INFOJUS - AGENCIA WALSH
Reina Maraz es boliviana y habla sólo su lengua materna, el quechua. Fue
víctima de violencia de género, se defendió y mató a su marido. Está
detenida desde noviembre de 2010. Estuvo un año encerrada sin comprender
el proceso judicial que la mantenía presa porque el Poder Judicial
bonaerense no tiene intérpretes en lenguas originarias.
Reina Maraz está detenida por el homicidio de su marido en la Unidad
Penitenciaria Nº 33 de Los Hornos, desde noviembre de 2010. Estuvo un
año encerrada sin comprender el proceso judicial que la mantenía presa.
Es que Reina no habla castellano. Nació en Bolivia, en una comunidad
kichwua y se comunica a través de su lengua materna, el quechua. El
poder Judicial de la provincia de Buenos Aires no tiene intérpretes en
lenguas originarias que puedan garantizar un pleno acceso a la Justicia a
los migrantes y originarios como en el caso de esta mujer detenida.
Reina llegó al país con 21 años. Fue a fines de 2009. Vino, como muchos
migrantes, junto con su marido Limber Santos y sus hijos, en búsqueda de
trabajo. Primero se radicaron en un asentamiento porteño, trabajaron en
la costura textil, después llegaron hasta Florencio Varela. Ahí
trabajaron en una fábrica de ladrillos. Durante todo ese tiempo, Reina
fue víctima de violencia de género. Limber la maltrataba y abusaba de
ella. También la entregaba a un vecino que abusaba sexualmente de ella a
cambio del pago de deudas que mantenía con Limber.
Un día ese contexto de violencia tuvo un techo y Reina mató a su marido.
Cuando la detuvieron la mujer estaba embarazada. Ahora su hija tiene
dos años y vive con ella en el penal de Los Hornos. Hace casi tres años
que no ve a su hijo más grande, que hoy tiene 8 años. Quedó al resguardo
de la familia de su marido. Después del crimen Reina perdió todo
contacto con ellos.
En noviembre de 2010 el área de inspecciones de la Comisión Provincial
por la Memoria (CPM) visitó la unidad donde estaba detenida Reina y se
encontró con que la mujer desconocía las razones de su encierro. El
organismo gestionó la posibilidad de que Reina se entrevistara con una
intérprete que le explicara eso que nadie había podido poner en
palabras. Ante la intérprete, la mujer boliviana, por primera vez, pudo
hablar de lo que había pasado. Hasta ese momento su caso no había sido
contextualizado como un caso de violencia de género, se investigaba como
un simple homicidio.
“La Justicia provincial no está preparada para este caso. No es lo mismo
un traductor que un intérprete. El intérprete incorpora las pautas
culturales”, explicó a Infojus Noticias Margarita Jarque, del área de
Litigios de la CPM que intervino en el caso.
En la Asesoría Pericial del Poder Judicial de la Provincia de Buenos
Aires sólo hay traductores de los idiomas convencionales como inglés y
de francés. No cuentan con expertos de lenguas originarias. Cuando la
CPM intervino en el caso propuso como intérprete a Frida Rojas, una
mujer de origen quechua que vive hace 25 años en Argentina.
El debate oral en el que se juzgará a Reina será en marzo del 2014. Pero
en la etapa fundamental de investigación, la instrucción de la causa,
la mujer no pudo dar su testimonio. La Justicia no la escuchó o no tuvo
los recursos suficientes para hacer lugar a esa escucha.
Después de la intervención de la CPM, en abril de 2012 el Juzgado de
Garantías Nro. 6 de Quilmes, a cargo del Dr. Diego C. Agüero, declaró
como nula la única audiencia en la que Reina había declarado y pidió que
se le tomara una nueva declaración ante los intérpretes propuestos por
la CPM.
En septiembre, la Suprema Corte de Justicia de la provincia de Buenos
Aires, por pedido de la CPM, ordenó que Frida Rojas sea incorporada en
el expediente formalmente. En abril de este año, a casi tres años de su
detención, Reina tuvo la posibilidad de una primera declaración ante el
TOC Nº1 de Quilmes. Rojas iba explicando lo que Reina le contaba.
La semana próxima la CPM presentará un amicus curiae ante el TOC Nº1 de
Quilmes visibilizando las condiciones procesales en las que Reina
llegará a juicio. Ninguna de las partes puede ofrecer pruebas porque la
instrucción ya fue cerrada, por lo que la voz de la mujer boliviana no
aparecerá en el expediente.
“Es un caso testigo que permite visibilizar algunas situaciones que
dificultan el acceso a la Justicia. En la misma unidad 33 se acercó una
interna condenada de la misma comunidad Kichwua que Reina. Hay que tener
en cuenta la extensa población migrante de nuestro país y,
especialmente, en la provincia de Buenos Aires”, dijo Jarque.
La figura del intérprete es una garantía del acceso a la defensa de
juicio. El convenio 169, un pacto internacional sobre pueblos indígenas y
tribales, al que adhiere Argentina desde 1989, plantea que “deberán
tomarse medidas para garantizar que los miembros de dichos pueblos
puedan comprender y hacerse comprender en procedimientos legales,
facilitándoles, si fuese necesario, intérpretes u otros medios
eficaces”. Ese pacto, como tantos otros vinculados a las garantías, no
se están cumpliendo en el caso de Reina.
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