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General: Papa Francisco pide en Cerdeña garantizar trabajo para todos
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Respuesta  Mensaje 1 de 8 en el tema 
De: Ruben1919  (Mensaje original) Enviado: 22/09/2013 13:50
Papa Francisco pide en Cerdeña garantizar trabajo para todos PDF Imprimir E-Mail
Escrito por Antonio Rondón García   

papa francisco22 de septiembre de 2013, 07:59Roma, 22 sep (PL) El papa Francisco pidió hoy esfuerzo y cooperación a las instituciones responsables para garantizar trabajo digno para todos y criticó el actual sistema económico global.

Se hace necesaria "la colaboración leal por parte de todos, el esfuerzo de los responsables de las instituciones, para garantizar a las personas y a las familias los derechos fundamentales", comentó el Obispo de Roma durante una misa en Cagliari, capital de la isla italiana de Cerdeña.

Antes miles de personas, incluidos unos mil 600 enfermos, reunidos en el Santuario de Nuestra Señora de Bonaria, el Sumo Pontífice estimó que se debe garantizar el derecho al trabajo y a ganarse el pan con el trabajo.

En su segunda visita a una región italiana, después de la realizada a la isla de Lampedusa, a la cual consideró ejemplo de los males del desempleo, el jefe de la Iglesia católica trató con fuerza el tema del derecho al empleo.

Perdonen si mis palabras son duras, pero lo que digo es la verdad. Donde no hay trabajo, no hay dignidad, apuntó.

Cerdeña sufre desde hace tiempo muchas situaciones de pobreza, acentuadas por su condición insular, comentó.

Sin embargo, tal situación no es exclusiva de la isla. Los problemas son resultado de un sistema económico global que gira en torno de un ídolo llamado dinero, opinó Jorge Mario Bergoglio.

La desocupación general en Italia alcanza el 12 por ciento a nivel nacional, mientras la juvenil llega a 39,5 puntos, pero en Cerdeña el desempleo afecta al 20 por ciento de su población y al 50 de los jóvenes.

jf/to


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Respuesta  Mensaje 2 de 8 en el tema 
De: Ruben1919 Enviado: 22/09/2013 21:02

El Papa: “El actual sistema económico nos está llevando a la tragedia”

Bergoglio, de visita en Cerdeña, improvisa una oración: “Trabajo, trabajo, trabajo. Los ídolos del dinero nos están robando la dignidad”

El Papa, a su llegada a Cagliari. / ALBERTO PIZZOLI (AFP)

“El actual sistema económico nos lleva a la tragedia”

 

Me siento muy cercano a los que atraviesan una situación de sufrimiento,

El Papa critica la idolatría del dinero en su visita a Cerdeña

La novedad del papa Francisco no es tanto lo que dice como lo que escucha. La primera decisión de Bergoglio tras ser elegido Papa fue la de no encerrarse en el Vaticano, no solo para llegar a la gente, sino, sobre todo, para que la gente llegara a él. Y también lo primero que hizo ayer al llegar a Cagliari, la capital de Cerdeña, no fue soltar una monserga al uso, sino escuchar con visible atención las quejas de tres de las víctimas de la crisis, un parado, un pastor y una empresaria. El parado le dijo: “La falta de trabajo debilita el espíritu y provoca miedo y desconfianza en el futuro. No nos deje solos”. Y, como respuesta, el Papa guardó el discurso que traía escrito e improvisó un vehemente alegato en contra del modelo económico: “El actual sistema económico nos está llevando a la tragedia. Los ídolos del dinero nos están robando la dignidad”.

Los sistemas injustos quieren robarnos la esperanza

El papa Francisco tiene miedo de que sus palabras suenen huecas, impostadas, y así lo reconoció: “No quiero ser un funcionario de la Iglesia que viene y os da ánimos con palabras vacías, dichas con una sonrisa. Perdonad si estas palabras son un poco fuertes, pero digo la verdad: la falta de trabajo te lleva a sentirte sin dignidad. ¡Donde no hay trabajo no hay dignidad! Y esta tragedia es la consecuencia de un sistema económico que ha puesto en el centro a un ídolo que se llama dinero”.

Ya para entonces, el Papa había arrancado aplausos y lágrimas a las decenas de miles de personas que abarrotaban las inmediaciones de la basílica de la Virgen de Bonaria —advocación que dio nombre a la ciudad de Buenos Aires— hablándoles del sufrimiento de sus padres al llegar a Argentina: “Me siento muy cercano a los que atraviesan una situación de sufrimiento, a tantos jóvenes sin trabajo, a las personas apuntadas al desempleo o con trabajos precarios, a los empresarios y comerciantes que tienen que hacer muchos esfuerzos para salir adelante. Es una realidad que conozco bien porque vengo de Argentina. Mi padre, de joven, se fue a Argentina lleno de ilusiones por buscar un futuro en América. Y sufrió la terrible crisis de los años treinta. ¡Perdió todo! ¡No había trabajo! Sé que debo hacer todo lo posible para que la palabra ánimo sea una bella palabra dicha de pasada. Quiero que este encuentro me empuje a hacer todo lo posible como pastor y como hombre”.

Y como pastor de la Iglesia y como hombre que en estos momentos lleva tras de sí toda la atención mediática mundial, Bergoglio lanzó una andanada a los líderes políticos y económicos: “El actual sistema económico nos está llevando a una tragedia. Vivimos las consecuencias de una decisión mundial, de un sistema económico que tiene en el centro a un ídolo que se llama dinero. Pero Dios ha querido que en el centro estén el hombre y la mujer y que lleven adelante el mundo con su trabajo. ¡Pero aquí manda el dinero! Y caen los ancianos, porque en este mundo no hay un puesto para ellos. Se trata de una eutanasia escondida: no los cuidamos, no los tenemos en cuenta...”.

El Papa, que el pasado mes de julio eligió la isla de Lampedusa como su primer viaje en Italia y arremetió contra “la globalización de la indiferencia” ante el drama de la inmigración, ha elegido otra isla, Cerdeña, como su segundo viaje hacia la periferia, esta vez hacia la periferia del desempleo y la desesperanza. Al final de su encuentro con los representantes del mundo del trabajo —o de la falta de él—, Francisco improvisó una oración que era también una queja y una exigencia a un Cristo al que nunca le faltó el jornal: “¡Señor, míranos! Mira esta ciudad, esta isla. Mira nuestras familias. Señor, a ti nunca te faltó el trabajo, eras carpintero, eras feliz. Señor, nos falta el trabajo. Los ídolos quieren robarnos la dignidad. Los sistemas injustos quieren robarnos la esperanza. Señor, no nos dejes solos. Ayúdanos a ayudarnos entre nosotros, a olvidar el egoísmo. Señor Jesús, a ti no te faltó el trabajo, enséñanos a luchar por el trabajo”.

Bergoglio también tuvo un encuentro con el mundo de la cultura, durante el cual pidió tener en cuenta a las nuevas generaciones de políticos, y una reunión en la catedral con un grupo de 27 detenidos y 132 personas en situación de pobreza. El Papa que escucha les demostró que tiene calados a quienes utilizan la caridad como un negocio: “A veces también se encuentra la arrogancia en el servicio a los pobres. Algunos hacen alardes, se les llena la boca con los pobres... Sé que esto es humano, pero no está bien. Mejor harían con quedarse en casa”.


Respuesta  Mensaje 3 de 8 en el tema 
De: Ruben1919 Enviado: 22/09/2013 21:04

La curia calla ante el desafío del Papa

Los conservadores se preguntan inquietos hasta dónde llegará en su giro aperturista

Desde el inicio, Bergoglio ha alternado mano de seda con puño de acero

El Papa bendice al presidente de Hungría este viernes. / claudio peri (reuters)

El Vaticano sufre el síndrome del hijo pródigo. La curia romana se siente como el hermano mayor de la parábola, aquel que permaneció fiel junto al padre mientras el pequeño le pedía su parte de la herencia y se marchaba lejos a dilapidarla. Desde que el papa Francisco llegó, su discurso se puede dividir en dos partes. Una muy amable, de seda, que tiende la mano a todos aquellos —descreídos, parejas divorciadas, mujeres que abortaron, homosexuales— que oficialmente dejaron de estar en gracia de Dios. Les dice que la Iglesia tal vez haya sido un padre demasiado severo —“el confesionario no es una sala de torturas”— y que los espera con los brazos abiertos. La otra parte del discurso de Jorge Mario Bergoglio es muy dura, una daga directa al corazón de la jerarquía: “No podemos reducir el seno de la Iglesia universal a un nido protector de nuestra mediocridad”. La reciente entrevista del Papa a Civiltà Cattolica, la revista de los jesuitas —a la que pertenecen las dos frases citadas—, no ha hecho más que agrandar esa sensación en los pasillos del Vaticano.

Cada miércoles, cada domingo, la plaza de San Pedro hierve de gente que se siente, de nuevo, orgullosa de ser católica. A unos metros, sin embargo, entre los largos corredores custodiados por la Guardia Suiza, esta transición entre la ortodoxia callada de Benedicto XVI y la revolución de Francisco —cálida, afectuosa, pero también muy vehemente con los suyos— provoca cierta preocupación. Aquellos que desde Roma o desde los palacios arzobispales de todo el mundo se sienten guardianes de unas esencias que Bergoglio quiere, como mínimo, someter a discusión, se preguntan entre sí hasta dónde pretende llegar este Papa. No se puede decir, por tanto, que las palabras del Papa a La Civiltà Cattolica hayan supuesto una alegría entre la Curia, pero las reacciones —en tiempo de mudanza— son moderadas y, sobre todo, protegidas por la garantía del anonimato.

Hay quien dice, por ejemplo, que las dos grandes entrevistas concedidas por el Papa hasta ahora —durante el vuelo de regreso de su viaje a Río de Janeiro y a la revista de la Compañía de Jesús— suponen un reto de Francisco a sí mismo. “Al hacer públicas las líneas maestras de su reforma”, explica un alto prelado, “el Papa consigue dos objetivos. Abrir el debate sobre la Iglesia que desea a todos los católicos, no solo a los ocho cardenales que en octubre tienen que empezar a plantear los cambios, y a la vez —o sobre todo— es un reto ante sí mismo. En la entrevista el Papa deja muy claro que desea cambios, discusiones profundas sobre temas cruciales. Se está obligando a sí mismo, ante todo el mundo, a ser coherente con sus deseos ante las posibles presiones que sin duda llegarán. Es un acto de honestidad absoluto”.

La beata Imelda

Ya son dos veces las que el Papa se ha referido a la beata Imelda. Primero fue de regreso de Río de Janeiro. Cuando los periodistas le preguntaron por la detención de monseñor Nunzio Scarano, acusado de blanqueo de dinero, dijo: “No ha ido a la cárcel porque se pareciera a la beata Imelda”. Y durante la entrevista con Antonio Spadaro, al hablar del carácter expeditivo que lucía en el pasado, ilustró: “No habré sido ciertamente como la beata Imelda, pero jamás he sido de derechas”.

Y, ¿quién es la beata Imelda? Pues se trata de Magdalena Lambertini, hija del conde Elgano Lambertini, nacida en Bolonia en 1320 y que desde niña sintió una gran vocación. Construía pequeños altares ante los que rezaba. Su obsesión era ser monja y recibir la comunión, pese a que entonces solo se podía a los 14. Por fin, los padres permitieron que fuera al convento de las dominicas con 10 años. Tres años después consiguió comulgar y morir al mismo tiempo, de éxtasis. León XII la beatificó en 1826 y es la patrona de los primeros comulgantes. Ahora otro papa la cita como símbolo de la inocencia absoluta.

A pesar de la repercusión mediática de sus palabras, de su conexión inmediata con todos aquellos que, en Roma, en Lampedusa o en Río de Janeiro, han tenido la oportunidad de verlo de cerca, de estrechar su mano siempre dispuesta al saludo, los próximos meses del Papa no van a ser fáciles. No son pocos los que, a través de las redes sociales o bajo el anonimato del Vaticano, empiezan a cuestionar sus primeros meses de pontificado. La acusación más repetida es: “Ha dicho muchas cosas, pero aún no ha hecho nada”. No es del todo cierto. Es verdad que, seis meses después de su elección, aún no ha cambiado la estructura de la Curia ni ha reformado los corruptos cimientos del banco del Vaticano. Pero tanto en un caso como en otro ya se han visto gestos, incluso golpes en la mesa, que dejan muy claro que el tiempo de la impunidad vaticana se ha acabado. El ejemplo más claro ha sido el de quitar toda protección a quienes, como monseñor Nunzio Scarano, han sido detenidos por la policía italiana acusados de operaciones fraudulentas de lavado de dinero al amparo del Instituto para las Obras de Religión (IOR). Hasta que llegó Francisco, el pasaporte vaticano era muchas veces una guarida. Ahora ya no lo es.

Pero el cambio más grande, el más tangible, se puede ver cada día en los diarios de todo el mundo. Ahora la Iglesia católica es noticia por la llegada de un Papa que habla de los pobres, de las periferias del mundo, que le ha declarado la guerra al lujo —y cuánto lujo hay en el Vaticano— y que, para dejarlo claro en la guerra de las imágenes instantáneas, utiliza coches pequeños y a veces prestados, como el Jeep que utilizó en Lampedusa o el Renault 4L que le regaló un cura de barrio obrero. Hace solo un año, el Vaticano también era noticia, pero no por la discusión abierta, sino por las peleas de poder, los robos de documentos y las redes de influencia.


Respuesta  Mensaje 4 de 8 en el tema 
De: Ruben1919 Enviado: 22/09/2013 21:06

Solo la Iglesia de base en España aplaude el mensaje papal

Carlos Osoro, llamado a suceder a Rouco, es el único de la jerarquía que habla y alaba en público su intención de dar más autoridad a la mujer

 

Carlos Osoro, junto a Rouco Varela. / j. c. cárdenas (efe)

Hasta los que no son católicos se interesaron ayer por la entrevista concedida por Francisco a varias revistas de la Compañía de Jesús. Pero a las largas declaraciones del Papa solo siguió el silencio de la jerarquía católica en España. Fue una posición tajante. No habrá opinión del presidente de la Conferencia Episcopal, el cardenal Antonio María Rouco, ni de su portavoz, Juan Antonio Martínez Camino, zanjó la oficina de comunicación del organismo. Tampoco hablaron otros obispos a título particular. Solo uno, el prelado de Valencia, Carlos Osoro, el mejor colocado para sustituir a Rouco en Madrid, hizo unas manifestaciones sobre el mensaje papal. “Nos lleva al fondo del Evangelio, da claves fundamentales para trabajar”, dijo, asumiendo la idea del Papa sobre la obsesión de muchos prelados por temas como el aborto, el divorcio o la homosexualidad. Osoro está en buena posición para asumir el liderazgo episcopal cuando Roma acepte la renuncia de Rouco, que ya tiene 77 años.

El arzobispo de Valencia también se mostró de acuerdo con Bergoglio en que existen en la Iglesia “posturas machistas que hay que cambiar”, y asumió la necesidad de que la mujer tenga un papel más importante. “Como dice el Papa, no se trata de jerarquía; hay que ir al fondo, no podemos medir las cosas siempre por el poder”. La entrevista de Francisco le dejó “plenamente satisfecho”.

En la emisora episcopal, la COPE, las palabras del Papa se acogieron, sin embargo, con displicencia, con el argumento de que otros pontífices también han dado entrevistas y defendido a las mujeres. “Demasiado porteño”, dijo un comentarista.

Respecto a la postura oficial de la Iglesia romana en España apenas puede extraerse alguna pista gracias a la revista semanal Ecclesia, propiedad de la Conferencia Episcopal. Su director, Jesús de las Heras, ultimaba ayer el editorial sobre el tema. Dijo a EL PAIS: “Las declaraciones del Papa son un nuevo y elocuente testimonio de la calidad de su humanidad, de la hondura de su espiritualidad y de la sagacidad de su corazón de pastor. De ellas se deduce su gran libertad de espíritu, su radicalidad evangélica y su apuesta por una profunda renovación. Es consciente de que la sociedad se halla no en tiempos de cambios, sino en un cambio de época y que ello requiere una Iglesia más fresca, más cercana y más abierta, que busque caminos nuevos, sin que ello, en absoluto, signifique hacer borrón y cuenta nueva con el pasado, una Iglesia cuyo único Señor sea Jesucristo y no los poderes y las ideologías de este mundo”. “Francisco no va contra nadie, ni contra nada. No es hombre ni pastor de rupturas ni de disensos, sino de comunión y de inclusión. Reclama el primado de la misericordia. Quiere una Iglesia servidora, misionera y samaritana. Y pide un esfuerzo audaz para proponer el Evangelio en positivo, con un lenguaje de palabras, de obras y de gestos asequible y comprensible, avalado por la autenticidad de una vida según el Evangelio”, añadió.

En la otra Iglesia, la que se muestra tradicionalmente crítica con la jerarquía, algunos de los mensajes del Papa, como su intención de dar más autoridad a las mujeres, fueron acogidos, más que con entusiasmo, con cierto regocijo. “Habla desde el Evangelio”, decían. “Una encíclica en toda regla, pero en la primera página de los periódicos”. “Lástima que no sea más joven”. Se alegran porque el Papa se expresa con “las palabras del Evangelio”, pero también porque lo que dice es “una enmienda a la totalidad de la mayoría de los prelados”. Dice Juan Rubio, director de la revista Vida Nueva: “El Papa se va alejando de la guerrilla clerical, del pensamiento único. No ha gustado el tono de las declaraciones animando a la Iglesia a mirar a lo fundamental y dejarse de tanto ataque y tanta regañina. Es una entrevista inédita, por mucho que se empeñen esas voces que tantos años han estado secuestrando la pluralidad eclesial”.

Emilia Robles, coordinadora de Proconcil, cree que el Papa “señala vías inadecuadas en el pasado, que eran de una moral estrecha, desconectada de los rostros concretos, no inspiradas por la misericordia”. Añade: “Con calma y a la espera de reformas, esto me da confianza. Alejarse del clericalismo y ampliar consensos lleva sus tiempos y sus estrategias. Encontrar el lugar de las mujeres necesita pasos previos, con el concurso de las propias mujeres”. A la teóloga Maria Pau Trayner Vilanova le ha gustado “el tono en que habla de sus preferencias eclesiales. La respuesta sobre la homosexualidad es sabia. Y me ha hecho pensar que cuando profundice en la Teología Feminista comprenderá el trabajo serio de investigación que hace la mujer, religiosa o laica. No digo nada sobre el ministerio femenino porque hay que ir más lejos. La Iglesia seguidora de Jesús tiene que revisar toda la doctrina ministerial. Debe desclericalizarse. Los ministerios siempre jerarquizan. No son evangélicos”.

Más gozoso lo vive el padre Ángel García, fundador de Mensajeros de la Paz. “He oído hablar al Evangelio; la sociedad está ansiosa ante lo que va a ocurrir. Pronto habrá diaconisas y hasta una mujer cardenal. ¿Por qué no? Ya lo están pidiendo algunos obispos. No hay que ser sacerdote para ser cardenal”.


Respuesta  Mensaje 5 de 8 en el tema 
De: Ruben1919 Enviado: 22/09/2013 21:08

Un nuevo liderazgo

El Papa abre la puerta a cambios profundos en la actitud de la Iglesia y su relación con la sociedad

 

Tanto por los gestos como por las palabras, cada vez está más claro que el papa Francisco está decidido a abrir las ventanas de la Iglesia y ejercer un nuevo tipo de liderazgo religioso. Para quienes todavía albergaran alguna duda, la entrevista de más de seis horas concedida a la revista de los jesuitas italianos Civilità Cattolica, reproducida en otras 16 publicaciones de la orden en todo el mundo, las habrá disipado. El hecho mismo de que el Papa se haya sometido a una exposición pública de esa naturaleza, contestando sin pudor y sin restricciones a todo tipo de preguntas, incluidas algunas de carácter muy personal, supone ya una revolución. Lejos de mostrar una imagen hierática de trono y pedestal, a este Papa no le importa situarse a ras de tierra, como el resto de los mortales, y mostrarse en su condición más humana y humilde, con sus virtudes y sus defectos.

Algunos inmovilistas verán en este gesto una pérdida de autoridad pontificia, un signo de debilidad y hasta una traición. Pero los creyentes preocupados por la lenta e inexorable pérdida de conexión de la Iglesia con las preocupaciones mayoritarias de la sociedad solo pueden ver en el empuje papal una oportunidad. Con su manera de proceder, el papa Francisco invita a instaurar en el seno de la Iglesia una nueva manera de proceder nada pretenciosa, más creativa y cercana, capaz de ejercer la autocrítica y abrir las puertas al cambio. Sin apartarse de los postulados centrales del evangelio, el Papa ejerce de esta forma un nuevo tipo de orientación religiosa mucho más acorde a las necesidades de una sociedad plural que alberga muchas y diferentes sensibilidades, un liderazgo que contrasta con el de sus dos predecesores: de perfil carismático y popular en el caso de Juan Pablo II, de tipo recogido y erudito en el de Benedicto XXI, pero ambos tributarios de un modelo de Iglesia cerrada en sí misma e incapaz de abordar los cambios necesarios para regenerarse y perdurar. Ciertamente, todo cambio implica riesgos, pero sin riesgo tampoco hay oportunidad.

De las palabras del papa Francisco se desprende la idea de una Iglesia concebida más como servicio y refugio que como juez de la moral individual, más proclive a comprender que a condenar. Y eso incluye evitar que su mensaje se identifique exclusivamente con determinados y beligerantes postulados políticos. Así podría interpretarse el deseo del Papa de desprenderse de ciertas etiquetas, afirmando que él nunca ha sido de derechas.

De la misma manera que desde el ámbito secular se reclama la independencia del poder político respecto de la religión, resultaría ciertamente innovador que la religión proclamara su deseo de independizarse de las ataduras de la batalla política secular. Es de esperar que en los próximos meses, este nuevo liderazgo afiance los cambios estructurales y organizativos ya apuntados que hagan posible la transformación de la Iglesia, y que esos cambios no sean ajenos a España.


Respuesta  Mensaje 6 de 8 en el tema 
De: Ruben1919 Enviado: 22/09/2013 21:09

Ganar la calle

El papa Francisco apela a los creyentes

y no a las estructuras para reactivar la Iglesia

 

En ajedrez llevar la iniciativa supone una gran ventaja. Desde que Jorge Mario Bergoglio se asomó el 13 de marzo al balcón de la logia de la basílica de San Pedro y se quedó durante larguísimos segundos callado ante la multitud, no ha dejado de tenerla. Por primera vez en décadas es el Papa quien lleva la iniciativa de las noticias que surgen del Vaticano. Esto ha logrado que incluso las más negativas, como el reciente escándalo de un obispo acusado de tráfico de divisas, sean presentadas como muestra de la limpieza reclamada tantas veces y a cuyo frente se ha colocado este jesuita porteño que, en otro golpe de efecto, decidió adoptar el nombre de Francisco.

Los primeros 100 días del papado de Bergoglio están marcados por los gestos. Desde los superficiales a los de hondo calado: renunció a vivir en el Palacio Apostólico y eligió una residencia con comedor comunitario; renunció al papamóvil blindado y emplea casi más tiempo en saludar a los fieles que acuden a San Pedro que en las ceremonias litúrgicas; leyó la cartilla a los obispos acomodados y ordenó inflexibilidad ante cualquier indicio de abuso; reclamó una iglesia de los pobres y para los pobres; bendijo a los ateos; ha designado una comisión con casi tanto poder como él para investigar las inquietantes finanzas del Vaticano; ha creado un consejo personal con obispos de todo el mundo e independiente de la curia romana para reformar el gobierno de la Iglesia; y el viernes publicó su primera encíclica “a cuatro manos” junto a su predecesor Benedicto XVI, al tiempo que se anunciaba la canonización de Juan Pablo II y, gran sorpresa, la de Juan XXIII.

Editoriales anteriores

Esperanza de reforma (14/03/2013)

De los 115 cardenales presentes en el cónclave de marzo, Bergoglio estaba entre los que menos sabían cómo funcionan los resortes del Vaticano, pero de los que más conocen la calle. El Papa argentino ha apuntado en esa dirección: volver a ganarla. La canonización simultánea de sus dos antecesores es un mensaje a todos los sectores de la Iglesia, y una señal del catolicismo que propone: simple, activo y para todos. Pero la partida que debe jugar Bergoglio es larga y complicada. Su propuesta deberá hacer frente no solo a la oposición externa sino, sobre todo, a la hostilidad interna. Y a un grave riesgo: que la eficacia de unos gestos que conectan con buena parte de la sociedad le impida enfrentarse a los verdaderos desafíos de una Iglesia que pierde cada día más fieles. Sea como sea, por ahora Francisco lleva la iniciativa.


Respuesta  Mensaje 7 de 8 en el tema 
De: Ruben1919 Enviado: 22/09/2013 21:11

Un viaje esclarecedor

En su visita a Brasil, Francisco ha definido las grandes líneas de su pontificado

 

El papa Francisco clausuró ayer en Río de Janeiro, con una misa festiva ante tres millones de fieles, su primer viaje internacional, en el que ha dejado asentadas las grandes líneas de su pontificado. No fue algo que él planificara: la XXVIII Jornada Mundial de la Juventud se programó en la etapa de su antecesor, Benedicto XVI. Pero no ha podido haber una circunstancia más oportuna para el primer papa latinoamericano que estrenar la agenda internacional en su propio continente.

Latinoamérica acoge hoy a dos de cada cinco católicos en el mundo, pero el catolicismo pierde terreno frente a las iglesias evangélicas. La región experimenta un crecimiento económico sin precedentes, pero todavía está marcada por profundas desigualdades. Y, salvo Cuba, ha dejado atrás las dictaduras, pero sus democracias adolecen de serias debilidades institucionales.

Este viaje, pues, era decisivo. Francisco lo sabía y lo ha aprovechado al máximo. En la semana transcurrida en Río ha dejado claras sus prioridades visitando un hospital de drogodependientes y una favela, entrando en contacto directo con los más humildes y escatimando el tiempo a las jerarquías políticas y religiosas. La atención a los pobres y a los más desfavorecidos es el eje de la doctrina de la Iglesia. Pero Bergoglio acompaña la letra con los actos. La austeridad y la sencillez que ha impuesto al llegar a la Santa Sede van con él desde siempre. Y las medidas adoptadas para reformar la curia, el Código Penal y la banca vaticana hacen presagiar vientos de cambio. De ahí que sus mensajes despierten un interés que Francisco no suele defraudar. Y menos que nunca en este viaje.

Su llamamiento para recuperar la ética, la compasión y la solidaridad ha tenido muchos destinatarios, más allá de los cientos de miles de jóvenes de todo el mundo que viajaron a Río. El Papa ha instado a los ciudadanos a dejar de lado la indiferencia y el conformismo e implicarse en los asuntos públicos. Ha apelado a la responsabilidad social de gobernantes y empresarios, y ha reivindicado la honestidad y el espíritu de sacrificio de la política. Ha criticado a una Iglesia distanciada y hermética, en la que ni obispos mundanos ni sacerdotes politizados han logrado sintonizar con las necesidades de los fieles. Y ha defendido un Estado laico que acoja con respeto a todos los credos. Son muchos los desafíos que Francisco tiene por delante, entre ellos las cuestiones de la ética sexual. Pero no cabe duda de que estamos ante un papado innovador.


Respuesta  Mensaje 8 de 8 en el tema 
De: Ruben1919 Enviado: 22/09/2013 21:12

El Papa rupturista

Francisco da pasos muy significativos hacia la renovación de la estructura de la Iglesia

 

En los cinco meses que lleva en el pontificado, el papa Francisco ha hecho gestos elocuentes de ruptura en el ámbito simbólico y doctrinal. No solo ha dado ejemplo personal de austeridad y humildad, sino que ha priorizado en sus viajes y visitas la atención a los más desfavorecidos. A estas alturas, está claro el compromiso del nuevo Papa con los pobres y la justicia social. Pero en las últimas semanas el Papa ha dado también pasos significativos en la agenda de transformación de la Iglesia. Con su apelación a los mandatarios del G20, reiterada ante el cuerpo diplomático, para que eviten una intervención militar en Siria ha dejado claro que piensa ejercer un protagonismo directo a favor de la paz.

El paso más importante ha sido la destitución del que había sido todopoderoso secretario de Estado del Vaticano, el cardenal Tarsicio Bertone, y su sustitución por el arzobispo Pietro Parolin. Al destituido se atribuyen las resistencias que frenaron los intentos reformadores de Benedicto XVI. Con su decisión, Francisco ha evitado quedar prisionero de la estructura manejada por el cardenal. Parolin será su segundo en el gobierno de la Iglesia y bajo su mano estará el control de las finanzas y la diplomacia. Son señales muy positivas, pues implican una voluntad de regeneración de las estructuras de la Iglesia.

La verdadera revolución está, sin embargo, por llegar, a decir de quienes apoyan esta renovación. Se espera con interés lo que pueda salir de la comisión de cardenales a la que el Papa ha encargado una propuesta de reforma de la curia. Y aún más allá de estos cambios estructurales, se aguardan con atención los pasos que el Papa pueda dar en cuestiones de mucho mayor calado, como la posible revisión del celibato obligatorio. Las recientes declaraciones de Parolin señalando que no es un dogma de la Iglesia, sino una simple tradición eclesiástica, parecen indicar que este asunto podría entrar en la agenda rupturista del nuevo Papa.

De la valentía que muestre en asuntos como este depende probablemente la supervivencia a largo plazo de la Iglesia. Las parroquias no pueden cumplir su misión por falta de sacerdotes, mientras hay 58.000 curas casados, muchos de los cuales querrían volver a ejercer. Pero si se revisara el celibato obligatorio, solo la misoginia podría explicar que no se reexaminara al mismo tiempo la prohibición a las mujeres de ejercer el sacerdocio, que tampoco es un dogma.



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