El 28 de agosto de 1963 alrededor de un cuarto de millón de ciudadanos procedentes de todos los rincones de Estados Unidos participaron en una de las mayores manifestaciones celebradas hasta aquel momento en Washington y que reunía a un 80 % de manifestantes afroamericanos.
Esta marea humana pasó a la historia con el nombre de Marcha sobre Washington por el trabajo y la libertad y en ella tuvo lugar el que ha sido considerado como "el discurso más importante del siglo XX", en el que el reverendo Matin Luther King Jr. pronunció la famosa frase "I have a dream" (Yo tengo un sueño), convirtiéndose en un icono mundial de los derechos sociales y civiles.
Pero esa marcha, junto al discurso, de los que se celebra el aniversario 50, no solo consagró en la gloria y fama a Luther King, sino que lo ponía al mismo tiempo en el punto de mira de la Oficina Federal de Investigación (FBI) y más concretamente de su director John Edgar Hoover.
El repentino ascenso de popularidad del líder de los movimientos en defensa de libertades de los afroamericanos se había convertido en el objetivo de la famosa agencia de investigación norteamericana. Su director se marcó como meta personal acabar con la racha ascendente y destruir su credibilidad.
Se barajaron muchas hipótesis, entre las que se contemplaba un posible asesinato, el accidente "fortuito" e incluso realizar una campaña de desprestigio suficientemente potente que acabase por conducirlo finalmente a su propio suicidio.
Hoover solicitó un permiso especial al Fiscal General de los Estados Unidos, cargo que ostentaba en aquellos momentos Robert F. Kennedy (hermano del Presidente de la nación), para poder investigar y espiar a Martin Luther King, accediendo a su vivienda y su oficina con la intención de colocar micrófonos con los que enterarse de todas las conversaciones que mantuviese.
El director del FBI tenía el convencimiento de que el líder afroamericano mantenía contacto directo con grupos comunistas (los grandes enemigos de EE.UU. en aquella época de Guerra Fría), y reunir las suficientes pruebas con las que le pudiese destapar y utilizarlas en su contra era primordial para acabar con él.
Según han ido transcurriendo los años, y con ellos se ha desclasificado alguna documentación referente a aquella época, se pudo saber la exhaustiva vigilancia que se mantuvo hacia Luther King, encontrando numerosos informes que contenían anotaciones de puño y letra de Hoover realizadas en los márgenes de las hojas.
La inmensa mayoría de los informes y las grabaciones con las escuchas telefónicas realizadas a Luther King continúan clasificadas como top secret, debido a una demanda judicial presentada en 1977 por Bernard Lee (uno de sus colaboradores), quien consiguió que permanecieran selladas y sin ver la luz a lo largo de los siguientes cincuenta años (hasta 2027).
Martin Luther King fue asesinado de un tiro en la garganta a las seis de la tarde del 4 de abril de 1968 mientras estaba en el balcón de la habitación 306 del Motel Lorraine, en Memphis (Tennessee). El autor del certero disparo fue James Earl Ray, un veterano de guerra de 40 años de edad contrario a la integración racial.
Mucho se ha especulado desde entonces sobre la posibilidad de que el FBI estuviese detrás del asesinato y máxime cuando varios agentes, allí destacados y que estaban vigilando, tardaron poquísimo tiempo en auxiliarle pero no se percataron de la presencia del asesino.