LA HABANA, Cuba, septiembre, www.cubanet.org -Vivir en una casa con un mínimo de confort, en Cuba, es un reto a la imaginación. Así como fundar un hogar y crear una familia es casi un desafío utópico.Sin embargo, en el haber histórico del país consta un magnífico desarrollo urbanístico y arquitectónico, los cuales fueron prolíferos en otras épocas. Nuestras mejores construcciones datan de la etapa colonial. Éstas asumieron, en parte, y adaptaron a las características del trópico, la arquitectura española.
Las primeras villas cubanas contaban con una iglesia rodeada de casas. Estas casas tenían un patio interior o central y estaban cubiertas de tejas. Luego, en el período republicano, se construyeron grandes edificios, como El Capitolio, copiado a imagen del de Washington.
En el periodo de la segunda post guerra, y durante los años cincuenta, del
pasado siglo, el negocio inmobiliario tomó fuerza en la isla. Este fenómeno se
hizo más visible en la capital. Valen como ejemplos las áreas de crecimiento
urbanístico conocidas actualmente como repartos Chibas y Guiteras, en su
concepción inicial.
También es mencionable el complejo urbanístico de
crecimiento vertical en el área de la Avenida 23, en el Vedado. Descuellan allí
el célebre edificio Focsa, el Hotel Habana Hilton (hoy Habana Libre), el Retiro
médico y el edificio Somellan, entre otros.
El cambio político de enero de
1959, transformó la tónica de este proceso. En décadas posteriores, uno de los
sectores que más sufrió fue la arquitectura, pues asumió una gran influencia de
los países del campo socialista europeo. El diseño arquitectónico en éstos se
caracterizaba por su obsesión por la simetría y el ahorro del espacio y los
materiales, y se construyeron algunos suburbios al estilo de los barrios obreros
este- europeos. Un ejemplo es la ciudad dormitorio de Alamar.
Después de la
caída del muro de Berlín y la llegada del “Periodo Especial”, la arquitectura y
urbanística absorbió corrientes más diversas y se produjo el boom de los hoteles
para turismo extranjero, con fachadas de vidrio y acero. Mientras tanto, la
población no tenía los recursos para la reparación o reconstrucción de sus
viviendas. Por otro lado, se inició un proceso de restauración del antiguo
centro histórico de La Habana, que cuenta con grandes baluartes
arquitectónicos.
A lo largo de estas cinco décadas, la arquitectura y las construcciones (muy en particular las de casas particulares) se han visto deterioradas al punto de llegar a convertirse en ruinas que proliferan por todos los centros urbanos y que son objeto de frecuentes derrumbes.
Según datos demográficos, en el año2009, Cuba tenía una
población de 11.242.621 habitantes, y un gran porciento de esta sobrepasa los 60
años de edad. Basándose en tales parámetros, se llega a un punto nunca cumplido
por el gobierno cubano: desde muy temprano este prometió viviendas decentes para
todas las familias cubanas.
En la actualidad, La Habana está colmada de
asentamientos ilegales, conocidos como “llega y pon”. En estos sitios no existen
servicios elementales, como agua o electricidad, ni hay ningún tipo de
infraestructuras. Estos asentamientos son una confusión de casas precarias e
insalubres, similares a las favelas y villas miseria que existen en América
Latina y otras partes del llamado Tercer Mundo y que tanto criticaban los medios
de prensa estatales. En esas condiciones viven familias hacinadas.
Cada día se hacen más visibles los derrumbes, las ruinas y las demoliciones. Las personas sin hogar tienen que irse a vivir en albergues colectivos de mala muerte, donde hay familias que llevan décadas esperando que le Estado les “asigne” un techo. Aunque el gobierno ha abierto establecimientos de materiales de la construcción (caros y mal surtidos) para que la población repare o construya sus propias viviendas, ello no representa un avance mínimamente sustancial.
Hay que disponer de dinero para comprar a los revendedores los materiales de construcción que escasean, producto de la combinación del deficiente abastecimiento y el desfalco de los que trabajan en esos establecimientos. Estamos cautivos en un círculo vicioso, mientras la población sufre el constante deterioro de sus viviendas, y se pregunta: ¿de dónde sacaré 2000 ó 3000 cuc para rehacer mi casa, reformar mi entorno y mi vida?
Han transcurrido más de cinco décadas de promesas incumplidas, dejando como resultado un capital superpoblada y con graves problemas de infraestructura habitacional sin perspectivas de solución. En definitiva, todo parece indicar que la Historia tampoco podrá absolver al castrismo de este desastre en el sector inmobiliario, cuya herencia sufrirán las futuras generaciones de cubanos, aun después de que haya pasado la pesadilla totalitaria.