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General: La firmeza del Che durante la travesía del yate Granma hacia Cuba
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De: Quico º (Mensaje original) |
Enviado: 25/11/2013 21:46 |
La firmeza del Che durante la travesía del yate Granma hacia Cuba
2013.11.25 - 09:20:46 / web@radiorebelde.icrt.cu / Víctor Pérez Galdós
Mucho antes de descollar como uno de los más aguerridos combatientes y
como uno de los más capaces jefes del Ejército Rebelde durante la lucha
de liberación nacional en Cuba, ya Ernesto Che Guevara había causado una
notable impresión en muchos cubanos que se hallaban en México y que se
preparaban junto a Fidel Castro para retornar a Cuba y reanudar la
batalla contra la dictadura de Fulgencio Batista.
El Comandante de la Revolución Ramiro Valdés, quien había participado
en 1953 en el asalto al cuartel Moncada y después sería uno de los 82
expedicionarios que viajó desde México hacia Cuba en 1956, tuvo la
posibilidad de conocer e interrelacionarse con el Che durante los
preparativos de la expedición del Granma.
En relación con sus primeros contactos con el Che, y de cómo el joven
médico argentino fue descollando como un gran luchador y dirigente
político, Ramiro Valdés precisó en el discurso que pronunció el 8 de
octubre de 1972, en el quinto aniversario de haber el Che librado su
último combate en tierras de Bolivia:
“Conocimos al Che desde los primeros difíciles momentos del exilio, del
Granma y de la Sierra Maestra. Fuimos testigos del proceso que él, con
sus singulares dotes de cronista revolucionario, se encargó de
reseñarnos después: el proceso de cómo un joven latinoamericano, médico,
lleno de sueños de justicia, que aspiraba inicialmente sólo a
convertirse en un investigador y desde allí servir a la humanidad,
tropezó con la amarga realidad de los países de América Latina, entró en
contacto con la miseria, con la opresión, con el embrutecimiento y la
ignorancia, palpó los grandes males que aquejan a los pueblos hermanos
del continente y se convenció de que había tareas más urgentes, más
inaplazables y más vitales. Se dio cuenta de que para ser médico
revolucionario lo primero era tener y hacer la revolución. Y fue así
como, luego del revés de Guatemala en 1954, el Che encontró junto a
Fidel y a los futuros combatientes del Granma esa revolución que estaba
buscando y en la que hallaría su vocación definitiva”.
Ramiro Valdés también hizo referencia a las características del Che
desde el punto de vista político cuando lo conoció en México en 1955:
“El Che era ya entonces mucho más avanzado políticamente que la mayoría
de nosotros. Aunque no se militaba en ningún partido, podía
considerársele como un marxista por su ideología. Había leído las obras
fundamentales de Marx, de Engels y de Lenin”.
En México también conoció y trató al Che, Jesús Montané Oropesa, quien
igualmente fue uno de los 82 expedicionarios del Granma. Y acerca del
Che, de su carácter, modo de ser y su trato con sus compañeros, Montané
expuso:
“Alguien que no lo conociera a fondo, podía pensar a primera vista que
era un hombre de carácter duro, impenetrable. Pero detrás de esa coraza
había un ser humano muy sensible, muy sencillo, y extremadamente puro.
Era un hombre que se hacía querer por sus virtudes, y ya se sabe cómo lo
idolatraban los combatientes que lucharon con él y todos sus compañeros
de la Revolución. Era muy exigente consigo mismo, y quizás por eso,
mientras más allegado le resultaba alguien, mientras más afecto le
tenía, más exigente y duro era con él. Pero en el fondo lo hacía con
mucho cariño, muy didácticamente, muy pedagógicamente. Le explicaba a
cada compañero los errores cometidos y sabía tocar las fibras del honor y
la conciencia del revolucionario. Puede decirse que fue un verdadero
formador de hombres y de cuadros. Tenía una gran sensibilidad humana y
un corazón tremendo: el corazón de un verdadero comunista”.
El 25 de noviembre de 1956 el Che formó parte de los 82 expedicionarios
que bajo la dirección de Fidel Castro salieron del puerto mexicano de
Tuxpan hacia Cuba para reanudar la lucha revolucionaria.
Años después de la victoria revolucionaria, en uno de los trabajos que
el Che elaboró y publicó se refirió de la siguiente manera al instante
en que se iniciaba la travesía: “En fin, el 25 de noviembre de 1956, a
las dos de la madrugada, empezaban a hacerse realidad las frases de
Fidel, que habían servido de mofa a la prensa oficialista: “En el año
1956 seremos libres o seremos mártires.”
Y agregó el Che:”Salimos, con las luces apagadas, del puerto de Tuxpan
en medio de un hacinamiento infernal de materiales de toda clase y de
hombres. Teníamos muy mal tiempo y, aunque la navegación estaba
prohibid, el estuario del río se mantenía tranquilo. Cruzamos la boca
del puerto yucateco, y apoco más, se encendieron las luces. Empezamos la
búsqueda frenética de los antihistamínicos contra el mareo, que no
aparecían, se cantaron los himnos nacional cubano y del 26 de Julio,
quizá durante cinco minutos en total.”
Si bien es cierto que para ninguno de los 82 expedicionarios resultó
fácil navegar en un yate de pequeñas dimensiones, muy sobrecargado tanto
por el número de personas a bordo, así como por las armas y otros
equipos, así como alimentos, agua y combustible, para el Che por ser
asmático y no contar con los medicamentos necesarios fue sumamente
difícil.
Como en otras etapas de su vida su férrea voluntad lo hizo sobreponerse.
Uno de los expedicionarios, Faustino Pérez, señalaría al respecto: “Si
para todos los expedicionarios aquella fue una difícil prueba, para el
Che lo fue doble, pues a las molestias comunes se le sumó un intenso
ataque de asma que le duró toda la travesía. Poco o nada le aliviaban
las medicinas, incluso las inyecciones de adrenalina que yo mismo le
suministré. Pero más irreductible que aquel terco mal, fue su espíritu
entero, que no expresó la más mínima queja, ni hizo mella en su esencial
optimismo.”
Fidel en el discurso que pronunció en la velada efectuada el 18 de
octubre de 1967 en la Plaza de la Revolución “José Martí” también
recordó y resaltó la entereza del Che durante la travesía del yate
Granma, al afirmar: “Recuerdo que aquella travesía fue muy dura para él
puesto que, dadas las circunstancias en que fue necesario organizar la
partida, no pudo siquiera proveerse de las medicinas que necesitaba y
toda la travesía la pasó bajo un fuerte ataque de asma sin un solo
alivio, pero también sin una sola queja.”
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