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De: carlos305  (Mensaje original) Enviado: 24/10/2013 13:51

Horror y burla en la Plaza del Cristo

| Por José Hugo Fernández
    

LA HABANA, Cuba, octubre, www.cubanet.org -Entre columnas apuntaladas con madera podrida y paredes que parecen mantenerse en pie sólo a la espera del próximo ciclón, aquel cartel anunciando “La Maravilla” convierte al sitio en plató de una de esas películas de misterio burlón, al estilo de La mansión de los horrores. Es la primera impresión que recibirá quien acceda a la Plaza del Cristo por la calle Villegas, en La Habana Vieja. Allí existió, hace mucho, un bar cuyo cartel identificativo es el último reducto de un espacio de energía humana hoy ocupado sólo por espectros y por ruinas.

Con todo, es una suerte que esté deshabitado. No menos horrorosa que “La Maravilla”, pero con un horror serio –pues en vez de fantasmas, alberga seres vivos–, es la situación de otras edificaciones del entorno. La población de los alrededores de la Plaza del Cristo asciende a 1 338 personas, hacinadas en 45 edificaciones, donde abundan ejemplos de la arquitectura doméstica de los siglos XVIII y XIX, cuyo 70 % requiere acciones reconstructivas de envergadura.

Algunos de esos edificios forman parte del patrimonio histórico de Cuba. Entre ellos, la Casa del Obispo, en la esquina de Bernaza y Teniente Rey, que fue Palacio Episcopal, habitado por Francisco Fleix Solans, obispo de La Habana entre 1846 y 1864.

Otrora distinguido por sus aportes al barroco cubano y por su monumental portada y bellos balcones, el inmueble, en avanzado deterioro, acoge ahora a unas 36 familias que viven a la buena de Dios, sufriendo el déficit de los más elementales servicios al hábitat, y cooperando con el efecto arrasador del tiempo.

Los turistas extranjeros que pasan por la Plaza del Cristo podrán leer un anuncio según el cual allí se ejecuta una obra restauradora, en colaboración con la Junta de Andalucía. Pero lo que nadie les aclarará es que el proyecto para restaurar la plaza y sus entornos da vueltas, desde hace muchos años, sobre un eje de promesa inmovilista, sin que hasta este minuto haya arrancado en firme.

El vagón recolector de escombros que (también desde hace años) está situado frente al antiguo bar “La Maravilla”, no parece actuar sino como otro elemento del plató para la película de horror burlón. Mientras, en la Casa del Obispo no se aprecian señales, ni siquiera engañosas, de la existencia de un plan salvador, tanto para el tesoro arquitectónico como para la pobre gente que lo habita.

Al tiempo que los posibles inversionistas extranjeros llegan y se van por la misma puerta del enfermizo secretismo oficial, funcionarios de la red empresarial de la Oficina del Historiador de La Habana (creada para sustentar económicamente los proyectos de preservación, conservación y restauración patrimonial) se hunden hasta el cuello en uno de nuestros más sonados escándalos de corrupción de los últimos tiempos. Y luego, para colmo, su monopolio ha pasado a manos directas de los generales. Es lo dicho: una película de horror, cuyo desenlace podríamos contar después del próximo ciclón.

Nota: Los libros de este autor pueden ser adquiridos en la siguiente dirección: http://www.amazon.com/-/e/B003DYC1R0

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