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General: SE ACABO LA RE RE DE CRISTINA
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LA PEOR ELECCION DEL KIRCHNERISMO DESDE 2003, 26% DEL PAIS E INCLUSO HAN PERDIDO EN VARIAS PROVINCIAS. EL AUTORITARISMO Y LA CORRUPCION, CREO, LICUO EL PODER DEL CRISTINISMO. LO PEOR DEL ACTUAL GOBIERNO K, ES QUE NO TIENEN UN CANDIDATO QUE SUPLANTE A CRISTINA EN EL 2015, DEL RIÑON DEL KIRCHNERISMO. VAN A TENER QUE PONER A SCIOLI. NO LES QUEDA OTRA. |
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ARGENTINA NO ES VENEZUELA. ESO DEMOSTRO LA ULTIMA ELECCION. |
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EL AUTORITARISMO BANANERO EVIDENTEMENTE LICUO EL PODER K. NO HAY DUDAS. LA GENTE NO ES PELOTUDA. YA LO HABIAN DEMOSTRADO LOS CACEROLAZOS. |
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ARGENTINA, TODAVIA, ES UN PAIS DE CLASE MEDIA Y LA GENTE NO COME VIDRIO. A NADIE LE GUSTA QUE LE METAN EL DEDO EN EL CULO. LOS AUTORITARISMOS MESIANICOS BANANEROS YA NO VAN EN LA ARGENTINA. |
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NADIE ES ABSOLUTO 100% DE LA VERDAD. EL PRESIDENTE ES UN SERVIDOR DE LA GENTE Y NO UN SEÑOR FEUDAL. TODO EL MUNDO TIENE ALGO DE VERDAD. LA SOBERVIA ES LO QUE LICUO, INSISTO, AL CRISTINISMO. |
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ESO ES MESIANISMO BANANERO. LO HAN CONVERTIDO A FIDEL CASTRO, UN TIPO MATO A UN MONTON DE GENTE, QUE VIOLO LOS DERECHOS HUMANOS, UN SEÑOR FEUDAL QUE VIVE DISTINTO A LA GENTE COMUN, EN UN MESIAS. ESO ES TIPICO DE PAISES BANANEROS. ESO ES LO QUE SE DEMOSTRO EN LA ARGENTINA AYER, QUE NO FUNCIONA.
SOMOS UN PAIS DE CLASE MEDIA. GRACIAS A DIOS.
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EN 10 AÑOS EL KIRCHNERISMO, MEDIANTE LOS MEDIOS OFICIALES, INTENTO LAVARLE EL CEREBRO A LA GENTE SOBRE IDEAS DE ISQUIERDA TRUCHA (FIDEL CASTRO NO VIVE IGUAL QUE EL RESTO DE LA GENTE) Y NO LOGRO, INSISTO, IMPONER UN LIDER QUE SUPLANTE AL ACTUAL KIRCHNERISMO. ESTO ES DIGNO DE UN ESTUDIO SOCIOLOGICO. ¿PORQUE EL FRACASO K EN ESTE SENTIDO? ¿PORQUE PARA EL ARGENTINO NO VA UN "FIDEL CASTRO"?
LA RESPUESTA ESTA CLARA
GRACIAS A PERON Y A DIOS |
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PERO BUSCANDO UN EQUILIBRIO NO NOS OLVIDEMOS QUE CRISTINA TAMBIEN ES PERONISTA Y QUE EN SU GOBIERNO SE RECUPERO EL NIVEL ECONOMICO DE MUCHA GENTE. HOY, LA GENTE, VIVE MEJOR QUE HACE 10 AÑOS SIN DUDAS. ESTO DEMUESTRA QUE LA MISMA ES INGRATA, POR LO MENOS EN LA ARGENTINA. LA GENTE CADA VEZ EXIGE MAS A LOS POLITICOS. LE PASO TAMBIEN LO MISMO AL MENEMISMO EN LA ELECCION DE 1997, QUE A PESAR QUE HABIA PROSPERIDAD ECONOMICA EL PATILLUDO TAMBIEN PERDIO. ESE CREO, ES UN FENOMENO ARGENTINO. NO DEMONIZEMOS A CRISTINA.
BUSQUEMOS UN EQUILIBRIO.
SALUDOS |
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ARGENTINA NO QUIERE SEÑORES FEUDALES. ESO DEMOSTRO ESTA ELECCION. PRIMERO CON EL ALFONSINISMO, CON EL MENEMISMO Y LUEGO CON EL CRISTINISMO. EN LA ARGENTINA NO VAN LOS DICTADORES TIPO FIDEL CASTRO, FRANCO, ETC,ETC.
ESO ESTA CLARISIMO.
OBVIAMENTE A LOS SEÑORES FEUDALES NUNCA LES CONVIENE EDUCAR A LA GENTE. INSISTO, SIN OFENDER A NADIE. ARGENTINA NO ES CUBA NI VENEZUELA. |
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ARGENTINA ES UN PAIS MAS A LA INGLESA, OSEA CON MUCHA CLASE MEDIA. ESE FUE EL ORIGEN DEL PORQUE LLEGAMOS A SER MAS RICOS QUE LOS EEUU, INCLUSO, A COMIENZOS DE SIGLO. ESTE ES OTRO TIPO DE PAIS. EL GRAN ERROR DE ALGUNOS ES EL QUERER LATINOAMERICANIZAR A LA ARGENTINA CUANDO TIENE OTRO PERFIL. LA HISTORIA LO DEMUESTRA. LOS DICTADORES SIEMPRE DURARON POCO EN LA ARGENTINA. |
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EL FIN DEL CICLO DEL KIRCHNERISMO, CREO, QUE OBEDECE MAS A UN CANSANCIO DE LA GENTE A TANTOS AÑOS DE PODER. LA GENTE NO QUIERE INSISTO MONARCAS Y REYES CON PLENO PODER Y AUTORITARISMO. LA GENTE QUIERE MAS DEMOCRACIA. ESA ES LA ARGENTINA.
EL PAIS MAS LATINO Y MAS CERCA DEL ARQUETIPO DE LOS ANGLOSAJONES. AQUI LAS DICTADURAS, SEAN POR ISQUIERDA O POR DERECHA, QUE SE VAYAN YA SABEN ADONDE. POR ALGO EL PAPA ES ARGENTINO. |
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DE TODAS MANERAS INSISTO NO DEMONIZEMOS A CRISTINA NI A NESTOR KIRCHNER. CREO, QUE EN OTRO CONTEXTO, FUE UN EXITO PARA ELLOS. ESO DEMUESTRA QUE MUCHA GENTE SALIO DE LA POBREZA.
LA CLASE MEDIA TIENE OTRO PERFIL. A LA CLASE MEDIA NO LE GUSTA QUE LE METAN EL DEDO EN EL CULO. EL POBRE ES ESCLAVO DEL PODER SEA POR ISQUIERDA O POR DERECHA. CUANDO UNO VIVE EN OTRO NIVEL SOCIAL YA PUEDE PENSAR Y HAY MAS PROBABILIDAD DE QUE NO HAYA SEÑORES FEUDALES. |
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Tomala vos, dámela a mí…Qué sí, que no…
¡Qué lío el de la famosa clase media argentina!
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Es voluble y hasta resulta difícil definirla. A veces anda tan perdida que no sabe qué es lo que le conviene. Pero no puede quedar fuera de los procesos políticos. Todo un desafío.
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Argentina se reconoce como un país “de clase media”. Esta es una de las primeras afirmaciones que hace el historiador Ezequiel Adamovsky en un su libro “Historia de la clase media argentina. Apogeo y decadencia de una ilusión, 1919-2003”.
Según el autor, la “clase media” es una identidad, una construcción cultural, en la que se ha autoreconocido mayoritariamente la sociedad argentina. No responde de modo mecánico a condiciones económico-estructurales, sus “ingresos no están necesariamente en un punto intermedio entre ricos y pobres”. Bajo ese gran paraguas se incluyeron desde sectores trabajadores hasta ciertos grupos empresariales.
Adamovsky afirma que, a diferencia de otros países latinoamericanos, se ha supuesto que, en Argentina, “gran parte del progreso nacional se debe a esa poderosa capa intermedia que se desarrolló entre unos y otros (ricos y pobres), haciendo una sociedad más móvil, abierta e inclusiva”. En este sentido, la identidad clase media se ha ligado al ser nacional.
El nacimiento de la clase media argentina se situó a fines del siglo XIX y comienzos del XX. Fue una época caracterizada por el crecimiento de la economía agro-exportadora, el arribo de vastos contingentes de inmigrantes europeos y, como consecuencia, una creciente organización de los sectores trabajadores.
Las elites decidieron, entonces, que para asegurar la continuidad del proyecto debían diferenciar y dividir a esa gran masa conformada por los nuevos sujetos (inmigrantes y trabajadores). Así, la Argentina del centenario (1910) comenzaba a separar a profesionales, comerciantes, docentes, empleados, y pequeños empresarios y productores del resto de la masa obrera.
Cuando ese amplio sector medio tomó conciencia de su número e importancia, reclamó un lugar en la política y el Estado. En principio, sus demandas de participación cívica se oyeron en oposición a la elite gobernante. A medida que sus conquistas eran más importantes, sus relaciones con las mayorías populares fueron más dificultosas.
Adamovsky entiende que, en ese escenario, se conformó un imaginario a partir del cual “la sociedad se divide en tres, de modo que existe un nivel intermedio entre los extremos de la clase alta y baja”. Esta imagen mental sería la búsqueda de un equilibrio o moderación, que impediría los choques violentos; en otros términos, el consenso que oculta los legítimos conflictos de intereses sectoriales. El escritor José Pablo Feinnmann presenta ese equilibrio desde una lectura filosa: “El punto medio es el punto de la inocencia, los demonios son los extremos”.
Cuando el peronismo (1945-1955) se definió a partir de su política hacia los sectores populares y el movimiento obrero, pudo verse en acto por primera vez a la clase media. Los sectores profesionales y “blancos” se explicitaron como sujetos y tomaron partido por el antiperonismo.
Fueron esos años los que guardan los primeros registros del uso del término “clase media” en los discursos políticos.
El proceso de conformación del peronismo se asentó en la idea de que la nación estaba dividida en dos, y que el pueblo sería la clase trabajadora, los “descamisados”. La reacción antiperonista agrupó los intereses de la élite con los de una gran proporción de los sectores medios, que se sintieron ajenos a aquel sujeto peronista.
Pero el antiperonismo no es una constante histórica de esa clase. Si bien esa identidad se constituyó en la década del cuarenta como modo de diferenciarse de la masa plebeya de seguidores de Perón, hubo con los años una fuerte presencia de estudiantes, profesionales e intelectuales que transitaron por las anchas avenidas del movimiento iniciado por Juan Domingo Perón. Muchos de ellos, incluso, protagonizaron en nombre del “movimiento” las luchas por la liberación nacional y social, que se desarrollaron en las décadas del sesenta y setenta.
La dictadura genocida de 1976-1983 tiñó de sangre y desaparecidos al país. Muchos profesionales, docentes e intelectuales engrosaron la lista de 30 mil detenidos-desaparecidos por el delito de “subversión”. Pero una gran parte de la clase media legitimó la masacre y acuñó el slogan oficial: “algo habrán hecho”.
El escritor Osvaldo Bayer describe el comportamiento de esa clase tras la caída del último régimen dictatorial. Encuentra en Ernesto Sábato el representante intelectual más legítimo de la clase media, ya que él “expresa sus fantasmas, sus miedos, sus exitismos, sus necesidades de verse premiada, su capacidad de remordimiento. Pasa alegremente de las más trágicas de las dictaduras a un país con libertades, sin haber sacrificado ni una lágrima”. Sábato había calificado de “honesto” al dictador Jorge Rafael Videla y luego presidió la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP).
La clase media, representada en la presidencia de Raúl Ricardo Alfonsín (1983-1989), tomó el lugar de garante de la democracia y la pacificación. Fue ese punto medio entre la violencia represiva y la violencia “subversiva”, que llegó a asociar al peronismo.
Fue la misma clase media la que en pleno apogeo neoliberal (1989–2001) avaló con su voto, en 1995, la reelección de Carlos Menem. Fueron años en los que se desató la mayor crisis al interior de esa identidad. Mientras compraba bienes fabricados en el extranjero en cómodas cuotas y vacacionaba fuera del país, beneficiada por la convertibilidad (paridad cambiaria peso-dólar), se hundía junto a los sectores populares, como consecuencia de la desintegración de la producción nacional.
Años más tarde, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner sostendría que en muchos momentos de la historia "sólo han crecido unos pocos porque muchas veces, muchos sectores, como las clases medias, terminaron siendo funcionales a proyectos políticos que la terminaron devastando".
La decadencia económica que arrojó como saldo el neoliberalismo llevó a las capas medias a una nueva alianza con los sectores más desposeídos. En conjunto, protagonizaron el final del modelo neoliberal. Tomó la cacerola y se movilizó. Allí se juntó con el piquete de los trabajadores desocupados y logró la renuncia del gobierno de turno. Obligó a los sectores del poder a rediscutir (renegociar) las bases de una nueva gobernabilidad.
Pasado el estallido social, la clase media rompió su alianza con los de abajo y el piquete se transformó en un obstáculo vehicular.
Sin embargo, la nueva administración logró un rápido apoyo de amplios sectores medios y populares. Eso fue el resultado del nuevo escenario delineado tras la asunción de Néstor Kirchner en 2003, quien se concentró en remendar la ruptura entre la sociedad y sus representantes. Fue visible, entonces, la atención a demandas vinculadas a los derechos humanos, la unidad latinoamericana y la recuperación de algunos de los recursos extranjerizados.
Arturo Jauretche, en “El medio pelo en la sociedad argentina: Apuntes para una sociología nacional”, explicaba que en países semicoloniales, como Argentina, lo necesario era una alianza de la clase media y baja, pues “ni el proletariado, ni la clase media, ni la burguesía por sí solos pueden cumplir los objetivos de la liberación nacional”. Ese escenario parecía aflorar nuevamente promediando la primera década de este siglo.
El kirchnerismo se renovó en las elecciones de 2007, con la llegada de Cristina Fernández de Kirchner a la presidencia. Según los mismos analistas, el voto más significativo en ese triunfo fue el de los sectores populares. La clase media se había reubicado en las opciones opositoras, incluso prestó su apoyo a las maniobras destituyentes de las patronales agrarias, que protagonizaron un “lock out” entre marzo y julio de 2008.
Valeria Rodríguez Lama, licenciada en Ciencias de la Comunicación, analizó el papel de la clase media en ese momento: “es pudorosa de sus propias xenofobias, y ante el cuestionamiento por su posicionamiento metonímico con la Sociedad Rural Argentina –cómplice de las dictaduras y gobiernos de facto, de oligarquías manifiestas y opulencias vox populi -, no tardó en responder: ‘No, yo estoy con los chacareros”.
En este contexto, el vicepresidente radical Julio Cobos dio el viraje esperado. Se alineó con los hacedores del “lock out patronal”. Adoptó el discurso del falso “consenso”, que buscaba la invisibilización de los conflictos. Se sumó al repudio del “sentimiento de crispación” que -según él, la oposición y el conglomerado mediático concentrado- el gobierno nacional genera en la sociedad, es decir, en la clase media. Es el punto medio del que habla Feinnmann, el de la inocencia, el que resulta antipopular.
La famosa clase media se sumó como coro automático a los discursos mediáticos y conservadores en torno al supuesto “autoritarismo e irrespeto por las instituciones” por parte del gobierno. Este respondió con medidas económicas concretas, de gran beneficio para, sí, otra vez, los de la clase media. Son curiosos: dicen “todo está mal” pero colmaron con cifras récord las disponibilidades turísticas del país, tanto durante la Semana Santa pasada como en ocasión de los cuatro días festivos por el Bicentenario.
La participación masiva de sectores medios en los festejos patrios oficiales provoca una reflexión. ¿Dónde están los intereses objetivos de esa identidad? Una nueva alianza con los sectores populares aparece como esencial en los tiempos políticos actuales. De lo contrario, quedaría asociada a lo que Jauretche definió como “el medio pelo”, constituido por “aquel que se intente fugar de su situación real en el remedo de un sector que no es el suyo, y que considera superior. Es la situación forzada de quien trata de aparentar un status superior al que en realidad posee”. <
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AGENCIA PERIODÍSTICA DE AMÉRICA DEL SUR
14.08.2013 | 06:01:08 pm Ciudad de La Plata, Argentina
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