialista. Estos cambios y estas medidas, protagonizados por los sectores populares, deben apuntar a disputar el poder con los grupos monopólicos y los sectores elitistas y conservadores. Desde la vereda de enfrente de la Rural, nosotros también queremos definir cómo y para quién se distribuye.
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Energía: atentos y vigilantes |
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(Editorial de Nuestra Propuesta del 25 de julio de 2013)
Los principios de la Soberanía Hidrocarburífera están establecidos en la Ley 26741, que además de la estatización de una parte de YPF, la declara de interés público para lograr el autoabastecimiento de hidrocarburos, garantizar su exploración, explotación, industrialización, transporte y comercialización. Ahora, el decreto 929 debe entenderse dentro del régimen creado por la Ley 26741, que menciona como principios de la política hidrocarburífera argentina, entre otros, “la integración del capital público y privado, nacional e internacional, en alianzas estratégicas dirigidas a la exploración y explotación de hidrocarburos convencionales y no convencionales”, como también “la maximización de las inversiones y de los recursos empleados para el logro del autoabastecimiento de hidrocarburos en el corto, mediano y largo plazo”. En este punto se debe mencionar lo gravemente negativo de la privatización neoliberal de la empresa en los noventas, cuya recuperación parcial por parte del Estado no alcanza para dejar de importar hidrocarburos. Esto es lo que se perseguiría con el régimen de promoción y el acuerdo entre YPF y Chevron, que establece beneficios para quienes realicen una inversión directa de más de mil millones de dólares durante los primeros cinco años de un proyecto. Permite a los inversores, en la medida que haya autoabastecimiento y luego de los cinco años de iniciado el proyecto, exportar el veinte por ciento de la producción sin retenciones y pudiendo dejar el total de las divisas exportadas en el exterior. Esto implica no tener que importar el ochenta por ciento de la nueva producción de estos emprendimientos, que se destinará al mercado interno en un periodo de cinco años, evitando el drenaje de divisas que significa la permanente adquisición de hidrocarburos por parte del Estado.
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