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General: los archivos secretos del vaticano
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من: Ruben1919  (الرسالة الأصلية) مبعوث: 27/09/2013 17:23

los archivos secretos del vaticano

Los Archivos Secretos del Vaticano:

En el Vaticano, lo que no es sagrado es secreto


Para muchos su existencia es materia de innumerables novelas y teorías conspirativas, para otros, no es más que un órgano que posee cualquier Estado en el mundo. Sin embargo, el secretismo con que en muchos casos es resguardado así como el extremo celo con que los documentos son cuidados, hacen pensar a muchos que el archivo del Vaticano oculta más que registros y papeles históricos, sino información tan valiosa y trascendente que su conocimiento público podría incluso cambiar la percepción de los fieles frente a su Iglesia.

¿Pero cuáles son los documentos más importantes de este archivo? ¿Cuáles son los que tanto investigadores, periodistas y escritores, mueren por conocer?


La muerte de Juan Pablo I:




El 28 de septiembre de 1978, y tras 33 días ocupando el cago máximo de la Santa Sede, el Sumo Pontífice, Juan Pablo I, fue hallado muerto en su habitación del Vaticano. Según informaciones oficiales, el Papa Luciani habría fallecido debido a un infarto agudo de miocardio producto de una mala dosis de su medicamento, sin embargo, algunos investigadores sostienen que lejos de una muerte natural, el llamado Papa de la sonrisa, habría si objeto de un atentado gestado en los círculos más internos de la Iglesia y la mafia italiana.

Cabe destacar que el cuerpo del Papa pasó por un necropsia forense que concluyó que la muerte se había producido por la ingestión de una dosis fortísima de un vasodilatador recetado por teléfono por el doctor de cabecera, Da Ross, sin embargo, el médico rechazó prontamente tal información al aclarar que no le había recetado nada al Papa aquella noche, ni las anteriores, debido principalmente a que éste gozaba de buena salud.

Asimismo, la religiosa que encontró al Santo Padre en su lecho, Sor Vicenza, aseguró que Juan Pablo I, yacía en su cama extrañamente con el rostro calmado y en una posición de reposo, algo que no coincide con la violenta muerte que supuestamente hubiera tenido si tuviera un ataque cardíaco.

Los que apoyan esta teoría conspirativa sostienen que ni bien obtuvo el Papado, Juan Pablo I expresó su férrea voluntad realizar una reorganización general del Instituto para Obras de Religión (IOR) o Banco Vaticano, y la lucha directa en contra de la mafia y la masonería.

Los archivos referentes a la muerte del Santo Padre así como la investigación realizada en torno a ella, están guardados en estos archivos en donde ninguna persona, tan sólo el Papa de turno puede acceder.


Alí Agca y Juan Pablo II:




Otro de los principales documentos estaría referido al sucesor de Juan Pablo I, el llamado Papa del Pueblo, Juan Pablo II.

Luego de sufrir el atentado del 13 de mayo de 1982 a manos del terrorista turco Alí Agca, Juan Pablo II, siete meses después, tuvo un encuentro de 18 minutos con su atacante.

El tema de la conversación entre ambos personajes es hasta el día de hoy un misterio, es más, el propio Papa luego de su entrevista declaró a los medios de prensa que aquel encuentro era “un secreto que no me pertenece y que debo respetar". Esto indicaba que Juan Pablo II le dio a la plática categoría de Confesión, es decir, a partir de ese momento era imposible que fuera revelado al público.

Sin embargo, y según fuentes oficiales, el Sumo Pontífice le habría relatado al entonces Cardenal y hombre de confianza, Luigi Poggi, los pormenores de dicha conversación. A su vez, Poggi habría redactado un informe en donde detallaba los puntos tocados en esa extraña reunión. El documento actualmente se encuentra en los archivos vaticanos y tiene la categoría de Secreto Pontificio, es decir, que nadie, salvo el Papa, puede leer, publicar, difundir o dar a conocer el citado archivo al público.

Sin embargo, muchos investigadores han especulado sobre los posibles temas que pudieron tratar, para algunos, el Papa habría tenido un gran interés por conocer los motivos que propiciaron a Alí Agca ha llevar tal acto, según estiman estos investigadores, la idea de que el atentado estaría vinculado con el Tercer Secreto de Fátima, era algo que provocó en el Papa tal interés.

Otros, señalaban que Juan Pablo II quería como es lógico, conocer la identidad de los autores intelectuales del crimen, esto se desprende porque en el libro “Memoria e Identidad” el Santo Padre asegura que Agca “no era más que un asesino a sueldo”, desechando así las teorías que sugerían que el turco habría actuado por iniciativa propia.

Justamente, los nombres y los países involucrados en este atentado internacional estaría en el informe escrito por Luigi Poggi.

No obstante, el Monseñor Stanislaw Dziwisz, secretario personal de Juan Pablo II en ese entonces, señaló que a Agca “sólo le interesaba el Tercer Secreto de Fátima” y las profecías vinculadas al Fin del Mundo, es más, le pidió a Juan Pablo II que le diga algo al respecto pero el padre se negó a comentarle algo señalando simplemente, que el secreto sería revelado a su debido tiempo.


Libros apócrifos y cartas polémicas:




Por último, el archivo guarda documentos importantes para la historia como son los primeros evangelios prohibidos o los que hasta la fecha son considerados apócrifos y no son conocidos ni por investigadores ni estudiosos, así como diversas actas firmadas, cartas y documentos de la diplomacia vaticana, entre éstas las más importantes la petición de la anulación matrimonial del Rey Enrique XVIII de Inglaterra cuya negación provocó el rompimiento de las relaciones entre el Vaticano y Gran Bretaña, así como documentos del Papa Pío XII y sus presuntos lazos con el nazismo en la Segunda Guerra Mundial. Es más, el último investigador que tuvo el permiso para investigar los archivos fue el historiador John Cornwell, quien con la excusa de escribir un libro biográfico del citado padre publicó el libro titulado El Papa de Hitler, hecho que provocó polémica dentro de la Iglesia Católica, a partir de esa fecha, el Vaticano consideró que los documentos podrán ser solicitados luego de 70 años de ocurridos los hechos a investigar.


El archivo ayer:



Vista de la segunda sala del «piso noble»
con el busto marmóreo de padre Agustín Theiner,
prefecto del Archivo Secreto Vaticano desde 1855 hasta 1870.
Sobre la puerta, el escudo del cardenal Scipione Borghese Caffarelli, bibliotecario de 1609 a 1618


El moderno archivo de la Santa Sede nace por iniciativa de Pablo V Borghese aproximadamente en 1610, aunque las raíces de su historia se remontan a tiempos mucho más lejanos y están relacionadas con el origen, naturaleza, actividad y desarrollo de la Iglesia romana. Desde los tiempos de los Apóstoles, los papas conservaban cuidadosamente los escritos relativos al ejercicio de su actividad. El conjunto de los mismos se conservaba en el scrinium Sanctae Romanae Ecclesiae, que normalmente siguió a los papas hasta sus distintas residencias; sin embargo, la fragilidad del papiro, utilizado habitualmente en la cancillería pontificia hasta el siglo XI, los traslados y los cambios políticos provocaron la pérdida de casi todo el material archivístico anterior a Inocencio III.

Con el papel central que asumió el romano pontífice y su curia desde el siglo XI en adelante, así como con la multiplicación de sus oficinas, aumentó también el número de archivos y en el siglo XV los documentos más valiosos se colocaron en Castel Sant’Angelo. Tras varios proyectos para crear un archivo central de la Iglesia, Pablo V ordenó trasladar a las tres salas adyacentes a la Biblioteca Secreta (las llamadas Sale Paoline) registros de bulas y breves, libros de la Cámara, así como colecciones de documentos redactados hasta el pontificado de Pío V incluido. De este modo nació un nuevo archivo «pro privata Romanorum pontificum commoditate» y «ad publicam studiorum utilitatem» compuesto por un total de poco más de tres mil unidades y cuya parte más importante eran los registros de bulas desde Inocencio III en adelante (Registra Vaticana). Este conjunto de documentos recibió el nombre de Archivo Secreto Vaticano.
A lo largo del siglo XVII el Archivo conoció considerables ampliaciones, sobre todo en tiempos de Urbano VIII Barberini (bulas de Sixto IV y Pío V; los papeles de la Secretaría de Breves desde Alejandro VI hasta Pío V, la vasta documentación contenida en los Armaria XXXIX-XLV, libros de la Cámara Apostólica procedentes de Aviñón, donde habían permanecido desde el final del cisma, los papeles del Concilio de Trento); así como en tiempos de Alejandro VII, que destinó un piso de los Palacios Vaticanos a la correspondencia diplomática de la Secretaría de Estado.




Segundo piso superior del Archivo Secreto Vaticano
donde se conserva, en armarios del siglo XVII,
la correspondencia diplomática de la Santa Sede
constituida por el antiguo archivo de la Secretaría de Estado
y por la documentación de varias legaciones pontificias


En la primera mitad del siglo XVIII, durante las prefecturas de Pietro Donnino De Pretis y Filippo Ronconi, los papeles conservados en el archivo fueron ordenados por primera vez de tal manera que en el caso de muchos fondos sigue siendo válida hasta hoy. Entre 1751 y 1772 la figura de Giuseppe Garampi domina la historia del Archivo, quien, entre otras cosas, es el principal artífice del famoso Fichero que lleva su nombre. Éste realizó o solicitó numerosas adquisiciones, depósitos y transferencias de material archivístico (fondos Albani, Carpegna, Pío, así como 1.300 libros de cámara).

En 1783 se transportó al Vaticano todo lo que había quedado en Aviñón, como por ejemplo la serie de registros de bulas conocidos como Registra Avenionensia; en 1798 se trasportó también el archivo de Castel Sant’Angelo (Garampi ya había aunado ambos cargos de archivista del Archivo Secreto Vaticano y de Castel Sant’Angelo), el cual entre otras cosas contenía 81 documentos con sellos de oro (tipo lámina de oro, oro macizo, estuches dorados y plateados) entre los que destaca por su valiosa antigüedad un diploma de Federico Barbarroja del año 1164.
En 1810 los archivos de la Santa Sede fueron trasladados por orden de Napoleón a París, ciudad de la que volvieron con numerosas pérdidas entre 1815 y 1817




Salida de Roma de un convoy de obras de arte y material documentario
del Archivo Secreto Vaticano rumbo a París (grabado anónimo)


y convertirse así en uno de los centros de investigaciones históricas más importantes del mundo.

En 1892 se trasladó del Palacio Lateranense al Archivo Vaticano gran parte del archivo de la Dataría Apostólica con los registros de bulas de la Cancillería desde 1389 (Registra Lateranensia, el antiguo Archivum Bullarum) y los registros de súplicas desde 1417. En el siglo XX, además de la parte moderna del archivo de la Secretaría de Estado, llegaron los archivos de la Secretaría de Breves, del Tribunal de la Rota Romana, de distintas congregaciones (Consistorial, de los Obispos y Clérigos Regulares, de los Sacramentos, de los Ritos, del Concilio, etc.), del Palacio Apostólico, del Concilio Vaticano I, de varias Nunciaturas (sobre todo a partir de 1971) y de algunas familias patricias romanas ligadas a la historia de la Santa Sede (Borghese, Boncompagni, Rospigliosi, Ruspoli, Marescotti, Montoro, etc.).
En el año 2000 se depositó todo el archivo del Concilio Vaticano II, que Pablo VI abrió a los estudiosos derogando el límite establecido para la consulta de los documentos de los archivos de la Santa Sede (enero de 1922, muerte de Benedicto XV).




Bula «Humanae salutis» de Juan XXIII
para la convocación del Concilio Ecuménico Vaticano II (25 de diciembre de 1961)
ASV, Instr. Misc. 7934, ff. 1v-2r



El archivo hoy:



Algunos volúmenes del fondo
del Archivo de la Nunciatura Apostólica
en Mónaco de Baviera


Por voluntad del Sumo Pontífice Juan Pablo II, a partir del 16 de febrero de 2003 quedan a disposición de los investigadores los documentos conservados en los archivos de la Sección para las Relaciones con los Estados de la Secretaría de Estado (ya Congregación para los Asuntos Eclesiásticos Extraordinarios), así como los conservados en los archivos de la Nunciatura Apostólica de Mónaco de Baviera y Berlín relativos a las relaciones entre la Santa Sede y Alemania durante el periodo 1922-1939; asimismo se ha anunciado la apertura para su consulta de la documentación del pontificado de Pío XI (hasta febrero de 1939) para el próximo año 2006.

Hoy, toda la documentación conservada en el Archivo Secreto Vaticano asciende a ochenta y cinco kilómetros lineares de estanterías con más de seiscientos treinta fondos distintos (entendiéndose por fondo un conjunto documental con carácter unitario) y está en continuo aumento (cada año las distintas representaciones pontificias en el mundo, la Secretaría de Estado y las Congregaciones depositan cientos de unidades en el Archivo) y cubre un arco de tiempo continuo de más de 800 años de historia (desde el 1198 en adelante, con documentos esporádicos de los siglos X y XI). El documento más antiguo conservado en el Archivo Vaticano es el famoso Liber Diurnus Romanorum Pontificum, antiguo libro de fórmulas de la cancillería pontificia del siglo VIII.

Esto es el Archivo Secreto Vaticano aproximadamente en cifras. Se trata de un archivo que va más allá de los confines geográficos de lo que fue el dominio temporal de la Iglesia, principal institución productora y destinataria en el pasado de los papeles que se conservan, extendiéndose no sólo al Orbis christianus, sino también más allá (el Archivo conserva, por ejemplo, los documentos más antiguos escritos en mongol que datan de la segunda mitad del siglo XIII).
Los depósitos y lugares del Archivo han sido ampliados considerablemente a lo largo de los siglos.




Uno de los pasillos de los nuevos espacios del Archivo Secreto Vaticano encargado
por el papa Montini e inaugurado el 18 de octubre de 1980 por el pontífice Juan Pablo II.


El Archivo Secreto Vaticano dispone actualmente de dos salas de estudio que acogen a aproximadamente 1.500 estudiosos de más de 60 países cada año, una sala de índices, una biblioteca interna, un taller de conservación, restauración y encuadernación, un taller para la restauración y el estudio de sellos, un laboratorio fotográfico y de reproducción digital, un centro de elaboración de datos y un laboratorio informático, un servicio administrativo (secretarías y economato). El personal científico (oficiales) y auxiliar sigue una carrera interna establecida y está sujeto a las normas de un Estatuto específico y de un Reglamento del Archivo aprobados por el Pontífice.




Sala León XIII


El Archivo Vaticano tiene anexa la Escuela Vaticana de paleografía, diplomática y archivística, instituida por León XIII en 1884.


Algunos documentos que estan en el archivo


• Documentación sobre el cristianismo primitivo, que incluye estudios sobre los rollos del Mar Muerto.

• El juicio de los Templarios. Volumen de 1309 acerca del proceso a los caballeros de la Orden del Temple. Se trata de una copia, no de la edición original, pero se la considera absolutamente fidedigna y realizada inmediatamente a la redacción del original.

• Cisma de Occidente (1378-1417), con años en los que hubo tres Papas a la vez, cada uno con sus misterios, sus secretos, sus archivos y documentos confidenciales.

• La Bula de Inocencio VII (1484), con la que promovía la caza de brujas.

• Todos los libros prohibidos expresamente por el Vaticano a través de su Índice; libros que, lógicamente, se han leído y archivado. El Índice surgió a raíz de la Institución de la Sagrada Congregación del Santo Oficio (1542), testamento que instauró la Inquisición a semejanza de la ya establecida en España. Sin embargo, es necesario aclarar que la prohibición de impresión, copia y lectura de ciertos libros comenzó con el Concilio de Nicea donde, por ejemplo, se prohibió y quemó el Thalia de Arrio.

• Toda la documentación sobre la reforma del calendario romano (del que hoy nos servimos) promovida por Gregorio XIII en 1582.

• Gran cantidad de material con temáticas “normales” (eclesiástica, civil y política) y, sin duda, otra buena parte con temas paranormales. Muchos investigadores (entre ellos, Huc de Sant Joan de Mata) coinciden en que los Archivos Secretos con, tienen muchísima documentación sobre la fenomenología para normal y, particularmente, sobre parapsicología. Lógicamente, fenómeno de ese tipo registrado, por ejemplo, en el siglo X, no S expondría como “fenómeno parapsicológico”, sino como anatema, o milagro. En los siglos posteriores, el mismo fenómeno sería vinculado a la brujería.

• Toda la documentación sobre Giordano Bruno (siglo XVI) dominico italiano al que se le enjuició por heterodoxia en un proceso que duró siete años. De éste último hecho, sólo se conserva un sumario de 55 páginas que fue hallado en 1940.

• Dentro del sector catalogado como “Archivo de miscelánea”, se encuentra todo el proceso acerca de la monja de Tercera Orden de Santo Domingo, Cristina de Rovales (llevado a cabo en el siglo XVI), que da cuenta de posesiones diabólicas estigmas, apariciones y fenomenología que hoy se considera puramente parapsicológica, como la levitación y la telepatía.

• Textos procedentes de países no cristianos visitados por misioneros. Por ejemplo, en el siglo XVII, los jesuitas que encontraban misionando en China mandaron una cantidad verdaderamente asombrosa de material.

• Documentos acerca de el Juicio de Galileo (Siglo XVII)

• Cartas de Pío XII que develan datos de la relación Vaticano-Hitler.

• El pergamino de absolución de Clemente V a la Orden del Temple (agosto de 1308)

• Carta autógrafa de Miguel Ángel al obispo de Cesena (enero de 1550)

• Actas del proceso contra el científico Galileo Galilei (desde 1616 hasta 1633)

• La solicitud de nulidad matrimonial de Enrique VIII, que daría origen al Anglicanismo


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من: Ruben1919 مبعوث: 28/09/2013 00:02
El Archivo Secreto Vaticano dispone actualmente de dos salas de estudio que acogen a aproximadamente 1.500 estudiosos de más de 60 países cada año, una sala de índices, una biblioteca interna, un taller de conservación, restauración y encuadernación, un taller para la restauración y el estudio de sellos, un laboratorio fotográfico y de reproducción digital, un centro de elaboración de datos y un laboratorio informático, un servicio administrativo (secretarías y economato). El personal científico (oficiales) y auxiliar sigue una carrera interna establecida y está sujeto a las normas de un Estatuto específico y de un Reglamento del Archivo aprobados por el Pontífice.


 
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