01 de octubre de 2013, 01:04Por Luisa María González *
La Habana (PL) Preguntar dónde comienza una guerra podría recibir muchas respuestas, pero desde que las intenciones hegemónicas de Estados Unidos empezaron a ver la luz, la contesta ha sido una: se inicia en los medios, y Siria no es la excepción.
La cuestión se remonta a la Guerra Hispano-Cubano-Norteamericana, una de las primeras contiendas de Washington dirigidas a ampliar su dominio mundial, en la cual se experimentó y estrenó un modus operandi luego repetido una y otra vez.
En 1898, luchadores cubanos terminaban de librar con éxito una
ofensiva para alcanzar la independencia de España, y la joven nación norteamericana, con la mira puesta sobre la estratégica isla caribeña, no tardó en prepararse para intervenir en el asunto y asegurar que La Habana, más que emanciparse, solo cambiara de dueño.
Entonces William Radolph Hearst, dueño de uno de los principales diarios norteamericanos de la época, el Moorning Journal, envió a un dibujante a la capital cubana con el propósito de reflejar en sus imágenes la trágica situación que vivía el país.
"Nada que señalar. Todo está en calma. No habrá guerra. Quisiera regresar", dijo el reportero mediante un telegrama a su jefe, pues los enfrentamientos se concentraban en las zonas rurales del país.
La respuesta de Hearst fue lapidaria: "Le ruego que se quede.
Facilíteme ilustraciones, yo le facilitaré la guerra".
Más de un siglo después, nuevamente se fragua una guerra desde los principales medios de comunicación occidentales: una intervención militar contra el gobierno de Bashar al-Assad en Siria, coinciden especialistas que diseccionan la prensa de las últimas semanas.
¿Por qué comenzar la guerra en los medios? La respuesta la ofreció el escritor y periodista francés Claude Julien cuando analizó aquel primer episodio en el siglo XIX:
Los políticos que anhelaban lanzar a Estados Unidos a la aventura de la expansión no tenían ninguna probabilidad de conseguir la aprobación de la opinión pública exponiéndole las tesis de la americanización del mundo, explicó.
Por eso, agregó, "para llegar al gran público era preciso recurrir a argumentos más emotivos. Había que tocar la sensibilidad del pueblo para invitarlo a una gran cruzada llevada a cabo en nombre de los valores más seguros del idealismo norteamericano".
Cualquier semejanza con la actualidad, cuando suenan toques de
sirenas por miles de muertos en Siria a causa de ataques químicos perpetrados supuestamente por el Gobierno, no es pura casualidad.
Las imágenes de la masacre del 21 de agosto y las acusaciones a Damasco realizadas por los principales líderes de Estados Unidos, Francia y Reino Unido, se repiten constantemente en la prensa con el objetivo de siempre: convencer al público de la necesidad de atacar.
CÓMO CONSTRUIR UNA GUERRA EN LOS MEDIOS
El sitio web alternativo Global Research publicó un necesario punto de partida: las verdaderas razones por las que potencias occidentales, y principalmente Estados Unidos, desean destruir el gobierno de al-Assad; ninguna ha sido mencionada por la gran prensa.
Entre ellas, se destacan desmantelar un Gobierno que defiende su independencia y soberanía, comenzar a desarticular la alianza
Rusia-Irán-Siria y la antisionista Irán-Siria-Líbano-Palestina,
impulsar aún más el crecimiento de la industria armamentística, y beneficiar a aliados de la región como Israel y Arabia Saudita.
Para preparar la intervención, se emplean estrategias comunicativas dirigidas a convencer al gran público de que Occidente debe realizar una intervención "humanitaria" y militar en el asunto.
De ahí que desde el inicio del conflicto en el país del Medio
Oriente, la imagen mediática ofrecida se base en una construcción maniquea de la realidad, en la que los buenos (la oposición armada) se oponen a los malos (el gobierno), señaló el académico e investigador norteamericano James F. Tracy.
"Ese esquema es adelantado e impulsado por una propaganda
cuidadosamente elaborada con vistas a desinformar, la cual toma forma en los pronunciamientos gubernamentales y los reportajes de las corporaciones mediáticas", continuó.
Así sucedió después del ataque químico ocurrido en agosto último: los medios comenzaron a reproducir instantáneamente un bombardeo de declaraciones de los presidentes Barack Obama (Estados Unidos) y François Hollande (Francia), y del primer ministro británico, David Cameron, culpando al mandatario sirio por la agresión.
Del otro lado estaban las miles de víctimas, y por supuesto, los buenos, los llamados "rebeldes" que luchan contra "el régimen sirio".
A configurar esta construcción mediática contribuye el hecho de que son pocos los periodistas occidentales radicados en Siria, y muchos de ellos han muerto haciendo su trabajo o fueron forzados a abandonar el país, opinó Danny Schechter, reportero, productor independiente de televisión y bloguero.
Por ello, agregó, la cobertura es pobre y la información que logra salir de las fronteras sirias está marcada por los pocos reporteros allí presentes y, sobre todo, los intereses a los cuales responden.
Sobre otra arista del tema, los expertos señalan la importancia del uso de determinados calificativos para influir y guiar los criterios de la opinión pública.
En consecuencia, son llamados "rebeldes sirios" los grupos
opositores armados que, sin embargo, están formados en su mayoría por hombres provenientes de otros países y albergan en sus filas a miembros de grupos extremistas como Al Nusra, vinculada a Al Qaeda.
Del otro lado, al ejecutivo de Bashar al-Assad lo califican siempre de "régimen", nunca gobierno, administración, Ejecutivo
u otro de los posibles sinónimos.
De acuerdo con los analistas, la estrategia más usada por la prensa se basa en publicar/ocultar, es decir, visualizar todo cuanto sea favorable a la invasión y silenciar lo opuesto.
En consecuencia, tras el ataque químico en agosto todos los medios occidentales se hicieron eco de cada acusación al gobierno sirio.
"La tendencia en los medios ha sido saltar a la conclusión de que el ataque químico fue perpetrado por al-Assad, y a veces añadir que quizás esto no ha sido todavía probado", consideró la organización Imparcialidad y Exactitud de la Información.
En contraste, las versiones diferentes provistas por medios locales o alternativos que desmienten la supuesta autoría gubernamental de la agresión, han recibido atención casi nula por parte de la prensa estadounidense o europea.
Por ejemplo, recientemente vieron la luz declaraciones de testigos del ataque químico, quienes desde Damasco afirmaron que los responsables fueron los grupos opositores, los cuales poseen y emplean este tipo de armamento, aseguraron los entrevistados.
Asimismo, en Turquía trascendieron testimonios de un ex funcionario local de la provincia de Hatay, ubicada en la zona fronteriza con Siria, el cual señaló que a través de este territorio se trasladaron armas químicas para pertrechar a la oposición.
Estas informaciones, y otras similares, nunca llegaron a incluirse en la agenda de los grandes medios:
"El análisis en la prensa ha estado carente de balance y diversidad porque las críticas y versiones del lado anti-guerra han sido citadas en muy escasas ocasiones", concluyó Schechter.
En un resumen de los acontecimientos, un periodista sirio señaló dos elementos claves para entender la situación actual: primero, es seguro que los grupos opositores poseen armas químicas y pudieron ser autores del ataque.
Segundo: el hecho fue bastante conveniente para las intenciones de las potencias occidentales.
"Si Occidente necesitaba una excusa para atacar Siria, pues la
tuvieron en el momento justo y en el lugar correcto", señaló.
*Periodista de la redacción Europa de Prensa Latina.
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