24 de septiembre de 2013, 01:22Por Adalys Pilar Mireles* Pinar del Río, Cuba (PL) Pinar del Rio, la provincia más occidental de Cuba, y nombrada tierra huracanada, por los frecuentes azotes de esos fenómenos, dispone de una red de estaciones meteorológicas, el centro de pronósticos y un radar, en óptimas condiciones para realizar vaticinios sobre el estado del tiempo.
Sólo en las últimas dos décadas castigaron la zona 23 meteoros, de ellos 17 fueron huracanes, declararon especialistas del grupo provincial de pronósticos.
En esta profesión los momentos de apuros son innumerables, el
Alberto (1982) fue un evento natural supernotable para Cuba y nunca he podido olvidar los severos daños que dejó a su paso, comentó Raúl Vargas, veterano de los meteorólogos pinareños.
Entonces -recuerda- nuestro departamento estaba fuera de la ciudad y nos quedamos prácticamente aislados, trabajamos durante tres jornadas cuatro personas sin posibilidad alguna de relevo en condiciones extremadamente difíciles al margen de la tecnología moderna y no teníamos una idea de lo que ocurría en los hogares.
La "tormenta del siglo" el 13 de marzo de 1993, fue otro de los
capítulos imborrables en la memoria de Vargas.
"Nunca olvido ese instante, con cuatro horas de anticipación se me encendió el bombillo -como decimos los cubanos-, y tuve la convicción de que algo grandes iba a pasar, así que alerté al pueblo".
Se trataba -explicó- de una fuerte banda de nublados que se
desplazaba por el golfo de México, envié una nota a los organismos
correspondientes (incluida la Defensa Civil) y al salir al exterior
observé que las condiciones atmosféricas eran complemente normales, por lo que me asusté, había puesto a correr a mucha gente.
Pero la tormenta del siglo llegó y dejó sus huellas en poblados y en la mente de muchas personas.
En cuestión de cinco horas hizo su entrada, y ese vaticinio lo tengo a mi favor, porque contribuí a la protección de numerosas vidas, las ráfagas de viento oscilaron entre los 130 y 140 kilómetros por hora y las lluvias intensas persistieron por casi una semana, añadió.
ENTRE LA PASION Y EL RIESGO
Mi padre -recuerda-, un campesino dedicado al cultivo del tabaco, fue el responsable de que yo me interesara por esta profesión, a él siempre le gustó la política y escuchaba noticieros en los que la información meteorológica no faltaba.
"Para mí aquello era increíble, decían que un ciclón afectaba a
Puerto Rico, y yo estaba allí, en el patio, jugando pelota como si nada y con un sol radiante, después comentaban que para el fin de semana la situación empeoraría en el occidente cubano y veía que así pasaba, por eso, comencé a endiosar a los meteorólogos hasta que me convertí en uno de ellos con el paso de los años".
Ahora desde la radio y en cada espacio informativo, la voz de Vargas previene a los pinareños ante la cercanía de un organismo tropical u otro desastre.
Se trata de una ciencia de probabilidades, nos exponemos al criterio público constantemente, a veces no disponemos de la información ideal pero tus coterráneos esperan un pronóstico, en ese momento la experiencia y agilidad mental se imponen para tomar decisiones oportunas, expresó.
Gustav e Ike (2008) fueron los últimos organismos tropicales que
castigaron a este territorio, y dejaron a su paso una estela de
destrucción.
El primero de ellos estuvo acompañado por vientos superiores a los 340 kilómetros por hora, cifra considerada récord mundial, rachas que inutilizaron el equipo medidor (anemómetro) situado en el poblado de San Diego de los Baños.
Entre los perjuicios ocasionados por ambos desastres sobresalen cerca de 100 mil viviendas dañadas, escuelas y centros de la salud, principalmente.
El pasado mes de junio con el inicio de la temporada ciclónica para el Atlántico y el área del Caribe, copiosos aguaceros fustigaron
nuevamente esta demarcación, conocida como la tierra del mejor tabaco.
Como resultado de las abundantes precipitaciones el río Cuyaguateje dejó bajo agua sembrados y centenares de hogares, así como carreteras y tramos de la vía férrea.
Tenemos un equipo de especialistas altamente calificados, estaciones meteorológicas automatizadas y un radar, en el Cabo de San Antonio, que puede evaluar las variables en tiempo real, enfatizó el Licenciado Juan Miguel Díaz, jefe del grupo provincial de pronósticos.
Cada experiencia -insistió- aporta conocimientos y aumenta el
entrenamiento del colectivo, el cual se mantiene alerta durante toda la temporada ciclónica, del 1 de junio al 30 de noviembre.
ap/rcg
*Corresponsal de Prensa Latina en la provincia de Pinar del Río. |