Hay
un solo proceso histórico desde el inicio de nuestras guerras de
independencia hasta el triunfo revolucionario de enero de 1959. Y desde
enero de 1959 hasta hoy. La misma revolución confrontada por el mismo
enemigo. Enemigo que compra traidores y anexionistas de semejante
precio; aunque en una época se especialicen en poner bombas y en otras
en difamar y sepultar la historia.
Hace hoy 37 años, el 6 de octubre de
1976, el vuelo CU-455 de Cubana de Aviación fue interrumpido por una
explosión en el aire cuando apenas había
despegado de Barbados con destino a Jamaica. Murieron sus 73 pasajeros,
luego de 15 minutos de heroico esfuerzo de la tripulación.
Más de un millón de cubanos asistió el 15 de octubre de ese 1976 a la Plaza
de la Revolución a despedir a las víctimas. Ni siquiera los que éramos
muy jóvenes hemos olvidado aquel momento, el toque de silencio y la voz
de Fidel por los altavoces llamando a la unidad y explicando que ya Cuba sabía quienes habían sido los autores del crimen.
Bajo la lupa de la CIA, con Freddy Lugo y Hernán Ricardo como asesinos materiales, fueron los terroristas Orlando Bosch y Luis Posada Carriles los responsables. Bosch y Posada Carriles representan lo peor de Miami;
lo más nefasto de esta ciudad que se ha convertido en refugio de
políticos corruptos y cómplices de las dictaduras derechistas
latinoamericanas.
Orlando Bosch murió en Miami sin pagar sus crímenes; libre por intermediación de la congresista Ileana Ros-Lehtinen.
Meses antes de su fallecimiento era homenajeado en el Instituto de
Estudios Cubanos y Cubanoamericanos (ICCAS) de la Universidad de Miami y
presentaba sus llamadas memorias con gran fanfarria entre los
extremistas de la derecha cubanoamericana.
Luis Posada Carriles todavía vive en
Miami. Sus amigos terroristas le hacen fiestas en fincas, visita los
restaurantes cubanos de Coral Way y la calle 8, el Alcalde de Hialeah le
entrega las llaves de la ciudad, asiste a marchas de apoyo a las Damas de Blanco
y a conferencias en el mismo centro universitario donde fue homenajeado
su cómplice Orlando Bosch. La última conferencia que Luis Posada
Carriles disfrutó en la Universidad de Miami fue la ofrecida por el
llamado opositor Guillermo Fariñas, con el que hasta se hizo una foto.
Cualquier ingenuo puede pensar que
Fariñas y Posada Carriles son contrarrevolucionarios de diferente tipo.
Así los han querido vender. Fariñas estaría por la paz, por un
derrocamiento de la revolución cubana mediante el diálogo, mientras que
Posada Carriles estaría por derribar aeronaves civiles y poner bombas en
hoteles; como la que cobró la vida del joven italiano Fabio di Celmo.
Pero ambos, Guillermo Fariñas y Luis Posada Carriles, son y se reconocen
entre ellos mismos como piezas de un solo plan: el derrocamiento de la
revolución cubana.
La historia de Cuba es la historia del
enfrentamiento a esos lacayos. Las conquistas del pueblo cubano tienen
doble mérito porque se han conseguido bajo la amenaza y la agresión de
personajes como esos. Para cometer sus crímenes han contado con el apoyo
o el silencio cómplice de aquellos que debían impedirle actuar contra
las propias leyes norteamericanas.
Han tenido también la protección de una
prensa que les ha celebrado como militantes anticastristas y como
luchadores por la libertad. Contra toda esa componenda ha tenido que
luchar la revolución cubana, dentro y también fuera de la isla; como
hicieron los cinco héroes
antiterroristas cubanos, condenados injustamente por una corte en
Miami. En la misma ciudad donde han actuado libremente terroristas como
Orlando Bosch y Luis Posada Carriles; autores del horrible crimen que
hoy cumple 37 años y que todo el pueblo cubano recuerda con las banderas
a media asta en las instituciones del país.
Esta es la realidad y esta es la
historia. Por eso es inexplicable que esta misma semana el Miami Dade
College, que bajo la presidencia de Eduardo Padrón se ha dado a la
costumbre de entregar medallas a cuanto contrarrevolucionario y
derechista pase por el sur de la Florida, haya prestado sus
instalaciones y su nombre a un llamado encuentro sobre la memoria, la
verdad y la reconciliación en Cuba, que partía del falso presupuesto de
que existía alguna historia de la que no se ha hablado en Cuba, que
habrían algunos hechos de los que en Cuba no se ha querido comentar.
¿Cuáles son esos procesos sociales que Cuba les habría prohibido
investigar a sus historiadores y leer al pueblo? ¿Dónde está el muro
cubano, el campo de concentración, la lista de desaparecidos, el archivo
cerrado por Cuba?
En ese engañoso evento del que les hablo participaron el empresario Carlos Saladrigas
y la cubanóloga Marifeli Perez Stable. Yo pregunto: ¿Cómo Saladrigas
puede decir que no hay reconciliación ni verdad en Cuba cuando el propio
Saladrigas (con acompañantes) ha viajado, disertado y tratado
sin problemas en la isla a funcionarios, miembros de la iglesia y de la
llamada oposición? ¿Cómo va a decir Marifeli Pérez-Stable que debe
haber reconciliación en el “futuro” cuando desde hace treinta años
Marifeli está viajando y relacionándose con personas que viven dentro de
la isla? ¿Ellos quieren llenar los “vacíos” de la historia de Cuba o
imponer una historia distinta donde Posada Carriles, Orlando Bosch y
Guillermo Fariñas sean los héroes?
Pero en ese llamado encuentro por la
reconciliación, además de unos profesores alemanes traídos a Miami para
que hicieran otro de esos paralelos infundados entre la experiencia
histórica cubana y la de otros países, en este caso de la RDA, también
invitaron a Dagoberto Valdés, que no es solo otro bloguero mitómano sino
un personaje del que se ha corroborado con pruebas irrefutables que
está pagado por servicios extranjeros. Un oportunista que hizo fama
utilizando la influencia de la Iglesia Católica en Pinar del Río y que
comparte jefes e instrucciones con Yoani Sánchez
y Guillermo Fariñas. Ese a quienes los lectores pueden ver en la foto
junto a Luis Posada Carriles, el terrorista que hace hoy 37 años enlutó
al pueblo cubano realizando, junto a Orlando Bosch, el salvaje atentado
contra el avión de Cubana.
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