Las cuentas sobrias y delirantes indican que no hay solución amorosa ni saludable en el capitalismo. ¡Cuántas veces lo dijo el comandante Hugo Chávez!
Lo cierto es que continuamos inmersos en el vicio rondando la salida en este laberinto suicida, pero nadie sale porque lo intentamos solos y por esa puerta sólo caben los juntos y no hay remedio ni artificio para la voluntad, ni médicos ni redentores, fuera de los propios enfermos, en esta peste masiva del individualismo.
No es el tiempo ni hay tiempo para la mentira. Las evidencias vienen tronando los dedos. La verdad es la única trinchera. No se trata ni siquiera de honestidad, no hay alternativa.
Los poderosos son los dueños del planeta y se reparten y se pelean el mundo. Con disparos, con bombas, con publicidad, con mercados. El pez más grande se traga al más pequeño.
Ningún país aisladamente puede generar cambios profundos si los mismos entran en contradicción con los intereses del más fuerte.
A lo sumo, para lograr alguna independencia, se ve obligado a hacer negocios con aquellos que más lo respete. “Me imaginé el mundo sin ti, imperio, y es perfecto”, dice Carlos en un poema.
En esa correlación mundial encontraremos gobiernos más cercanos a la gente y otros más lejanos. Sin duda, aquellos que obedecen a la política usurpadora del imperialismo yanqui son los más despiadados contra sus pueblos.
El capitalismo, que no es derecho ni es izquierdo, está latente. En todos lados encontrará el mismo vicio, la misma industria, la misma agricultura, la misma mercancía, la misma mafia, la misma ambición, la misma ética, la misma cultura.
En Venezuela tenemos que decidir si nos arrodillamos a los gringos, lo cual es lo que quiere el antichavismo, o reafirmamos nuestra independencia. Pero debemos decidir si lo hacemos como capitalistas o como socialistas.
En el capitalismo y como mineros seremos un pueblo vicioso pendiente del botín, el cual se venderá al mejor postor así más tarde también le haga la guerra al nuevo dueño de la mina.
“La verdad es que la mentira se marchita”, también dijo una vez un joven poeta.
T/ Gino González
El Socorro / Edo. Guárico