TRINIDAD. — La villa La Trinidad, Patrimonio Cultural de la Humanidad en el centro sur de Cuba, continúa hoy sumando restauraciones que glorifican los primeros siglos de su fundación en 1514 por el Adelantado Diego Velázquez.
Una de las iniciativas más singulares es la colocación de farolas coloniales en el alumbrado público de las principales calles empedradas del centro histórico, donde se conservan edificaciones, joyas arquitectónicas, de los siglos XVII, XVIII y XIX.
Para Eduardo Téllez las restauraciones de la iluminarías imprimen un sentido bohemio a las noches, mientras los nativos y extranjeros disfrutan de la arquitectura de las vetustas casas, palacetes, parques y plazoletas trinitarias.
De las manos de artesanos y estudiantes en herrería de la Escuela de Oficios de Restauración surgen los diversos tipos de las farolas que alumbrarán los espacios más íntimos de la localidad.
En el proyecto -que cuenta con financiamiento francés- interviene la Oficina del Conservador de la villa y del Valle de los Ingenios, también con el título patrimonial de la UNESCO.
La iniciativa debe concluir en 2014 cuando se cumpla el medio milenio de La Trinidad, tercera villa cubana.
Los adelantos urbanísticos de Europa llegaron a La Trinidad en las primeras décadas del siglo XIX y con ellos el alumbrado de aceite (1838), convirtiéndose en el suceso más significativo de la época.
Apenas dos décadas después aparece el gas como elemento para la iluminación de calles y plazas, iniciativas que años después da paso al empleo de la electricidad.