La Organización Mundial de la Salud (OMS) se ha negado categóricamente, en contra de su propio mandato, a publicar las pruebas que han demostrado en Iraq que el uso de uranio empobrecido y otras armas en Iraq por el ejército estadounidense no solo asesinó a muchos civiles sino que sigue haciéndolo consecuencia de las malformaciones congénitas de los bebés.