Hans Christian Andersen, famoso escritor y poeta, nació en el año 1805 en Odense, Dinamarca.

Creció en una familia de escasos recursos de religión cristiana protestante. Hijo de un zapatero y una lavandera, de niño fue mendigo y pasó varias noches en la calle.

Desde muy pequeño, Hans demostró ser portador de una amplia imaginación, que sus padres apoyaron indulgentemente.
A sus 11 años de edad, su padre falleció por lo que Andersen abandonó la escuela y se encerró en la lectura, devorando todos los libros que estaban a su alcance, entre ellos, algunos de William Shakespeare y Ludvig Holberg.

A los 14 años de edad, Hans se fue a Copenhague para convertirse en cantante de ópera. No tuvo suerte como tal, pero fue allí donde se hizo amigo de músicos como Siboni y Christoph Weyse, y posteriormente del poeta Frederik Hoegh Guldberg.

Al tiempo ingresó en el Teatro Real de Copenhague para tomar lecciones de danza, pero tampoco tuvo éxito con esta profesión, aunque entabló en esta ocasión una amistad de por vida con el director del Teatro, Jonas Collin.

Andersen captó la atención del rey Federico VI, quien lo mandó a estudiar a la escuela Slagelse, en la que estuvo hasta 1827. El futuro escritor odiaba los estudios, y posteriormente contó que consideró estos años como los peores de su vida.

A su regreso a Copenhague, en 1827, la revista Kjøbenhavns flyvende Post, una de las más prestigiosas del momento, publicó el poema de Anderson “El niño moribundo”, que fue incluído tanto en la versión alemana como en la danesa de esa publicación.

En 1829, Hans entró en la Universidad de Copenhague, y para sorpresa de sus amigos, alcanzó un grán éxito con “Un paseo desde el canal de Holmen a la punta Este de la isla de Amager”.

Amante de los viajes, Hans sacó de ellos mucho material para plasmar en sus escritos.
En 1839 escribió su primer obra teatral, titulada “El amor en la torre de San Nicolás”. Dos años después, tras la publicación del libro de poemas “Fantasías y esbozos”, el rey le otorgó una beca para viajar por Europa.

Fue Italia, a la que arribó en 1834, la inspiradora de su primer novela, publicada en 1835 y de nombre “El Improvisador”, y en ese mismo año publicó también unas cuantas novelas de historias cortas, así como el libro “Historias de aventuras para niños”.

A pesar de que sus primeras publicaciones no fueron demasiado apreciadas, para 1838 Hans Christian ya estaba bien establecido como escritor. Viajero incansable, recorrió gran parte de Europa y de los países bajos, experiencias que plasmó en libros como “El bazar de un poeta” y la novela “Ser o no ser”, entre otros.
Siguió asimismo escribiendo cuentos de hadas, que no eran lo que más le interesaba ya que el escritor aspiraba a ser un novelista y dramaturgo.Sus obras, cada vez más conocidas, fueron traducidas al alemán, inglés y francés.
Andersen tenía facilidad para escribir sus obras a partir de cualquier hecho cotidiano, y desde 1858 adquirió la costumbre de narrar los cuentos que lo hicieron famoso con su propia voz.

El gran escritor danés, que siguió publicando cuentos para niños hasta 1872, fue honrado en varias ocasiones: recibió el título de Consejero del Estado por parte del rey de su país y también fue declarado Cudadano Ilustre en la ciudad que lo vio nacer.

En 1872, el escritor quedó muy malherido luego de caerse de su propia cama. Finalmente, en agosto de 1875 falleció en su casa.

Desde 1956 se concede anualmente en memoria del autor el premio de Literatura Infantil Hans Christian Andersen, al que se le sumó el mismo de ilustración desde 1966.

De entre sus obras más famosas, que fueron traducidas a más de 80 idiomas y llevadas al cine, teatro, caricaturas y ballets, podemos mencionar: “La Sirenita”, “El soldadito de plomo”, “El ruiseñor”, “El patito feo” y “El ave Fénix”.