El Análisis de... Carlos Jimenez VIllarejo
La noche de los cristales rotos y la memoria de todos
11/11/2013
Con motivo del 75 aniversario de “La noche de los cristales rotos”, nada mejor que recordar el Diario de Ana Frank, una excelente expresión de la memoria de aquella fecha, ya que su clandestinidad, persecución, sufrimiento y muerte constituyen un símbolo del peligro, la crueldad y la destrucción de los derechos humanos que representó el nazismo, en particular, la ola de violencia desatada entonces y que también representa ahora cualquier forma de fascismo.
Ana Frank, por razón de ser judía, permaneció oculta, con siete personas mas, en Ámsterdam desde Junio de 1942, cuando solo contaba trece años, hasta el cuatro de Agosto de 1944 en que todos fueron detenidos por la Gestapo. Desde allí, Ana fue trasladada a los campos de exterminio de Auschwitz y Bergen-Belsen, donde murió entre febrero y marzo de 1945 a causa de una epidemia de tifus. Tenía 15 años. Parece que sus restos permanecen en las fosas comunes del campo donde falleció.
Su Diario- desde el 12 de Junio de 1942 a 1 de Agosto de 1944- pasará a la historia como ejemplo de entereza, lucidez y testimonio de las atrocidades sufridas por ella y tantos millones de judíos a manos del nacionalsocialismo.
En su relato precisa al referirse a un campo de concentración:
“Debe de ser un sitio horroroso. A la gente no le dan casi de comer y menos de beber. Solo hay agua una hora al día y no hay más que un retrete y un lavabo para varios miles de personas. Hombres y mujeres duermen todos juntos y a estas últimas y a los niños a menudo les rapan la cabeza (…)”.
Pero todo ese horror, no le impide decir, ya en vísperas de su detención, en junio de 1944:
“No es ninguna fantasía cuando digo que ver el cielo, las nubes, la luna y las estrellas me da paciencia y me tranquiliza”.Y expresa su esperanza de que “en octubre ya podré ocupar nuevamente mi lugar en las aulas”. Palabras de esperanza desde la clandestinidad.
Y ello me lleva a la necesidad de mantener asimismo viva la memoria de que la sublevación militar de 1936, la dictadura fascista implantada por el general Franco- que merece, entre otros, el calificativo de criminal de guerra- con el apoyo de las clases dominantes, de Falange Española y de las JONS y de la jerarquía católica-, no está definitivamente superada.
Es incomprensible e inaceptable que tras la restauración de la democracia en 1978, se mantuvieran en la legalidad organizaciones y partidos claramente fascistas que debían haber quedado prohibidos y fuera de la Ley. Sobre todo, cuando la ONU, en 1946, identificó el régimen franquista a los regímenes totalitarios de Hitler y Mussolini.
Las debilidades de transición trajeron estas consecuencias incompatibles con los “principios democráticos” que deben presidir un partido político constitucional. En este estado de cosas, han proliferado organizaciones de extrema derecha y de inspiración fascista.
Ha sido su creciente expansión y sus acciones violentas las que han llevado a un Gobierno conservador, como el del PP, a plantearse ,con motivo de la reforma del Código Penal, que serán delictivas las conductas de personas y asociaciones que “fomenten, promuevan o inciten directa o indirectamente al odio, hostilidad, discriminación o violencia contra personas o asociaciones por razón de su ideología, religión, o creencias o la pertenencia de sus miembros a una etnia, raza o nación, su sexo, orientación sexual, situación familiar, enfermedad o discapacidad”.
Ya veremos, cuando esta propuesta se apruebe, cómo la aplican los tribunales.
No hay que olvidar que la tolerancia de la democracia y sus gobiernos con el fascismo condujo también a permitir que, dentro del marco legal, pudieran abrirse librerías que eran un altavoz para la difusión del nazismo y la xenofobia, como fue el caso de las Librerias Europa y Kalki. Y aquella tolerancia llegó al extremo de que se admitiesen como lícitas conductas que enaltecían o incluso negaban el exterminio producido por el nazismo.
Incluso con el apoyo de los tribunales, incluido el Tribunal Constitucional (TC), que garantizaron la impunidad de los responsables de la propaganda fascista difundida por aquellas librerías. Así lo hizo el TC, al anular la condena del titular de la librería Europa por entender justificada- y, por tanto, no delictiva- la “negación” de exterminio judío. La mera negación de genocidios constatados y acreditados, implica un grave y evidente menosprecio hacia las personas que los sufrieron y un atentado contra toda la sociedad en cuanto constituye una incitación al odio contra determinados colectivos por razones racistas o xenófobas.
Y, además, tratan de generar un estado de opinión favorable al genocidio planificado y sistemático. La posición del TC fue muy grave ante el resurgimiento en los últimos tiempos de movimientos xenófobos -claramente inspirados en los postulados defendidos en su día por el nacionalsocialismo- cuya expansión pudiera generar un notable riesgo de desestabilización del sistema democrático,
Afortunadamente, en cumplimiento de una Decisión de la Unión Europea de 2007, parece que se volverá a castigar penalmente a quienes “nieguen, trivialicen gravemente o enaltezcan los delitos de genocidio, de lesa humanidad…” u otros similares.
Hoy, debemos exigir que además de las medidas penales, se reforme la Ley de Partidos, de 2002, para disolver inmediatamente las formaciones políticas de signo fascista e impedir que puedan constituirse en el futuro. Y, desde luego, impidiendo que estén presentes en las instituciones democráticas. Son, todas ellas, un serio peligro para la democracia y la ciudadanía democrática como, lamentablemente, se acredita cada vez con más frecuencia.
Concluyo con unas palabras de Violeta Friedman, superviviente de Auschwitz, que ante las expresiones de León Degrelle de menosprecio de la comunidad judía y enaltecimiento del nazismo presentó una demanda judicial en defensa de su honor, el de su familia y el de su pueblo. Se encontró durante varios años con un irritante respaldo judicial a dicho dirigente nazi que solo concluyó gracias a una histórica sentencia del Tribunal Constitucional reconociendo sus derechos y otorgándole el amparo judicial.
Tras esta sentencia cuyo contenido es especialmente contundente, dijo Violeta Friedman: “Durante treinta y nueve años, yo había guardado silencio. Había tratado de olvidar lo inolvidable, de convencerme a mi misma de que jamás había vivido todo aquel horror sin límites. Pero era en vano: los recuerdos seguían ahí, el mercado de Marghita, el tren, los brazos que me separaron de mi madre, y el espanto, el hambre, el dolor, la muerte…Yo había vivido todo eso. Y como yo, otros muchos millones de personas. La mayor parte jamás pudieron contarlo: fueron asesinados antes de poder decir nada, antes de poder recordar. Ahora, alguien estaba intentando engañar. Engañarme a mí, que lo había vivido, y al mundo entero. Entonces comprendí que tenía una obligación, la de recordarlo y contarlo”.
La memoria expuesta, razones de justicia y respeto inexcusable de todos los derechos humanos justifican y hacen indispensables, recordar fechas como la que hoy se rememora.
Carlos Jiménez Villarejo es jurista y ex fiscal Anticorrupción