Así como la Revolución Bolivariana ha transitado distintas etapas desde 1999, la contrarrevolución también lo ha hecho. A través de un constante ensayo y error, la oposición ha refinado sus procedimientos, en una preocupante fórmula en la que sus ensayos de deformar la realidad o de mentir abiertamente, parecen haberle resultado para reducir sus errores.
La técnica de atacar frontalmente la Revolución utilizando como punta de lanza los medios de comunicación tradicionales -con su punto más alto en el golpe de Estado de 2002-, ha sido desplazada por ofensivas más sutiles, que como esas lloviznas que a veces no se sienten, terminan empapando aún al más abrigado.
A la par del desarrollo tecno-científico y su aplicación tanto en los medios de comunicación tradicionales como en las nuevas tecnologías telemáticas se han creado las condiciones para que circulen más fácil y velozmente “informaciones” que –sin importar se traten de medias verdades o completas mentiras– son arrojadas al ruedo por sectores interesados en desestabilizar y generar zozobra.
Así fabrican malintencionadas matrices de opinión cuya calada se facilita y multiplica en cuanto se ha vuelto moneda corriente utilizar las tecnologías informáticas y sus redes sociales para hacer circular datos muchas veces sin confirmar y por el mero empeño de rendir pleitesía a la inmediatez, herencia del principio capitalista de “el tiempo es dinero” que se encuentra inoculado transversalmente en nuestra cultura, llegando a ser un atributo socialmente estimado.
La técnica del rumor fue llevada a su peor nivel como herramienta generadora de zozobra durante la convalecencia del presidente Hugo Chávez, prueba de fuego en la que desinformantes de oficio hicieron gala no solo de sus miserias humanas sino de cuánto habían avanzado en el desarrollo de esta estrategia de guerra psicológica.
Hoy utilizan las mismas técnicas para atacar al gobierno del presidente Nicolás Maduro, con tal obcecación que son capaces de hundir el barco buscando ahogar al capitán.
La desestabilización económica en buena medida sembrada y artificiosa (promoción de compras nerviosas que agudizan la escasez y la alta cotización de divisas ilegalmente comercializadas), es un indicador de ello.
No repetir rumores, no caer en el juego de la contrarrevolución, es hoy más que nunca una expresión de carácter revolucionario. ¡Qué nadie lo olvide!
@oliv22