Los deportistas cubanos podrán competir en las ligas profesionales extranjeras a partir del 1 de enero de 2014 -y en noviembre de este año, cuando concluya el torneo nacional, para el caso de los jugadores de béisbol-. El Gobierno de Cuba ha dado ha conocer su histórica decisión este viernes a través del diario oficial Granma. Las medidas aprobadas implican una mejora económica para los atletas y entrenadores de la isla y buscan atajar el número de deserciones, en especial hacia EE UU para jugar en la Major League Baseball (MLB).
La nueva política deportiva cubana permite a sus deportistas firmar contratos con ligas extranjeras siempre que “estén presentes en Cuba para las competencias fundamentales del año”, señala Granma, lo que en el caso de los jugadores de béisbol, el deporte por excelencia de la isla, les obligaría a estar allí para participar en el torneo nacional y únicamente podrían disputar la temporada estival en otros países -algo que ya ocurre en casos aislados con algunos jugadores a los que se les ha permitido disputar partidos en otros torneos de América Latina (Alfredo Campeche, en México, o Japón (Omar Linares)-.
Las medidas aprobadas implican una mejora económica para los atletas y entrenadores de la isla y buscan atajar el número de deserciones
La regulación se considera una de las reformas económicas más radicales de las acometidas en los últimos meses por el Gobierno de la isla. El deporte en Cuba fue declarado amateur dos años después de la revolución. La reforma publicitada este viernes permite a los atletas y entrenadores cubanos quedarse con las ganancias que obtengan por la firma de contratos fuera de sus fronteras, siempre que paguen impuestos en la isla, y garantiza una remuneración estatal en función de los resultados obtenidos en competiciones nacionales e internacionales, además de una pensión una vez que abandonen su carrera deportiva.
Sin duda, el mayor impacto de este cambio normativo se dejará notar entre los jugadores de béisbol de la isla a los que se le abren las puertas para poder participar en ligas profesionales internacionales. Las deserciones de estos deportistas -una de las más recientes la de Yasiel Puig, que ha firmado un contrato multimillonario con Los Ángeles Dodgers, siguiendo los pasos de sus compatriotas, Yoenis Céspedes o Aroldis Chapman- son un altavoz muy incómodo para el régimen que pone en evidencia el yugo al que están sometidos los deportistas y la sociedad de la isla.
Varias ligas de béisbol, como la mexicana y la japonesa, destino tradicional de jugadores cubanos que, de manera excepcional, han sido autorizados para competir allí durante la temporada de verano, han saludado esta decisión, conscientes de que esta apertura podría revolucionar sus respectivos torneos. “Creo sinceramente que a los deportistas cubanos se les está dando una gran oportunidad”, ha reconocido Omar Linares, integrante del equipo olímpico de béisbol de Cuba en los Juegos Olímpicos de 1992, 1996 y 2000 y que ahora forma parte del cuerpo técnico del equipo mexicano Rojos Águilas de Veracruz.
La reforma permite a los atletas y entrenadores cubanos quedarse con las ganancias que obtengan por la firma de contratos fuera de sus fronteras, siempre que paguen impuestos en la isla, y garantiza una remuneración estatal en función de los resultados obtenidos en competiciones nacionales e internacionales
Lo que no queda claro es hasta qué punto los jugadores cubanos podrán formar parte de la todopoderosa liga de EE UU, teniendo en cuenta que las restricciones impuestas por el embargo limitan, entre otras cosas, las transferencias de una determinada cantidad de dinero a la isla. “El cambio de las leyes cubanas no afecta a nuestro sistema de licencias”, ha advertido el portavoz del Departamento del Tesoro, en declaraciones recogidas por la agencia Associated Press.
“Más allá del problema del pago de los impuestos, no está claro cómo puede favorecer esta decisión a la presencia de jugadores de béisbol en EE UU”, ha escrito el analista deportivo de NBC, Craig Calcaterra. “Lo que está claro es que esta disposición se ha escrito para acabar con la vergüenza que para el Gobierno cubano supone que sus grandes estrellas deserten para poder jugar en otro país”. Al citado caso de Puig, uno de los triunfadores de esta temporada, podrían sumarse en los próximos meses los de Alexander Guerrero y José Daniel Abreu, dos desertores a los que los ojeadores siguen muy de cerca para hacer de ellos las nuevas estrellas cubanas de la liga de béisbol estadounidense.
Más allá de las oportunidades de mejorar personalmente y de ser más competitivos a nivel nacional, el hecho de que ahora haya libertad para firmar contratos lucrativos, ofrece a los jóvenes cubanos la certeza de poder encontrar en el deporte una alternativa económica y de futuro.