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De: Ruben1919 (Mensaje original) |
Enviado: 27/08/2013 12:29 |
Federico García Lorca merece un panteón digno
Por: JOTAMARIO ARBELÁEZ |
6:24 p.m. | 26 de Agosto del 2013
Foto de García Lorca (centro) en la que se reconoce, con la chaqueta en el brazo, a Salvador Dalí.
Foto: AFP
Se cumplen 77 años del fusilamiento del poeta granadino por la Guardia Civil española. Perfil.
Despedida
Si muero, / dejad el balcón abierto. // El niño come naranjas. / (Desde mi balcón lo veo.) // El segador siega el trigo. / (Desde mi balcón lo siento.) / ¡Si muero, / dejad el balcón abierto!
En 1964 cayó en mis manos uno de los pocos libros de mi biblioteca que no he comprado: las Obras completas de Federico García Lorca, publicadas por Aguilar.
Delicada edición en papel cebolla (1.864 páginas) y carátula de cuero flexible, en la que por más que uno pasaba las páginas no avanzaba.
Se la presté al caviloso poeta Jaime Jaramillo Escobar, quien por entonces firmaba como X-504, y si algo llegó a conmoverlo tanto como La muerte en Venecia, de Mann, fueron las Impresiones y paisajes, de Federico.
Leyó el tomo de una sentada de varias semanas y, después de revisar la meticulosa cronología del andaluz, anotó con lápiz en la última página:
“Todo este libro y no dicen lo que debieran haber dicho de la muerte de Federico. Solo dicen: ‘Agosto: Muere’. En este silencio sobre la muerte de Federico está toda la vergüenza de España”.
Mi edición está fechada: Madrid. 1960. Tiempos en que ninguna editorial podía ni quería pronunciarse en contra del régimen. No he cotejado con ediciones posteriores a la muerte del Caudillo, para ver si son más explícitas.
En Aguilar, donde muchos años después habría de publicar mis Antimemorias, me desempeñaba como vendedor ambulante para seguir los pasos de Gabo, y la tarde del eclipse cuando me liquidaron, el libro se me quedó pegado del maletín.
Pensé devolverme a devolverlo, pero el espíritu de Lorca tuvo el poder de disuadirme. Algún día se me ocurriría decir algo acerca de su asesinato al pie de la que sería su tumba compartida; para más señas, fosa común con tres comunistas, como terminaría descubriéndolo.
Después de leerlo, de reservar para mis proyectos futuros recursos de Poeta en Nueva York y de detenerme asombrado en su teatro, a la vez clásico y vanguardista, me pasaba horas enteras contemplando desde un rincón del Municipal los ensayos de La casa de Bernarda Alba, cuyo tremendo papel hacía Fanny Mikey.
La tiranía de Bernarda con sus hijas prefiguraba lo que sería el régimen de Franco con los españoles por tantos años.
El silencio de la intolerancia
Por mis revoltosos años 60, de su crimen no hablaba nadie, ni los marxistas, a quienes no les interesaba la comprobada sodomía del poeta (se especula con el tórrido romance que habría sostenido con el excéntrico Dalí, y de la violación interrupta del uno por el otro en las Residencias de Estudiantes), ni los mariconchis, a quienes no les interesaba la presunta aproximación al marxismo de su adalid.
El hecho comprobado –e impune, para mayor vergüenza de España– es que a Federico lo mandó a asesinar el esbirro Ramón Ruiz Alonso, después de sacarlo a rastras de la casa del poeta falangista Luis Rosales, donde este le había ofrecido refugio.
Pésimas lenguas íberas aseguraron que Rosales le gritaba a la guardia civil caminera cuando llegó a allanarlo que Federico no se encontraba escondido en su casa, mientras estiraba la trompa señalando debajo de la cama donde el cantor de Granada se orinaba en los pantalones.
(Atiendo la conseja tan solo por el gag picaresco, digno de Chaplin, pero al tiempo la desvirtúo, pues, según mis averiguaciones, Rosales, que tenía gran ascendiente entre la Falange, no solo le dio leal refugio en su casa sino que cuando supo que Ruiz Alonso, en su ausencia, había ingresado a ella y sacado al poeta, lo encaró severamente preguntándole tres veces por qué sin orden escrita ni oral había allanado la residencia de un hombre de la Falange y retirado a su huésped. Este respondió las tres veces: “Bajo mi única responsabilidad”. Según le confió después José Rosales a Luis Penón, lo que quería Ruiz Alonso no era tanto la cabeza del poeta sino desprestigiar a los Rosales, haciéndolos pasar por eso que ahora se llama “auxiliares del terrorismo”. Son datos encontrados en el libro de Ian Gibson El hombre que detuvo a García Lorca.)
Lo condujeron a la sede del Gobierno Civil al compás de sus bayonetas, lo trasladaron al pueblo de Víznar, lo vendaron, lo ubicaron de espaldas ante una fosa en la cual cayó de espaldas luego de la ráfaga del pelotón de fusilamiento.
No se sabe cuántos disparos recibió. Los merecía todos. Su verdugo Ruiz Alonso lo acusaba de ser “socialista y agente de Moscú”.
Lo que dijeron sus verdugos
Quien conducía el automóvil, Juan Luis Trescastro, se jactó de haber tomado parte en la ejecución, en un sitio conocido como La Pajarera, donde lo escuchó el concejal Ángel Saldaña:
“Venimos de matar a Federico García Lorca. Yo le metí un tiro en el culo, por maricón” (lo cuenta en García Lorca, asesinado: Toda la verdad, José Luis Vila-San Juan).
Lo acusaban también de dar informes radiofónicos a Moscú acerca de cómo iba el conflicto civil en España. O sea que lo pasarían por las armas a la vez por rojo y por sonrosado.
Ejecutaron enseguida a los banderilleros Francisco Galadí y Joaquín Arcollas, y al maestro Giósciro Galindo, todos atados con las manos a la espalda, por rojos.
Desde entonces reposan en los barrancos de Víznar, donde hay por lo menos un millar de restos de ejecutados en Granada durante la contienda civil.
El sitio se ha constituido en un piadoso parque en memoria de los caídos. Pero los caídos ahora –bien caídos– son sus verdugos.
Si España tiene una cola que mostrar, ostensible, así sea expresada como documento de papel en más de 1.800 páginas o de mármol a cambio de La Cibeles, es la de Federico, más de varón varonil que las huevas de los otros poetas en estampía.
Los familiares de los victimados horrendos se habían abstenido de solicitar su exhumación y buscar para ellos tumbas más dignas que un cementerio colectivo.
Pero llegó el momento en que los parientes de los banderilleros y del maestro se decidieron a impetrarla al juez Baltasar Garzón, después de que este estuvo en Colombia participando en una de estas patéticas ceremonias de desenterramientos masivos de las víctimas de los asesinos paramilitares.
De paso, saltarían los restos del poeta granadino, de quien sus familiares no han estado de acuerdo en que se remuevan. Por algo será, pues también afirma el historiador Gibson que tienen un vergonzoso “guardado” respecto de la muerte de Federico.
Los que murieron y los que sobrevivieron
Debieron por lo menos haber exigido esa exhumación los valientes poetas salvados por el exilio, cuando volvieron, para enaltecer la memoria del –¿será aceptable?– mártir revolucionario. (No hay que demeritar el heroísmo del exilio, o sea, el huir para no dejarse aprehender y matar, pero los que se fueron fueron: Rafael Alberti, León Felipe, Juan Rejano, Max Aub, Emilio Prados (que no volvió), María Zambrano, Remedios Varo, Ramón Gómez de la Serna, Salvador de Madariaga, Luis Cernuda, Juan Ramón Jiménez. Al respecto, sobre los suyos, Sartre dejó esta frase lapidaria: “Los que regresaron eran como exiliados entre nosotros”.)
O si no por lo menos sus colegas del otro extremo, los “Faeries de Norteamérica,
Pájaros de La Habana,
Jotos de México,
Sarasas de Cádiz,
Apios de Sevilla,
Cancos de Madrid,
Floras de Alicante,
Adelaidas de Portugal…
abiertos en las plazas con fiebre de abanico o emboscados en yertos paisajes de cicuta”, aquellos que invoca en su Oda a Walt Whitman.
Debe ser que el pudor los cubre, de verificar que el tiro de gracia al más completo poeta de España sí fue precisamente donde lo confesó el carnífice Trescastro.
Lorca merece un digno panteón, que exhiba para eterna memoria la vergüenza de España, la ejecución injusta e irracional de un escritor que se la jugó por la causa del hombre y no de la izquierda, de un español cuya obra se acerca más a la de Shakespeare que la del mismo Cervantes. No importa por dónde le haya entrado el tiro que acabó con su pluma.
Más vergüenza aún para los homofóbicos y entregados españoles de la época, que vieron con ojos ciegos que lo mataran. Ojos que se tranquilizaron al aparecer en la Cronología de la edición de Aguilar: “1936. Agosto. Muere”.
JOTAMARIO ARBELÁEZ Especial para EL TIEMPO
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'El amante uruguayo' explora qué sucedió con cadáver de García Lorca
Santiago Roncagliolo narra la historia de un uruguayo y su relación con el escritor.
La leyenda de Lorca y los mitos que rodean su muerte no tienen fin. Todavía no se sabe dónde están sus restos, y ahora, tras el redescubrimiento del escritor Enrique Amorim, un millonario uruguayo que fue amante del poeta cuando estuvo en Argentina, queda en el aire la pregunta de si este pudo robar su cadáver.
Se trata de una apasionante historia que Roncagliolo (Lima, 1975) ha plasmado en su libro El amante uruguayo. Una historia real, publicado por editorial Alcalá; una monumental investigación por el Buenos Aires de los años treinta, la guerra civil española y el París de posguerra, y por la historia de los máximos creadores del siglo XX, como Picasso, Chaplin, Neruda o Borges.
La de Roncagliolo es una pesquisa que empezó con el interrogante de saber si sería verdad que Amorín, un seductor, comunista y homosexual casado, había robado el cadáver de Lorca. Después de todo, él mismo dijo que así lo había hecho, durante un homenaje al poeta que él presidió en Salto, a orillas del río, ante multitud de gente. Ese día de 1953, 17 años después de la muerte de García Lorca, el uruguayo enterró una caja blanca -que se supone contenía los huesos del poeta- y levantó un monumento en su honor .
"Cuarenta y ocho años después, el monumento y su misterioso contenido siguen ahí, intactos -dice Roncagliolo-, pero nadie quiere decir ni una palabra sobre si es verdad que García Lorca está enterrado ahí".
Cierto o no, la historia le pareció fascinante al escritor peruano porque con ella descubrió que detrás existía un personaje novelesco, y se puso en marcha para investigar su legado.
"Amorim era un escritor; bueno, más personaje que escritor -precisa Rocangliolo-. Con 40 libros escritos, pero con poca memoria de ellos, y que se sabía todos los secretos de los artistas del siglo XX. Su vida era su mejor obra. Sabía mucho y no lo podía contar, porque en los cincuenta no se podía hablar de la homosexualidad de Lorca o de Jacinto Benavente, ni de los dudosos manejos del partido comunista, en el que él mismo militó", comenta el autor de Abril rojo, el thriller Premio Alfaguara de 2006, que lo lanzó a la fama.
Según Roncagliolo, Amorim, a quien artistas como Picasso le pedían plata (aunque luego se lo cobraba caro), dejó un vasto material para que alguien relatara su vida. "Y me tocó a mí -afirma el escritor-, aunque en realidad su vida sigue estando llena de enigmas. Si los restos de Lorca están donde dice él que los dejó, es un hecho histórico; pero, si no, esta sería su última burla al mundo intelectual que nunca lo tomó en serio", subraya.
El libro, que se lee de manera trepidante, está plagado de anécdotas y descubrimientos; cuenta que Amorim y Lorca fueron amantes cuando este último estuvo en Argentina y en Uruguay, y un tiempo en Madrid, con cartas que hablan de una relación de cómplices y muy pícara.
"Es difícil saber cómo fue de íntima esa relación -explica Roncagliolo-. Gibson cuenta que mucha gente se enamoraba de Lorca, y él la olvidaba rápidamente. Pero yo creo que Amorim llegó a creer que su amor fue mucho más intenso. Incluso pensaba que a Lorca lo mataron por su culpa, por haberles pillado una conversación en la calle en la que ellos admitían sus filias y sus fobias políticas".
La investigación de Roncagliolo incluye cartas, fotografías y documentos, rescatados en gran parte de la biblioteca que Esther Haedo, la viuda de Amorim, ha custodiado durante años en Uruguay, y del libro de sus memorias. Los documentos recogen momentos memorables, como la supuesta reunión secreta que tuvieron Chaplin y Picasso -hoy, dos reconocidos comunistas-. "Pero Chaplin no menciona que Amorim estuviera allí. Solo dice que estaban Picasso, Jean-Paul Sartre y él -afirma Roncagliolo-. Pero la descripción que hace de Sartre es la de Amorim. ¿Y es que Amorín se hizo pasar por Sartre?".
El resultado de este libro no es saber si nos podemos fiar o no de Amorim. En palabras de Roncagliolo: "En cualquier caso, nos ha dejado un retrato del siglo XX, el de alguien que estuvo en todo y con todos, pero que no estuvo en la foto".
Amorim organizó un homenaje a su amante en Uruguay
"El anfitrión de todo ese despligue era un hombre demacrado, visiblemente enfermo, con la piel en los huesos, que evidentemente había reunido fuerzas de flaqueza para dirigir la ceremonia emocionado y tembloroso...
-El tiempo -dijo el hombre- será el auténtico escultor, el tiempo que nos dará la razón será el último y definitivo autor del homenaje, cuando nuestros nombres se borren como escritos en la arena y el musgo acompañe con el verdor de la esperanza, los versos del gran poeta Federico Gracía Lorca.
A continuación, por orden de ese mismo hombre demacrado, los albañiles abrieron una fosa detrás de la lápida y enterraron en ella una caja: una caja blanca, de las proporciones de un osario de cementerio: 40 x 50 x 60, sobre la cual el hombre declaró:
-Aquí, en un modesto pliegue del suelo que me tendrá preso para siempre, está Federico...".
Fragmento de 'El amante uruguayo. Una historia real'
Más seductor que escritor
Según Roncagliolo, Enrique Amorim inventó el 'marketing' literario. El uruguayo solo tuvo un éxito como escritor: "La carreta", un cuento sobre el bajo mundo de la pampa, que reeditó cuatro veces, para mantener vivo su prestigio.
"Escribió 40 libros -dijo Roncagliolo, en una conferencia que dictó en Casa América, el año pasado-. Pero para lo que sí era muy bueno era para la vida social y para colarse en la vida de los famosos. Descubrió su talento cuando era muy joven, a los 20 años, y lo fue perfeccionando. Era un seductor. Era un hombre que amaba a los artistas, que estaba fascinado con los escritores, con los actores, con los pintores. Y cuando García Lorca llegó a Buenos Aires, se fascino con él (...)
Este hombre se ocupó de que García Lorca nunca terminase 'Yerma' en Montevideo. Se lo llevó de fiesta, se lo llevó al carnaval, contrató una orquesta de candomberos, se lo llevó en un Wasan -un coche muy caro- por todos lados. Y quedó fascinado con García Lorca, pero además fascinado con la idea de que todo el mundo supiera que él amaba a García Lorca. Fueron amantes, o por lo menos Amorío dice que lo fueron".
Carmen Sigüenza Reportajes Efe Madrid (España).
- Publicación
- eltiempo.com
- Sección
- Otros
- Fecha de publicación
- 19 de marzo de 2012
- Autor
- Carmen Sigüenza
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Vuelve el teatro insólito de Lorca
Teatro insólito, surrealista e incluso una autobiografía de Federico García Lorca
Foto: Archivo particular
Comedia sin título y El público
Así se han considerado Comedia sin título y El público , dos piezas del escritor español que se publicaron 40 años después su muerte y que se presentan mañana y el viernes 20 de enero en el Teatro Julio Mario Santo Domingo.
Esta versión, dirigida por Pawel Nowicki, que unió las dos obras en un solo montaje, se había estrenado en el 2011 en el Teatro Mayor, pero se vuelve a presentar esta semana antes partir a la tierra de Lorca a una temporada corta en los Teatros del Canal de Madrid (España).
"Lorca es un autor que ninguno quiere perderse", explica Nowicki en un texto sobre la obra. Comedia sin título es una obra que el poeta nunca terminó (fue ejecutado durante la Guerra Civil española). En ella, un director de teatro detiene una obra a mitad del espectáculo y desarrolla un drama que cuestiona la utilidad de la creación artística.
El público , por su parte, escrita en 1930, es una crítica al teatro convencional y al público burgués de la época, y salió a la luz gracias a la desobediencia de Rafael Martínez Nadal, amigo de Lorca a quien él le entregó un manuscrito que debía destruir si le pasaba algo.
"¿Por qué montar estas dos piezas? Porque estos dos dramas, completos o bosquejados, brillan con una especial, atemporal y universal belleza. Son una maravillosa reflexión sobre la creación y el artista", dice Nowicki sobre las obras. Los actores colombianos podrán mostrar su talento ante el público español.
Publicado el
18 de enero de 2012 Cultura y Entretenimiento
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Un grupo de teatro carcelario invoca la libertad con García Lorca
Reclusas de El Buen Pastor reciben indicaciones de las actrices Johana Bahamón y Victoria Hernández.
Las alusiones al encierro que hizo el dramaturgo español Federico García Lorca en ‘La casa de Bernarda Alba’ se han convertido en reclamos de libertad para la veintena de reclusas de la cárcel El Buen Pastor que integran el grupo de teatro del centro.
Bajo las indicaciones de la actriz Johana Bahamón y de su profesora de teatro, Victoria Hernández, las internas ensayan diariamente durante más de dos horas en el patio del centro penitenciario, que consideran "un espacio de libertad" que les permite relacionarse, evadirse e intercambiar experiencias con un proyecto único en el país.
"El tema era muy parecido a la vida en la cárcel. El texto habla de la libertad del espíritu y ellas pueden estar encerradas entre cuatro paredes pero son libres de sentir y pensar", declaró a Efe la actriz, quien recordó que, sin personajes masculinos en escena, el texto se ajusta perfectamente al grupo.
Escrita en 1936, la obra retrata la España conservadora y rural mediante la historia de Bernarda Alba, una madre que tras enviudar impone a sus cinco hijas un estricto duelo que las condena a vivir encerradas en la casa familiar.
"Resultaron ser unas actrices innatas, son muy generosas con sus sentimientos. Si un personaje está triste se desbordan en tristeza, si un personaje está alegre, entonces se desbordan de la alegría y tienen unos sentimientos tan a flor de piel que son unas actrices naturales muy buenas", reconoció Bahamón.
En septiembre de 2012 y tras asistir como jurado a un certamen de belleza en la cárcel, esta actriz colombiana de telenovelas como ‘3 Milagros’ o ‘Niñas mal’, conoció su realidad y decidió que "necesitaba volver".
Tras un proceso de selección en el que no se tuvo en cuenta el delito que cometieron, doce candidatas fueron elegidas para interpretar a los personajes femeninos que, sólo dos meses después, representaron ante todas sus compañeras del Buen Pastor, a las que se unió la ministra de Justicia, Ruth Stella Correa.
Entre ellas se encontraba Teresa Aparicio, una catalana de 50 años de edad que cuenta los seis y medio que le quedan para abandonar la prisión en la que lleva encerrada 16 meses, cuando la acusaron de tráfico de drogas.
"Estos son ratos de libertad. Sales, ensayas, te mueves,...", confesó Aparicio, quien interpreta a Josefa en la obra, la abuela loca "capaz de decir todas las verdades que nadie más se atreve" y que vive con emoción los ratos que comparte con el resto de compañeras.
"Ha sido una oportunidad que nunca me hubiera imaginado, me ha dado mucha fortaleza, como si no estuviéramos recluidas", explicó.
"Aprenderme el guion fue bastante fácil, lo importante es ponerse en el personaje y hacer que quede bien para que la gente se lo crea". Aparicio, quien denuncia el hacinamiento que viven las cárceles colombianas, espera con ansia su repatriación a España para poder estar más cerca de aquellos a los que más extraña, su familia.
"Siempre hay problemas, es una cárcel, desde que uno entra algo pasa, es parte de la rutina, pero cuando llegamos aquí y empezamos a ensayar todo se olvida, todo fluye", reconoció Bahamón.
La experiencia resultó ser un éxito, "de las mejores" que la artista reconoció haber tenido "a nivel profesional y personal". Aparentemente, la iniciativa ha sido también satisfactoria para las reclusas del grupo de teatro, ya que pasó de 24 a 40 miembros.
"Cuando empecé a ver la importancia y el apoyo a ellas decidí crear la Fundación Teatro Interno", añadió, un proyecto que busca llevar el teatro a todas las cárceles de Colombia como una terapia de evasión, expresión y convivencia.
El próximo 25 de marzo todas ellas actuarán en la ciudad de Villavicencio, una experiencia que esperan salga bien para iniciar una gira que las podría llevar a recorrer distintas partes del territorio colombiano.
EFE
- Publicación
- eltiempo.com
- Sección
- Cultura y entretenimiento
- Fecha de publicación
- 18 de marzo de 2013
- Autor
- EFE
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