Washington entró el sábado en su quinto día de cierre parcial del Gobierno sin un final a la vista incluso a medida que se avecina un conflicto aún más grave en torno a la capacidad de gasto del país.
La Cámara de Representantes se preparaba para una sesión el sábado en la que no se esperan avances ni sobre la parálisis federal ni sobre elevar el techo de gasto de la nación de 16,7 billones de dólares.
El Congreso debe actuar antes del 17 de octubre para evitar el impago de la deuda del Gobierno.
El presidente de la Cámara de Representantes, el republicano John Boehner, intentó el viernes desmentir las informaciones que señalaban que podría facilitar la vía de la elevación del techo de gasto, diciendo que su partido seguiría insisitiendo en que los recortes presupuestarios son una condición para ello.
Sobre el cierre federal, Boehner dijo que los republicanos seguían firmes en que no votarían un proyecto de ley de gastos exento de condiciones, es decir, uno que no contemple el retraso de la implementación de la reforma sanitaria del presidente Barack Obama.
El Partido Republicano exige una paralización, o al menos un retraso, en la implementación de la reforma de la salud, denominada “Obamacare”, como condición para convocar una votación viable sobre presupuesto que permita una reapertura del Gobierno.
El intercambio de seguros sanitarios de Obamacare comenzó el 1 de octubre, lo que hace más difícil para los republicanos su postura de terminar con algo que ya ha comenzado.
Aunque hay funciones esenciales del Gobierno que se mantienen, como la seguridad nacional o el control del tráfico aéreo, los efectos económicos y políticos del cierre se amplifican mientras los cientos de miles de funcionarios federales sigue en casa y sin cobrar.
(Con información de Reuters)