José
Paredes, ex conscripto procesado en 2009 como integrante del grupo de
militares que fusiló al cantautor, declaró que “cuando fueron
trasladados alrededor de 15 detenidos a un camarín del subterráneo,
entre ellos Víctor Jara y Litre Quiroga (ex director de Gendarmería),
detrás de ellos llegó el teniente Nelson Haase y un subteniente a cargo
de los conscriptos”. El subteniente comenzó a jugar a la ruleta rusa con
su revólver apoyado en la sien del cantautor, hasta que salió el primer
tiro mortal que impactó en la cabeza del cantautor. El ex conscripto,
ya fallecido, añadió que el cuerpo de Víctor Jara cayó al suelo de
costado y comenzó a convulsionar. Enseguida el subteniente ordenó a los
conscriptos que se encontraban en el lugar que descargaran ráfagas de
fusiles en el cuerpo del artista. En total, recibió 44 impactos de bala.
Tribuna Popular TP/Tomado de Red Diario Digital.- Este
domingo 15 de septiembre se cumplieron 40 años del bestial crimen
cometido en el Estadio Chile, donde el cantautor fue torturado y
acribillado por los militares. Le machacaron los dedos a culatazos para
que no volviera a tocar la guitarra y después jugaron a la ruleta rusa
con él. Pero lo único que consiguieron fue sellar su pasaporte a la
inmortalidad.
El asesinato de Víctor Jara es simplemente monstruoso, uno de los más
crueles de los cometidos en los días siguientes al golpe, cuando la
represión de las tropas era salvaje y desorganizada. Ya llegaría la DINA
en 1974 a organizarla y sistematizarla, pero por el momento el terror
estaba a cargo fundamentalmente de los efectivos del Ejército.
En su fallo de diciembre pasado, el ministro en visita Miguel Vásquez
Plaza fijó el 16 de septiembre de 1973 como la fecha del homicidio de
Víctor Jara en el entonces Estadio Chile, pero los detenidos que fueron
trasladados al Nacional el 15 reconocieron el cadáver acribillado del
artista cuando los sacaban del recinto a punta de culatazos.
Estaba en una pila de entre 30 a 40 víctimas fusiladas, todas
cubiertas de polvo blanco, al parecer cal. Lo concreto es que el cuerpo
de Jara fue retirado del primer campo de concentración del golpe en la
madrugada del 16 y arrojado en un sitio eriazo aledaño al Cementerio
Metropolitano, donde unas pobladoras lo encontraron el 18.
CANTARÍA EN ACTO TRASCENDENTAL DE ALLENDE
En la mañana del 11 de septiembre de 1973, Víctor Lidio Jara Martínez
tenía planificado cantar en un acto de Salvador Allende en el campus de
la Universidad Técnica del Estado (UTE), donde el Presidente pensaba
llamar a un plebiscito para que el pueblo decidiera si seguía o no en el
poder. El acto estaba fijado para las 12 horas.
Víctor Jara llegó a las 11 con su guitarra y los organizadores del
acto de Allende le preguntaron si no sabía lo que estaba pasando. “Claro
que sé, pero oí por la radio Magallanes que había que ir a sus puestos
de trabajo. Bueno, yo trabajo acá y acá estoy”, respondió el cantautor,
que también era director teatral de la UTE. Tenía 40 años.
Tras el toque de queda de las 2 de la tarde, cerca de 600 académicos,
estudiantes y funcionarios –incluido Jara-decidieron quedarse. En la
madrugada del 12, los militares asaltaron a balazos la UTE y a punta de
metralletas sacaron del campus a los detenidos. Los subieron a golpes a
buses de la locomoción colectiva y los llevaron al Estadio Chile.
LO RECONOCIERON Y SE ENSAÑARON CON ÉL
De acuerdo a un artículo publicado por La Nación, sobre la base de
los expedientes del caso, un oficial de lentes oscuros y en tenida de
guerra, cara pintada, metralleta terciada, granadas colgando en su
pecho, pistola y cuchillo corvo en el cinturón, reconoció al cantante
popular y se ensañó con él. Lo llamaban “El Príncipe” por sus ademanes
soberbios.
Según el relato del abogado Boris Navia, también detenido, el oficial
que lo reconoció “lo golpeaba una y otra vez. En el cuerpo, la cabeza,
descargando con furia las patadas. Casi le estalla un ojo. Nunca
olvidaré el ruido de esa bota en las costillas. Víctor sonreía. Él
siempre sonreía, tenía un rostro sonriente, y eso descomponía al facho.
De repente, el oficial desenfundó la pistola. Pensé que lo iba a matar.
Siguió golpeándolo con el cañón del arma. Le rompió la cabeza y el
rostro de Víctor quedó cubierto por la sangre que bajaba desde su
frente”.
Otro de los detenidos, el periodista Sergio Gutiérrez, contó que el
artista “tenía numerosos hematomas en los pómulos, se notaba pálido, muy
débil. Su mirada estaba perdida”. Apenas pudo reconocerlo, lo saludó y
le preguntó cómo estaba, a lo que Víctor Jara le respondió: “Mira mis
manos… mira mis manos… me las machacaron para que nunca volviera a tocar
la guitarra…”.
Gutiérrez recordó que “sus manos, esas milagrosas manos cuyos dedos
deleitaban a millares de trabajadores e intelectuales al pulsar las
cuerdas de la guitarra para acompañar sus canciones de protesta y
esperanza, ya no eran tales. Estaban hinchadas y parecían tener un solo
dedo, gordo y recubierto de sangre. Las pocas uñas que le quedaban
estaban negras en su totalidad. Eran las manos más golpeadas que había
visto en mi vida”.
ULTIMOS MOMENTOS ANTES DE SER ACRIBILLADO
Cuando Víctor Jara se encontraba en una celda recibiendo ánimo de los
otros detenidos, repentinamente llegaron dos soldados que lo
arrastraron violentamente hasta un sector alto del Estadio, donde
comenzó una nueva golpiza más brutal que las anteriores, a culatazos. El
oficial apodado “El Príncipe” había recibido la visita de unos
oficiales de la Armada.
El abogado Navia recordó que “desde lejos vemos cómo uno de ellos
comienza a insultar a Víctor, le grita histérico y le da golpes de puño.
La tranquilidad que emana de los ojos de Víctor descompone a sus
cancerberos. Los soldados reciben orden de golpearlo y comienzan con
furia a descargar las culatas de sus fusiles en el cuerpo de Víctor. Dos
veces alcanza a levantarse, herido, ensangrentado. Luego no vuelve a
levantarse”. Es la última vez que ven con vida al cantante popular.
José Paredes, ex conscripto procesado en 2009 como integrante del
grupo de militares que fusiló al cantautor, declaró que “cuando fueron
trasladados alrededor de 15 detenidos a un camarín del subterráneo,
entre ellos Víctor Jara y Litre Quiroga (ex director de Gendarmería),
detrás de ellos llegó el teniente Nelson Haase y un subteniente a cargo
de los conscriptos”. El subteniente comenzó a jugar a la ruleta rusa con
su revólver apoyado en la sien del cantautor, hasta que salió el primer
tiro mortal que impactó en la cabeza del cantautor.
El ex conscripto, ya fallecido, añadió que el cuerpo de Víctor Jara
cayó al suelo de costado y comenzó a convulsionar. Enseguida el
subteniente ordenó a los conscriptos que se encontraban en el lugar que
descargaran ráfagas de fusiles en el cuerpo del artista. En total,
recibió 44 impactos de bala.
EL DIFÍCIL CAMINO A LA JUSTICIA
Después de ser hallado a un costado del Cementerio Metropolitano, el
cuerpo de Víctor Jara fue llevado al entonces Instituto Médico Legal,
donde un trabajador de militancia comunista lo reconoció y avisó a su
esposa Joan Turner, antes de que lo sepultaran en una fosa común. Su
compañera y sus dos hijas pequeñas lo enterraron silenciosamente en un
humilde nicho del Cementerio General.
Recién en diciembre de 2004, a 31 años de su muerte, el magistrado de
5° Juzgado del Crimen de Santiago, Juan Carlos Urrutia emitió una
resolución, donde por primera vez los tribunales se acercaban a la
esquiva verdad y esbozaban parte de lo ocurrido con el cantautor
popular. El magistrado sometió a proceso al teniente coronel en retiro
Mario Manríquez Bravo como autor intelectual del homicidio calificado de
Víctor Jara.
Pese al optimismo por alcanzar nuevos avances en el proceso judicial,
el caso tuvo un nuevo revés. En mayo de 2008, el ministro de fuero Juan
Belmar, integrante de la Corte de Apelaciones de Santiago que había
asumido el caso, cerró el sumario (fase indagatoria) con sólo un
procesado, el ya señalado comandante Manríquez.
A comienzos de enero de 2012 la Corte Suprema redistribuyó diversas
causas de violaciones a los derechos humanos y el caso quedó en manos
del ministro de Corte de Apelaciones de Santiago, Miguel Vásquez Plaza.
El 28 de diciembre pasado, el juez sometió a proceso a los militares en
retiro Hugo Sánchez Marmonti y Pedro Barrientos Núñez como autores
materiales del homicidio calificado.
Junto con ellos, encausó a los también ex miembros de Ejército
Roberto Souper Onfray, Raúl Jofré González, Edwin Dimter Bianchi, Nelson
Hasse Mazzei, Luis Bethke Wulf y Jorge Eduardo Smith Gumucio como
cómplices del brutal crimen. Finalmente, el ministro emitió orden de
captura internacional contra Barrientos, quien actualmente vive en
Miami. La Corte Suprema aprobó la solicitud de extradición, que está en
curso.
Fuente: La Nación
El último manuscrito de Víctor Jara
por Claudio Vergara
Un par de horas antes de su muerte, sucedida hace 40 años, el
cantante escribió su última creación, la que fue liberada desde las
fauces del centro de detención bajo una operación que parecía imposible.
Boris Navia, abogado y ex jefe del Departamento de Personal de la ex
Universidad Técnica del Estado (UTE), cuenta que miró el libro, observó
los versos y por fin pudo respirar aliviado: “El poema se había salvado.
Ya había pasado casi un año del Golpe, por lo que sentí una gran
satisfacción al ver que todo el sacrificio que había hecho, resistiendo
la tortura de los oficiales, había valido la pena”.
Su recuerdo apunta a Estadio Chile, la última composición de Víctor
Jara, escrita apenas un par de horas antes de su asesinato, entre las
patadas y los culatazos que recibió durante cuatro días en el recinto, y
que encarnó no sólo el testimonio de su trágico desenlace, sino que
también la historia de una pieza rescatada y difundida a través de un
efecto en cadena clandestino y que parecía imposible de triunfar.
Aunque en ningún caso se trata de su creación más trascendente,
durante décadas ha sido musicalizada por las figuras más diversas, como
una suerte de continuidad a ese manifiesto inconcluso. “Canto, qué mal
me sabes/cuando tengo que cantar/ espanto/ Espanto como el que vivo/como
el que muero/ espanto”, reza su tramo más rotundo. Un puñado de versos
facturados el 15 de septiembre de 1973.
En esa jornada, y tras pasar casi cuatro días en el reducto de
Estación Central junto a otras mil personas de la UTE, los detenidos
fueron informados de la liberación de dos de ellos. Fue el instante que
aprovecharon para escribir recados de supervivencia que serían
entregados a sus familias. “Los escritos decían que estábamos bien y
tenían los teléfonos de nuestros cercanos. Cuando estábamos en eso,
Víctor me pidió la libreta que yo tenía. Se puso a escribir, pero de
pronto llegaron dos conscriptos, se lo llevaron y fue la última vez que
lo vimos. Ahí soltó las hojas y yo me quedé con ellas”, sigue el ex
funcionario de la UTE, detallando las últimas horas del artista, ya que
su fallecimiento se estima entre el 15 y el 16 de ese mes.
Luego, los presos del Estadio Chile fueron trasladados al Nacional.
Ahí, Navia se había olvidado de su libreta, hasta que una petición de
los soldados para que anotaran sus nombres lo hizo sacarla de su
bolsillo y descubrir, por primera vez, que Jara nunca escribió una nota
de tranquilidad para su esposa: ahí estaba el poema Estadio Chile.
Por sugerencia del senador comunista Ernesto Araneda, el jurista hizo
dos copias en dos cajetillas de cigarros Hilton. Se quedó con la
original, pero las dos restantes se las entregó a un estudiante y a un
médico que quedarían libres en las horas siguientes. Ambas réplicas las
tituló con el nombre de “Víctor Jara”. Un acto temerario, pero
equivocado: a la hora de la revisión, los militares detectaron el papel
en manos del universitario, vieron el encabezado y lo obligaron a
delatar su procedencia. El veinteañero apuntó a Navia, quien se había
ocultado el poema en la suela de sus zapatos. Tras interrogarlo con
golpes eléctricos, los hombres del Ejército le confiscaron la
composición.
Eso sí, el tercer eslabón había vencido. El doctor salió sin mayores
sospechas y logró llevar a la luz pública el grito visceral de Estadio….
Hasta hoy, los involucrados no han logrado identificar quién fue el
profesional que selló el plan. De hecho, el abogado Nelson Caucoto,
quien lleva la causa del crimen del artista, dice que el proceso tampoco
ha logrado detectar al protagonista final. Un anonimato que asoma
lógico: durante los 17 años de la dictadura, difícilmente alguien se
atrevería a confesar una operación que superaba lo permitido.
Pese a ello, los implicados coinciden que la copia con el escrito
siguió una ruta evidente: llegó a manos de dirigentes comunistas que por
esos días iniciaban su vida en la clandestinidad. A partir de ahí,
todos los movimientos se concentraron en sacarlo hacia el extranjero.
Uno de los primeros en recibirlo fue una organización guerrillera
peronista de Buenos Aires y que llegó hasta una radio para entregarle
una copia, ya mecanografiada, al fallecido periodista chileno Camilo
Taufic, relato que entregó en 2006 al diario La Nación.
Luego, el profesional lo incluyó en su libro Chile en la hoguera,
editado en 1974, difundido de manera clandestina en Santiago y
convertido en la primera plataforma que reveló su existencia. De hecho,
gracias a ese texto, Navia, el enlace inicial de toda la cadena, se
enteró que Estadio… había sido rescatado.
Las mismas cúpulas clandestinas le cedieron otra copia a un grupo de
mujeres integrado por María Julia Pérez, Rayen Méndez y Eliana Rahal,
esposas de los músicos de Quilapayún que partieron al exilio en octubre
de 1973 y que guardaban la misión de liberar el escrito hacia Europa.
Según Eduardo Carrasco, líder del grupo, el manuscrito llegó hasta París
camuflado en una cápsula de remedio. Ahí se lo obsequiaron a Joan Jara,
quien luego se encargó de expandirlo a través de algunas figuras
públicas.
Una de las primeras fue Pete Seeger, héroe del folk norteamericano
que lo musicalizó en el evento Friends of Chile Benefit Concert,
realizado en Nueva York en 1974 y que fue en ayuda de las víctimas de la
dictadura. De hecho, Seeger fue el primero que lo llevó al disco en su
álbum Banks of marble and other songs, de 1974. Desde ahí, lo ha cantado
en casi todos sus shows.
La urgencia era la misma entre los músicos chilenos y los primeros en
registrarla fueron la banda Tiemponuevo -adscrita a la Nueva Canción
Chilena- en su trabajo Dit is Tiempo Nuevo, de 1976, grabado en Holanda y
donde participa Payo Grondona. Isabel Parra hizo lo propio años más
tarde con una estremecedora versión a capella. Aunque el Golpe era un
drama reciente, el canto final de Víctor Jara había logrado perpetuarse.
Fuente: La Tercera
PS exige al Gobierno que colabore con extradición de imputado por crimen de Víctor Jara
En medio de la conmemoración de los 40 años del asesinato del
cantautor, la mesa del partido emplazó al Ejecutivo a poner en este caso
la misma energía que tuvo en la defensa de LAN.
El vicepresidente del PS, Daniel Manouchehri, junto a su par Daniel
Melo, exigieron este domingo al Gobierno que colabore de forma activa
con la extradición del presunto autor material del asesinato del
cantautor Víctor Jara, el ex teniente de Ejercito que reside actualmente
en Estados Unidos.
Justo en el día de la conmemoración de los 40 años del crimen, los
dirigentes destacaron la figura del artista y llamaron al Ejecutivo a no
eludir su rol en este proceso, realizando las gestiones diplomáticas
necesarias ante Washington para poder juzgar al ex militar en Chile.
Al respecto, Manouchehri recordó que a Jara “lo torturaron,
humillaron y acribillaron, pero no sabían que su voz era inmortal. El
canto valiente de Víctor siempre será canción nueva. Pero recordamos a
Víctor Jara no solo para destacar su figura, sino además para levantar
la voz porque sus asesinos están libres”.
“Por eso emplazamos al Gobierno a realizar las gestiones diplomáticas
para extraditar a Pedro Barrientos, imputado por su asesinato, quien
está en EE.UU. para arrancar de la justicia”, indicó.
Asimismo, el vicepresidente socialista emplazó a La Moneda a
involucrarse en el proceso tal como lo hizo en el conflicto de LAN con
Argentina. “Así como la cancillería se desplego para defender a la
antigua empresa aérea del Presidente (LAN), lo correcto es que se muevan
con la misma energía para una situación bastante más importante que un
negocio privado”, dijo.
En tanto, Daniel Melo, sostuvo que el asesinato de Víctor Jara
representa uno de los crímenes “más crueles y cobardes” de la dictadura y
que la única forma de lograr la reconciliación en nuestra sociedad es a
través de “la verdad y la justicia”.
Por ello, el actual candidato a diputado por el distrito 27 exigió al
gobierno que “no eluda su responsabilidad política de realizar las
gestiones necesarias para que extraditen a Chile al principal imputado
por el asesinato de Víctor Jara”.
“La cancillería debe entender que la figura Víctor Jara es de una
trascendencia no solo nacional, sino mundial. Aunque les duela a
aquellos que apoyaron a sus asesinos, la voz de Víctor Jara es
inspiración para millones”, concluyó.
DOCUMENTAL: El Derecho de Vivir en Paz, de la periodista
Carmen Luz Parot que abarca la vida del músico y folklorista chileno
Víctor Jara, militante de las Juventudes Comunistas de Chile (JJ.CC.),
quien fue detenido y asesinado en septiembre del año 1973 por la
dictadura militar fascista de Augusto Pinochet en el ex-Estadio Chile
–hoy Estadio Víctor Jara.
http://www.gabitogrupos.com/LACUBADELGRANPAPIYO/general.php VER VIDEO