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De: Quico º  (Mensaje original) Enviado: 20/08/2013 22:05

EE UU se bloquea ante la crisis egipcia

La impotencia del presidente Obama frente a sus interlocutores egipcios aparece como un elemento central que podría ser una manifestación de un giro trascendental

Jean-Marie Colombani 19 AGO 2013 - 00:01 CET

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Los acontecimientos de Egipto tienen una importancia considerable, por supuesto. En una región que podría hundirse en el caos como consecuencia de la monstruosa guerra civil siria, el retorno de los atentados sangrientos en Irak y las amenazas que pesan sobre las revoluciones libia y tunecina —sin olvidar las negociaciones israelo-palestinas, sobre cuyo desenlace ya nadie se aventura a emitir un pronóstico, por prudente que sea—, la gravedad de los sucesos egipcios tiene múltiples repercusiones. Para Egipto, evidentemente, que se juega su futuro: regreso a la dictadura o, pese a todo, incluido el baño de sangre, instauración de una nueva transición democrática. Para Estados Unidos, entre cuyos aliados estratégicos en la zona no solo estaba Arabia Saudí, sino también Egipto. Para Europa, aunque en menor medida, que necesita un Egipto estable. Para las revoluciones árabes, cuyo fin podrían estar anunciando estos hechos. Y, finalmente, para el islam político.

Detengámonos, en esta fase más que incierta de los acontecimientos, sobre el papel y el lugar que ocupa Estados Unidos. La impotencia del presidente Obama frente a sus interlocutores egipcios, unos generales tradicionalmente sumisos a Washington, aparece como un elemento central que podría ser una manifestación de un giro trascendental. Es cierto que al presidente norteamericano todo esto le ha cogido a contrapié. Su discurso de El Cairo, el primer gran discurso sobre política exterior de su primer mandato, un mensaje solemne al mundo árabe, fue interpretado en su momento como precursor de la Primavera árabe. ¿No invitó Barack Obama a los pueblos de la región a conquistar la libertad? Este discurso marcaba, en efecto, un giro estratégico, y el comienzo de una alianza de facto con los Hermanos Musulmanes. Estos últimos eran considerados como la única fuerza capaz de tomar el relevo, pero, sobre todo, en Estados Unidos eran considerados la mejor muralla contra Al Qaeda. Para Washington, una sociedad dominada por la Hermandad no podía dejarse tentar por las sirenas extremistas, especialmente las de Al Qaeda, uno de cuyos principales dirigentes es egipcio.

El problema es que los Hermanos Musulmanes no se han conducido como demócratas, ni mucho menos. Todos sus adversarios, en Egipto sobre todo, y entre ellos su blanco favorito, a saber, los coptos, han venido denunciando incesantemente el golpe de Estado perpetrado solapadamente por el presidente Morsi y sus partidarios al amparo de su victoria electoral. Esto explica que una parte no desdeñable de Egipto haya aceptado, al menos por el momento, la intervención de las fuerzas armadas.

La situación es particularmente compleja. Barack Obama está abocado a denunciar las masacres, los blindados que disparan sobre la muchedumbre, el extremismo de los militares. Y, por lo tanto, a prever ciertas sanciones. Pero estas no pueden llegar muy lejos, pues los intereses estratégicos norteamericanos en Egipto son capitales. Estados Unidos subvenciona a las fuerzas armadas y, a cambio, se garantiza el libre acceso permanente tanto al espacio aéreo egipcio como al Canal de Suez. Mutatis mutandis: para Estados Unidos es tan impensable separarse de forma duradera de Egipto como lo es para Putin y Rusia romper con su único apoyo estratégico en la región, la Siria de Bachar el Asad. Por tanto, no es fácil que abandone a los generales ni que se enemiste con ellos.

La solución, en los términos en que la enuncian sobre todo los dirigentes europeos, pasa por apoyar a los moderados de ambos bandos, en un momento en que uno y otro, militares y Hermanos Musulmanes, están dominados por los extremistas. En mayor o menor medida, los militares tendrán que aceptar el restablecimiento de un proceso democrático. Y más teniendo en cuenta que, ya antes de los acontecimientos, los Hermanos Musulmanes parecían haber perdido mucho terreno entre la opinión pública egipcia.

El actual bloqueo de Estados Unidos en la región es sin duda una de las etapas de una retirada progresiva vinculada a la reconquista de su independencia energética y a un nuevo rumbo diplomático bautizado por Barack Obama "leadership from behind", que, de hecho, es un reflejo de su reorientación hacia su confrontación con China. Esta situación plantea cada día más claramente el problema de la presencia de la Unión Europea, que, no lo olvidemos, es junto a Israel la primera interesada en la estabilidad del Mediterráneo. Si "la naturaleza aborrece el vacío", uno se pregunta a qué esperan los dirigentes europeos para intentar llenarlo. Para el Viejo Continente es una necesidad estratégica a largo plazo cada día más evidente y a la que, al mismo tiempo, sigue pareciendo igual de difícil dar respuesta.



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De: Quico º Enviado: 20/08/2013 22:09

El primer ministro egipcio aboga por no excluir a los Hermanos Musulmanes

En una entrevista a la cadena ABC, Hazem el Beblawi defiende la ayuda económica de EE UU pero asegura que no es necesaria

Captura de pantalla de la entrevista al primer ministro interino de Egipto, Hazem el Beblawi.

En su primera entrevista tras aceptar el cargo, el primer ministro interino de Egipto, Hazem el Beblawi ha asegurado a la cadena estadounidense ABC que no tema que la represión ejercida por las fuerzas armadas contra los manifestantes islamistas derive en una guerra civil. Beblawi ha insistido en que el nuevo Gobierno formado tras el derrocamiento del presidente Mohamed Morsi, está comprometido con la democracia y que en ese proceso también debe incluirse a los Hermanos Musulmanes.

“No podemos excluirlos”, ha reconocido Beblawi a la periodista Martha Raddatz. “Personalmente, creo que todos los miembros de la cofradía y del resto de fuerzas políticas tienen el derecho de participar. Debemos garantizar la transparencia”. Las palabras del dirigente egipcio contrastan con las que pronunció el pasado domingo el actual ministro del Interior quien propuso la prohibición de los Hermanos Musulmanes y con el empeño del Gobierno interino por diezmar a su cúpula.

En las últimas semanas más de un millar de civiles egipcios han fallecido como consecuencia de las cargas de las fuerzas de seguridad egipcias, pero Beblawi ha defendido la actuación de las autoridades. “El hecho es que las manifestaciones no fueron pacíficas. Les pedimos que se disolvieran de manera pacífica, pero ellos nos respondieron con disparos”, explica en la entrevista. “Lo que ha ocurrido es malo, pero no tengo remordimientos”.

Beblawi también se ha referido a la decisión de EE UU de suspender las maniobras militares conjuntas en represalia por la violencia ejercida por el Ejército egipcio contra la población civil de la semana pasada. “En su corazón, muchos egipcios aprecian los valores de democracia, libertad y respeto que defiende EE UU. Lo que a veces no nos gusta son los políticos que oponen a nosotros”.

El primer ministro también ha aludido a la cuestionada ayuda económica y militar de 1.500 millones de dólares anuales que recibe de Washington asegurando que suspenderla, como defienden muchos políticos del Capitolio, sería “una mala señal”. “Pero no se olviden de que durante mucho tiempo, Egipto se apoyó en la ayuda militar de Rusia, así que hay muchas maneras de sobrevivir”. En las últimas semanas, Arabia Saudí, y otros países árabes vecinos han ofrecido miles de millones de ayuda financiera al nuevo Ejecutivo, a los que también ha hecho referencia Beblawi para relativizar la importancia de los fondos de EE UU.

La Casa Blanca ha anunciado que el presidente de EE UU ha convocado una reunión del Consejo Nacional de Seguridad para discutir la ayuda de 1.500 millones de dólares. Las criticas hacia la decisión de la Administración de no referirse al derrocamiento de Morsi como un golpe de Estado para garantizar los fondos no han hecho sino arreciar en EE UU ante el mantenimiento de la violencia por parte del Ejército egipcio. El portavoz de la presidencia, no obstante, ha insistido presentar el encuentro de este miércoles como algo rutinario. “No es la primera vez que se reúne para discutir la situación en Egipto”, ha señalado.


Respuesta  Mensaje 3 de 3 en el tema 
De: Quico º Enviado: 20/08/2013 22:15

“Lo ocurrido en Egipto es más complejo que un golpe de Estado”

Bernardino León, el enviado especial de la UE para el Mediterráneo Sur, centra sus esfuerzos en mostrar una salida negociada a la violencia en Egipto

Bernardino León, en la rueda de prensa de este lunes en Bruselas. / GEORGES GOBET (AFP)

Bernardino León se esperaba un verano complicado, pero no tanto como lo está siendo. El enviado especial de la UE para el Mediterráneo Sur –y antiguo hombre de confianza del expresidente José Luis Rodríguez Zapatero- centra todos sus esfuerzos en mostrar una salida negociada a la violencia en Egipto. León (Málaga, 1964) recibe en su despacho a EL PAÍS y al Süddeutsche Zeitung, desde donde prepara la reunión del miércoles en la que la UE deberá dar una respuesta política a los centenares de muertos en un país fundamental para el futuro de la región.

Pregunta. Los ministros de Asuntos Exteriores de la UE se reúnen mañana para estudiar su respuesta a la crisis. ¿Qué margen de maniobra tienen?

Respuesta. Habrá un debate sobre las medidas que estamos barajando. Pero la UE quiere ser constructiva y mantener una puerta abierta al diálogo para impulsar una solución política, pese a lo difícil de la situación.

P. La canciller Angela Merkel ha hablado de un bloqueo de la exportación de armas. ¿Qué efecto real tendría sobre el terreno?

R. Creo que se hablará más en términos de coordinación de mensajes, pero luego cada país tomará la decisión unilateralmente. Podrían comunitarizar el tono de la respuesta, que luego cada uno modularía.

P. ¿Cuál es la influencia real que le queda a la UE?

R. Muchísima. La UE es un interlocutor importante, percibido como todas las partes como el más central. Además, somos el socio comercial de Egipto más importante, de donde procede el 80% del turismo, la mayor parte de la inversión y de la ayuda no militar.

P. Arabia Saudí ha dicho que reemplazará la ayuda que se retire a Egipto. ¿No teme la UE que su peso quede diluido?

R. Pese a toda la ayuda que ha recibido Egipto, su economía no se recupera. Necesita que vuelvan los inversores. Por eso Europa insiste en que hay que recuperar la confianza. Es fundamental el apoyo de los países del Golfo, pero también de los occidentales.

P. Esa vuelta de la confianza parece imposible ahora.

R. Hay una situación muy grave. La UE ha condenado de la manera más clara lo ocurrido, atribuyendo la responsabilidad especial al Gobierno, pero también dejando muy claro que la violencia viene de ambas partes. Todos estamos de acuerdo en que lo importante es detener esta situación e incentivar un retorno al diálogo.

P. La UE habla de los moderados en ambos bandos, pero es evidente que ahora no son ellos los que dirigen la situación. ¿Cómo espera dar voz a estos sectores?

R. Si lográramos entrar en un diálogo político, entonces esos sectores estarían imponiendo su criterio. Hay iniciativas, tenemos contactos y vamos a apoyarlos para que su voz se escuche más. No podemos permitir que un país tan central quede en manos de los extremistas.

P. ¿Tras la marcha del exvicepresidente Mohamed El Baradei, quedan voces moderadas en el Gobierno actual?

R. Sí, aún hay sectores que hacen esfuerzos a diario por contener la situación.

P. ¿Por qué le cuesta tanto a la UE hablar de golpe de Estado al referirse a la caída del expresidente Mohamed Morsi?

R. Porque lo que ocurrió entre el 30 de junio y el 3 de julio es una situación mucho más compleja que una simple intervención militar. Nunca hemos negado un elemento de intervención militar. Pero había cientos de miles o millones de personas en las calles y una amenaza de enfrentamiento entre todos los colectivos. La comunidad internacional apoyó al presidente para que facilitara una salida (un referéndum, elecciones anticipadas…) para evitar el enfrentamiento.

P. Da la sensación de que se prefirió mirar hacia otro lado ante la caída de un Gobierno no amigo y ahora la situación es mucho peor.

R. Tras las elecciones, la UE dijo que el justo vencedor fue Morsi. Bruselas fue de las primeras capitales que visitó tras ser elegido. La UE firmó ayudas por valor de 5.500 millones de euros. No se puede decir que la UE haya mantenido distancias. Pero a finales de noviembre, Morsi empieza a tomar decisiones que nos parecen muy discutibles: asume poderes legislativos, defiende la Constitución sin apoyarse en un grupo más amplio, va a un referéndum con los liberales enfrentados… Entra en una dinámica muy poco inclusiva. Se le tiende la mano, pero empieza a tomar decisiones que revelan una cultura de falta de acuerdo, que no es achacable solo a él o a los Hermanos Musulmanes, sino que es común a todos los partidos políticos egipcios.

P. ¿Lo que ocurrió el 3 de julio no fue un golpe de Estado?

R. No vamos a entra en la guerra de las etiquetas ni de las legitimidades, porque lo que queremos es reconstruir la transición democrática. Que es algo que no tiene nada que ver con lo que estamos viendo. Buscamos un proceso inclusivo en el que todos los partidos políticos participen en igualdad de condiciones, con un acuerdo sobre el sistema electoral, sin líderes políticos en prisión, con respeto a los derechos humanos. No se puede reprochar a la UE haber sido ambigua en su enjuiciamiento.

P. ¿Qué supondría para la UE la ilegalización de los Hermanos Musulmanes?

R. Requerirá un debate de la UE, pero personalmente creo que sería un error. No iría en la buena dirección. No se puede demonizar una institución que representa a tantas personas, pese a los errores que ha cometido. Ese no es el camino.

P. ¿Y la liberación de Mubarak?

R. Cuesta trabajo pensar que se tome esta decisión. Se está hablando de una recuperación democrática y al mismo tiempo se habla de liberar al presidente contra el que se rebelaron todos los egipcios unidos hace dos años. En un contexto como el actual de inestabilidad, ¿va a añadir un elemento más de confrontación? Creo que sí.

P. ¿Se ha convertido la primavera árabe en una pesadilla?

R. Nunca pensamos que iba a ser un proceso fácil ni corto. No tenemos la perspectiva necesaria. Todavía hoy se sigue hablando de transición en algunos países del este de Europa. En Túnez hablamos de una transición política. Pero Egipto no solo tiene pendiente eso, sino también una auténtica revolución social en indicadores como el papel de la mujer, el nivel de la educación y el desarrollo de la clase media. No harán falta años, sino quizás décadas.

P. ¿Cómo vivió los momentos previos al aplastamiento de los campamentos islamistas la semana pasada?

R. Con mucha angustia. Con llamadas permanentes a distintos interlocutores. Decíamos que era imposible que esa operación se pudiera hacer sin derramamiento de sangre. Era inevitable que hubiera situaciones de pánico. Pero la realidad superó las expectativas.

P. ¿Duda la UE de la cifra de seis centenares de muertos que han dado las autoridades?

R. Se dijo que había habido miles de heridos, pero no sabemos qué ha pasado con ellos después. No sabemos si se retiraron cadáveres y se contabilizaron de forma adecuada. Los Hermanos Musulmanes hablaban de miles de muertos, quizás la cifra real esté en un punto intermedio. No sé si alguna vez sabremos exactamente cuánta gente murió.

P. ¿Cómo cicatriza una herida así?

R. Con determinación y voluntad política. El problema es que no vemos esa voluntad en el Gobierno actual. Sí en algunos miembros del Gobierno, pero no en los que están tomando las decisiones ahora.

P. ¿Está Egipto al borde de la guerra civil?

R. No. El Gobierno y los Hermanos Musulmanes siguen existiendo en que debe haber una salida pacífica. Estamos lejos de algo parecido. Pero es importante detener ahora la escalada, porque al final del proceso podría darse un enfrentamiento mucho más amplio.

P. Egipto tiene un papel fundamental en la región. ¿Temen un efecto contagio a países como Túnez?

R. Acabo de regresar de allí. Desde que empezaron las movilizaciones en las calles egipcias, había un cierto contagio. Hay una correa de transmisión muy inmediata en Libia, Túnez…



 
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