10 de octubre de 1868, fecha fundacional de la independencia de Cuba
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Por Marta Denis Valle*
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El 10 de octubre de 1868, el abogado patriota Carlos Manuel de Céspedes
(1819-1874) liberó a sus esclavos y alzó en armas a los cubanos, primer
hecho fundacional de las Revoluciones de Liberación Nacional de Cuba.
El repique de la campana de su ingenio La Demajagua,
Manzanillo, en el oriente del país, significó hace 145 años un triunfo
de las ideas independentistas, frente al integrismo hispano y las
corrientes reformistas y anexionistas.
El gesto de Céspedes se adelantó a la detención de los conspiradores
prevista en una orden del capitán general Francisco Lersundi, la cual
hubiera retrasado el proceso por tiempo indeterminado.
Esa mañana el patricio bayamés pronunció la declaración de
independencia conocida como Manifiesto de la Junta Revolucionaria de la
Isla de Cuba o Manifiesto del 10 de Octubre.
En el batey de La Demajagua, ante unos 500 congregados, expresó:
“Ciudadanos, ese sol que veis alzarse por la cumbre del Turquino viene a
alumbrar el primer día de libertad e independencia de Cuba”.
Así comenzó esta primera guerra independentista que duró 10 años y
tuvo un carácter nacional-liberador, democrático y antiesclavista.
Maduró una conciencia nacional patriótica entre los cubanos, y aunque la oligarquía esclavista se mantuvo sometida a España, se fundó para siempre la nación cubana.
El fuerte peso de la esclavitud en la economía de la colonia permitió
a España mantener encadenada a Cuba cuando la mayor parte de los países
hispanoamericanos alcanzaron su independencia.
Según datos de 1862, del total de un millón 359 mil habitantes, unos
500 mil eran de la denominada gente de color, supuesto peligro que
esgrimían los ideólogos colonialistas para frenar el movimiento
emancipador.
En el momento del estallido revolucionario la población esclava
ascendía a más de 300 mil hombres y mujeres, más del 70 por ciento en la
región occidental.
Había también alrededor de 200 mil mulatos y negros libres (41,3 por
ciento en occidente, 20, 5 por ciento en el centro y 38,2 por ciento en
oriente).
Céspedes borró ese fantasma del escenario cubano al saludar a sus
esclavos que quedaron libres en ese momento e invitar a otros dueños
presentes que igual lo hicieran.
“¡Ciudadanos, exclamó, hasta este momento habéis sido esclavos míos.
Desde ahora, sois tan libres como yo. Cuba necesita de todos sus hijos
para conquistar la independencia!”
“Los que me quieran seguir que me sigan; los que se quieran quedar que se queden, todos seguirán tan libres como los demás”.
El tema de la abolición de la esclavitud triunfó en el seno de la
Revolución del 68 y en el artículo 24 de la Constitución de Guáimaro fue
plasmado el principio “Todos los habitantes de la República son
enteramente libres”.
A los cubanos asistía el derecho a la libertad y la independencia
pues, como dijo Céspedes, “Cuando un pueblo llega el extremo de
degradación y miseria en que nosotros nos vemos, nadie puede reprobarle
que eche mano a las armas para salir de un estado tan lleno de oprobio…”
“Cuba -afirmó- aspira a ser una nación grande y civilizada, para
tender un brazo amigo y un corazón fraternal a todos los demás pueblos…”
La lucha revolucionaria iniciada el 10 de octubre de 1868 fue
secundada en otras regiones del país y aunque finalmente no alcanzó su
objetivo de independencia y abolición de la esclavitud, influyó
decisivamente en la historia de Cuba.
A ella siguieron la llamada Guerra Chiquita (1879-1880) y la Guerra de independencia (1895-1898), organizada por José Martí.
De acuerdo con Fidel Castro solo hay una Revolución Cubana desde Céspedes hasta nuestros días, incluida la que triunfo en enero de 1959.
*Historiadora, periodista y colaboradora de Prensa Latina